INNOVACIÓN: Mónica Edwards Schachter


Estrategia de aprendizaje, recurso para entender mejor un concepto complejo, método mnemotécnico, herramienta de brainstorming… Estos y otros calificativos proliferan en la abundante oferta de Apps para hacer mapas mentales y conceptuales. Algunas con diseños más sofisticados que otras, para trabajar desde la comodidad de tu smartphone, solo o en redes colaborativas. La mayoría parece adaptarse a diferentes ámbitos, ya sea la empresa o la escuela, así como a la edad de los usuarios. Entre tantas opciones tecnológicas a veces se genera confusión sobre el para qué los utilizamos. Como le pasó a un colega, que mostrándome un colorido mapa mental con una típica agenda de actividades me preguntó qué tenía de ‘mental’ o dónde residía su magia creativa.


Desarrollando diferentes formas de pensar: ¿para qué sirven los mapas mentales y conceptuales?

¿Qué sucedería si pudiésemos transmitir de manera instantánea lo que pensamos, ‘mapear’ completamente el pensamiento? Este anhelo de registrar nuestras ideas, mejor dicho, de seleccionar algunos pensamientos y hacerlos tangibles a través de símbolos sobre un medio físico como piedra o papel forma parte de la aventura humana. La escritura jeroglífica, por ejemplo, recurría a dibujos para representar palabras. Me lo imagino a Imhotep, ese polifacético médico, matemático, astrónomo y arquitecto egipcio, volcando sobre un papiro su forma de entender el cuerpo humano (como el que se expone en la Academia de Medicina de New York) o planificando la próxima reunión con el faraón de turno. 

Desde esta perspectiva, los mapas mentales y conceptuales no son algo nuevo, ambos hacen uso de símbolos, como palabras, formas geométricas y -con ayuda de Internet- imágenes, podcasts y videos- para ‘mapear’ pensamientos e ideas. ¿Cuál es la diferencia entre los mapas mentales y conceptuales y en qué medida nos ayudan a ‘pensar’ mejor?

Pensamiento irradiante: la base de los mapas mentales

En la década de 1960 Tony Buzan   ideó un método para cartografiar los pensamientos que irradia nuestra mente, bautizándolo como ‘mapa mental’ (mind map). El método se difundió con rapidez en el ámbito de las empresas y en menor medida en el ámbito educativo. En la actualidad los mind maps están teniendo mucho auge y son presentados como una de las mejores técnicas para desarrollar la creatividad o el pensamiento ‘creativo’.

Para Tony Buzan un mapa mental representa el vaivén asociativo de nuestros pensamientos, ese flujo de ideas que se van encadenando unas con otras de manera aleatoria y caótica como el crecimiento de las ramas de un árbol o la manera en que representamos las conexiones neuronales. Esto nos lleva a pensar –valga la redundancia- en qué significa ‘pensar’ y los alcances de nuestra mente. ¿Se trata sólo de actividades ‘mentales’ circunscritas al cerebro, las funciones cerebrales y actividades cognitivas? En apariencia nos enfrentamos también a una contradicción, puesto que existe una creencia generalizada sobre el modo de pensar creativo. La creatividad se asoció por décadas a una zona del cerebro: el pensamiento lateral, es decir, a aquellos pensamientos ‘irradiados’ por el hemisferio derecho. En este sentido, los mapas Buzianos representan ‘algo más’ que la creatividad, puesto que está considerando la ‘irradiación’ de TODO el cerebro, es decir, pensar ‘en general’.

Aunque es tema de otro post, el mapa representa aquello que activemos de acuerdo a cómo estemos pensando, es decir, no es lo mismo dejar vagar con libertad las ideas pensando en cómo podemos mitigar el cambio climático que planear las próximas vacaciones o una reunión de trabajo. Por otra parte, pensar también incluye la ‘ensoñación’, la ‘relajación de la mente, la imaginación. Es también tomar conciencia de los sentimientos, las emociones, lo que percibimos a través de los sentidos, de la diversidad de ideas que producimos, de lo que entendemos por pensamientos 'positivos o buenos’ y ‘negativos o malos’. 

