Notas
Un enlace a un debate entre Eugenio Gómez Segura y Antoni Piñero sobre la existencia o no del “Cuerpo místico de Cristo” en la teología paulina:
https://youtu.be/HvK828X7jcc
Miércoles, 1 de Febrero 2023
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NotasBlog 12.- 1277 / 01-02-2023
Escribe Antonio Piñero
Es esta mi última entrega / comentario al libro de Mar Pérez i Díaz, cuyo título es el de esta postal. He concentrado mi comentario en la Introducción del libro de M. Pérez porque creo que, en este caso, la autora presenta muy bien el tema y el interés del tema propuesto, y porque ponerme a discutir pormenorizadamente los puntos concretos en los que la autora va desgranando el punto de vista del evangelista y lo va contrastando con el de Pablo haría de esta reseña una suerte de tratado polémico interminable. Y no es ahora el caso. En general me he manifestado, y me ratifico en la idea de que la autora expone mejor el punto de vista del Evangelista que el de Pablo mismo, ya que –en mi opinión– la exégesis de la M. Pérez se mueve por terrenos que no tienen en cuenta el último estado de la investigación paulina que de la mano de autores protestantes y sobre todo judíos ha iluminado mucho, muchísimo, diría yo cómo hay que entender el pensamiento de fondo del llamado “apóstol de los gentiles”. Y finalmente he comentado ya que –como el libro que reseñamos ha sido publicado en 2022– la autora habría tenido tiempo de sobra de enterarse de estas nuevas corrientes de interpretación, ya que yo mismo las he expuesto en castellano en mi libro “Guía para entender a Pablo de Tarso” del 2015, publicado en una editorial señera en España como es Trotta (una editorial independiente), libro que en 2019 tuvo su segunda edición. Este volumen ni siquiera aparece mencionado en la bibliografía, pero sí artículos de muy breve factura…, pero de gentes que son “de la escuela de pensamiento” de la autora. Pues bien, afirmo que el libro de Mar Pérez es muy interesante, e importante, ya que el tema en sí aborda una de las cuestiones fundamentales de los orígenes del cristianismo, a saber cómo eran los primerísimos tiempos de la generación de una secta judía mesianista y cómo se va convirtiendo este en una religión nueva. Afirmo, con la mayoría de los intérpretes, que el judeocristianismo era simplemente una secta judía “mesianista”, es decir, que afirmaba que el mesías era Jesús, que era el mesías verdadero a pesar del aparente fracaso de su muerte en cruz algo que chocaba frontalmente con el pensamiento general sobre el mesías en el siglo I en Israel), y que en lo demás se diferenciaba bien poco del resto de otros grupos mesianistas de su época, como los henóquicos o los esenios del Mar Muerto).Y la cuestión que se plantea en el fondo el libro de M. Pérez es si en esos primero decenios tras la muerte de Jesús (hasta el año 70-75) había dos grupos básicos, nucleares (grupúsculos habría más), de interpretación de la muerte de Jesús o bien tres grupos. En la investigación de hoy sobre Pablo creo que pueden discernirse –aunque con dificultades– una cierta división de opiniones al respecto: A) Sólo había dos grupos: 1. El formado en torno a Santiago, Juan y Pedro: judeocristiano, y 2. El formado en torno a los misioneros judíos de la Diáspora en Antioquía, que hacia los años 50-65 tenía ya un personaje muy destacado por su teología que era Pablo de Tarso. B) Había en realidad tres grupos: 1. El formado en torno a Santiago en Jerusalén (del que pronto desaparece Juan). 2. Un subgrupo de esta formación jerusalemita, el de Pedro, más abierto a los gentiles / paganos, y 3. El grupo “antioqueno” que a la postre fue liderado por Pablo. Los que tienden a defender esta posición suelen afirmar que el grupo 2, el petrino, llegó a formar el núcleo de la “Gran Iglesia”, unificada y unificante, separada con bastante nitidez de la facción paulina, exagerada y rompedora en su teología, a la cual el grupo petrino “domestica” y “lima” en sus aristas teológicas exageradas, acabando por integrarla finalmente en la “Gran Iglesia”, netamente petrina. La defensa de esta posición B) se basa fundamentalmente en que la teología de los tres evangelios sinópticos, Marcos, Mateo y