Notas

Los cambios de valores en la “conversión” de Pablo (3-06-R)

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 16 de Febrero 2009 a las 07:17



Hoy escribe Antonio Piñero

Dijimos, en síntesis, en notas pasadas que para el Pablo previo a su llamada los judeocristianos, sobre todo los “helenistas”, los que criticaban la Ley y la función del Templo como únicos medios de salvación, eran como malditos transgresores de la Ley y seguidores y proclamadores de la dignidad mesiánica de un seductor del pueblo, maldito especialmente por la Ley (Dt 21,23), porque había terminado sus días colgado en un madero.

Afirma Martin Hengel (p. 288) que Pablo era un hombre apasionado como lo demuestran algunas de sus afirmaciones en sus cartas posteriores. Por ejemplo, 2 Cor 11,29:

« “¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase?”  »

y un poco antes:

« “Celoso estoy de vosotros con celos de Dios”. »

Por tanto , como joven fariseo, su celo en contra de quienes creía de corazón que iban contra la ley de Moisés, que representaba inequívocamente la voluntad de Dios, era igualmente grande: en aquella época, y dados estos presupuestos, no tenía más remedio que comportarse así, como un perseguidor... y celoso, ardiente.

Así pues, a lo que parece, la reflexión profunda sobre las razones de los perseguidos le hizo ver, que el personaje que él creía un maldito de Dios se le iba presentando en toda su gloria: había sido exaltado a la diestra de Dios (Salmo 110,1), y eso le confirmaba en que era en verdad Hijo de Dios, el mesías de Israel y el salvador… no sólo de los judíos, sino de los paganos que creyeran en él. En la visión del camino de Damasco, sea como fuere en realidad, Pablo creyó que Dios le confiaba una nueva “buena noticia”: sus perseguidos tenían razón; el Dios de Israel y de los paganos, el Padre del mesías, había decidido una nueva vía de salvación, que comprendía también a los paganos, al menos a algunos.

Por tanto, la futura teología/cristología paulina se basa en lo que él creía un encuentro directo con Jesús de Nazaret. Esto cambia todos sus valores:

• De experto en la ley de Moisés, exclusiva para los judíos, se convertirá en predicador de que la salvación plena es también para (algunos, luego muchos, luego todos) los paganos.

• En vez del “celo por la Ley” predicará con el tiempo un “evangelio de la salvación sin necesidad de cumplir la Ley

• En vez de pensar que Dios justificaba al pecador si “obraba las obras” de la Ley, predicó luego que el pecador es declarado justo por Dios sólo por la fe en el efecto redentor del sacrificio de la cruz.

• En vez de sostener que el hombre por sus solas fuerzas es capaz de cumplir la Ley, a defender que sólo es posible cumplir la voluntad de Dios por la sola gracia divina.

• Del odio al crucificado como un falso mesías pasa Pablo a una “teología de la cruz”: éste fue el sacrificio único por el cual se restauró la amistad perdida entre la humanidad y su Creador. La restauración de esa amistad significa la salvación.

Un pasaje célebre de su carta a los Filipenses sintetiza este cambio de valores que experimenta el Pablo “llamado”/ “convertido”:

« Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. 8 Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, 10 y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, 11 tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. »

Todo este cambio de valores muestra cuán judía es la nueva teología paulina…, ya que sus elementos y su estructura mental son judías, y a la vez –probablemente lo veremos algún día en este blog- cómo a la hora de presentarla a los paganos se viste de un ropaje tan griego, que ese ropaje, en apariencia exterior acaba por penetrar en el interior y modificar el mensaje mismo.

A pesar de que en mi nota anterior dije que concluiríamos hoy con la presentación del Pablo precristiano (luego ofreceremos un resumen), desearía expandir en la nota siguiente y última lo que significó este cambio de valores con palabras tomadas de la Guía para entender el Nuevo Testamento (Trotta, Madrid 32008)

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com


Lunes, 16 de Febrero 2009
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