ESPAÑA SIGLO XX: Santos Juliá
Blog de Tendencias21 sobre la historia reciente de España




La reciente publicación por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas del Archivo Gomá, en una colección de 13 volúmenes que abarcan toda la Guerra Civil, constituye una aportación fundamental a nuestro conocimiento del pensamiento y la acción de la jerarquía eclesiástica durante ese periodo.


En una edición muy cuidada, exhaustiva, a cargo de los historiadores Antón Pazos y José Andrés Gallego acaba de culminar la publicación en 13 volúmenes del archivo del cardenal Isidro Gomá, arzobispo de Toledo y primado de España, relativo a los años de la Guerra Civil. Entre cientos de documentos imprescindibles para seguir el pensamiento y la acción de la Iglesia católica durante la guerra civil, la mayor sorpresa que me aguardaba en los miles de páginas que componen la edición es el proyecto de una posible mediación internacional en España, entregado por el secretario de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios del Vaticano, Giuseppe Pizzardo, a Isidro Gomá en una entrevista mantenida en Lourdes a finales de mayo de 1937.

            Ese documento, como digo, es un plan de mediación para poner fin a la guerra de España. Anduve yo a su búsqueda en el Public Record Office, en los archivos del Vaticano y en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia hace ya unos cuantos años, sin éxito y, finalmente, aquí está, en el volumen 5 de esta colección. Es un documento escrito en francés, probablemente entregado a Pizzardo por el secretario del Foreign Office, Anthony Eden, en su encuentro con ocasión de la coronación de Jorge VI en mayo de 1937. Mi sorpresa no fue tanto el documento en sí como la comprobación de que el plan que Pizzardo ponía en manos de Gomá es una versión francesa del plan que Manuel Azaña encomendó a Julián Besteiro para que lo presentara a Anthony Eden con idéntico motivo, o sea, como representante del presidente de la República española en la ceremonia de coronación del monarca británico. Suenan también en ese papel los ecos de las propuestas del comité francés por la paz civil y religiosa de España, que presidía Jacques Maritain, paralelo al comité español, presidido por Alfredo Mendizábal. El plan, en seis puntos, recoge la idea de Azaña de una suspensión de armas, arret de tout hostilité, que permitiera a una delegación de las potencias venir a España y, pasado un tiempo, tutelar un plebiscito en el que los españoles manifestarían su libre voluntad de alcanzar una solución pacífica del conflicto armado y darse la forma de Estado que prefirieran.

            A su vuelta de la entrevista con Pizzardo, Gomá confesó en carta a su obispo auxiliar, Gregorio Modrego, reproducida en el mismo volumen, que se sentía cansado y desorientado porque “fuera de España no se sabe, al menos de la blanca, ni la media de la misa”. Y añadía: “es una lástima y una vergüenza. Ya le contaré”. Y lo que le contó es probablemente lo que le cuenta, con calma y por extenso, a Giuseppe Pizzardo, sobre la tentativas de armisticio por ambos bandos: Toda mediación está condenada al fracaso. El pueblo anhela la paz, ciertamente, pero no está cansado de la guerra, que juzga necesaria para una paz decorosa y duradera. Gomá indica a Pizzardo la conveniencia de que la Santa Sede no colabore en ningún intento de mediación y le tranquiliza respecto a dos puntos principales sobre los que Pizzardo habría mostrado su preocupación. El primero era la posible orientación del general Franco en sentido hitleriano o fascista. Ni el temperamento, ni la formación religiosa, ni las reiteradas afirmaciones del general, ni los actos realizados a favor iglesia consienten abrigar el mas leve temor de un régimen arbitrario en lo que atañe a la Iglesia, escribe Gomá. Y el segundo, los excesos de los “nacionales” en las represalias. El cardenal catalán vuelve aquí a tranquilizar al arzobispo italiano: Los rojos ha asesinado sin piedad, con refinamientos propios de pueblos bárbaros. Los blancos han podido excederse, pero no como sistema, ni por ideología.

