FILOSOFIA: Javier del Arco
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El Tesoro de la alfombra mágica

Los holones no evolucionan solos porque no están solos: la evolución es ecológica en sentido amplio. Lo micro y lo macro, lo individual y lo social, evolucionan heterárquicamente hacia nuevos niveles holárquicos de cada uno de ellos. Esta distinción general entre lo micro y lo macro es válida para todos lo niveles de desarrollo excepto quizá en los más extremos, como el momento de iniciarse el Big Bang, pues parece ser que entró en juego unos pocos nano o microsegundos después.


Brian Greene
Brian Greene
Destrúyase un holón de cualquier tipo y se habrán destruido todos sus holones superiores y ninguno de sus inferiores. Esta cuestión es obvia y se puede deducir de manera trivial de lo dicho en artículos anteriores. Sin embargo, apuntaremos sólo que un átomo es más fundamental y a la vez menos significativo que una célula.

Más fundamental, porque todo lo que está por encima de él -incluida la célula- depende de él para existir. Menos significativo, porque una parte menor del Kósmos es abarcada por él. Una célula será más significativa porque abarca átomos y por tanto refleja o significa más del Kósmos en su propio ser. Es más significativa, pero menos fundamental –basal- que un átomo. Y así sucesivamente. Veamos con más detalle estas aseveraciones.

La diferencia entre fundamental y significativo es importante de establecer ya que veremos que cuanto más fundamental es un holón, es menos significativo, y viceversa. Es decir: cuanto menos profundidad tiene un holón, tanto más fundamental es para el Kósmos, porque es un componente de muchos otros holones.

Los átomos, por ejemplo, son extremadamente fundamentales, hablando en términos relativos, porque las moléculas, células y organismos dependen de ellos. Cuanto más fundamental es un holón, una parte mayor del universo lo contiene como parte necesaria o constitutiva, sin la que los demás holones no podrían funcionar ni existir. Menor profundidad implica ser más fundamental; implica que ese holón particular es el “ladrillo” del que están hechos los demás holones.

Al mismo tiempo, cuanta menor profundidad tenga un holón, tanto menos significativo es para el Kósmos, porque abarca, en sus própios componentes, poco de este. Podríamos decir para entendernos que en este caso hay “menos” Kósmos que le es interno a ese holón, que queda abarcado dentro del ser del holón mismo; dicho de otro modo: es menos significativo porque más Kósmos le es externo.

Por otro lado, cuanto mayor es la profundidad, o cuanto mayor es la totalidad de un holón dado, tanto menos fundamental es, porque hay menos holones que dependen de él para existir. Los primates, Vg., no son unos holones muy fundamentales porque ni los átomos, ni las moléculas, ni las células dependen de ellos.

Pero por la misma razón, cuanto menos fundamental -que aquí, como habrá podido comprenderse, tiene un significado de fundamento o base-, más significativo: ese holón será más significativo para el universo porque una mayor parte de él está reflejada o abarcada en esa totalidad particular; una mayor parte del Kósmos le es interna, como parte de su propio ser. Los primates son relativamente muy significativos porque representan y contienen átomos, moléculas, células, tejidos, órganos, sistemas, etc.: significan más del Kósmos.

En el transcurso de estos artículos, volveremos sobre este tema y veremos que se relaciona con los llamados valores intrínsecos y extrínsecos; veremos también que los teóricos que confunden gran extensión con gran profundidad también están confundiendo lo más fundamental con lo mas significativo, y acaban recomendando la regresión como dirección hacia un nuevo crecimiento, equivocada claro está; en la ontología plana la dimensión vertical está ausente y por eso no pueden localizar su error.

Las holarquías coevolucionan

Los holones no evolucionan solos porque no están solos. A menudo a este principio se le llama coevolución, lo que simplemente significa que la “unidad de evolución” no es el holón aislado, sino este más el entorno inseparablemente ligado a él. Luego, y se trata de una consecuencia muy importante: la evolución es ecológica en sentido amplio.

Jantsch refiere a esto como la interdependencia entre la microevolución y la macroevolución con lo que alude a la coevolución del individuo, micro, y su contexto más amplio, macro. Es otra manera de decir que toda individualidad es siempre individualidad en comunión. Esta propiedad, es un rasgo central de la escenificación de Francisco Varela.

Si aplicamos nuestro razonamiento, la individualidad de un holón -“propiedades autoorganizativas intrínsecas”- pone en escena un espacio en el mundo (hace aparecer un dominio de distinción) y lo hace de forma relativamente autónoma, con la adición crucial de que la individualidad de un holón es en parte resultado de “emparejamientos estructurales” con el espacio asociado, lo que se explicará con detalle más adelante. La individualidad como individualidad-en-comunión, explica por tanto la autonomía relativa y la codeterminación micro/macro.

