Notas

¿Qué atmósfera antirromana respiró Jesús siendo joven? Jesús y la resistencia antirromana (XVIII)

Redactado por Antonio Piñero el Miércoles, 25 de Enero 2017 a las 08:52


 Escribe Antonio Piñero
 
Como me parece interesantísimo, y de ineludible lectura, el artículo de Fernando Bermejo que estamos extractando y comentando, voy a seguir con esta serie… a pesar de que es larga Pero hay muchas cosas que decir respecto al tema “Jesús y la resistencia antirromana” (búsquese en “Academia.edu”, bajo la rúbrica del nombre del autor para quien quiera leerlo en inglés) y conviene que las tratemos. El artículo del Prof. Bermejo me sirve de guía.
 
Una de las razones en contra de su tesis,  que F. Bermejo ha encontrado cuando ha expuesto la tesis de las consecuencias políticas de la instauración próxima del reino de Dios proclamada por Jesús, ha sido la siguiente: es imposible que Jesús hubiera tenido tal actitud antirromana porque Tácito afirma en sus Historias V 9,2 que “bajo el mandato de Tiberio había paz en Judea” (en latín “sub Tiberio quies”). Tanto él como yo, como Josep Montserrat, estimamos que esa frase puede ser cierta, pero que hay que entenderla en el contexto relativo de la comparación del reinado de Tiberio (14 d. C. hasta el 37 d. C.) con el de Augusto.
 
Durante el reinado de este último hubo dos revueltas gravísimas en el Israel de la época: a la muerte de Herodes el Grande, hubo un levantamiento general contra su sucesor Arquelao, hombre cruel, duro y probablemente un político poco eficiente y desconectado del pueblo. Esa revuelta costó mucha sangre… en total quizás más de 10.000 muertos pues en ella intervino el legado de Siria, Quintilio Varo con sus legiones. Mientras Arquelao –después de sofocar una revuelta de un modo sangriento nada más morir su padre, estaba en Roma, ante Augusto, para que conseguir de este que le nombrara rey de Judea, Quintilio Varo, legado de Roma en Siria, recibía confusas noticias de que en Judea se estaba preparando un motín contra el sucesor de Herodes el Grande e intuía que en cualquier momento podría desencadenarse el estallido de una revuelta general.
 
Y así ocurrió. Y la revuelta fue tan tremenda que el legado de Siria hubo de poner en marcha nada menos que dos legiones, la VI Ferrata y XII Fulminata, a las que se unieron gran cantidad de caballería y tropas auxiliares. Resultado: un montón de muertos, sobre todo en Jerusalén. Terminada la carnicería, todas y cada una de las ciudades, villas y aldeas de Judea fueron inspeccionadas en busca de rebeldes, para lo cual los romanos se ayudaron de listas elaboradas por publicanos (recaudadores de impuestos) y otros funcionarios. En Jerusalén todos los barrios y todas las casas fueron peinados sistemáticamente en busca de sediciosos ocultos.
 
En poco más de un mes, unos cinco mil prisioneros se vieron recluidos en recintos habilitados en los campamentos de las legiones. Quintilio Varo, en un juicio sumarísimo, condenó a morir en la cruz al jefe de la revuelta,  Simón el batanero, y a dos mil de sus seguidores, declarados culpables de crímenes de lesa majestad contra el emperador por sedición con alzamiento armado. Y se dijo que las dos mil cruces situadas en los caminos que llevaban a Jerusalén era el espectáculo más macabro que podría uno imaginar al acercarse a la capital. El resto de los prisioneros fue enviado a sus casas, muchos de ellos tras ser flagelados y torturados.
 
La siguiente revuelta ocurrió en Galilea diez años después, cuando Arquelao fue destituido por Augusto como ineficaz y cruel, y exiliado a las Galias (6 d. C.). Judea pasó a ser provincia romana. Y muy pronto se difundió la noticia de un inmediato censo. Entonces la alegría de los primeros momentos entre los judíos se tornó en incredulidad y más tarde en pesadumbre. Los romanos ordenaban que todos los judíos fueran censados conforme a las normas legales del Imperio, y nadie dudaba de que esa medida está destinada a cobrar más impuestos.
 
