Hay fechas que por su significación social marcan la vida de un pueblo. Hay acontecimientos inesperados cuyo impacto puede desviar, extraordinariamente, los derroteros de una rutina vital y conmover los cimientos de un mundo adormecido por aquellas previsibles rutinas.

Galicia es hoy, y desde la tarde-noche del día 24, el centro de un gran dolor colectivo. De pronto, esta sociedad se enfrenta a lo irremediable y todo lo que estaba en el punto de mira de lo político, lo económico o lo religioso desaparece. Sólo se ve, una y otra vez, dolor, muerte, desesperación y lágrimas. También, capacidad de reacción, de desprendimiento, de solidaridad, de entrega, de valentía hasta la heroicidad. En esas acciones, lo mejor del ser humano se pone de manifiesto y emerge lo esencial, ante la necesidad de aquellos que corren el riesgo de morir: la muerte y el dolor se confabulan para despertar lo humano.

Una vez más se ha dado la oportunidad a lo mejor que somos y, todos, todos, se desprenden de sus intereses inmediatos, los silencian para acudir allí donde lo irremediable, lo imprevisible, se impone y nos obliga a despertar del cómodo sueño que alimenta los pequeños intereses temporales, aquellos que dominan y atrapan en el egoísmo y la ignorancia.

Lo esencial es la Vida y lo esencial es la Muerte, ambas nos enfrentan a nuestra pobre ilusión de lo temporal. Sólo nos queda la capacidad de consolar al triste, desnudos ante nuestra verdadera impotencia. Esa capacidad, sin embargo, nos habla de nuestra mejor aptitud como ser humano: la capacidad para abrazar a aquellos y a aquellas que el dolor consume y que la incomprensión de lo que de pronto les impacta les enloquece.

Ojala hayamos aprendido para siempre la lección y podamos colocar el amor, la justicia, la solidaridad, la generosidad, la empatía y la cooperación en el gobierno de toda nuestra vida privada y de nuestra vida colectiva. Ningún interés temporal se puede resistir ante la evidencia de tanto sufrimiento. Tampoco hemos de esperar a los luctuosos sucesos para ser una sociedad humana con consciencia de su propia dignidad, puesta de manifiesto en estos días, una vez más, en este nuestro pueblo.