Lucas, es esencialmente petrina, sobre todo la del primero, Marcos, porque representan una teología distinguible de la Pablo, una teología que sostenía “que todas las coincidencias entre Pablo y Marcos –el modelo al que siguen Mateo y Lucas–, reflejaban puntos de vista generales, compartidos por todos, del cristianismo primitivo” (p. 18) y no específicamente paulinos. Esta posición B) es exactamente la que es cuestionada en su base por el libro de Mar Pérez: la teología del evangelista Marcos es esencialmente paulina y no petrina/santiaguesa-jerusalemita. Ahora bien, este libro que comentamos progresa en la investigación porque no es ya el estudio de unas cuantas coincidencias, dos, tres o cuatro, entre la teología de Marcos y la de Pablo, sino un trabajo de conjunto, amplio, global, que intenta abordar la búsqueda y el análisis de todas la secciones del Evangelio de Marcos “que están en consonancia con el pensamiento de Pablo”. Naturalmente, la autora no defiende que todo lo que leemos en Marcos sea paulino, sino que propone “mostrar cómo el primer evangelista retoca y cambia las fuentes que recibe para que estén con consonancia con Pablo”, teniendo en cuenta que Pablo escribe cartas y que Marcos compone una suerte de historia biográfica de Jesús, lo que hace que su impostación literaria sea diferente a la de su modelo teológico, el paulino. Lo que intenta el libro de Mar Pérez no es presentar a Pablo ante los ojos del lector, sino la interpretación que el evangelista Marcos hace de Jesús, que en muchísimos puntos está de acuerdo con el pensamiento teológico de Pablo. Aunque no lo diga expresamente en su Introducción, Mar Pérez i Díaz está minando con su libro la base para pensar que la Gran Iglesia Petrina estaba sustentada por una teología particular de Marcos y colegas que sería diferente a la de Pablo, con lo cual nuestra autora está diciendo de una manera indirecta algo que he defendido yo mismo desde hace muchísimo tiempo, a saber, que la presunta Gran Iglesia Petrina, unificada y unificante que acoge en su seno a un paulinismo ya depurado y suavizado no existió jamás. Así pues, en síntesis, bienvenido sea al “mercado teológico” de lengua hispana ese libro de Mar Pérez, a la que solo le desearía que obtuviera las consecuencias de su trabajo para la historia ideológica del cristianismo primitivo y que profundizara más en el conocimiento de la teología de fondo de Pablo. Para ello tendrá que concederse un tiempo para profundizar en las tesis cardinales del pensamiento paulino sobre la Ley, la naturaleza del Mesías, y la importancia real de la conversión de los gentiles en Pablo, pensando cayendo en la cuenta de que para él quien se salva no son “los “gentiles en sí” o los “pueblos gentiles”, sino ante todo Israel, el Israel mesiánico, y que ese es el núcleo de una teología paulina, en la que en el fondo los gentiles desempeñan una función relativamente secundaria ante la exigencia de esa salvación ante todo del pueblo elegido, el cual como un olivo verdadero, recibe algunos injertos de un oleastro salvaje, los cuales también se salvarán. Enhorabuena, pues, por ese trabajo y mi deseo que obtenga de él todas las consecuencias para el dibujo de la génesis del cristianismo. Saludos cordiales de Antonio Piñero NOTA Un enlace a un debate entre Eugenio Gómez Segura y Antoni Piñero sobre la existencia o no del “Cuerpo místico de Cristo” en la teología paulina: https://youtu.be/HvK828X7jcc
Miércoles, 1 de Febrero 2023
NotasBlog 12: 1276. 26-012023
Escribe Antonio Piñero
Termino hoy mi evaluación de la obra de José Marco Segura Jaubert, que –como ya escribí– responde a muchas preguntas que se hacen los interesados en los orígenes del cristianismo y su relación con los cultos de misterio. Escribí también que “Después de haber leído este libro el lector tiene las mejores respuestas a las ya viejas preguntas sobre si el cristianismo copia descaradamente su estructura teológica acerca de la salvación de esas religiones, o bien utiliza el lenguaje y las ideas para afirmar que compite con el enemigo teológico en su mismo campo intentando mostrar que la respuesta del cristianismo es muy superior a la de los cultos de misterio”. Mi juicio final es que 1. El modo –que se pretende completo y a la vez con el interés puesto en lo esencial– de presentar estos fenómenos en este libro por medio de las fuentes textuales e icnográficas de la época, es acertado. Toda la información está atestiguada con su correspondiente base histórico-filológica. 