TEMPUS

Bitácora

Viernes, 21 de Abril 2006


En esta nota tratamos sobre los aspectos que componen la conciencia del tiempo, que básicamente son de dos tipos: cuantitativos y cualitativos. Mostramos que estos dos aspectos se inscriben en una noción de "temporalidad" del sujeto, que se expresa como la síntesis de ambos.


La temporalidad es una síntesis de parametrización y distensión
La temporalidad es una síntesis de parametrización y distensión

1. Aspectos cuantitativos de la conciencia del tiempo

Los aspectos básicos que definen la conciencia del tiempo son, en nuestra opinión, de dos tipos: cuantitativos y cualitativos. En lo tocante a los primeros, la determinación cuantitativa del tiempo se relaciona con la facultad humana para vincular entre sí secuencias distintas de transformaciones continuas, de las que una de ellas se toma como “medida” temporal para las otras. Así, llegar a extraer una noción cuantitativa de “tiempo” a partir de la relación entre diversos procesos exige añadir a su relación la idea de que uno de ellos pueda interpretarse como referencia y medida para los demás, lo que supone un ejercicio de abstracción que dista mucho de ser sencillo e inmediato.

Como proceso de referencia de esta clase, esto es, como “continuo normalizado de cambio”, pueden utilizarse procesos naturales recurrentes, aunque puede ocurrir que tales procesos resulten poco precisos para los fines marcados, en cuyo caso pueden llegar a establecerse procesos artificiales más exactos como referencia para otros acontecimientos (Elias, 1997: 56-58). Este es el caso de los relojes y calendarios. Debemos insistir en que la abstracción mencionada, que conduce a la adopción de un continuo normalizado y socialmente reconocido para la determinación cuantitativa del tiempo, como pueda serlo, por ejemplo, la sucesión de los años del calendario, supone un esfuerzo evolutivo extraordinario, tanto para el grupo social implicado en esta tarea, como para el individuo cuyo crecimiento se desarrolla dentro del mismo.

2. La noción de cronología

La ubicación de los acontecimientos dentro de una parametrización temporal conduce al establecimiento de una cronología. Si bien es cierto que en el ámbito de la experiencia personal el papel de continuo normalizado para la determinación cuantitativa del tiempo puede ser desempeñado por la serie de cambios que configura la propia vida del individuo, debemos tener presente, en todo caso, la utilización implícita de un continuo de carácter social que subyace al uso del continuo particular que la vida de cada uno es (Elias, 1997: 58).

Si nos remitimos a la representación bidimensional del campo de presencia del sujeto (nota 1: Figura 1), señalemos que, al margen de la referencia a una parametrización de origen social, la línea de los ahoras (línea horizontal), ligada a sus categorías extensivas (antes / después), no puede considerarse como un continuo normalizado apto para la determinación cuantitativa del tiempo, la asignación de fechas y el consiguiente establecimiento de una cronología, ya que dicha línea no posee los caracteres “métricos”, o como diríamos mejor, “cronométricos”, requeridos para tal determinación, que deben ser aportados al implementar sobre ella la referida parametrización temporal. Así, sólo en relación con un continuo paramétrico bien establecido que implemente en ella un sistema apropiado de fechas, la línea de los ahoras puede considerarse como representativa de los aspectos cuantitativos inherentes a la conciencia del tiempo en el marco de representación del campo de presencia.

3. Aspectos cualitativos de la conciencia del tiempo

Además de los aspectos cuantitativos, el campo de presencia alberga también aspectos cualitativos, ligados a sus categorías distensivas (pasado / futuro). De este modo, la conciencia del tiempo en el marco del citado campo incluye ambas características, tanto la medida como la cualidad, pues dicha conciencia se refiere a un tiempo cualificado por las categorías pasado y futuro, en el que, además, por medio de la parametrización de la línea de los ahoras, resulta posible percibir la duración y elaborar su medida. Por lo tanto, para lograr una comprensión adecuada de los aspectos cualitativos y cuantitativos de la conciencia del tiempo deberemos considerarlos dentro del marco de un campo de presencia “metrizado”, en el que tales aspectos se complementen, aportando así la totalidad de los caracteres que conforman dicha conciencia.

