“Todos somos iguales, hacemos lo mismo, cada uno a su nivel, y según las posibilidades o circunstancias que se den en nuestra vida”. Fue la conclusión a la que llegó una persona que comentaba, con otras, las razones de la corrupción económica y las razones del comportamiento de los corruptos. Otra, reforzando esta opinión decía, “en la tesitura de necesitar algo para un hijo, se llega a hacer lo que fuere, hasta corromperse si es necesario”.
La cultura, si bien es una muestra de lo que el ser humano va acumulando (en saberes, en materializaciones, en ética, en moral, en maneras de actuar, etc.), también llega a ser una forma de domesticar al espíritu.
Esta domesticación puede -o consigue- enmarcar una serie de comportamientos que aparentemente son los deseables, los lógicos, los recomendables, pero que, también, son los límites que han alcanzado los valores en una época determinada, convirtiéndose en patrones de comportamiento que no se cuestionan.
A nivel individual, el espíritu habla y se muestra -en la medida que le escuchamos- en relación a los retos que cada cual ha de enfrentar en su vida; a nivel colectivo, si se ha alcanzado un estadio de consciencia parecido, el espíritu se manifiesta como alma que inspira las relaciones entre, dentro de y hacia afuera del sistema social del que se trate.
Si esto se consigue, diremos que la emergencia, la expresión de la totalidad, no es la suma de las partes, es la cristalización de algo nuevo de nivel y complejidad mayor que afecta a cada uno de los integrantes del teórico colectivo, y que le impulsa a dar un salto de consciencia, favorecido por ese nuevo contexto.
Para alcanzar este nivel, y seguir avanzando, es preciso que seamos conscientes de lo que nos negamos a ver o de lo que aceptamos como comportamiento natural. Todos no somos iguales, todos somos diferentes y por ello nuestras circunstancias también lo son. Nuestras decisiones han de proceder de la consciencia alcanzada, no de la inercia marcada por unos patrones que ni se evalúan ni se cuestionan. Patrones impuestos por los que han acaparado poder y atesoran privilegios sin medida, expresiones ambos de una escasa conciencia que se mueve al ritmo de deseos individualistas.
Alicia Montesdeoca
Editado por
Alicia Montesdeoca
Licenciada en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Alicia Montesdeoca es consultora e investigadora, así como periodista científico. Coeditora de Tendencias21, es responsable asimismo de la sección "La Razón Sensible" de Tendencias21.
Artículos de La Razón Sensible
Últimos apuntes
Enlaces
Blog sobre pensamiento social de Tendencias21
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
