FILOSOFIA: Javier del Arco
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El Tesoro de la alfombra mágica

Entramos en la parte más polémica de la primera parte de este blog. Las controversias de la Teoría de la Evolución y la aportación de Wilber a dichas controversias. Como luego diré, trataremos de suturar fisuras, acercar posiciones, re-interpretar textos, aún a sabiendas que ni los própios darvinistas ortodoxos se ponen de acuerdo sobre cuestiones vitales. La polémica Jay Gould por un lado y Dennett, Dawkins y Wilson por el otro, es un ejemplo paradigmático. El trasfondo del problema aquí, en nuestra discusión serán las ideas de Teilhard de Chardin que en parte, sólo en parte, Wilber hace suyas. El problema está en que una parte de la biología y la filosofía norteamericanas y no digamos nada de la teología, ha ido mucho más allá de lo preconizado por el jesuita Belga, al fin y al cabo, un erudito y un poeta bio-cósmico cuyo esfuerzo final fue la justificación del Cristo cósmico y nuestra redención por Él. Veamos en este capítulo las opiniones de Wilber ya trabajadas por mi, simplificadas y adaptadas al lector europeo.


Lo micro está en una relación de intercambio con lo macro en todos los niveles de su profundidad. Este principio es importante, en particular cuando se trata de holones de mayor profundidad y de los tipos de ecosistema -en sentido amplio- que ellos deben co-crear y de los que depende su existencia.

Tomemos como ejemplo el ser humano y los tres niveles de materia, vida y cerebro-mente; todos estos niveles mantienen su existencia a través de una red increíblemente rica de relaciones de intercambio con holones de la misma profundidad en su entorno. El cuerpo físico existe en un sistema de relaciones de intercambio con otros cuerpos físicos -en términos de gravitación, fuerzas materiales y energías, luz, agua, climatología, etc.- y en sí mismo depende para su propia existencia de estas relaciones físicas. Además, la raza humana se reproduce físicamente por medio de producción y consumo de alimento -esencial éste para la evolución como señalo el injustamente olvidado gran biólogo español Faustino Cordón- y por la via del trabajo social organizado dentro de una economía de intercambio de materiales básicos en la fisiosfera.

De forma similar, la humanidad se reproduce biológicamente a través de relaciones emocional-sexuales dentro de familias insertas en un entorno social apropiado, y depende para su existencia biológica de toda una red de otros sistemas biológicos y ecosistemas; depende de que las relaciones de intercambio con la biosfera sean armoniosas.

Finalmente, los seres humanos se reproducen mentalmente por medio de intercambios dentro de entornos culturales y simbólicos, cuya esencia misma es el intercambio de símbolos con los demás. Estas relaciones de intercambio, están insertas dentro de las tradiciones e instituciones de una sociedad particular, de forma que esa sociedad puede reproducirse en el ámbito cultural y, por lo tanto, reproducirse en la noosfera lo que convenimos en denominar universalización de las ideas.

Relaciones de intercambio

En resumen, a medida que los holones evolucionan, cada capa de profundidad continúa existiendo en, y en dependencia de, una red de interrelaciones con otros holones en el mismo nivel de organización estructural. Abreviando, podemos decir: “relaciones de intercambio en el mismo nivel”. Las alteraciones en las relaciones de intercambio “al mismo nivel” con un entorno social de la misma profundidad, constituyen patologías evolutivas y la única forma de entenderlas es viéndolas así; hay que tener en cuenta, además que las alteraciones en un nivel (físicas, emocionales, lingüísticas) reverberan por todo el sistema, inclinando a otros sistemas a reproducir la distorsión evolutiva.

Como veremos, la relación de intercambio en el seno de un mismo nivel no significa que lo micro intercambie con un macro preestablecido: se co-crean mutuamente en un espacio emergente. Esta es una cuestión difícil que iremos comprendiendo a medida que avancemos. Por el momento, nos limitamos a citar a Varela (The Embodied mind, MIT Press):

“El punto clave es que estos sistemas no operan por representación (de un mundo predeterminado. El paréntesis es nuestro). En vez de representar un mundo independiente, ponen en juego un mundo como dominio de distinciones inseparable de la estructura encarnada por el sistema cognitivo (o más generalmente, por la estructura profunda o individualidad del holón. El paréntesis también es nuestro)”. La cuestión es que todos los holones son individuos compuestos de sus holones previos sobre los que añadir su propio patrón emergente; y cada nivel de estos holones (cada holón) mantiene su existencia a través de relaciones de intercambio con holones de la misma profundidad en el entorno social (o macro).