2. Los resúmenes de cada culto son apropiados, e igualmente me parece adecuado el modo de comparar las similitudes y desemejanzas con los elementos análogos del cristianismo primitivo. Opino que esta sección dedicada a las comparaciones atraerá de modo especial a los lectores. 3. Me parece igualmente oportuna la ampliación de los temas suscitados por el orfismo y los cultos mistéricos por medio de una selección de textos de los Padres de la Iglesia: “El Pastor”, de Hermas, hermano del papa Pío, en Roma; con la obra de Justino Mártir, de Clemente de Alejandría, Tertuliano, Arnobio y Eusebio de Cesarea preferentemente. 4. El tratamiento específico y comparativo de la misteriosofía griega en Pablo de Tarso es más que oportuno. En mi opinión, si reina –en ámbito católico sobre todo– una gran ignorancia de lo que pensaba realmente Jesús de Nazaret y de lo que representaba su figura y propósitos para el Imperio Romano, más todavía impera un enorme desconocimiento sobre el pensamiento genuino de Pablo acerca del significado profundo en el pensamiento paulino de los dos ritos de entrada en el judeocristianismo o “mesianismo” –el bautismo y la eucaristía–, junto con la sorprendente idea de la participación del cristiano en los sufrimientos del Mesías. Ahora bien, esta cuestión queda en el libro presente estupendamente expuesta. Insisto que para los inicios del cristianismo la cuestión de comprender rectamente el pensamiento del Pablo genuino como fundamento de la Gran Iglesia cristiana de finales del siglo II, absoluta y netamente paulina –no petrina, como se suele afirmar–, es enorme, porque no se aplica con consistencia la doble noción de que la teología paulina se inserta en un ámbito totalmente judío, pero a la vez profundamente helenizado. Queda muy claro en el presente libro cómo el apóstol Pablo era consciente de que debía atraer nuevos conversos para su sistema de salvación –en los últimos momentos del mundo, como él sostenía– entre gentes con una mentalidad afín a su predicación, y cuya conversión era así más fácil. El sistema teológico paulino conectaba con el ansia de salvación de una inmensa minoría dentro del Imperio, es decir, gente que deseaba a toda costa la confirmación de la inmortalidad de su alma y la superación de trabas para su realización. El sistema de Pablo defendía, como base de su espiritualidad, la unión con el Mesías/Salvador a base de una noción estoica del cuerpo místico compuesto por el Mesías y sus creyentes, y de su idea de la eucaristía como fusión profunda, simbólica, con el Salvador. Y añadía que la participación del fiel mediante el rito del bautismo (hundimiento en el agua = muerte; salida del agua = resurrección, todo simbólicamente) en la peripecia vital de Jesús como entidad salvadora, ya divina tras su resurrección, garantizaba la salvación eterna. El bautismo por inmersión representaba ya en vida la muerte al Mal (el Pecado) y la resurrección a una vida perdurable y feliz. El libro de Segura Jaubert está publicado por EUNA, Univ. Nacional de Costa Rica en el año pasado 2022. Tiene 232 pp. ISBN 978-9977-65- 639-7. El precio ronda los 19 euros en papel, y puede adquirirse entrando en la página de la Editorial EUNA: https://www.euna.una.ac.cr/index.php/EUNA/catalog/book/333. Enhorabuena fina al autor y desearle el éxito que todo escritor desea que su libro se conozca, difunda, se compre, se lea y se discuta. Saludos cordiales de Antonio Piñero www.antoniopinero.com
Jueves, 26 de Enero 2023
Notas
Desde el punto de vista del final de los tiempos comunes, los tiempos en que reinaba la muerte, Pablo consideró que la Ley sirvió mientras el plan divino alcanzaba su punto culminante, el punto de la restauración de Israel en un nuevo tiempo en el que no reinaría la muerte y los hijos de la divinidad vivirían felices.
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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