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Ahora que constantemente estamos buscando opciones para reducir consumo e incrementar la independencia energética China materializa uno de los grandes ejemplos de cómo podríamos resolver el problema del transporte urbano. En este sentido, tal y como Pablo Javier Piacente en esta revista el mundo oriental nos está dando lecciones sobre las posibilidades del nuevo urbanismo y del transporte en las ciudades.


Los trenes suspendidos alemanes (en la imagen el de la Universidad de Dormund) que China comenzará a utilizar en sus ciudades para descomprimir el tráfico y disminuir la contaminación. Imagen: Benutzer Juergen G.
Los trenes suspendidos alemanes (en la imagen el de la Universidad de Dormund) que China comenzará a utilizar en sus ciudades para descomprimir el tráfico y disminuir la contaminación. Imagen: Benutzer Juergen G.
Piacente nos informa que tres nuevos desarrollos tecnológicos marcan el crecimiento de China y Japón en el campo de los servicios ferroviarios de última generación. A nosotros nos interesa especialmente el ejemplo chino. En este caso, en China comenzará a funcionar un sistema automático de monorraíl suspendido, en Japón, en cambio, se ha puesto en marcha la nueva línea Hayabusa, que supera los 300 kilómetros por hora.

En Beijing, un nuevo sistema completamente automático de monorraíl suspendido parece configurarse como una gran opción ante el uso tradicional del automóvil. Esto, además de evitar las aglomeraciones de las grandes ciudades chinas se convierte en uno de los grandes hitos de la actualidad de cómo podría ponerse en marcha un sistema de transporte que, siendo eléctrico, minimizaría notablemente el impacto ambiental del transporte en ciudades. Estos “trenes colgantes” se emplean desde 1984 en la Universidad de Dortmund, Alemania, y desde 2002 en el Aeropuerto Internacional de Düsseldorf.

Sin ningún lugar a duda nos encontramos con una opción no desdeñable que debería ser muy tenido en cuenta por los gobiernos europeos y que evita las grandes y costosas obras que supondría poner en funcionamiento un transporte subterráneo. El problema con el que nos podríamos encontrar es con el impacto social de la obra ya que, al fin y al cabo, es previsible que este sistema de transporte, de generalizarse, pasaría por delante de las viviendas y podría generar un rechazo social de este sistema.

Viernes, 11 de Marzo 2011
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