¿La evolución, es direccional?

Cuando Wilber se refiere a esta característica de la evolución, lo hace en sentido afirmativo, afirmando su direccionalidad. Aquí surge la alarma. Nuestros conocimientos de Biología Evolucionista nos impiden sostener “a priori” esa afirmación wilberiana. Pero toda discusión seria exige oír a las partes. De momento, en este artículo, en el que ya incluimos desde su título nuestra duda, veremos lo que dice Wilber. Una vez leído éste con atención, intentaremos responder en el próximo.

Esta es la famosa flecha del tiempo evolutivo, reconocida por primera vez en la biosfera y extendida, mediante las ciencias de la complejidad, a los tres grandes dominios de la evolución. Generalmente se entiende que esa direccionalidad conduce a una mayor diferenciación, variedad, complejidad y organización.

Si la evolución se caracteriza por la emergencia creativa –innovación-, rupturas de simetría, autotrascendencia y mayor profundidad -y mayor conciencia, lo que comentaremos más adelante-. Estos elementos son ya orientativos de la direccionalidad de la evolución. Aquí presentamos algunos otros, ya que regresiones aparte, paradas, disoluciones, etc., la evolución, de manera general, se caracteriza por: complejidad creciente; mayor diferenciación/integración; aumento progresivo de la organización/estructuración, autonomía relativa creciente, vacuidad y vacuidad.

Sobre este último término, vacuidad, también tenemos que abrir el pertinente debate y, sobre todo sobre su relación con la teoría de atractores, enormente interesante en estos momentos. Queda pues, antes de cerrar esta primera etapa, mucha tela que cortar.

Mayor complejidad

El biólogo alemán Woltereck acuñó el término anamorfosis -literalmente no ser “informe”- lo que de hecho que le pareció el rasgo central y universal de la naturaleza: la emergencia de una complejidad cada vez mayor. Jantsch, en su obra citada, lo describe así:

“La evolución del Universo es la historia del despliegue del orden diferenciado o complejidad. Despliegue no es lo mismo que construcción. Esta última destaca la estructura y describe la emergencia de niveles jerárquicos al conectar los sistemas “desde abajo hacia arriba”. Por otro lado, despliegue implica un entramado de procesos que llevan simultáneamente a fenómenos de estructuración en distintos niveles jerárquicos. La evolución actúa en el sentido de una estructuración simultánea e interdependiente del macro y el micromundo. Así, la complejidad emerge de la interpenetración de procesos de diferenciación e integración.....”.

La descripción de Jantsch con relación a la evolución del Universo, no es sino la historia del despliegue del orden diferenciado o complejidad. Per atentos: despliegue no dignifica lo mismo que construcción. La construcción hace hincapié en la estructura y describe la emergencia de niveles jerárquicos al conectar los sistemas de “abajo hacia arriba”, tal y como se construyen los edificios. Despliegue, por el contrario, implica un entramado de procesos que, simultáneamente, generan estructuración en los diferentes niveles jerárquicos. Lo importante, es que la evolución estructura de manera simultánea el micromundo y el macromundo. La complejidad emerge de la conexión de los procesos de diferenciación e integración.

Ballmmer y Von Weizsazker establecen que esta maximización de la complejidad no es otra cosa que el principio general de la evolución y L. L. Whyte, lo llamó “el principio fundamental del desarrollo del modelo”.

No obstante, Laszlo indica que la emergencia de un nuevo nivel de complejidad trae consigo una nueva simplicidad precisamente por que la nueva totalidad, como totalidad única, es más sencilla que sus partes. Así, afirma que la emergencia de un sistema de nivel superior es una simplificación de una función sistémica. Pero una vez emergido este nuevo nivel jerárquico, sus sistemas tienden, otra vez, a hacerse más complejos. Ilustremos con un ejemplo: en el proceso de evolución cósmica, el hidrógeno es el primer elemento formado y es estructuralmente más simple que los aparecidos posteriormente que son, entre otras cosas, más pesados por poseer mayor número de partículas elementales. En un nivel dado de organización, una molécula de agua es más simple que una proteína; en otro, un organismo unicelular es más sencillo que otro pluricelular. Así, mientras que un nuevo nivel de organización supone una simplificación de la función sistémica y de su estructura correspondiente, también significa el comienzo de una progresiva complicación estructural y funcional.