Miles de estudios muestran que se ‘activan’ más ciertas regiones de acuerdo a la tarea, zonas que tienen que ver con la memoria, la atención y la resolución de problemas. Pero investigaciones recientes, incluyendo por ejemplo una revisión de 63 artículos científicos realizada por Dietrich y Kanso (2010) y los trabajos de Sawyer (2011) muestran que no hay una ‘localización fija’ para la creatividad. El pensamiento creativo no depende de una región cerebral en concreto ni está especialmente asociado al hemisferio derecho. Cuando una persona está llevando a cabo tareas creativas se activan zonas en todo el cerebro. 


Resumiendo, los mapas mentales son útiles para desarrollar la creatividad como también otras maneras de pensar.  


Según Buzan (1996: 69) la construcción de un mapa mental tiene las siguientes características esenciales:

1)    Una imagen central (puede ser un círculo con una palabra, un dibujo, etc.) donde se coloca la idea o asunto que es motivo de atención
2)    Las ideas relacionadas con la idea o asunto central van irradiando desde la imagen central en forma de ramas o bifurcaciones. Las bifurcaciones incluyen una imagen o palabra clave dibujada o impresa en su línea asociada
3)    Las ramas forman una estructura nodal conectada

¿En qué nos ayuda a pensar? Un mapa mental sirve para:
-  Aplicar técnicas de brainstorming (para desarrollar la creatividad)
-  Generar, registrar y comunicar ideas
-  Aclarar ideas, asociar ideas
-  Analizar y sintetizar
-  Dar una visión sistémica de un concepto o problema
-  Organizar ideas y conceptos
-  Recordar/memorizar (optimizar uso de la memoria)
-  Proyectar, planificar
-  Gestionar, organizar y evaluar información

Fotografía del cerebro de Einstein
Fotografía del cerebro de Einstein
La importancia de jerarquizar

Un mapa conceptual es una estrategia de estudio y un recurso esquemático creado por Joseph D. Novak, basado en la noción de aprendizaje significativo de David Ausubel, dentro de la teoría de aprendizaje por asimilación. Esta teoría ha tenido una enorme
influencia en la educación, especialmente para el constructivismo y la perspectiva constructivista de los procesos cognitivos. La idea fundamental es que las personas pensamos mediante conceptos que van vinculándose y generando proposiciones (relaciones entre conceptos) y determinando una estructura. Novak y sus colaboradores definen a un concepto como una regularidad percibida en eventos u objetos, o registros de eventos u objetos designados por una etiqueta. Por ejemplo, percibimos un conjunto de regularidades cuando viene a nuestra cabeza la idea (y la imagen mental) de mesa, como un objeto con ciertas características, forma material, etc. 

La principal diferencia respecto a los mapas mentales es la importancia al significado (de allí que también se llamen mapas semánticos) y el papel que se otorga a la jerarquía entre conceptos, es decir hay conceptos que son más generales e incluyentes y a partir de estas relaciones se va generando esa estructura de proposiciones. Así, por ejemplo,  el concepto 'perro' está incluido dentro de la categoría o concepto 'animal' y a su vez éste en la categoría 'ser vivo' y la estructura puede verse desde lo general a lo particular (ser vivo-animal-perro) o viceversa (perro-animal-ser vivo).


La técnica es particularmente útil para 'mapear' cuánto hemos asimilado y comprendido en relación a una información, que puede estar ya almacenada en nuestra memoria y ser parte de nuestra experiencia o puede darse a través de, por ejemplo, la lectura de un texto o el visionado de un video respecto a un tema. En educación se difundió como un lema para determinar 'lo que el estudiante ya sabe' y hacerle consciente de cómo aprende, es decir a aprender a aprender.

