Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
El tema de esta nota es: ¿significaba el uso de “Señor” otorgado a Jesús que las gentes que así lo llamaban lo consideraban Dios? O él mismo, ¿lo pensaba así? Hay algunos textos del Nuevo Testamento que llaman "Señor" a Jesús (en griego kýrios), no en un sentido banal (lo que aparece repetidas veces en los evangelios), sino implicando la divinidad del que es Señor. A este respecto, el pasaje más diáfano en los evangelios es Mc 12,35-37: « ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo dijo movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra... » La crítica afirma a propósito de este texto que es más que probable que sea secundario: no pertenece al estrato del Jesús histórico; es una creación posterior de la comunidad primitiva, posterior a la muerte de Jesús que contiene material apologético, de defensa de la fe cristiana, que conocemos por otras vías. Las razones para considerar este texto secundario, es decir, que contiene palabras no auténticas de Jesús son las siguientes: A. En esta clase de discusiones Jesús nunca toma la iniciativa. El que la tome aquí hace el pasaje sospechoso en cuanto a la forma. B. Parece deducirse de este pasaje que Jesús argumentaba que el mesías no puede ser hijo de David. Pero esta afirmación contradice el capítulo 11 del mismo Marcos, en donde es aclamado como hijo de David y él no se molesta en contradecir a quienes así lo proclaman. C. Si Jesús hubiese contradicho de manera tan clara la concepción de que el mesías no era hijo de David, tal concepción jamás habría tenido un sustento firme en la comunidad primitiva. Ahora bien, lo cierto es que ya Pablo la conoce y la mantiene (Rom 1,1-4: Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios, que había ya prometido por medio de sus profetas en las Escrituras Sagradas, acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro”. D. El argumento de fondo del pasaje marquiano podría ser que Jesús, aunque mesías no es hijo físico de David, sino algo superior a hijo de David, es decir hijo de Dios ontológico. Ahora bien, tal argumentación sería una confesión de fe de la comunidad helenística, no palabras atribuibles al Jesús de la historia. Otros textos pertinentes en los Evangelios son 1. Mc 1,40: “Señor, si quieres puedes curarme”. 2. Mc 9,22: “Señor si puedes hacer algo, ten piedad de nosostros y ayúdanos” 3. Mc 11,13: “El Señor lo necesita” (los discípulos piden prestado un asno para que Jesús entre en Jerusalén el “domingo de ramos”) 4. Mt 8,25: “Sálvanos, Señor que perecemos” (los discípulos en la tormenta del lago de Genesaret). Texto parecidos en Mt 14,28 y 14,30 5. Mt 8,21: “Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre…” 6. Mt 18,21: “Señor, ¿cuántas veces deberá mi hermano pecar contra mí…? Otros pasaje parecidos en Mt 13,51 y 26,22 En el Evangelio de Lucas: 7. Exclama Pedro: “Vete, Señor, déjame, pues soy un pecador”: Lc 5,8 8. Lc 9,54: “Señor, permítenos que hagamos descender fuego del cielo sobre ellos...” (petición de Juan y Santiago, hijos del Zebedeo, para que Jesús con su poder taumatúrgico castigue a una ladea samaritana) 9. Lc 10,17: “En tu nombre, Señor, hasta los demonios se nos someten”. 10. Lc 23,42: el buen ladrón en la cruz: “Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino…”. Obsérvese cómo ya en el Evangelio de Lucas los empleos de “Señor” sobre todo el último, tienen un carácter más sobrenatural. En el Evangelio de Juan este carácter divino del uso del término “Señor” se hace más palpable: 11. Marta exclama ante Jesús: “Sí, Señor, creo que tú eres el mesías, el hijo de dios que ha venido al mundo”: Jn 11,27 12. Muy claras son las palabras de Tomás cuando Jesús se le aparece tras su resurrección: “Señor mío y Dios mío”: Jn 20,28 A este respecto debemos comentar que los análisis de textos judíos durante siglos, desde mediados del siglo II a.C. hasta comienzos del siglo III dan testimonio de los usos siguientes del vocablo Señor, tanto en invocaciones como en una narración: • Se utiliza para designar a Dios • Entre seres humanos para designar a un maestro (alguna que otra vez puede ser equivalente a “maestro”, pues se prefiere “rabbí”) • También, como hoy día, para dirigirse a una persona de respeto • Si van juntos “rabbí” y “señor”, este último suele tener la preeminencia • En textos en los que los judíos se dirigen a un sanador o taumaturgo suele aparecer la designación “Señor”. Con estas aclaraciones, sería preciso que el lector repasara ahora los textos citados más arriba, y creo que estará muy probablemente de acuerdo en que los usos que se observan en los Evangelios de Marcos y de Mateo encajan bien con un ambiente natural de respeto a un maestro o persona importante, sin que en esa designación haya de verse ninguna fe en que tal persona es divina. A la vez se observará que en textos más tardíos, comenzando por Lucas, se observa una “teologización” del título de “Señor”, en donde se trasluce con ciereta claridad que al menos el evangelista está convencido de la dignidad divina o casi divina de Jesús, sobre todo en la escena de la cruz (el buen ladrón). Ahora bien, no conozco a ningún exegeta serio e uindependiente que afirme que ese pasaje pertenece al Jesús de la historia. Por el contrario, se sostiene comúnmente que es una creación de Lucas o de su tradición: por tanto, pura teología. Lo mismo cabe decir de los dos pasajes del Evangelio de Juan, a los que prácticamente ningún comentarista independiente sitúa en el ámbito del Jesús histórico, sino en el de la teología proyectiva del Cuarto Evangelista, quien pone en boca de Jesús, o de otros personajes, signos de una teología/cristología que tiene su entorno natural a finales del siglo I y no en el tiempo del Jesús histórico. Por tanto, en mi opinión, y a pesar de la intención más o menos clara de los evangelistas, se puede reconstruir con certeza que a Jesús como maestro y sobre todo como sanador y exorcistas las gentes de la Galilea del siglo I lo denominaban “Señor”, según el uso respetuoso de la época (y hasta hoy día) sin que ello signifique que los que así hablaban estuvieran pensando que estaban ante la encarnación de un ser divino. Y opino que Jesús tampoco lo pensaba de sí mismo. Saludos cordiales de Antonio Piñero
Viernes, 12 de Diciembre 2008
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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