Mayor diferenciación-integración

Herbert Spencer estableció en 1862 que la evolución es:“un proceso de cambió desde una homogeneidad incoherente e indefinida a una heterogeneidad coherente y definida a través de continuas diferenciaciones e integraciones”, tomada de su obra Primeros Principios.

Esta definición del término Evolución permitió que los biólogos matizasen la frase de Darwin “descenso con modificación”. Ya hemos citado a Jantsch: “La complejidad emerge de la interpenetración de procesos de diferenciación e integración.....”

La diferenciación produce parcialidad o una nueva “multiplicidad”; la integración produce totalidad o una nueva “unidad”. Como los holones son totalidades/partes, están formados por la acción conjunta de diferenciación e integración.

Los procesos diferenciadores son necesarios para que ocurra la diversidad creada por la evolución, pero la integración es igualmente crucial pues convierte la pluralidad en unidad -el régimen, canon o patrón de un holón es su coherencia integradora-. De ahí la visión Whitehead de que “el carácter último que impregna el Universo es un impulso hacia la producción indefinida de nuevas síntesis o integraciones” -tomado de Lowe en Understanding Whitehead. Recordemos que a este impulso Whitehead lo llamó “creatividad” y afirmó que esta es la “actividad eterna a la que nadie escapa”. De ahí su importante afirmación: “Los muchos se convierten en uno y son enaltecidos por el uno -el nuevo holón-”.

Todos estos procesos son evidentes en la fisiosfera -átomos que integran partículas diferenciadas, moléculas que integran átomos diferenciados, etc.-, y en la biosfera -por ejemplo la progresiva diferenciación del cigoto y la progresiva integración de las partes resultantes en tejidos, en sistemas de órganos, organismos-; pero también están en las ciencias de la Noosfera. Por ejemplo, en el psicoanálisis evolutivo se ha dicho que el impulso agresivo es el impulso hacia la diferenciación y que Eros es el impulso hacia la integración y la alteración de alguno de ellos conduce a una grave patología psíquica -Gertrude y Rubin Blanck-.

Derrida: prevención y simpatía

Y llega Derrida. Ante este filósofo francés tenemos una mezcla de simpatía y a la vez de prevención. Como personas no dogmáticas que somos, le admiramos igual que a Habermas, -y ahora que Derrida ha muerto, esa simpatía se acrecienta por la rúbrica conjunta con Habermas la famosa carta de 2002 condenando la guerra de Irak y afirmando la convicción de la necesidad de una Europa unida- y comprendemos las posiciones de cada uno, procurando tomar de ellos y de otros, ideas que nos parecen enriquecedoras para nuestras investigaciones. A pesar de toda, la agitación surgida alrededor de la noción de Différance -nosotros escribimos diferenzia, con zeta, en vez de diferancia como hacen otros- que se pronuncia igual que Diffarance pero que tiene un significado diferente, el de diferir en el sentido de diferenciar y en el de retrasar y que algunos críticos han utilizado exhaustivamente para desmontar cualquier cosa que no fuese de su agrado. Derrida mismo la define de forma muy simple en su obra posiciones como “proceso de diferenciación”. Antes de que pueda surgir la comunicación, las entidades tienen que estar diferenciadas y en cierto sentido, estas entidades no existen antes del proceso de diferenciación per se. Diferenzia es pues una parte de esa “actividad eterna” de la creatividad, la fuerza dinámica que trae los seres a la existencia. Como señala Coward en su obra Derrida y la filosofía Hindú, “tiene fuerza impulsiva”,

La fuerza de articulación o diferenciación. En otras palabras, Derrida ve la diferenciación dinámica que caracteriza la realidad como un componente de la lengua misma. Esto permite al lenguaje, a través del proceso inherente de diferenciación, funcionar como medio de realización... El lenguaje participa de la realidad que manifiesta... el devenir dinámico de la realidad misma –Cowart- Pero la diferenciación demanda también integración y síntesis. Como expresa Derrida, “el juego de diferencias supone en efecto síntesis y remisiones”.

Este juego de fuerzas diferenciadoras e integradoras o diferenzia como dice Derrida, síntesis y remisión, está detrás de la notable crítica de Derrida a la “presencia”. El juego de diferencias implica síntesis y remisiones que evitan que haya un elemento que, en momento alguno o forma alguna, esté presente en y por sí mismo y esté referido únicamente a sí mismo. Tanto en el lenguaje hablado como en el escrito, ningún elemento puede funcionar como signo sin relacionarse con otro elemento que, simplemente, no está presente. Esta conexión significa que cada elemento está constituido con referencia a la huella que hay en el de otro elemento del sistema. Nada, en los elementos o en el sistema está simplemente presente o ausente.