Se trata de una manera de mapear donde prima poner en práctica la capacidad para analizar, discriminar y organizar. En este sentido, no resulta apta para realizar brainstorming, aunque sí puede utilizarse como herramienta diagnóstica que 'captura' todo lo que una persona puede traer a la memoria respecto a un asunto o tema determinado. Ejemplos de estructuras complejas son por ejemplo manuales enteros de cirugía o de anatomía patológica hecho en forma de mapas conceptuales

Yo misma los utilicé como técnica para investigar las percepciones de los docentes sobre la crisis planetaria como parte de la tesis doctoral La atención a la situación del mundo en la educación científica. Y también como técnica para mapear información sobre productos ortopédicos que facilitaran la transferencia de conocimiento entre diferentes departamentos (técnico, marketing, ventas) en una empresa de este sector. Este capítulo, Improving organizational learning ith concept maps: A business case-study fue publicado en el libro de B. Moon, J. Novak y otros autores Applied Concept Mapping 

Está claro que tanto mapas mentales como conceptuales contribuyen al desarrollo de diferentes formas de inteligencia. De los objetivos y tareas que elijamos dependerá la conveniencia de una u otra herramienta. La mayoría de aplicaciones TIC pueden adaptarse para construir ambos tipos de mapas, en el próximo post veremos en detalle algunas de ellas.


Referencias

Arden, R., Chavez, R. S., Grazioplene, R., & Jung, R. E. (2010). Neuroimaging creativity: A psychometric view. Behavioural Brain Research, 214(2), 143–156.

Ausubel, D. P, J. D. Novak, & H. Hanesian (1978). Educational Psychology: A Cognitive View (2a edición). New York.

Barberá-Tomás, D., Schachter, M. E. E., & de los Reyes-López, E. (2011). Improving Organizational Learning with Concept Maps: A Business Case Study.Applied Concept Mapping: Capturing, Analyzing, and Organizing Knowledge,253

Dietrich, A. (2004). The cognitive neuroscience of creativity. Psychonomic Bulletin & Review, 11(6), 1011–1026.

Dietrich, A. & Kanso, R. (2010). “A review of EEG, ERP, and neuroimaging studies of creativity and insight”, Psychological Bulletin136(5):822-848.

Jung RE & Haier RJ (2013). Creativity and Intelligence: Brain networks that link and differentiate the expression of genius. In O. Vartanian, A.S. Bristol, & J.C. Kaufman (Eds). The Neuroscience of Creativity. Cambridge University Press

Novak, J. D. & D. B. Gowin. (1984). Learning How to Learn. New York: Cambridge University Press.

Sawyer, K. (2011). The cognitive neuroscience of creativity: A critical review. Creativity Research Journal, 23(2), 137–154.
 



Editado por
Mónica Edwards
Monica Edwards Schachter
Mónica Edwards Schachter es investigadora, educadora, consultora, escritora y emprendedora, aunque prefiere definirse como una mujer apasionada por aprender y compartir proyectos para mejorar el mundo. Doctora Cum Laude por la Universidad de Valencia con la tesis doctoral ‘La atención a la situación del mundo en la educación científica’ (2003) y Especialista en Proyectos de Ingeniería e Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia (2006). Es Ingeniera en Electrónica, Licenciada en Matemática y Física y posee Diplomas de pos-grado en Gestión del Conocimiento por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (México) y Planificación, Gestión y Evaluación de Proyectos Educativos (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina). Con más de 20 años de experiencia en formación y consultoría, ha participado en más de 20 proyectos de investigación a nivel nacional e internacional. Es autora y co-autora de más de un centenar de publicaciones, entre libros, capítulos de libros y artículos en prestigiosas revistas científicas en temas de innovación tecnológica e innovación social, innovación colaborativa, empoderamiento, living-labs, innovación educativa, educación científica y desarrollo y evaluación de competencias, especialmente creatividad, innovación y emprendimiento. Ha recibido seis distinciones literarias en poesía y en 2004 le fue concedido el segundo premio en el Concurso de Ensayo Manuel Castillo (patronato Nord-Sud de la Universidad de Valencia) con la obra “Redes para la Paz”, publicado en 2007 por el Seminario Gallego de Educación para la Paz y la Fundación Cultura de Paz.




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