Notas

“Falso testimonio. Desmantelamiento de siglos de historia anticatólica”. Un libro de Rodney Stark (940)

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 27 de Noviembre 2017 a las 08:22

Escribe Antonio Piñero
 
 
Conozco desde hace años a Rodney Stark, porque traduje al español, para Trotta, un libro breve pero muy ilustrativo, “La expansión del cristianismo”, hacia el 2009 o 2010. Y sé que Stark es protestante, sociólogo de la religión, y profesor de la Universidad Baylor en Estados Unidos. Así que un libro en defensa de la Iglesia católica escrito por un protestante me llamó poderosamente la atención. Y no me ha defraudado en absoluto.
 
 
El título del libro es el de esta postal, aunque me he permitido corregir el subtítulo. El traductor, Isidro Arias Pérez no lo hace mal, ni mucho menos, pero sucumbe a ciertos anglicismos, con los que finalmente conviviremos. No se puede luchar contra el uso inveterado, que es el amo de la lengua (Horacio). Pero sabemos que el gerundio en castellano no se usa de un modo absoluto, sino normalmente como complemento circunstancial… Así que el subtítulo inglés de la obra “Debunking Centuries of Anti-Catholic History” no lo traduciría por “Desmontando siglos de historia anticatólica”, sino por “Desmantelamiento”… etc. La ficha del libro se completa con los datos siguientes: Editorial Sal Terrae (Colección Panorama 20), Santander 2017, 302 pp. ISBN: 978-84-293-2680-2.
 
 
Y ahora, al grano. El libro ha sido prologado por el prestigioso historiador Fernando García de Cortázar, cuya “Breve historia de España”, escrita en colaboración con José Manuel González Vesga, ha vendido, según creo, un millón de ejemplares. ¡Menuda envidia! Destaca Cortázar, siempre con ágil y culta pluma, que los “principios humanistas nacieron en nuestra civilización occidental” y que deben “servir de inspiración a quienes desean superar el angustioso vacío que padece esa misma civilización”. Es esta afirmación totalmente cierta, y la he defendido en multitud de ocasiones. Si miramos a las religiones que hay en nuestro entorno y más allá de él, no veo que esas otras religiones, que no sean la cristiana hayan, propiciado, incluso con mil protestas en su seno, un humanismo que haya conducido a los principios de igualdad, libertad y fraternidad de la Revolución Francesa y a la Declaración universal de los derechos humanos, como sí lo ha hecho el cristianismo. Y la religión cristiana sí ha propiciado este movimiento, quizás porque ha generado –aun sin pretenderlo expresamente –un cierto individualismo y un espíritu interior de libertad, una posibilidad de crítica interna y una evolución del espíritu que condujo al humanismo.
 
 
Por esto precisamente parece asombroso que los cristianos mismos hayan denigrado sus orígenes –que no son precisamente el catolicismo, que como tal designación externa solo existe desde la Reforma protestante–, de tal modo que muchos estudiosos han visto en la historia de la Iglesia cristiana en general la fuente de todos los males que han aquejado a nuestra civilización: oscurantismo, fanatismo, intransigencia, persecución de los adversarios, odio a la ciencia, mantenimiento de la esclavitud y autoritarismo…, entre otras “perversiones” menos notorias. Como toda sociedad que ha existido durante muchos siglos, no cabe duda de que en la religión cristiana se han generado tales lacras. Sin duda…, pero no solo eso. Ni mucho menos, ya que el cristianismo ha dado a luz igualmente todos los atributos de una civilización “fruto de la síntesis de la razón clásica y del mensaje cristiano” (Cortázar).  
 
 
En concreto en los últimos cinco siglos numerosos investigadores protestantes han cargado las tintas con gran deleite acusando al catolicismo de degradación de la sociedad. Algo así como si el protestantismo hubiera sido el abanderado de la libertad y el progreso, mientras que el catolicismo no hubiera hecho otra cosa que promover el oscurantismo más rancio. Esta tendencia ha creado una buena cantidad de mitos –ligados a los vicios que enumeré arriba– que se han propagado hasta hoy. Y lo que llama la atención, como dije, en el libro que comento es que la refutación de tales mitos no parta de un estudioso católico, sino de uno protestante.
 
 
Escribe Cortázar en el Prólogo (p. 11): “Desde su honestidad académica, alejada de la militancia católica, el autor no duda en afirmar que a partir de la ruptura luterana los ataques a la Iglesia de Roma fueron cristalizando en falsos testimonios impulsados por los disidentes, que se incrustaron en la historia cultural de Occidente. A un lado, la innovación renacentista, la responsabilidad económica, la moral del esfuerzo,  y la apertura ideológica promovida por el protestantismo; del otro, el anacronismo medieval, la Inquisición, la perezosa mentalidad de la opulencia rentista, el rechazo a la ciencia y la cerrazón espiritual administrada por una Institución, el catolicismo, arrumbada por la marcha de la historia”.
 
 
Los mitos que desmonta Stark en su libro son: los pecados del antisemitismo; la eliminación de ciertos evangelios; la persecución de los paganos tolerantes; la imposición del oscurantismo a la sociedad: el mito de la “Edad Oscura” medieval; las cruzadas como mero pretexto para la consecución de tierras, botín y conversos; la oposición a la ciencia; el autoritarismo; el mito de la modernidad protestante. Como se ve, temas jugosamente interesantes.
 
 
El desarrollo expositivo de Stark en cada capítulo es sencillo: comienza exponiendo el mito con toda su crudeza. Luego afirma brevemente lo que no es verdad, y a continuación expone una síntesis histórica, pero detallada, de lo ocurrido en realidad…, con todos los pelos y señales que le permite el espacio de un número razonable de páginas. Indica también someramente sus fuentes principales y termina con una conclusión contundente. La noción correcta contrapuesta al mito queda bien resaltada.
 
 
Dentro de los temas arriba expuestos, hay tres que interesan especialmente a mi ámbito de trabajo: el del antijudaísmo y la Iglesia cristiana en general, y en especial la católica, al final; el de los evangelios voluntariamente destruidos o rechazados, y el de la época constantiniana con sus repercusiones en el cristianismo. A estos temas deseo dedicar unas líneas en postales posteriores.
 
 
Adelanto, por si no quedaba ya claro, que el libro de Stark es nítido, concreto, breve, sencillamente espléndido. Y, por cierto, este libro de Stark ha llegado a su turno de comentario por mi parte cuando ha aparecido en librerías el último libro de Juan Eslava Galán, titulado “Enciclopedia Eslava”, que va recorriendo los momentos de nuestra historia y los mitos formados en ella…, naturalmente en contra de España; mitos formados o promocionados sobre todo por españoles y otra gente de fuera que se aprovechan de los “tontos útiles” internos, la quinta columna, como la denominó alguno. Y sin ponerse de acuerdo, tanto Stark como Eslava cumplen con la misma misión: debelar estupideces históricas dañinas que se han ido imponiendo a base de repetirlas.
 
 
Seguiremos, pues, en algunas entregas más, con el libro de Stark y los capítulos que más afectan a mi ámbito de trabajo.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Lunes, 27 de Noviembre 2017
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