TECNOHUMAN@.


Blog de Tendencias21 sobre las implicaciones sociales del avance científico, tecnológico y biomédico.


Búsqueda

La tecnociencia es parte de nuestra cultura y, por esto, mantiene vinculaciones con el ámbito de la identidad. El problema es que la búsqueda de nuestra propia identidad puede estar basada en procesos de exclusión, dominio y colonización. Si eso es así la actividad tecnocientífica servirá a unas intenciones que se convierten en un arma muy peligrosa.


Identidad, tecnociencia y neo-colonialismo
La tecnociencia es parte de nuestra cultura. Por estar razón la tecnociencia tiene cierta relación con el ámbito de la identidad. En este sentido la identidad cultural tecnocientífica (al igual que muchas otras) conlleva asociados muchos intereses sociales y, bajo este principio, algunos individuos tratan de alzarse con el poder creando en los individuos mitos, ficciones y sociedades cuasi-reales. La cultura, de este modo, se puede convertir en un arma arrojadiza en temas de identidad, pues su talante ambivalente hace que su uso pueda ser peligroso e invertir el verdadero signo de la misma. De ahí que una actividad cultural tan habitual, y propia de cualquier sociedad, como es la adquisición de conocimiento se pueda convertir en un factor de generación de un imaginario social excluyente y discriminatorio.
Jueves, 14 de Abril 2011
Nota

INVESTIGACIONES

Existe un debate sobre la eficacia o no de las vacunas y, por ende, sobre la idoneidad de su uso. En este diálogo entran en juego las farmacéuticas, los médicos y algunas organizaciones no gubernamentales. Por desgracia, y como suele suceder a menudo, los discursos se extreman y unos consideran a los otros casi como mentirosos e interesados. Un reciente programa de Documentos TV en La2 nos ayuda tener algo más de información sobre el tema.


Hace unos años se produjo en el mundo de las ciencias lo que se ha denominado como "la guerra de las ciencias" en las que las ciencias sociales-humanas y las experimentales lucharon entre sí por un escalafón en el mundo de la investigación científica y del prestigio social proveniente de éste. Una situación semejante a aquella se está produciendo ahora mismo en el ámbito de las vacunas donde las distintas personas, en función del paradigma en el que se incluyan afirman que las ciencias experimentales son las que están en posesión de la verdad, mientras que otros consideran que son otros ámbitos del saber los que nos dicen la verdad de las cosas.

La guerra de las vacunas, como así han titulado a un fantástico documental emitido en el programa Documentos TV de La2 de TVE (en el vídeo aparece la primera parte del documental), ha reabierto de debate sobre si es adecuado vacunarse o no, y vacunas o no a nuestros hijos. Por mi parte creo que no debo colocarme en ninguno de los polos (aunque como es obvio tengo mi propia manera de ver el problema) ya que no soy nadie para decirle a otro qué es lo que debe o no debe de hacer.

Este debate comenzó en USA donde algunas organizaciones y científicos afirmaron que las vacunas podrían traer consigo otros problemas colaterales. En el otro lado nos encontramos con otros grupos sociales que aseguran que las vacunas han incrementado nuestra esperanza de vida en treinta años haciendo que enfermedades, como la polio, se hayan minimizado en regiones como los Estados Unidos de América.

Las autoridades políticas sanitarias informan de manera reiterada que las vacunas traen consecuencias muy positivas y que no debe dejarse de vacunar a las personas para que evitar los problemas sociales que las enfermedades podrían traer consigo. Pero el factor del miedo ha llegado a los denominados grupos antivacuna a rechazar estas medidas profilácticas.

Los beneficios de las vacunas son innegables. Pero tal y como se muestra en el documental los problemas, del tipo que sea, que éstas generan también lo son. De hecho, como ya hemos dicho en otra ocasión en este blog, los artefactos tecnológicos no son inocuos. En ocasiones las sustancias que se emplean para incrementar el efecto de la vacuna son potencialmente carcinogénicos, pero esto también sucede con los conservantes de los alimentos, etc.

Pues bien, lo que es innegable en esta guerra es que los científicos (o si se prefiere los tecnocientíficos) han perdido su credibilidad. Este hecho proviene de la creciente vinculación entre el mundo de la investigación tecnocientífica y la empresa. Esta unión hace que muchas personas consideren que los científicos se guían por los intereses económicos y empresariales, olvidándose muchas veces de los intereses de las personas. En este sentido podemos preguntarnos cómo es posible que se gaste más dinero en investigación cosmética que en mejorar los tratamientos para algunas enfermedades (tales como la malaria).

El debate está vivo, aunque no es demasiado llamativo. De cualquier modo hay mucho en juego y creo que unos y otros deben adoptar medidas que permitan entran en un diálogo constructivo con el otro. Veremos como van cambiando las cosas, si cambian...

Por si os interesa aquí tenéis el vínculo para un artículo académico relacionado con el tema:
Martes, 22 de Febrero 2011
Nota

INVESTIGACIONES

La concepción tradicional acerca de que las tecnologías actuales sólo son empleadas por la juventud es errónea. La cuestión radica en las motivaciones y percepciones individuales de estas tecnologías. Posiblemente, la vinculación entre la salud, la seguridad personal y el uso de las nuevas tecnología caminen juntos haciendo que cuando confluyan estos aspectos la aceptación tecnológica, en este sector poblacional, sea mayor.