También conviene recordar a Ferdinand de Saussure en un marco como este. Saussure afirma que “el lenguaje es un sistema de signos interdependientes en el que el valor de cada término es el resultado de la presencia simultanea de los demás”; es decir, el signo nunca está presente por sí mismo -tomado de Structuralism and Semiotics, de Hawke-. Personalmente, esta afirmación me preocupa: el signo nunca está presente por sí mismo. ¿Y en el genoma? Que bonito debate saber si la molécula de ADN contiene signos que puedan ser considerados como tales. Lenguaje es, desde luego. Muy particular, si se quiere, pero lenguaje al fin.

Lo que los demás no son

En cuanto al proceso diferenciador del lenguaje, hay una expresiva frase de Saussure que dice: “En el lenguaje únicamente hay diferencias sin términos positivos. Su característica más precisa está en ser lo que lo demás no son. Tomemos el significante o el significado; el lenguaje no tiene ideas ni sonidos que existieran con anterioridad a la aparición del sistema lingüístico. Únicamente diferencias fónicas y conceptuales han surgido del sistema”.

Volviendo a la obra de Hawkes, ahí es donde la integración es crucial: “El lenguaje es el ejemplo supremo de estructura de relación auto contenida, cuyas partes constituyentes no tienen dignificado a menos, y hasta que, sean integradas dentro de sus limites”

Volveremos sobre este punto. Entre tanto, podríamos señalar simplemente que la gran innovación de Saussure fue la de tratar el lenguaje como un holón relativamente autónomo, de forma que su estructura y régimen constituían los modelos diferenciadores e integradores que gobiernan cada elemento –subholón- del sistema, de forma que un gran número de elementos que, en otro caso serían “insignificantes”, se agrupan para formar signos significativos por medio del sistema; el holón superior confiere significación a los subholones al mantenerlos en una relación común. Saussure no alcanzó una visión totalmente holónica, pero dio un paso importante en la dirección adecuada y tuvo un enorme impacto histórico.

Lo mismo pero con nuestras propias ideas: No hay nada que no sea un holón, un contexto dentro de otro contexto para siempre. No puede señalar a ningún lugar, a ningún holón y decir que es solo eso y nada más, porque cada holón es simultáneamente un supraholón y un subholón; nada está nunca simplemente presente.

En cuanto a la operación conjunta de diferenciación e integración en la Noosfera, Habermas señala que los “distintos mundos de la vida que colisionan entre sí, no están uno junto a otro sin entenderse mutuamente. Como totalidades, siguen el impulso de sus deseos de universalidad y resuelven sus diferencias hasta que los horizontes de su comprensión se funden uno con el otro”.

Extensión y condensación

Por todas partes vemos esta doble operación de extensión y condensación. Habermas continúa: “ la creciente reflexibilidad de la cultura, la generalización de los valores y normas, la elevada individualización de los sujetos socializados, el desarrollo de la conciencia crítica, la formación autónoma de la voluntad y la individuación, tienen lugar bajo las condiciones de una red de intersubjetividad generada lingüísticamente y cada vez más finamente entretejida y extensa”.

Y su propuesta es que todo esto significa: “diferenciación e integración a la vez; una densificación de la telaraña de hilos intersubjetivos que simultáneamente mantienen unidos los componentes, cada vez más agudamente diferenciados, de la cultura, la sociedad y la persona” (Véase El discurso filosófico de la modernidad).

Habermas deja claro, en el párrafo anterior, que está partiendo de Hegel y conduciéndose por un camino no transitado con anterioridad. Y es que Hegel es una base sólida y un punto de partida excelente, para casi todo. ¿Se me condenaría a la hoguera si dijese que la filosofía de Hegel es, en cierto sentido, la filosofía de los holones y la dialéctica diferenciadora-integradora que impulsa todo desarrollo?

La frase de Habermas, extraída del “Discurso” es por demás significativa: no es solo una extensión de la telaraña, también es una densificación: no únicamente extensión, también profundidad.

En resumen, la evolución requiere que la diferenciación y la integración operen juntas y esa es la razón por lo que el proceso puede denominarse, diferenciación/integración. Parecen ser tendencias opuestas solo en la ontología plana, unidimensional. Pero en el Kósmos multidimensional, más de una significa más de la otra. Se abrazan eternamente para producir nuevas totalidades/partes. Es la dialéctica de la profundidad.

