PANORAMA MUNDIAL. José Abu-Tarbush







Blog de Tendencias21 sobre los problemas del mundo actual a través de los libros

La cárcel más grande de la tierra. Una historia de los territorios ocupados.
Ilan Papé: La cárcel más grande de la tierra. Una historia de los territorios ocupados. Madrid: Capitán Swing, 2018 (336 páginas). Traducción de Ricardo García Pérez.
 
A lo largo de más de cincuenta años Israel nunca ha advertido ninguna oportunidad para poner fin a la ocupación militar de los territorios palestinos de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, que conquistó durante la guerra de 1967. Cabe igualmente afirmar, sin riesgo a equivocarse, que en los próximos años tampoco advertirá ninguna oportunidad para cesar en su condición de potencia militar ocupante. Por el contrario, será más acertado observar la tendencia inversa, esto es, que seguirá manteniendo y profundizando su ocupación.
 
Lejos de cualquier especulación, cabe llegar a esta conclusión tanto por las declaraciones de los máximos responsables políticos israelíes como por las acciones que implementan en los territorios ocupados. Sin ir más lejos, el propio primer ministro Benjamin Netanyahu ha manifestado en repetidas ocasiones su oposición a la creación de un Estado palestino, independiente y con soberanía plena. Otros miembros de su gabinete son aún más contundentes en el rechazo a semejante opción y, en su lugar, abogan por anexionarse los territorios palestinos de iure (Bennett), pues de facto ya lo están; e incluso exponen abiertamente la idea de transferir (léase expulsar) a la población palestina con ciudadanía israelí o palestinos del 48 (Lieberman).
 
No menos importantes son los hechos y acontecimientos protagonizados por la política de ocupación durante más de cinco décadas; y que señalan, de manera inequívoca, la voluntad israelí de preservar los territorios adquiridos por la fuerza en 1967. Así se manifiesta en sus pautas de comportamiento que, de forma sistemática, se centran en la expropiación de grandes extensiones del territorio palestino; el establecimiento de nuevas colonias con el correspondiente asentamiento de un creciente número de colonos (próximos a alcanzar la cifra de un millón entre los establecidos en Cisjordania y Jerusalén Este); la creación de una importante red de carreteras de circunvalación, que conectan estos bloques de colonias entre sí y con la red de carreteras israelíes, bordeando las ciudades y aldeas palestinas como cuñas de fragmentación que las separan y aíslan unas de otras; además de la construcción de un muro de separación (o, más propiamente dicho, de apartheid) que recluye a la población palestina en guetos, restringiendo  sus movimientos y humillándola mediante un sin fin de puestos de control o checkpoints. Sin olvidar los castigos colectivos, como el continuado bloqueo de la Franja de Gaza desde hace más de una década, y la usurpación de recursos naturales palestinos tan básicos (y apreciados en la región) como los hídricos.
 
En su estudio de la historia de la ocupación israelí, Ilan Pappé muestra que la misma fue diseñada cuatro años antes (en 1963) de que se produjera la guerra de 1967, cuestionando por tanto el carácter supuestamente defensivo de dicha guerra, como sostiene la historiografía oficial israelí, por cuanto “las élites políticas y militares de Israel” estaban propiciando y esperando una oportunidad histórica para su expansión territorial y completar, así, la ocupación de toda Palestina.
 
Del mismo modo, utilizando fuentes documentales israelíes (las actas de las deliberaciones del gobierno durante los casi tres primeros meses después de concluida la guerra e iniciada la ocupación),  Pappé muestra que la retención de los territorios palestinos, lejos de responder a su potencial utilización como una carta en futuras negociaciones, estaba dictada por una evidente apuesta de permanencia y apropiación, suscrita por todas las corrientes políticas e ideológicas integrantes en el decimotercer gobierno israelí que, a su vez, mostró el más amplio “consenso sionista” mantenido hasta hoy. De hecho, como señala el autor, “Casi la mitad de los propios ministros asistentes a las reuniones de 1967 eran veteranos de la limpieza étnica de Palestina en 1948”.
 
Más allá de algunos comentarios deliberados de cara a la diplomacia internacional, con objeto de aligerar la posible presión sobre Israel para que devolviera los territorios que había ocupado, el verdadero propósito estaba inscrito en el proyecto colonial sionista en Palestina. En consecuencia, se emprendió una anexión de facto de los territorios, pero no de iure para guardar las formas. De aquí que el autor cuestione el propio término de “ocupación” porque resulta engañoso en la medida en que una “ocupación militar” implica cierta provisionalidad o temporalidad,  mientras que la ocupación israelí tiene una clara voluntad de permanencia, de perpetuarse en el tiempo; además de crear “una falsa impresión de separación entre Israel y las zonas ocupadas”, transmitiendo “la inaceptable dicotomía entre un Israel <<democrático>>  y unos territorios ocupados <<no democráticos>>”. En su lugar, Pappé considera más pertinente la expresión de “colonialismo de asentamiento” para describir esa realidad, ensayada previamente en los territorios de 1948; y sobre la que el autor ha escrito una obra anterior: Los palestinos olvidados. Historia de los palestinos de Israel (Madrid: Akal, 2017).
 