Fuente: Juan Luis Pintos
Fuente: Juan Luis Pintos
A Donald A. Norman, profesor de Ciencias Cognitivas en la Universidad de California y de Ciencias de la Computación en la Northwestern University, le acaban de traducir al español uno de sus últimos libros, titulándolo: El diseño de los objetos del futuro. La interacción entre el hombre y la máquina. En esta obra hay un capítulo sobre el futuro de las cosas cotidianas en el que Norman se pregunta si es la tecnología la que se adapta al ser humano o viceversa.

El autor afirma que la adaptación del ser humano a la tecnología es un fenómeno que no tiene nada nuevo. De hecho, afirma que desde el siglo XIX pavimentamos vías para que puedan transitar por ellas artefactos tecnológicos tales como las carretas, las motos, los coches, autobuses, etc. Además, también cambiamos nuestras casas, muebles, etc. para que nos quepa la televisión o para poder tener ADSL en nuestro hogar. Por lo tanto, la respuesta a si la tecnología se adapta al ser humano o somos nosotros los que nos adaptamos a ella queda clara. Bidireccionalidad.

Envejecimiento y máquina

« Casualmente, en el siglo XXI, muchos países se enfrentan a una población cada vez más envejecida. La gente descubrirá que deberán adaptar las viviendas y los edificios a sus parientes de más edad o a ellos mismos... Lo irónico es que estos mismos cambios facilitarán las cosas a las máquinas, precisamente cuando las adquiramos para facilitar la vida de los ancianos. »

Las palabras de Norman caminan en la senda de una mayor tecnocientíficación de la sociedad y de nuestros propios hábitos diarios. De hecho, el envejecimiento poblacional camina en esta senda de una manera mucho más acelerada de lo que pudiera parecer muchas veces dada la mayor dificultad de adaptación que presentan las personas mayores al uso de las nuevas tecnologías. No obstante, la vinculación de las nuevas tecnologías con la salud coadyuva en la aceptación de las primeras por parte de este sector de la población.

Vejez y salud

Tal y como nos muestra Juan Luis Pintos en un artículo sobre los imaginarios sociales de la vejez, el factor salud es fundamental en el desarrollo de la percepción social intrínseca y extrínseca a este grupo social. En base a esto y teniendo en cuenta que los mayores de 65 años son uno de los colectivos más propenso a caer en la brecha tecnocientífica y, por tanto, de la ciber-exclusión, sería adecuado la vinculación del uso de las nuevas tecnologías con los factores relativos a la seguridad y a la salud.

En este sentido parece que resulta relativamente recurrente (no tengo datos sobre esto) que el uso de la telefonía móvil en la población envejecida no proviene de una necesidad de comunicación constante, sino de una especie de mecanismo de "salvaguarda" psicológica ante un posible riesgo personal vinculado con la salud. Es decir, "...así, si me pasa algo o me caigo en la calle, siempre puedo llamar a ..."

Para aclarar estas ideas tan preliminares, lo mejor sería que se hiciese algún tipo de investigación en este sentido. Esperaremos a ver si la idea cuaja.
Viernes, 11 de Febrero 2011
Nota

INVESTIGACIONES

El sistema tecnocientífico se ha ido constituyendo a lo largo de su historia como la única actividad humana generadora de conocimiento verdadero. De tal manera que la propia tecnociencia se ha ido concibiendo como la gran y única verdad: la Verdad. Esta visión de esta actividad hace que otros aspectos del saber humano se vean minusvalorados y relegados a la sombra.


Escultura presente en la Catedral de Nantes
Escultura presente en la Catedral de Nantes
Puesto que en nuestra sociedad existe una antítesis entre el nosotros (ego) y el otro (alter) los procesos de diferenciación basados en este otro código ego/alter son recurrentes y habitualmente desarrollados a todos los niveles sociales. En base a este código es habitual, pese a los complejos mecanismos sociales que permiten funcional al gran sistema social, que se produzcan lo que podríamos denominar como lealtad a un grupo que se articula de acuerdo a unos valores y despliega unos principios de unidad que se tornan en rechazo a los grupos que rompen esa homogeneidad

El espectro cognoscitivo del ego como contraposición discriminatoria del alter, ha estado sujeto a multitud de factores, aunque uno de ellos brillaba muy por encima de los otros: excluir de la participación social a quienes no se regían por los mismos códigos sociales. La causa de este rechazo amparado por la conducta cultural, pasaba por un principio rector, el miedo a otras percepciones de entender la sociedad (Eibl-Eibesfeldt 1996: 95-109).

Este mismo proceso podemos extrapolarlo al ámbito tecnocientífico en el que se produce una discriminación epistémica del sistema tecnocientífico y de sus agentes hacia cualquier otro ámbito del saber. De tal manera que el sistema tecnocientífico genera una serie de mecanismos que infravaloran y arrinconan a otros procesos epistémicos. Ante esto comprobamos que actualmente las diversas instituciones del sistema están fomentando los procesos de mutación de los distintos ámbitos del saber y asimilándolos al paradigma tecnocientífico actual. De ahí que las revistas de, por ejemplo, sociología se asemejen cada día más a las revistas experimentales. Asimismo, las investigaciones teóricas en sociología se ven relegadas al ostracismo en contraposición a los estudios experimentales que tienen mayor relevancia actual.

Todo este entretejido de circunstancias que afectan a la cultura no debe ser considerado como sustancia negativa en el desarrollo de la sociedad ya que entre las diversas funciones sociales que tiene la cultura entendida en sentido general (por supuesto, también la cultura tecnocientífica) se encuentra la función integradora. Por consiguiente, el problema no reside en si la cultura es generadora de exclusión y discriminación ya que la cultura no es intrínsecamente excluyente; el problema está en la utilización que se haga de ella.
Miércoles, 9 de Febrero 2011
Nota

INVESTIGACIONES

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