La organización - estructuración va en aumento

Como cada nueva evolución del suprasistema lleva a una complejidad progresiva de su nivel de definición y, en último lugar a la creación de hiperciclos que le hacen cambiar al nivel siguiente de organización. La evolución se mueve del sistema más simple al más complejo y desde el nivel de organización menor hasta el mayor.

En biología evolutiva esta frase subyace a la distinción entre capas y grados, como señala Futuyma en su obra Evolutionary Biology:

“Un grupo de especies con un ancestro reciente forma una capa; un grupo con el mismo nivel de organización estructural forma un grado.

Grado, obviamente, es otra forma de decir profundidad.

Autonomía relativa creciente

Es un concepto muy poco comprendido, simplemente hace referencia a la capacidad de un holón para auto preservarse en medio de las fluctuaciones ambientales, ya que autonomía relativa es otra forma de decir individualidad. Y de acuerdo con las ciencias de la complejidad, cuanto más profundo es un holón mayor es su autonomía relativa.

En la biosfera y en la fisiosfera esto es obvio, pero cuando llegamos a la noosfera, a los humanos, la autonomía relativa alcanza una grado tan elevado que puede producir no-solo diferenciación del entorno, algo necesario, sino disociación del mismo, lo que es desastroso: una expresión de individualidad patológica que, entre otras cosas, conduce al averno ecológico.

La razón por lo que la autonomía es siempre “relativa” es porque únicamente hay totalidades/partes.

La autonomía, como todos los aspectos del holón, es deslizante: Un holón es relativamente autónomo frente a los subholones que contiene y está relativamente supeditado al supraholón que le contiene. Y esto es así, porque como señaló Francisco Varela, un nivel de una holarquía es externo a sus holones menores e interno a sus mayores.

Los post-estructuralistas posmodernos han intentado desbaratar autonomías establecidas, señalando contextos más amplios que real mente “determinan” la supuesta “autonomía” de la unidad aislada, por lo que a esta se la declara “muerta”, lo que es igual a declarar muerto al escritor, al sujeto, al patriarcado, al dios mítico, al ego, a la racionalidad, al logocentrismo, etc. Para ello, sostienen que la “autonomía” o estructura sistémica del contexto ampliado es meramente una parte de. ; el juego sigue hasta que el crítico se cansa -o se establece en una ideología-, porque en realidad no hay nada que pueda parar el juego deslizante de un punto dado, ya que los contextos son ilimitados

Descentrando unidades

Pero descentrar unidades que previamente eran autónomas, es evidentemente, parte importante de las verdades de los críticos posmodernos. Demos algunos ejemplos: El ego autónomo de la Ilustración no es tan autónomo porque está establecido en el contexto de sus propios impulsos orgánicos -crítica psicoanalítica a la Ilustración-, y estos impulsos, previamente inconscientes, deben ser integrados para que emerja la verdadera autonomía. Pero la persona integrada y autónoma del psicoanálisis no es realmente autónoma, porque está situada dentro del contexto de las estructuras lingüísticas que determinan autónomamente el significado sin que el individuo lo sepa -la crítica lanzada por el estructuralismo, la arqueología de Michel Foucault-. Pero las estructuras lingüísticas no son realmente tan autónomas, porque existen únicamente en el contexto de visiones del mundo prearticuladas que usan el lenguaje sin que dicho lenguaje registre este hecho -la crítica de Heidegger y Gebser-. Pero además, las visiones del mundo son una pequeña parte de enormes redes y contextos de prácticas sociales -señaladas de maneras diversas por Marx, Habermas y después Foucault-. Y yendo aún más lejos, algunos teóricos como Kierkegaard, Schelling o Hegel insistirían en que las prácticas sociales solo existen en y a causa de, el contexto más amplio del espíritu.

En cada uno de estos casos, el filósofo de turno -Freud, Marx, Heidegger, Foucault o Schelling- nos dice algo importante sobre el significado de nuestra existencia al situarla en un contexto más amplio, porque significado y contexto son en cierta medida sinónimos. Cada teórico sucesivo da a nuestra existencia un significado más profundo, más amplio o mayor, al encontrar contextos previamente ocultos que repentinamente hacen que la autonomía cambie bajo nuestros pies cuando señalan comuniones más amplias en las que vivimos, respiramos y tenemos nuestra razón de ser. En este sentido cada uno de ellos tiene toda la razón: El ego existe en el contexto del organismo total y sus impulsos, que existen en el contexto de un mundo revelado lingüísticamente, que existe en términos de redes generales de prácticas sociales. Que a su vez subsiste en Gea-en-Kósmos.