De nuevo estalló la revuelta, puesto que cobrar impuestos romanos directamente a la tierra de Israel es robar a Dios… según los judíos. Todo Israel era propiedad de Dios y no del Emperador. Pero se levantó Galilea donde no iba a  haber censo ninguno… mientras que los judíos que lo iban a sufrir permanecían tranquilos… ¡Increíble Galilea!
 
Esta revuelta, dirigida por un fariseo de nombre Sadoc y por Judas de Galilea (¿o de Gamala?) fue sofocada a sangre y fuego por el nuevo gobernador de Judea Marco Coponio, bajo las órdenes del nuevo legado de Siria, Quirino… De nuevo un montón de muertos, sobre todo en la ciudad de Megidó, donde se habían concentrado los últimos resistentes… Todos fallecieron, incluso algunos en la cruz.
 
Apenas dos semanas después de la destrucción de Megidó, cuando la noticia voló hasta el más pequeño rincón de Judea, los funcionarios romanos y los escribas locales comenzaron a redactar el censo ordenado por Augusto. Las órdenes del legado Quirino, que se atribuyó todo el éxito de haber sofocado la revuelta, fueron claras y concisas: ni un solo varón israelita de la nueva provincia debía escapar del control fiscal, y hasta el último judío debía ser censado para que contribuya con su óbolo al sostenimiento del Imperio. Terrible ironía, pensaron entonces amargamente los judíos: con el dinero que pagaban para sostener las legiones de Roma, Roma los sometía a su dominio por medio de esas mismas legiones.
 
Esto ocurrió en el 6 d. C. y ese censo es el famoso “censo de Quirino” que el evangelista Lucas (2,1-2) coloca erróneamente durante la vida de Herodes el Grande hacia el 6 o 5 a. C. y que lo hace coincidir con el nacimiento de Jesús). De hecho Jesús, cuando ocurrió esta última revuelta y cuando aún estaba más que fresca la anterior revolución que había sofocado Quintilio Varo en Judea diez años antes con sus dos mil crucificados, debía de tener como mínimo diez años… los suficientes para recordar toda su vida cómo se las gastaban los romanos invasores de la amada tierra de Israel.
 
Naturalmente, si se comparan estas revueltas con las más pequeñas algaradas antirromanas que tuvieron lugar durante el gobierno de Poncio Pilato de Judea  (26-36) y el de Antipas en Galilea (desde el 4 a. C. hasta el 38/39 d. C.) el ambiente era de paz y quietud. “Sub Tiberio quies”… sí…, pero el sentimiento antirromano seguía siendo vivísimo. Y esta atmósfera es la que respiró Jesús.
 
Seguiremos para ver cómo también en Judea y Galilea hubo movimientos anti romanos durante los meses o años (¿?) que duró la vida pública de Jesús. Y debemos sospechar que Jesús, como buen judío, no fue inmune a esta atmósfera tan anti imperial.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.ciudadanojesus.com
 
:::::::::::::::::::::::::
 
Os animo a que echéis  una ojeada al blog en inglés que mantenemos desde Washington Thomas Hudgins (presbiteriano), profesor de lengua y literatura del Nuevo Testamento en la Capital University de Washington, y yo. Hay mucho material mío en ese Blog, traducido al inglés por Thomas. Pero cuando él cree que mis argumentos de historiador agnóstico, que por más que procure ser independiente, son dignos de censura, escribe él dándome la réplica.

Creo que es interesante  ver el intento de moderación por ambas    partes, sin renunciar a los argumentos. Un Blog que defiende a veces una posición y la contraria. Estimo que es un modo  científico de avanzar en la búsqueda de la verdad histórica.

El Blog se llama “Across theAtlantic” y se difunde a modo de página web. He aquí el enlace:

http://www.pineroandhudgins.com/
Miércoles, 25 de Enero 2017
| Comentarios