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Posible nueva terapia contra la depresión: reducir la proteína cerebral FGF9

Científicos constatan en ratas una inhibición de los síntomas de este trastorno con este sistema


Un equipo de científicos de EEUU ha descubierto que la mayor presencia de una proteína específica en el cerebro está relacionada con la depresión. Probando a inhibirla en ratas deprimidas por estrés inducido, descubrieron que estas se mostraban menos depresivas. Por eso, creen que su hallazgo podría propiciar nuevos tratamientos para este trastorno. La proteína en cuestión se conoce como factor de crecimiento de fibroblastos 9 o FGF9. Por Irene Benito.


10/09/2015

Las células verdes muestran dónde los investigadores utilizaron un virus inyectado para bloquear la producción de FGF9 en cerebros de ratas. Fuente: University of Michigan
Las células verdes muestran dónde los investigadores utilizaron un virus inyectado para bloquear la producción de FGF9 en cerebros de ratas. Fuente: University of Michigan
La palabra depresión suele evocar un estado de ánimo "más bajo", pero en realidad significa mucho más, tal como muestra una investigación.
 
En general, la depresión se puede describir como el hecho de sentirse triste, melancólico, infeliz, abatido o derrumbado. Aunque la mayoría de nosotros se siente así de vez en cuando durante periodos cortos de tiempo, la depresión clínica dura semana e incluso meses, y se considera un trastorno del estado anímico que conlleva sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración que llegan a interferir en la vida diaria del paciente. 
 
Este trastorno puede darse tanto en adultos cómo en jóvenes con síntomas parecidos, como un estado de ánimo irritable y bajo en la mayoría de las ocasiones, insomnio o dificultad para conciliar el sueño, aumento y pérdida de peso por los cambios en el apetito y con ello una falta de energía y cansancio.

Asimismo, las personas con este trastorno tienen sentimientos de inutilidad y odio a sí mismas, falta de concentración, pérdida de ilusión e incluso sentimientos de desesperanza que pueden llevar a pensamientos de suicidio. Pero todos estos síntomas no son iguales en los niños: en ellos puede existir un cambio en el rendimiento escolar, el sueño y el comportamiento normal en el día a día.
 
Las causas de la depresión pueden ser diversas, a menudo se transmite de padres a hijos, con comportamientos aprendidos en el hogar o entorno, además de que puede ser debido a los propios genes. Puede desencadenarse por un hecho estresante o un episodio infeliz en la vida, también por una combinación de ambos factores.
 
Pues bien, con los resultados del presente estudio, surgen más evidencias de que este trastorno en el estado de ánimo no se debe solo a factores psíquicos, sino que, en realidad,  la depresión es una enfermedad física.
 
Cambios en el cerebro
 
Lo que han hallado los científicos es que las personas deprimidas presentan en sus cerebros una proteína llamada factor de crecimiento de fibroblastos 9 o FGF9, Este descubrimiento iría en contra de hallazgos previos, que han señalado que el cerebro deprimido a menudo tiene menor cantidad de componentes claves que el cerebro de personas no deprimidas.
 
En este caso, las personas con una depresión mayor tenían un 32% más de FGF9 en una zona clave de su cerebro que las personas sin enfermedad alguna. En el caso de ratas, cuando en estas se elevaron los niveles de la proteína FGF9, se produjeron cambios en su comportamiento similares a la depresión. Cuando en ellas se repitió el estrés social, también aumentaron los niveles de la misma proteína en sus cerebros.
 
En conjunto, estos resultados proporcionan una gran evidencia de que la depresión es una enfermedad física. Esta proteína o sus efectos puede resultar un buen objetivo para la creación de mejores medicamentos para esta condición mental que afecta a millones de personas.
 
El papel de FGF9 fue descubierto por un equipo de la Universidad de Michigan Medical School y de The Pritzker Neuropsychiatric Disorders Research Consortium de dicha Universidad (EEUU), gracias a años de comparaciones detalladas de tejido cerebral donado por personas con y sin depresión, y a múltiples estudios en ratas.
 
Asimismo, debido a que los fármacos que bloquean la producción excesiva de un componente en el cuerpo, generalmente, causan menos efectos secundarios que los medicamentos destinados a aumentarlos, el equipo dice que “sus hallazgos podrían ser prometedores para el desarrollo de una nueva clase de antidepresivos”.
 