Es la naturaleza misma del holón, contextos dentro de contextos, dentro de más contextos. Y cada vez que se descubre uno de estos contextos mayores o más profundos, si se quiere, encontramos que a cada holón dado se le confiere un nuevo significado, porque como señalábamos antes, el contexto ampliado confiere significado a sus holones que, por sí mismos, solos y aislados, no pueden tener. Llegado a este punto no me resisto a analizar brevemente el texto, tanto desde una perspectiva hermenéutica como estructuralista.

Toda teoría literaria la podemos contemplar como un intento de definir lo que nos atrevemos a denominar holón literario, y por tanto aquel lugar en el que podemos localizar el significado de un texto. Antes se consideraba que e significado era algo que el autor creaba y situaba dentro de un texto, y el lector simplemente lo extraía. Esta visión es ahora considerada muy pueril por todos los teóricos implicados.

Con la llegada del psicoanálisis, que socavó el ego autónomo mediante los impulsos orgánicos -hay, sin embargo, impulsos orgánicos que motivan el ego supuestamente autónomo- se reconoció que parte del significado pudiese ser inconsciente o estar generado inconscientemente. Y este significado inconsciente se abriría camino “a la chita callando” por el texto sin que el autor se diera cuenta de ello. Por lo tanto, era trabajo del psicoanalista extraer este significado inconsciente, y no del supuestamente inocente lector.

Hermenéutica de la sospecha

La “Hermenéutica de la Sospecha” de Paul Ricoeur, en sus diferentes formas, llegó a contemplar los textos como receptores de significados inconscientes, que podían ser extraídos únicamente por un crítico experto. Cualquier contexto reprimido, oprimido o marginado fuera de la forma que fuese se mostrará disfrazado en el texto como testigo oculto o albacea testamentario de situaciones de represión y/o marginalización del autor. Lo que denominamos contexto marginalizado no era sino subtexto subterráneo u oculto.

La variante marxista de este proyecto, consistía en contemplar también el contexto de prácticas sociales en las que no sólo operaba el autor sino también el propio crítico. No había sólo un subtexto crítico sino también un contexto. La operación era exactamente la inversa: del texto podía extraerse el contexto siguiendo el razonamiento, cada texto podía ser leído en un contexto diferente, racista, elitista, imperialista, logocentrísta, etc.

Distintas formas de estructuralismo y hermenéutica lucharon, incluso salvajemente, para encontrar el contexto real que poseyera un significado final y real y estableciese una relación definitiva. Michel Foucault, en su periodo arqueológico antes comentado y criticado, sobrepasó ambas posiciones -estructuralismo y hermenéutica- situándolos en una episteme o campo epistemológico que, en si misma era la causa y un contexto para la gente que hacía hermenéutica y estructuralismo.

Según Foucault, entendemos por episteme, a la estructura subyacente y por lo tanto inconsciente, que delimita el campo de conocimiento y los modos de cómo los objetos son percibidos, agrupados y definidos. La episteme no es propiamente una creación humana; es más bien el lugar donde el hombre queda instalado y desde el cual conoce y actúa conforme a unas reglas de tipo estructural. El estudio de una episteme no es ni historia global ni tampoco de las ideas. Es arqueología. De hecho, dentro de una episteme no hay ni continuidad ni proceso histórico.

Episteme moderna

Las modernas ciencias humanas no han constituido según Foucault, la episteme moderna:“es más bien la disposición general de la episteme lo que da su lugar, llama e instaura -a las ciencias humanas- permitiendo constituirse al hombre como objeto” -“Las palabras y las cosas”; “Una arqueología de las ciencias humanas”-

Foucault, afirma que la episteme moderna ha dibujado el perfil del hombre como aquel que hace su propia historia, pero esta acción es algo inscrito en el ámbito de una episteme, luego en realidad no es el hombre el que hace su historia sino que la episteme hace un determinado hombre. El fin de hombre es simplemente el fin de una episteme en la que este aparece como el pricipal objeto de conocimiento.

