Es tiempo de silencio y de quietud. Fuente: panoramio.com
Reposo, lentitud y tiempo es lo que se necesita para poder acompañar la creación que trata de abrirse paso a paso a través de la actividad desordenada y reactiva de la mente siempre inquieta. Es tal su potencial de movimiento y de actividad que es casi imposible hacerla callar por unos instantes.
Si se logra y dejamos de estar alerta, salta desde no sé dónde y vuelve a ocupar el espacio de silencio que por poco tiempo había logrado. Reclama la atención para ella sola y, sin embargo, depende, absolutamente, del sostén que la vida propicia y que también a ella atraviesa como a las otras dimensiones del ser.
El espíritu que me da aliento parece permanecer en silencio, como si no fuera con él la actividad física y mental que despliego. Sin embargo, cuando lo físico y lo mental se activan por estímulos externos que los hacen desbocarse, el malestar se enseñorea de mi ser y no logro recomponerme si no es gracias al silencio. La demanda de este tiempo es a dejar de pelear con la rutina que nos aliena y el mundo en el que se desenvuelve toda la vida que somos.
Reconociendo la inteligencia que mueve los procesos, a pesar de los humanos y gracias también a ellos, mi postura es la de estar presente, permanentemente, como compañía, y dejar hacer a las leyes que gobiernan, confiando que la no injerencia pueda hacer surgir del caos la nueva creación que emerge gracias a él.
No hay más que estar, en un silencio esperanzado, creyendo en un nuevo amanecer humano. Siendo conscientes de que para que nazca lo nuevo, lo viejo tiene que hacer espacio, incinerándose hasta morir y renaciendo de sus cenizas como ave fénix.
Si se logra y dejamos de estar alerta, salta desde no sé dónde y vuelve a ocupar el espacio de silencio que por poco tiempo había logrado. Reclama la atención para ella sola y, sin embargo, depende, absolutamente, del sostén que la vida propicia y que también a ella atraviesa como a las otras dimensiones del ser.
El espíritu que me da aliento parece permanecer en silencio, como si no fuera con él la actividad física y mental que despliego. Sin embargo, cuando lo físico y lo mental se activan por estímulos externos que los hacen desbocarse, el malestar se enseñorea de mi ser y no logro recomponerme si no es gracias al silencio. La demanda de este tiempo es a dejar de pelear con la rutina que nos aliena y el mundo en el que se desenvuelve toda la vida que somos.
Reconociendo la inteligencia que mueve los procesos, a pesar de los humanos y gracias también a ellos, mi postura es la de estar presente, permanentemente, como compañía, y dejar hacer a las leyes que gobiernan, confiando que la no injerencia pueda hacer surgir del caos la nueva creación que emerge gracias a él.
No hay más que estar, en un silencio esperanzado, creyendo en un nuevo amanecer humano. Siendo conscientes de que para que nazca lo nuevo, lo viejo tiene que hacer espacio, incinerándose hasta morir y renaciendo de sus cenizas como ave fénix.
Alicia Montesdeoca
Editado por
Alicia Montesdeoca
Licenciada en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Alicia Montesdeoca es consultora e investigadora, así como periodista científico. Coeditora de Tendencias21, es responsable asimismo de la sección "La Razón Sensible" de Tendencias21.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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