Un dilema constante del movimiento sionista primero y del Estado israelí después ha sido la relación con el territorio palestino y su población autóctona. Sus ansias por controlar la mayor extensión de la Palestina histórica con el menor número de población palestina que vivía en ella se sorteó en 1948 mediante la limpieza étnica. Pero en 1967 la situación había cambiado sustancialmente para reproducir una experiencia de semejante dimensión, pese a que también se condujo al exilio a unos 300.000 refugiados; y se ha mantenido desde entonces una limpieza étnica más sutil, mediante la asfixia política, económica y social para incentivar la salida por goteo de la población nativa.  
 
De manera que el modelo adoptado por Israel en los territorios palestinos ha sido el del apartheid, caracterizado en el caso israelí por conservar los territorios, no expulsar masivamente a su población como en el pasado, pero tampoco concederle derechos de ciudadanía. El intento por aunar estos tres objetivos configuró “una realidad inhumana y despiadada”.  De hecho, en opinión del autor, dio lugar a una megaprisión “a cielo abierto”, la más grande conocida en la época moderna, con dos versiones: una posee ciertas dosis de “vida autónoma”, bajo el estricto “control israelí”, “directo e indirecto”; y otra carece de autonomía y está  “sometida a una severa política de castigos, restricciones y, en el peor escenario posible, ejecuciones”. De manera que si no cooperaban ni “aceptaban la primera” (Cisjordania), “tendrían la segunda” (la Franja de Gaza).
 
Este modelo de megaprisión para explicar la vida en los territorios ocupados lo toma Pappé del “panóptico” concebido por Jeremy Bentham, en el que los guardianes pueden ver en todo momento a los prisioneros, sin ser vistos por éstos; y también de las aportaciones de Michel Foucault, que consideraba que semejante “sistema de control no tenía necesidad de imponer barreras físicas, ni de que no se  vieran a los guardianes”.
 
En su recorrido por más de medio siglo de ocupación, Ilan Pappé recoge el diseño estratégico elaborado por las élites políticas y militares israelíes, su política del “palo” (castigos individuales y colectivos) y la “zanahoria” (recompensas económicas), el legado de los sucesivos gobiernos israelíes: laboristas, Likud y diferentes coaliciones; además de la respuesta de la población ocupada, con sus ciclos de movilizaciones y protestas que, a su vez, desembocaron en la primera y segunda Intifada. Sin olvidar la “farsa de Oslo” o del ficticio proceso de paz, que Israel ha utilizado como cortina de humo para seguir profundizando en la ocupación y, en suma, en la colonización de asentamiento.
 
Como otros trabajos del autor, caracterizados por el rigor, fundamentación, documentación y claridad expositiva, en el de La cárcel más grande de la tierra Pappé asume también el compromiso en la denuncia de la injusticia. No pasa por la historia, esta historia de los territorios ocupados, mirando para otro lado. En suma, no es indiferente a la opresión y sufrimiento humano, ni deja indiferente a sus lectores. Por el contrario, su obra llama repetidamente la atención sobre la connivencia e indiferencia internacional ante los atropellos sistemáticos de los más básicos derechos humanos que viene cometiendo Israel desde su emergencia a mediados del siglo XX.  Es más, su inmunidad e impunidad no es precisamente ajena a esa connivencia e indiferencia internacional.

Dáesh. El porvenir de la amenaza yihadista
Jesús A. Núñez Villaverde: Dáesh. El porvenir de la amenaza yihadista. Madrid: Los Libros de La Catarata, 2018 (128 páginas).
 
En su aproximación al fenómeno de la violencia yihadista, Jesús A. Núñez Villaverde parte de una perspectiva crítica sobre el diagnóstico de este tipo de terrorismo y, por extensión, muy en particular, de las políticas antiterroristas aplicadas hasta ahora respecto a organizaciones como Al Qaeda o Dáesh.
 
Considera especialmente relevante enmarcar la violencia terrorista en su justo contexto, ya sea la practicada por estos movimientos yihadistas u otros, con objeto de realizar un diagnóstico lo más ajustado a la realidad social, política y económica en la que emergen y se nutren dichos grupos para combatirlos de la manera más eficiente y tratar de erradicarlos.
 