La noción de episteme puede ser considerada como una noción estructural - como uno de los aspectos que puede asumir la idea de estructura tal como ha sido elaborada por los estructuralitas-. En todo caso, parece constituirse con una estructura profunda “inconsciente”, “no humana”, no producida por las acciones individuales ni si quiera por supuestas acciones colectivas de hombres. A su vez, una episteme es discontinua con respecto a otras. Lo más importante para Foucault en la episteme, son las discontinuidades, las rupturas, la ausencia total de un centro y algo así como una dispersión. La episteme, concepto difícil donde los haya, no puede ser considerada unidad, sino en todo caso series de series. Por eso la episteme no supone una concepción del mundo y de la vida y tampoco una visión de ellos; ni siquiera es un sistema estructural de reglas. En todo caso si hay reglas, éstas no determinan las series de series, sino a la inversa; las reglas surgen del “cuadro” que, como el de la imagen que se observa en un televisor, esta formado por series discontinuas. La episteme, es pues, una estructura más profunda y subyacente que cualquier otra estructura que podamos imaginar.

Holón literario autónomo

Volviendo al hilo del discurso, podemos afirmar que el llamado “nuevo criticismo” -ahora ya no es tan nuevo- soslayó todo esto. El texto, por sí mismo es el holón literario autónomo. Ignórese la personalidad del autor -consciente o inconsciente-, el tiempo y el lugar; fijémonos únicamente en la integridad estructural del texto -su régimen, su código-. La teoría “afecto-respuesta” o “lector-crítica” –Fish- reaccionando vivamente a la anterior afirmaba que como el significado sólo se genera al leer, este se haya sólo de manera real en respuesta al lector. Los fenomenólogos -Iser, Ingarden- intentaron una combinación de los dos anteriores: el texto tiene lagunas, los llamados puntos de indeterminación y el significado de esas lagunas puede ser hallado por el lector.

La deconstruccion al llegar estableció que el significado depende del contexto y como creo que hemos dicho más de una vez, los contextos son ilimitados.

Como colofón de todo esto, podría llegarse a una conclusión atrevida: supongamos que todas las teorías sobre el significado no están equivocadas, y todas ellas tienen razón. Luego todas ellas son de manera relativa instantáneamente verdaderas en un contexto concreto y todas pueden ser relativamente precisas porque los contextos siempre son unos dentro de otros, dejando lugar siempre para todos ellos.

Resumiendo, el estudio de la Holarquía es el estudio de verdades dentro de otras verdades. La deconstruccion, en su interpretación norteamericana es el negativo fotográfico de ésta afirmación y establece que cualquier planteamiento (aparte del suyo) es el estudio de mentiras dentro de otras mentiras, etc. Por eso aterriza en el nihilismo y de ahí surge una de las conexiones Nietzsche-postmodernidad. Mientras que el estudio de verdades dentro de verdades no lleva al nihilismo sino a la Vacuidad de Nishitani o plenitud creadora del Kósmos.

Cada descubrimiento de un contexto nuevo y de un significado más profundo, supone cambiar nuestras perspectivas y profundizar nuestra percepción pese a la resistencia que siempre existe para abarcar el concepto más amplio y profundo. El yo está situado en contextos, dentro de contextos, etc. y cada cambio de contexto, es a menudo un doloroso proceso, incluso de crecimiento, y también de muerte de un concepto superficial y de renacimiento a otro más profundo.

Por eso cada vez que identificamos un contexto más profundo, nuestra autonomía relativa aumenta realmente, porque al identificarnos con una percepción más profunda, encontramos una mayor libertad.

Aunque toda autonomía es relativa, la autonomía aumenta con a evolución porque hay más fuerzas externas que, si antes chocaban con la autonomía del holón, ahora se han convertido en fuerzas cooperantes con él, debido a la trascendencia e inclusión. En contextos más profundos hay un mayor grado de libertad siendo este uno de los ejes centrales de nuestra filosofía.

Vacuidad

El canon, código o estructura profunda de un holón actúa como un imán, un atractor, para la realización de ese holón en el espacio y el tiempo. Es decir, el punto final del sistema tiende a “atraer” la realización del holón en esa dirección, ya sea un sistema físico, biológico o mental. Este fue un tema ampliamente ignorado mientras la ciencia se dedicaba a estudiar un conjunto de rocas en movimiento, es decir, mientras ha predominado el mecanicismo. Pero incluso en la fisiosfera, la entelequia aristotélica (modernamente traducida por régimen, canon o estructura profunda) de un holón gobierna la forma final de su realización, desde las nubes electrónicas hasta los atractores caóticos de los sistemas complejos. En la Teoría Dinámica de Sistemas los elementos principales son los llamados Atractores que pueden ser estáticos, cuando la serie de estados de un sistema llega a detenerse -estudiados por René Thom en su Teoría Catastrófica Topológica-. Si los estados mantienen un ciclo repetido con una periodicidad definida, el sistema esta sometido a un atractor periódico. Si la trayectoria de los estados del sistema ni se detiene ni muestra periodicidad y actúa erráticamente, se dirá que el sistema esta bajo la influencia de un atractor caótico.

