Reinventando la seguridad



16/02/2013

Manuel Sánchez Gómez-Merelo

A poco más de una década de los terribles atentados terroristas de septiembre de 2001 en los Estados Unidos donde se provoca la ruptura del último paradigma de seguridad, la preocupación por la seguridad sigue siendo una de las cuestiones prioritaria para todo el mundo.
 
El incuestionable incremento de la sensación de inseguridad se refleja en todos los ámbitos de la vida cotidiana donde los medios de comunicación mantienen ese fuego sagrado realimentándolo permanentemente, prácticamente solo con malas noticias que generan más inseguridad en los ciudadanos
 
Pero además, si importantes han sido los atentados que se han venido produciendo en esta última década en diversos países como España, Reino Unido, Rusia, Pakistán, Arabia Saudita, etc., sin duda lo más impresionante ha sido el permanente descubrimiento de nuestras vulnerabilidades, en forma de algo más que percepción o inseguridad subjetiva.
 
No obstante, esta ruptura del paradigma de seguridad, especialmente reflejada por atentados terroristas, está lejos de ser el único problema de inseguridad.
 
Las señales de alarma, las más que percepciones de inseguridad, están viniendo por todos los frentes: económicos, sociales, políticos y culturales provocando una sensación generalizada de múltiples inquietudes o problemas generalizados.
 
Así las grandes tensiones socioeconómicas, políticas y ambientales, han venido derivando en crisis salvajes con especial incremento de las desigualdades económicas y sociales, con creación de grandes bolsas de desempleo, delincuencia internacional, migraciones obligadas por el terror, etc. En definitiva, no solo se ha destrozado el paradigma de seguridad, sino todo el sistema de lo que podemos y debemos llamar Seguridad Humana.
 
Todo ello, sin perder de vista la desestabilización de los ecosistemas, el incremento en la dimensión de los desastres naturales o el aumento de las enfermedades infecciosas.
 
Un conjunto de riesgos, amenazas y vulnerabilidades, dentro del marco de la globalización, que no pueden simplemente resolverse con el aumento de presupuestos para protecciones internas o externas, especialmente aderezado con múltiples instituciones públicas débiles y corruptas, una justicia temblorosa y carente de medios que se enfrenta a una presión social en aumento por la indignación, con revueltas y enfrentamientos cada vez más serios y preocupantes.

Imprescindible cooperación
 
Esta ruptura del paradigma de seguridad y resquebrajamiento del sistema, es decir, de la Seguridad Humana, ha hecho más perentoria la imprescindible cooperación internacional para trabajar por un sistema y una verdadera seguridad humana sostenible y, sin ninguna duda, universal.
 
Una imprescindible cooperación internacional indudable en un mundo cada vez más globalizado, incluso para actuar en ámbitos nacionales porque, aunque en cualquier caso, hemos de pensar en global aunque tengamos que actuar en local.
 
Hablemos pues de nuevos paradigmas necesarios para afrontar eficazmente la multitud de nuevos retos y nuevos desafíos transfronterizos que precisan un enfoque multilateral e incluso universal.
 
Un enfoque multilateral que ha de terminar en una Seguridad Humana, una seguridad única en aras al verdadero bienestar e integridad de la sociedad, que actualmente vive crisis prologadas y fracasados sistemas socioeconómicos y sociopolíticos.
 
Estamos viviendo largos momentos de crisis por la falta real de nuevos enfoques o paradigmas para lo que hemos de subrayar como Seguridad Humana, concepto muy amplio y complejo que contiene desde los parámetros más básicos de la disponibilidad y acceso a los alimentos o servicios sanitarios y educacionales, hasta aquellos no menos básicos como la seguridad ciudadana y la jurídica.
 
Tan solo como un ejemplo hay que destacar que, hoy padecen hambre casi mil millones de personas en el mundo y hay tantos obesos como desnutridos en ambientes de agotamiento de recursos, crecimiento demográfico y marginación de la población más pobre o con gran incremento de desempleo y frustración que está produciendo perturbaciones agudizadas en el ámbito de la seguridad ciudadana y su incremento de la delincuencia casi obligada.
 
En resumen, los riesgos y amenazas se están incrementando y globalizando, las vulnerabilidades están especialmente puestas de manifiesto y el nuevo paradigma de seguridad, de Seguridad Humana, sin redefinir o reinventar. 
 
Una Seguridad Humana que como es sabido es un tópico tan antiguo, como moderno. Su existencia proviene del pensamiento y sentimiento que siempre ha caracterizado a los seres humanos desde el principio de su existencia y que, nada más y nada menos, busca garantizar las condiciones vitales, la supervivencia y la dignidad de las personas.
 
No obstante, su conceptualización más reciente deriva de la creación de la Comisión de Seguridad Humana (CSHONU, por sus siglas en español; HSCUNO, por sus siglas en inglés) en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a principios del presente siglo XXI y que ha tenido resultados relativamente rápidos, desde una visión y una idea de preservación y protección de la vida.
 
Una propuesta, que ha de generar el cambio proactivamente para construir el futuro, más que esperar a resolver los problemas ocurridos o que están por llegar.