De aquí que, lejos de una visión reduccionista, ya sea de signo culturalista o esencialista (que sitúa el núcleo del problema en la cultura y religión islámica) o bien militarista (que advierte la solución sólo o exclusivamente en la intervención militar), el autor abogue por una perspectiva más global y multidimensional,  que tome en consideración las diferentes causas y factores que propician el caldo de cultivo del terrorismo yihadista.
 
Semejante perspectiva no ignora la instrumentalización que realizan de la religión islámica ciertos regímenes de la región y, también, algunos movimientos extremadamente radicalizados. Pero de aquí no cabe inferir que el problema sea de orden cultural o religioso, por cuanto unos y otros usan las creencias religiosas con propósitos políticos para obtener una legitimidad de la que carecen, ya sea para mantenerse en el poder o bien para hacerse con el poder.
 
En esta misma línea, tampoco menosprecia el autor la importancia de combatir el terrorismo mediante la acción militar y policial.  Considera que es una herramienta necesaria, pero insuficiente si no se amplía su combate a la esfera política, económica y social (e incluso educativa). Por el contrario, como muestra tozudamente la experiencia, sólo se estaría atacando los síntomas de esta amenaza, pero no así sus causas. Por tanto, en ese caso, sería sólo cuestión de tiempo que el terrorismo yihadista reapareciera.
 
El ejemplo de Dáesh es bastante elocuente, por cuanto, como se explica a lo largo del texto, no sólo es un subproducto de Al Qaeda, sino también, y no precisamente menos, de la política antiterrorista o, igualmente, de la mal llamada “guerra contra el terrorismo” implementada a partir del 11-S. Algunas han sido tan contraproducentes que, como la intervención de Estados Unidos en Irak en 2003, en realidad no guardaban ninguna relación con la lucha contra el terrorismo; y, paradójicamente, en lugar de reducir la amenaza de su vertiente yihadista, sólo contribuyeron a incrementarla.
 
De ser cierta y eficaz la lógica militarista empleada en el combate del terrorismo, Oriente Medio sería una de las regiones más pacíficas y estables del mundo por el número y la intensidad de las intervenciones militares registradas bajo la controvertida denominación de “guerra contra el terrorismo”. Sin embargo, sucede justo todo lo contrario, nuevas intervenciones han incrementado de manera exponencial la violencia terrorista. Si bien a corto plazo parece que el fuego se ha sofocado, a medio y largo plazo ha vuelto a prender, incluso en ocasiones con mayor virulencia.
 
En este sentido, el texto de Núñez Villaverde no es un recuento más de los orígenes, evolución y naturaleza de Dáesh, sino una reflexión sobre cómo ha tomado cuerpo su emergencia en medio de políticas exteriores erróneas y reiteradas en el tiempo. Es como si no se hubiera extraído o, mejor, dicho de otro modo, no se quisiera extraer ninguna lección del pasado y de las alianzas contraproducentes que, antes o después, se cobran dividendos negativos.
 
No puede aducirse que toda manifestación del terrorismo yihadista sea una consecuencia imprevista de la acción, como se argumentó en el pasado respecto a la emergencia de Al Qaeda, cuando el objetivo prioritario era el imperio soviético y, en consecuencia, todas las fuerzas sumaban para otorgarle “su propio Vietnam en Afganistán” (Brzezinski dixit). Por la experiencia acumulada a lo largo del tiempo se sabe, al menos, lo que no hay que hacer y con qué alianzas no contar.
 
Pese a ello, recuerda el autor cómo durante la inacabada guerra en Siria se han establecido alianzas muy coyunturales e indirectas con grupos de obediencia yihadista, al menos en un primer momento, y tanto por parte de algunas potencias regionales como internacionales. De hecho, combatir a las fuerzas yihadistas no siempre ha sido una prioridad. Para unos porque su presencia contribuía a desgastar a las fuerzas gubernamentales o rivales, y para otros porque les permitía presentarse como “un mal menor” frente a otro mayor.
 
En conclusión del autor, “Dáesh ha sido más juguete de otros que dueño de su propia historia. En muchas ocasiones se ha magnificado su importancia para justificar errores propios (…) y para conseguir un apoyo externo a gobiernos locales escasamente recomendables”. Sin una revisión y modificación profunda de estas políticas, con una aproximación “multilateral y multidimensional” de la amenaza terrorista, difícilmente se pueda ir más allá del alcance de un cortafuego.
 
Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús A. Núñez Villaverde ha venido desarrollando esta perspectiva crítica sobre el terrorismo yihadista y las políticas antiterroristas en obras anteriores como Terrorismo internacional en África. La construcción de una amenaza en el Sahel (2009), de la que es coautor con Balder Hageraats y Malgorzata Kotomska; y Boko Haram (2015), ambas publicadas por Los Libros de La Catarata.
 
