Notas

Pasajes propios del Evangelio de Lucas sobre el Dios de Jesús (el Dios de Jesús 14) (2-25-N )

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 19 de Enero 2009 a las 07:25



Hoy escribe Antonio Piñero

Deseo comentar brevemente varios textos del Evangelio de Lucas, que los críticos suelen poner aparte como pertenecientes al material propio que presenta este evangelista, pasajes interesantes para nuestro propósito de dibujar el Dios de Jesús.

El primero es:

« Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas; yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel” (Lc 22, 28-30). »

Este pasaje debe compararse con otro, semiparalelo, del Evangelio de Mateo:

« Jesús les dijo: “Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt 19,28). »

Pocos comentaristas serios, por no decir ninguno, atribuye al Jesús histórico el primer pasaje, sino a la mano del evangelista. Es decir, Lucas ha remodelado conscientemente un dicho atribuido a Jesús, recogido por su cuenta por Mateo.

Se duda también, a pesar del parecido entre Mt y Lc que este “dicho” se encontrara tal cual en la llamada “Fuente Q”, ya que las diferencias entre los dos evangelistas es notable en la primera parte.

Las razones para defender la reelaboración por parte de Lucas son varias:

• Por la mayoría de otros textos evangélicos, sabemos que Jesús no se atribuye a sí mismo la “disposición” del reino de Dios; tal disposición es siempre obra del Padre; Jesús tampoco se atribuye la expresión “mi reino”, sino que habla de “reino de Dios” o “de los cielos”.

• El versículo en Lucas presenta rasgos de vocabulario y estilo propios de la redacción de Lucas (naturalmente, la valoración de estos rasgos sólo puede hacerse en griego; en esa lengua pueden hacerse estadísticas precisas de vocabulario y estilo, que se pierden en las traducciones). Por ello el argumento aparece como más débil, o menos llamativo en las versiones al español. Éstos rasgos se concentran al principio del “dicho”: “yo por mi parte” (griego kaì egó contraído en kagó, típico de Lucas); “Os dispongo” (uso del verbo griego diatíthemi, típico también de Lucas).

• Es difícil imaginar que un pasaje de un contenido de teología cristológica tan elevada (Jesús igual a Dios Padre, puesto que “dispone” del reino como Él; el reino es también suyo) habría sido omitido por el evangelista Mateo si lo hubiera encontrado en su fuente. Por tanto, es verosímil, que no estuviera en la “Fuente Q” tal cual parece en Lucas.

• Esa misma orientación teológica tiene mejor explicación en la teología de la Iglesia primitiva que como un “dicho” del rabino judío que es Jesús, que se considera mero heraldo del reino de Dios, no como alguien que dispone de él. (Dejamos para otro momento –cuando nos toque tratar del tema si las sentencias sobre el “Hijo del hombre” pueden o no, todas, atribuirse al Jesús histórico y si implican o no un concepto por parte de Jesús de filiación divina real- el pasaje del evangelista Mateo, que exige un comentario aparte).


El segundo texto de Lucas es 2,48-49:

« Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» 49 El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? »

Este texto pertenece a la historia del “niño perdido y hallado en el Templo”, que a su vez está encuadrada en el llamado “Evangelio de la infancia” de Lucas (capítulos 1 y 2). Sin introducirnos tampoco ahora de lleno en la problemática de estos capítulos –sobre todo si se compara con Mt 1 y 2-, avanzamos sólo la idea de que todas las historias del Jesús niño son fundamentalmente legendarias, divergentes entre sí, llenas de motivos populares, y de una teología sobre Jesús muy propia de la iglesia primitiva, de modo que parece en absoluto imposible concederle apenas credibilidad histórica. Por consiguiente, esta denominación de “Padre! por parte del Jesús dibujado aquí por el evangelista Lucas no puede entrar en nuestra consideración.

El tercero es Lc 24, 49:

« Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto. »

Este dicho está encuadrado en el relato de los “discípulos camino de Emaús”, tras la muerte y resurrección de Jesús. Como relato “pascual” que es, es decir, que habla del Señor Resucitado, es un texto que no pertenece en absoluto al ámbito de la historia, sino al de la fe. Todo las palabras atribuidas en los Evangelios al Jesús ya resucitado no pueden considerarse desde un punto de vista meramente histórico, que es el que aquí nos interesa. Por tanto, las dejamos a un lado. Esto no significa desprecio alguno por estos pasajes, sino tan sólo la consideración de que son “teología de la Iglesia primitiva”, por tanto no atribuibles al Jesús histórico.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com
Lunes, 19 de Enero 2009
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