FILOSOFIA: Javier del Arco
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Kosmología


Consideremos la noosfera. Si la noosfera fuese sólo parte de la biosfera, al destruir la primera también desaparecería la segunda, lo que no es el caso. Si destruimos el bios (biosfera) destruiremos el nous (noosfera, mente) pero no al revés. Al ser la biosfera parte de la noosfera, el dualismo carece de sentido, de manera que el concepto tradicional de espíritu como algo separado del cuerpo carece de consistencia lógica. Lo único real es la continuidad.


El nivel noosférico I.
En este sentido no me resisto a citar dos ejemplos de nous (noosfera, cerebro-mente, que no cerebro y mente) alterado por modificaciones en el nivel inferior, el bios. Además, son claros ejemplos de patología porque al transformarse un Holón (cerebro físico) en patológico, el Holón superior cerebro-mente, que trasciende pero incluye al anterior, deviene también en patológico. Nos referimos a los conocidos casos Gage y Elliot que de manera muy didáctica ha descrito Antonio Damasio (Damasio, Antonio R., El error de Descartes, Crítica, Barcelona, 1999).

El caso del minero Phineas Gage puede describirse resumidamente así: En el verano de 1848, en Cavendish, Nueva Inglaterra (USA), este capataz minero atlético, constante, trabajador, perspicaz, capaz, serio, piadoso y admirado por sus subordinados y superiores va a sufrir un grave accidente, del que se recuperará físicamente, pero transformarse en un ser -y cito textualmente el informe del médico Harlow que lo atendió- “irregular, blasfemo, inconveniente, impaciente ante restricciones o consejos cuando estos contrariaban sus deseos,, poco deferente con sus compañeros, obstinado de manera pertinaz, pero caprichoso y vacilante, imaginando muchos planes de actuación futura, que son abandonados antes de ser preparados…Un niño, por su capacidad intelectual y sus manifestaciones, tiene las pasiones animales de un hombre fuerte” ¿Qué había sucedido?

Un barreno estalló al ser “atacado” con una barra de hierro porque las chispas que se produjeron en la roca –por distracción de Phineas, éste había empezado la maniobra antes de que su ayudante hubiese introducido la arena que atasca y protege la operación- prendieron la pólvora. La piedra no se rompió sino que hizo retroceder la barra y al hacerlo, penetró por la mejilla izquierda de Gage, atravesando el cerebro y la parte frontal del mismo y salió a gran velocidad por la parte superior del cráneo.

Todos pensaron que Phineas Gage había muerto pero no fue así; ni siquiera llegó a perder del todo el conocimiento ni tampoco la movilidad, incluso durantes las primeras atenciones que le dispensaron los doctores Harlow y Williams, explicó racionalmente a éstos y a un reducido pero atónito auditorio, el modo en el que había ocurrido el accidente. Realmente, la mayor amenaza durante el periodo post-operatorio y de convalecencia vendría de las infecciones, hábilmente atajadas por la pericia de Harlow. Tras dos meses de convalecencia, Gage, aunque había perdido la visión del ojo izquierdo, experimentó una excelente recuperación de su fuerza física anterior, también hablaba, se expresaba bien y su capacidad de movilidad era plena; en suma, estaba técnicamente curado, pero ¿lo estaba realmente?

La continuidad indisoluble del cerebro-mente

Recurrimos a las mismas expresiones utilizadas por Harlow, el médico que le atendió y a la vez estudioso directo del caso, “el equilibrio o balance, por así decir, entre su facultad intelectual y sus propensiones animales” se había destruido. Ahora sabemos que determinadas lesiones neurológicas afectan al comportamiento humano y, en particular, a las dimensiones personales y sociales de dicho razonamiento. Muchas convenciones sociales y normas éticas adquiridas previamente, podían perderse como resultado de una lesión cerebral, aunque el intelecto básico ni el lenguaje queden afectados. De manera inadvertida, el ejemplo de Gage que algo en el cerebro concernía a propiedades humanas únicas, entre ellas la capacidad de anticipar el futuro y, consecuentemente, realizar planificaciones dentro de un ambiente social complejo; el sentido de la responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás; y la capacidad de orquestar deliberadamente la propia supervivencia, y el control del libre albedrío de uno mismo.

Las consecuencias biofilosóficas de todo esto, hoy comprendemos que son inmensas. La primera consecuencia es que si el Holón cerebral se afecta, el Holón mental, que incluye y trasciende al dicho Holón sin discontinuidad alguna, queda afectado también, no sólo en sus formas más severas que provocan pérdida de motilidad, lenguaje o conciencia, sino también en casos más sutiles, como el de Gage, donde lo que se altera es el comportamiento y, por ende, el libre albedrío.

Descartes se equivocó y se equivocó gravemente porque la modernidad, en lo que se refiere a cuestiones básicas que le son propias como la filosofía del derecho, el derecho mismo y el concepto de libertad y autonomía de todos, queda puesto severamente en cuestión desde la evidencia empírica; pero también puede ser criticada y puesta en entredicho buena parte de la psicología clásica, especialmente muchas teorías sobre los sentimientos y las emociones. Los neurobiólogos extraen de éste y otros casos posteriores, múltiples consecuencias más finas y precisas que ayudan a interpretar mejor y con mayor extensión y profundidad las neurociencias. Comentaremos solamente, de la mano de Damasio, el caso Elliot, un Phineas Gage de la actualidad.