 
 
 
 

José Abu-Tarbush | Comentarios


La derrota de Oriente. Dietario de Jerusalén 2013-2017.
Eugenio García Gascón: La derrota de Oriente. Dietario de Jerusalén 2013-2017. Madrid: Libros del K.O., 2017 (214 páginas).
 
Residente en Jerusalén desde 1991, Eugenio García Gascón está considerado como el decano de los periodistas españoles en Israel/Palestina y, muy probablemente, también, como uno de los más veteranos profesionales entre el nutrido gremio de los corresponsales extranjeros destacados en esta parte del mundo.
 
Con un conocimiento de primera mano de sus complejos avatares, García Gascón ha dado cuenta de los mismos en trabajos anteriores con un continuado y riguroso seguimiento. En esta línea, cabe considerar la obra actual como una continuación y actualización de la anterior, La cárcel identitaria. Dietario de Jerusalén, publicada también por la editorial Libros del K.O. en 2013.
 
Fiel a su estilo diáfano, sin florituras, y en el que -en todo momento- distingue claramente entre lo que dicen los responsables políticos y lo que hacen, el autor va dando cuenta de los principales acontecimientos y hechos que asolan esta región.

Así, en las entradas de este nuevo dietario, recoge la alargada sombra de la desastrosa intervención de Estados Unidos en Irak (2003), la emergencia y expansión del autoproclamado Estado Islámico (o Daesh por sus siglas en árabe), el sangrante conflicto en Siria, las complicidades e implicaciones regionales e internacionales en torno al mismo, las rivalidades entre las principales potencias de Oriente Medio, además de las luchas  y connivencias entre las elites del poder regional y mundial.
 
Unido a estas pinceladas, con un tono sobrio, del investigador que se limita a anotar en el diario de campo sus observaciones, el paisaje central de su esbozo está dedicado al conflicto colonial que enfrenta a Israel con la población autóctona de Palestina. La vida cotidiana en los territorios palestinos es descrita en toda su crudeza, sin medias tintas ni concesiones a un lenguaje políticamente correcto.
 
Del mismo modo, denuncia la hipocresía de las grandes potencias mundiales por cuanto, por un lado, apuestan -teórica y retóricamente- por la solución de los dos Estados, pero, por otro lado, no hacen nada significativo para implementarla. Por el contrario, se muestran pasivas y dóciles, cuando no cómplices, con la potencia militar ocupante. Mientras tanto, Israel no cesa en su política de colonización y hechos consumados, socavando material y políticamente dicha solución.
 
Es más, los principales dirigentes israelíes no ocultan su rechazo a la opción de los dos Estados. Dicho en otros términos, se niegan rotundamente a poner fin a su ocupación militar de los territorios palestinos (Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este) para dar lugar a la emergencia de un mini-Estado palestino que viva en paz y seguridad junto al israelí.
 
De hecho, la realidad sobre el terreno es la de un solo Estado, como ha reconocido recientemente el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. Solo que no es un Estado de todos sus ciudadanos, que comparten los mismos deberes y disfrutan de iguales derechos. Por el contrario, se trata de un Estado que ocupa y segrega de manera sistemática a la población palestina. Esto es, ni pone fin a las cinco décadas de ocupación militar, ni tampoco otorga derechos civiles  y, menos aún, políticos a la población que ocupa. De aquí la creciente calificación de Israel como un Estado de apartheid.
 
Ante este callejón sin salida, el autor considera que la solución a este conflicto sólo puede proceder de la imposición internacional ante la renuencia israelí a concluir su ocupación militar y la asimetría de poder entre las partes. Pero al mismo tiempo reconoce la connivencia estadounidense, el actor externo de mayor influencia sobre Israel. Sin olvidar la posición timorata de la Unión Europea, apegada al mantra de la solución de los dos Estados sin dar pasos efectivos en esa dirección.
 
Además de estas paradojas, el texto de Eugenio García Gascón pone de manifiesto el enquistamiento de este prolongado conflicto a lo largo del tiempo, con expresiones cíclicas de violencia y continuado sufrimiento. Sólo basta contrastar la lectura del actual Dietario de Jerusalén con el anterior para advertir cómo se repiten los mismos temas, fruto de las mismas políticas y, también, de las mismas aproximaciones para su resolución, reproduciéndose así, una y otra vez, el interminable ciclo del conflicto por no abordarse sus causas estructurales de manera efectiva y definitiva.
 

José Abu-Tarbush | Comentarios


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Editado por
José Abu-Tarbush
Eduardo Martínez de la Fe
José Abu-Tarbush es profesor titular de Sociología en la Universidad de La Laguna, donde imparte la asignatura de Sociología de las relaciones internacionales. Desde el campo de las relaciones internacionales y la sociología política, su área de interés se ha centrado en Oriente Medio y el Norte de África, con especial seguimiento de la cuestión de Palestina.





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