Según lo explican Varela, Thompson y Rosch en The embodied mind: “El punto crucial aquí es que no retenemos la noción de un entorno previo e independiente, sino que lo dejamos difuminarse en el trasfondo para favorecer los así llamados factores intrínsecos –individualidad-. Por el contrario, destacamos que la noción misma de lo que es un entorno no puede ser separada de lo que son los organismos y mucho menos de aquello que hacen. Este punto ha sido elocuentemente explicado por Richard Lewontin: “El organismo y el entorno realmente no están determinados de forma separada. El entorno no es una estructura impuesta a los seres vivos desde fuera sino que de hecho es una creación de esos seres....” (el entrecomillado referido a Lewontin es de ellos).

Y continúan: “ La clave, entonces, es que las especies hacen surgir y especifican sus própios dominios de problemas a resolver o satisfacer; este dominio no existe “allí fuera” en un entorno que actuase como pista de aterrizaje de los organismos que, de alguna forma, caen sobre el mundo. Por el contrario, los seres vivos y sus entornos están en relación entre sí a través de la especificación mutua o codeterminación. Así, lo que describimos como regularidades ambientales no son rasgos externos internalizados como asumen la representación y el adaptacionismo. Son el resultado de la historia conjunta, una congruencia que se desarrolla a partir de una larga historia de codeterminación”.

Esta es la causa también de que la “unidad” evolutiva sea, básicamente, una unidad micro/macro, es decir: casi cualquier holón que exista.

Varela y col., continúan: “El punto crucial aquí es que no retenemos la noción de un entorno previo e independiente, sino que lo dejamos difuminarse en el trasfondo para favorecer los llamados factores intrínsecos, individualidad. Por el contrario, destacamos que la noción misma de lo que es un entorno no puede ser separada de lo que son los organismos y mucho menos de aquello que hacen. Este punto ha sido elocuentemente explicado por Richard Lewontin: “El organismo y el entorno realmente no están determinados de forma separada. El entorno no es una estructura impuesta a los seres vivos desde fuera sino que de hecho es una creación de esos seres....” (el entrecomillado referido a Lewontin es de ellos).

Y continúan: “ La clave, entonces, es que las especies hacen surgir y especifican sus própios dominios de problemas a resolver o satisfacer; este dominio no existe “allí fuera” en un entorno que actuase como pista de aterrizaje de los organismos que, de alguna forma, caen sobre el mundo. Por el contrario, los seres vivos y sus entornos estan en relación entre sí a través de la especificación mutua o codeterminación. Así, lo que describimos como regularidades ambientales no son rasgos externos internalizados como asumen la representación y el adaptacionismo. Son el resultado de la historia conjunta, una congruencia que se desarrolla a partir de una larga historia de codeterminación”.

Esta es la causa también de que la “unidad” evolutiva sea, básicamente, una unidad micro/macro, es decir: casi cualquier holón que exista.

Varela y col., continúan: “La consecuencia inmediata es.....la simultaneidad de la macro y la microevolución en el Universo. Las estructuras macroscópicas se convierten en el entorno de las estructuras microscópicas e influencian su evolución de manera decisiva, e incluso imprescindible. Al contrario, la evolución de las estructuras microscópicas se convierte en un factor decisivo en la formación y evolución de estructuras macroscópicas. Esta interdependencia constituye tan sólo un aspecto de la coevolución -aspecto que según él es operativo en la fisiosfera, la biosfera y la noosfera-. Este principio implica que cada sistema está unido con su entorno por un proceso circular que establece una conexión retroalimentada entre la evolución de ambos lados. Esto no es cierto únicamente para los sistemas dentro del mismo nivel jerárquico; todo el complejo sistema más su entorno, evoluciona como un todo”.

Evolución heterárquica

Dicho de otra manera, según Jantsch, lo micro y lo macro, lo individual y lo social, evolucionan heterárquicamente hacia nuevos niveles holárquicos de cada uno de ellos.

Introducimos así el concepto de entorno del holón. La distinción entre un holón individual y su holón social –entorno- es difícil de establecer. La misma palabra individual es confusa. Procede del latín individualis que significa no divisible o no separable. Según esta definición y aunque parezca paradójico, no puede haber individuos en el Kósmos. En éste solo hay holones o dividuos.

Todo holón individual esta definido por una forma o patrón específico, y ese patrón es hasta cierto punto autónomo o resistente a ser destruido por el medio ambiente. A eso nos referimos cuando denominamos “individual” a un holón- estamos aludiendo aun individuo persistente y complejo, compuesto de sus holones memores a los que añade su propia forma determinante, totalidad, canon o estructura profunda (que es el nuevo holón en su individualidad compuesta).

Y nos referimos además -aunque no usemos estos términos- a que generalmente la totalidad o campo mórfico del holón -si al final asumimos esta acepción, pues estamos pendientes de realizar un estudio profundo sobre las teorías de Rupert Sheldrake- individual organiza la indeterminación de sus acompañantes menores.

En otras palabras, aunque un “holón individual” es inseparable de su entorno social, su factor determinante lo constituye su propia forma o patrón. En la medida en que podamos reconocer razonablemente ese patrón, nos estaremos refiriendo a un holón individual y a su entorno lo llamaremos holón social.