            Al tropezar con este documento creí que en él se agotaba la posición de Isidro Gomá de radical oposición a la posible mediación encaminada a poner fin a la guerra civil española por medio de un armisticio seguido de un plebiscito. Pero he aquí que en el volumen 12, relativo al otoño de 1938, se vuelve a suscitar la posibilidad de que la guerra termine en armisticio. Alarmado por las presiones realizadas en este sentido, el ministro del Interior, Ramón Serrano Suñer, envió a los miembros del Gobierno y de la Junta Política de Falange, a los jefes del Ejército y del Estado Mayor y a un gran número de personalidades españoles dos preguntas “para, publicando las repuestas, salir al paso de la campaña de mediación roja”. Entre estas personalidades, Serrano Suñer encarecía a Gomá “urgencia y concisión en la respuesta”. Las dos preguntas eran: 1) Qué dificultades supremas encuentra usted para una mediación. 2) cree usted que la mediación produciría la unidad de los españoles?”.

            Gomá debió de sentirse alarmado por el tono, el tratamiento y el contenido de las dos preguntas. Seguramente, el ministro esperaba una respuesta rotunda, un no, sin más. El cardenal, hábilmente, prefirió un rodeo. Su respuesta no tiene realmente desperdicio: “Como sacerdote anhelo profundamente la paz universal. Salvando las razones de carácter militar que no pueden ser elemento de mi juicio, considero que una mediación podría ser ventajosa a todos los españoles si: 1ª. Eliminación para el régimen futuro de España de toda ideología incompatible con una sociedad cristianamente organizada y exclusión de todo poder político personal u orgánico que la encarne. 2ª Justipreciar en orden a la vida nacional futura el valor de tanta sangre generosamente derramada por los altos ideales Dios y Patria: 3ª. Salvar las exigencias de la justicia profundamente lesionada en todos los órdenes, aunque templándola por el espíritu de clemencia y generosidad cristianas de las que Generalísimo ha dado pruebas copiosas. 4ª. Salvaguardar en absoluto unidad, integridad e independencia Patria en orden a sus futuros destinos. Así se abrazarían la justicia y la caridad que en estos momentos anhela el cristiano pueblo español.”

            Esto fue lo que el cardenal Gomá respondió al ministro del Interior, Serra Suñer, o al menos, esto fue lo que escribió al nuncio de la Santa Sede, Gaetano Cicognani, al darle cuenta de las preguntas y de sus respuestas. Lo que no dijo a Serrano, pero si advirtió al Nuncio, por si no había quedado claro el sentido de sus condiciones fue: “Advierto vuecencia sobre el precedente telegrama que no me ha parecido conveniente, dado mi carácter de obispo y mi significación, contestar en la forma requerida por el Excmo. Sr. Ministro, pero en la situación actual de España considero toda mediación ineficaz y contraproducente”.

            Así pensaba sobre la mediación, y a ese pensamiento atuvo su conducta el cardenal Gomá en mayo de 1937, y así seguía pensando en octubre de 1938. Que la Santa Sede no se engañase: poner fin a la guerra civil por medio de una mediación era algo ineficaz y contraproducente. La guerra solo podía terminar con la “eliminación para el régimen futuro de toda ideología incompatible con una sociedad cristianamente organizada”. Y a ese pensamiento atuvo el cardenal su conducta en los meses postreros de la guerra y en los primeros años de posguerra hasta su muerte: que una sociedad cristianamente organizada debía eliminar las ideologías con ella incompatibles.

Santos Juliá
Domingo, 13 de Mayo 2012 11:29

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Editado por
Santos Juliá
Eduardo Martínez de la Fe
Santos Juliá es catedrático del Departamento de Historia social y del pensamiento politico en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Durante las últimas décadas ha publicado numerosos trabajos de historia política, social y cultural de España en el siglo XX: República y guerra civil, socialismo, Madrid, intelectuales, Azaña, franquismo, transición y cuestiones de historiografía han sido los principales campos de su trabajo. Premio Nacional de Historia de España 2005 por su libro Historias de las dos Españas, ha editado recientemente las Obras Completas de Manuel Azaña en siete volúmenes y ha publicado Vida y tiempo de Manuel Azaña, 1880-1940. Escribe también, desde 1994, comentarios de política española en el diario El País.



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