"La fijación de la depresión no es fácil, porque es un trastorno en el nivel de los circuitos que conectan las células cerebrales, y muchas regiones del cerebro están involucradas", explica Elyse Aurbach, estudiante de doctorado de neurociencia y primera coautora del artículo, en un comunicado de la Universidad de Michigan.

"Sin embargo, esta es la primera FGF9 que ha sido relacionada con la depresión. Se encontró activa en un área del cerebro crítica para este trastorno. Nosotros la vamos a estudiar más a fondo, para poder determinar lo que está pasando. Es muy emocionante."

Un descubrimiento prometedor
 
Aurbach y su mentor Huda Akil, P.H.D., trabajaron con colegas de la UM Molecular, del Behavioral Neuroscience Institute y de otras universidades para hacer este descubrimiento. La clave de su trabajo fue el banco de cerebros de la Universidad de California, Irvine.
 
El equipo se centró en los factores de crecimiento de fibroblastos (FCF), que son moléculas implicadas en el crecimiento celular y el mantenimiento en el cerebro, y en otras áreas del cuerpo. Los investigadores se sorprendieron cuando los niveles de FGF9 fueron mayores en los cerebros de personas que habían tenido depresión, en comparación con personas que no. El aumento de esos niveles se sostuvo incluso después de que se representaran diferencias en las formas en que los individuos vivieron y murieron, momento en que se preservó su tejido cerebral para investigarlo.

En total, fueron estudiados 36 cerebros de individuos que habían estado deprimidos en vida, y 56 cerebros de individuos que no. A todos ellos se les aplicaron tres tipos diferentes de estudios de expresión de genes usando microarrays de ADN, y una prueba llamada PCR cuantitativa. Ambos sistemas permitieron analizar  toda la actividad genética de los cerebros de los donantes cuando estos murieron, específicamente en el área cerebral conocida como hipocampo.

El hipocampo es un área crucial del cerebro para la memoria, el aprendizaje y el control del estrés. Se ha descubierto que es menor en las personas con depresión, se cree que como resultado del estrés crónico que afecta a la salud de las células cerebrales en esa región.
 
Cada experimento mostró altos niveles de FGF9 en los cerebros deprimidos. Además,  los niveles de otros factores de crecimiento de fibroblastos se vieron reducidos a medida que la FGF9 aumentó, lo que sugiere una alteración de todo el sistema de regulación del crecimiento celular en los cerebros de las personas deprimidas.
 
Los roedores también tienen función FGF9
 
Intrigados por los resultados hallados en humanos, el equipo decidió explorar el papel de la FGF9 en experimentos con ratas. Esto permitió hacer algo que no se puede hacer en el ser humano: tratar de determinar si FGF9 se elevaba en respuesta a algo, como el estrés, o si niveles naturalmente más altos de FGF9 podían predisponer a la depresión.
 
En primer lugar, se expusieron ratas a estrés social repetido más de una semana y media, controlando al mismo tiempo  los niveles de FGF9 en diversas regiones del hipocampo de sus cerebros. Tras aumentar los niveles de esta proteína, las ratas se volvieron menos sociales y menos propensas a mantener un peso saludable.
 
Después, los científicos observaron lo que sucedía si la FGF9 se inyectaba en el cerebro, específicamente, en el ventrículo o espacio abierto entre los dos lados del cerebro. Las ratas que recibieron la FGF9 actuaron más ansiosas pero menos activas; unos cambios, parecidos a la depresión, que persistieron con inyecciones repetidas.
 
Por último, el grupo creó un virus que interfiere con la producción de FGF9 a través de un proceso llamado interferencia de ARN. El virus activo causó que los  niveles de FGF9 cayeran  un 30%, mientras que otros niveles de moléculas FGF se mantuvieron igual. Con esto, las ratas mostraron menos ansiedad.

A raíz de estos resultados, los investigadores esperan que su trabajo conduzca a la búsqueda de medicamentos que afecten los niveles de FGF9 para regular la depresión, aunque advierten que esta molécula también es importante en pulmones y vasos sanguíneos.

Referencia Bibliográfica:

 Elyse L. Aurbach et al. Fibroblast growth factor 9 is a novel modulator of negative affect. PNAS (2015). DOI: 10.1073/pnas.1510456112.



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