Superorganismos

Esto sigue siendo en cierta medida arbitrario porque hay algunos holones sociales que parecen actuar como holones individuales o “superorganismos”, como una colonia de hormigas, por ejemplo. Pero en los asuntos humanos, la mayoría de nosotros nos resistimos a describir como superorganismo a un holón como el Estado, porque todos los organismos tienen prioridad sobre sus oponentes y sin embargo, con la emergencia de las estructuras democráticas nos gusta pensar que el Estado está subordinado al pueblo, que la totalidad esta subordinada a las partes.

En la medida en que esto es cierto, el sistema social no es un verdadero organismo; es un holón social o ambiental, no individual. Además, el Estado a diferencia del individuo concreto, no tiene un locus de autaoprehensión, un sentimiento unificante de ser una unidad. En términos generales, le falta un locus del “autoser” individual. Habermas dice que el Estado no es un macrosujeto y nosotros añadimos que las partes de este sistema social son conscientes pero la totalidad no lo es.

No obstante, la línea divisoria entre el individuo y el Estado es la cuestión clave de la teoría política y la esencia de las jerarquías sociales patológicas precisamente reside precisamente en el intento de convertir los estados en holones individuales y tratar a los ciudadanos como meros componentes de un sistema “más holístico” o mera “hebra en la maravillosa red”. En artículos siguientes se tratarán más en profundidad estas cuestiones.

Reconocemos que hay importantes distinciones entre micro y macroevolución, entre la evolución del holón individual y la del social, aunque se hallen interactuados por la coevolución. A pesar de todo, un holón social sigue siendo un holón y no una mera aglomeración o agregado porque muestra un patrón totalidad/parte y está delimitado por unas reglas, se desarrolla en cierto sentido y puede funcionar con distintos niveles de causación ascendente o descendente. Pero no es un verdadero holón individual tal como Habermas, Whitehead y otros han señalado. Jantsch se refiere a esta diferencia entre holones sociales e individuales como “organización vertical organísmica y organización horizontal ecosistémica, simbiótica”.

Resta una última idea importante en este punto: esta distinción general entre lo micro y lo macro es válida para todos lo niveles de desarrollo excepto quizá en los más extremos, como el momento de iniciarse el Big Bang, pues parece ser que entró en juego unos pocos nano o microsegundos después. A medida que aumenta la profundidad de la evolución, la distinción se hace más pronunciada y obvia. El Big Bang la supuesta la gran unificación que ahora abordaremos brevemente, suponen un hiato antes de iniciar la recta final de los principios que rigen la Teoría Holónica.

Teorías unificadoras

Comenzaremos por indicar que no somos físicos y que el tratamiento de las cuestiones que siguen lo hacemos desde nuestra vertiente filosófica, más como descriptores que como prescriptores de esta o aquella teoría. Buscamos una explicación global, kósmica, a la evolución y, en su extensa parcela primigenia, bebemos en fuentes ajenas sin una capacidad crítica excesiva, por lo que, advertimos de antemano, lo que a continuación relatamos es una hipótesis bella que hechos y descubrimientos posteriores, pueden modificar o descalificar.

Como señala Brian Greene en su excelente obra El universo elegante. Supercuerdas, dimensiones cultas y la búsqueda de una teoría final (Crítica/Planeta, Col. Drakontos, 3ª edición, Barcelona, 2005), existen dos pilares fundamentales sobre los que se asienta la física moderna: Por un lado, la Teoría de la Relatividad de Einstein, que nos describe el universo a nivel macroscópico; por otro lado, la Mecánica Cuántica, que ofrece un marco teórico para decirnos como es o más bien como funciona ese universo a escalas mínimas: moléculas, átomos y partículas subatómicas como electrones y quarks.

Las predicciones de ambas teorías han quedado confirmadas por los hechos experimentales y las observaciones que se han realizado. Pero, tras la confirmación de la validez de ambas teorías surge un problema, una cuestión científica y filosófica de proporciones gigantescas: Tal como se formulan actualmente estas teorías, relatividad general y mecánica cuántica, no pueden ser ciertas ambas a la vez siendo, además mutuamente incompatibles.

Gigantesca aporía para la ciencia y la filosofía actuales, que buscan con desesperación una salida, una explicación global para este inquietante problema. Surge así la búsqueda de la unificación, la persecución de una teoría del todo que explique y resuelva este dilema. Hay algunas, veamos (ver segunda parte.

Javier Del Arco
Domingo, 18 de Junio 2006
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Editado por
Javier Del Arco
Ardiel Martinez
Javier del Arco Carabias es Dr. en Filosofía y Licenciado en Ciencias Biológicas. Ha sido profesor extraordinario en la ETSIT de la UPM en los Masteres de Inteligencia Ambiental y también en el de Accesibilidad y diseño para todos. Ha publicado más de doscientos artículos en revistas especializadas sobre Filosofía de la Ciencia y la Tecnología con especial énfasis en la rama de la tecno-ética que estudia la relación entre las TIC y los Colectivos vulnerables.




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