4. La combinación de ambos aspectos

Al tener en cuenta cómo se combinan los aspectos cuantitativos y cualitativos que definen la conciencia del tiempo debemos asumir, en primer lugar, que la proyección intencional del sujeto dentro del marco temporal de su campo de presencia no se produce sobre una línea recta ya calibrada, que aquél asumiese como la imagen del tiempo, extendida de un modo continuo a lo largo de dicho campo. Una línea tal sólo será el reflejo de una simplificación extrema del campo de presencia que, contando con la parametrización de la línea de los ahoras, es imaginado por el sujeto bajo la forma de dicha línea calibrada. La distensión de este campo muestra, al contrario, una plasticidad ajena al encasillamiento aritmético y lineal de la parametrización, pues la retención y la protención (determinaciones particulares del sujeto) esbozan, merced a unos trazos intencionales, el pasado y el futuro como vertientes distensivas del campo de presencia, pero no encasillan tales categorías en la rigidez de una métrica lineal.

El elemento métrico es aportado, como queda dicho, por la parametrización, y sólo cuando el sujeto se remite, desde la perspectiva de la distensión, a los acontecimientos que en ella se fechan, es cuando el pasado y el futuro, implementados por él en tales acontecimientos, quedan revestidos de la citada rigidez métrica, pues aunque la sucesión cronológica (antes / después) de los acontecimientos se represente dentro del contexto lineal extendido de la parametrización, siempre es considerada por el sujeto desde la perspectiva de la distensión temporal (pasado / futuro) inherente a su campo de presencia.

Atendiendo a estas consideraciones y a los aspectos que definen la conciencia del tiempo en el marco del citado campo, la parametrización de la línea de los ahoras representa la imagen de una especie de tiempo medible, aunque “sin cualidad”, ajeno a las categorías distensivas pasado y futuro. Al contrario, la distensión en términos de tales categorías esboza la imagen de una especie de tiempo dotado de cualidad aunque “sin medida”, elaborada únicamente a partir de las proyecciones intencionales (retención y protención) del sujeto en su campo de presencia.

Queremos decir con ello que la distensión no ofrece en sí misma los elementos métricos necesarios para medir cuantitativamente, por ejemplo, la duración o la espera y, en general, la distancia entre cualesquiera puntos de la línea de los ahoras. Parece claro, por tanto, que estos elementos “cronométricos” se ofrecerán asociados a la mencionada parametrización, pues ésta no es otra cosa, al fin y al cabo, que medida temporal.

5. La “temporalidad” del sujeto

La propuesta que planteamos, al respecto, es que la conciencia del tiempo en el marco del campo de presencia debe ser considerada como una síntesis entre la distensión (cualitativa) asociada a sus vertientes pasado y futuro, y la parametrización (cuantitativa) de la línea de los ahoras. Teniendo en cuenta esta naturaleza de la conciencia del tiempo vamos a considerar bajo la denominación de temporalidad del sujeto la síntesis mencionada, en la que se integran tanto el elemento proyectivo y cualitativo ligado a la distensión en términos de las categorías distensivas del campo de presencia, como el elemento métrico y cuantitativo asociado a la parametrización temporal de sus categorías extensivas. Hemos representado la síntesis de la temporalidad del sujeto en la Figura 1.

6. La temporalidad y el campo de presencia

Los aspectos cualitativos y cuantitativos asociados a la conciencia del tiempo, que se inscriben en la noción de temporalidad del sujeto, se recogen también en el marco de su campo de presencia por medio de sus categorías distensivas y extensivas, respectivamente. Las categorías distensivas (pasado / futuro), ajenas a la idea de cantidad o medida temporal, constituyen las dos vertientes del citado campo. Por su parte, las categorías extensivas (antes / después) se encargan de “extender” el campo de presencia a lo largo de la línea horizontal (la línea de los ahoras) que se muestra en su representación bidimensional (nota 1: Figura 1). En términos generales, hemos interpretado ya (nota 1: sección 2) que las categorías distensivas son las responsables de la dimensión vertical (distensión) del campo de presencia, en tanto que las categorías extensivas lo son de su dimensión horizontal (extensión).

Para ahondar en la cuestión acerca de cómo la temporalidad y el campo de presencia del sujeto dan cuenta de los mismos aspectos de la conciencia del tiempo, notemos que la Figura 1 de esta nota 2, que representa la noción de temporalidad, se puede obtener a partir de la Figura 1 de la nota 1, que muestra la representación bidimensional del campo de presencia. Si en esta última tomamos un punto genérico de la línea de los ahoras y modificamos la línea vivencial (línea inclinada) que pasa por él, de manera que su trazo “futuro” se represente, no por encima, sino por debajo de la línea de los ahoras, lo mismo que su trazo “pasado”, obtenemos la representación que en la Figura 1 de esta nota 2 se ofrece como la temporalidad del sujeto.

Referencias

Elias, Norbert, 1997, Sobre el tiempo, Fondo de Cultura Económica, México.

Mario Toboso
Redactado por Mario Toboso el Viernes, 21 de Abril 2006 a las 13:28