En los últimos años, el comportamiento caótico ha sido descubierto en una gran cantidad de sistemas naturales y su modelo matemático ha hecho un rápido progreso. Ha surgido toda una disciplina, dentro de la Teoría Dinámica de Sistemas para dedicarse al estudio de los atractores caóticos y de los sistemas por ellos gobernados; esto es lo que se conoce popularmente -ignoramos sí sabiendo lo que se dice-, como Teoría del Caos. A pesar de su nombre, la teoría busca eliminar el caos más que descubrirlo o crearlo; estudia procesos que superficialmente parecen caóticos, pero que analizados con mayor precisión muestran interesantes rastros de orden. Los atractores caóticos son estructuras complejas y sutilmente ordenadas que constriñen el comportamiento de sistemas tenidos por impredecibles y aleatorios.

A este respecto, Varela y col. en “The embodied mind”, afirman: “Lo que tienen de común todos estos fenómenos es que, en cada caso, una trama da lugar a nuevas propiedades que los investigadores tratan de comprender en su generalidad. Una de las formas más útiles para captar las propiedades emergentes que estos sistemas tienen en común es a través de la noción de atractor propia de la teoría dinámica de sistemas”.

Caos y Tercer Estado

La Teoría del Caos comprende aquellos tipos de transformaciones propias de los procesos evolutivos que se hallan en el llamado “Tercer Estado” -muy lejanos del equilibrio- en el mundo real cosa que puede ocurrir desde los átomos a las sociedades humanas. Este tipo de transformaciones genera estadísticamente una tendencia hacia dos hechos: mayor complejidad y un nivel superior de organización. El sistema salta a un nuevo nivel, adquiriendo así mayor dinamismo y autonomía -los electrones en un átomo-. Finalmente, muchos factores convergen para empujar hacia arriba, a los sistemas, en la escala holárquica.

Para rematar este asunto añadiremos que cuando un número de variaciones y fluctuaciones creciente, transforma la estabilidad dinámica de un sistema, cuando sus atractores periódicos ya no pueden mantenerse en un estado estable, aparecen los atractores caóticos y con ellos un estado de transición definido por un caos transitorio. Cuando el sistema alcanza de nuevo los atractores caóticos, nacidos en el momento de la perturbación, revierte en un nuevo conjunto de atractores periódicos que mantienen al sistema alejado del equilibrio termodinámico, mediante más información, mayor eficacia en la utilización de energías libres, mayor autonomía relativa y en resumen más complejidad estructural ya que el sistema a ascendido de nivel.

Y volvemos a la idea de vacuidad. La pequeña atracción que ejerce el estado final del régimen de un holón está por supuesto muy extendida no solo en la fisiosfera, sino también en la biosfera y la noosfera. Me he referido ya al caso de la encina y la bellota. El código de una bellota -su ADN- lleva la encina escrita en él, por todas sus células. A través de procesos sencillos relacionados con la germinación y el crecimiento, la mencionada bellota se desarrollará holárquicamente y llegará a ser una nueva encina. Hoy, muchos biólogos, reconocen la existencia de una dirección hacia funciones futuras El gran debate se centra en propósito no, propósito si. Jakobson en su obra “On Languaje” citando entre otros a O.

Jonás Salk y en referencia a esta cuestión, dice:“está en la naturaleza misma del organismo orientarse para el cambio que está ocurriendo. La naturaleza intrínseca del organismo -llámese régimen o estructura profunda-, influencia el rango o la dirección del cambio que puede ocurrir; este, cuando ocurre se añade a los demás de forma que parece haber “causas” hacia las que son atraídos los organismos en desarrollo”.

Javier Del Arco
Domingo, 25 de Junio 2006
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Editado por
Javier Del Arco
Ardiel Martinez
Javier del Arco Carabias es Dr. en Filosofía y Licenciado en Ciencias Biológicas. Ha sido profesor extraordinario en la ETSIT de la UPM en los Masteres de Inteligencia Ambiental y también en el de Accesibilidad y diseño para todos. Ha publicado más de doscientos artículos en revistas especializadas sobre Filosofía de la Ciencia y la Tecnología con especial énfasis en la rama de la tecno-ética que estudia la relación entre las TIC y los Colectivos vulnerables.




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