En primer lugar hay que decir que “Elliot” es un alias utilizado por Damasio para proteger la intimidad de un paciente suyo cuya sintomatología era similar a la de Gage, prácticamente igual diríamos. Elliot, como Damasio convino en llamarle, era un buen marido, mejor padre y excelente trabajador en una empresa comercial, diríase que era todo un modelo para propios y extraños.

En un momento dado, su vida empezó a cambiar: fuertes dolores de cabeza y dificultad para concentrarse; posteriormente, pérdida del sentido de la responsabilidad e incapacidad para finalizar trabajos, a medida que empeoraba su estado general. Las sospechas de su médico se confirmaron y se le diagnosticó un tumor cerebral.

Condición neurológica

Se trataba de un tumor grande que crecía con rapidez. Técnicamente era un meningioma (surge de las membranas que cubren la superficie del cerebro, denominadas meninges), generalmente benigno en cuanto a su naturaleza tumoral pero, que si no es extirpado rápidamente, resulta fatal por compresión del tejido cerebral. Por tanto, se recurrió a la cirugía. El tumor se extirpó y con él una parte del tejido del lóbulo frontal dañado por el meningioma.

La operación fue un éxito en todos los aspectos y las perspectivas excelentes porque se confirmó la benignidad del meningioma y estos tumores no tienden a repetirse, pero ¿estaba Elliot totalmente restablecido? Veamos, en lo físico, lo lingüístico, lo auditivo y en cuanto a comprensión, interpretación e ingenio, totalmente; en cuanto a comportamiento habitual y por muchas razones resultó, como dice Damasio, “que Elliot ya no era Elliot”.

Sin entrar en la prolija explicación de Damasio sobre todos los detalles del nuevo comportamiento de Elliot, bien interesante por otra parte, resaltaremos sus conclusiones (que por cierto sirvieron para restablecerle sus prestaciones sociales por incapacidad). Sus fracasos, parecidos a los de Gage, estaban en realidad causados por una condición neurológica. Ciertamente, todavía era físicamente competente y la mayoría de sus capacidades mentales estaban intactas pero su capacidad de tomar y alcanzar decisiones estaba dañada como también lo estaba su capacidad de planificación. Podemos decir, con conciencia plena del calado e implicaciones de nuestra afirmación, que su libre albedrío estaba afectado. La causa directa, análoga a la de Elliot, una lesión patente y clara en el lóbulo prefrontal.

¿Se atreverá ahora a cuestionar alguien ahora la continuidad cerebro-mente? Evidentemente creo que no. Pero, yendo aún más lejos ¿Podemos condenar penalmente o civilmente a un ser humano si su libertad se halla condicionada fisiológicamente o deberíamos tan sólo ponerlo en un lugar seguro para él y para la sociedad y no someterlo a prisión –institución punitiva e insegura donde las haya- o a penas aún peores como la cadena perpetua o la intolerable –desde todas las perspectivas- pena de muerte.

La naturaleza humana no es esencialmente distintita de otras; no hay tabla rasa, ni fantasma en la máquina. El libre albedrío es una propiedad del ser humano de la que puede disponer a veces, pero no es una cualidad universal y generalizable, como tampoco lo es la libertad. De la misma manera que la determinación no es absoluta, la indeterminación tampoco lo es. Hay un equilibrio y una casuística compleja entre ambas posiciones y mucho espacio entre ambas, un espacio lleno de biopsicología o fisiopsicología, sociología, cultura…

Por otra parte está la controvertida cuestión de que es verdadero y que es falso, porque ¿hay verdades absolutas independientes del tamaño y del tiempo? Una de ellas se ha pretendido sea la universalidad del libre albedrío que vendría avalada por el Principio de Indeterminación que funciona en el Holón de nivel atómico pero sabemos que aquello de lo que las cosas están hechas cambia de propiedades en función del tamaño y el tiempo. En lógica formal, diríamos que el oro nativo en forma de pepitas tiene color amarillo es una proposición verdadera y lo es en la macroescala; pero en la nanoescala, la proposición sería falsa porque aparece invariablemente como rojo.

La emergencia de la evolución

Wilber establece una metáfora muy útil para explicar la emergencia de la evolución. Ésta habría emergido como un juego de ajedrez o de damas que en vez de jugarse en dos dimensiones –plano- se jugase en tres –espacio tridimensional-. Si tenemos sobre un tablero veinte damas negras, la profundidad será 1 y la extensión 40. Si mediante un dispositivo cualquiera, sobre este tablero se coloca otro pero sin ninguna ficha, la profundidad de este será 2 y la extensión 0.

En la evolución, el nivel 2 sólo se puede alcanzar a través del nivel 1 y de hecho las damas del nivel 2 están compuestas en parte de damas del nivel 1; todas ellas son holones o individuos compuestos. Tomemos una dama negra del primer nivel y situémosla en el segundo; añadamos posteriormente una dama roja sobre ella. El nuevo “holón total” del nivel 2 incorpora así a su predecesor (la dama negra) y añade sus propias propiedades distintivas (la dama roja). Si hacemos esto tres veces, los holones del nivel 2 tendrían una profundidad 2 y una amplitud 3.

Los holones individuales o damas de nivel 1 (fisiosfera) dependen para subsistir de complejas redes de interrelaciones con todas las demás damas negras de su entorno, es decir depende de redes de sus propios holones sociales –coevolución de lo micro y lo macro-; existen dentro de complejas redes de intercambio con otros holones de su misma organización estructural. Recordemos que siempre, lo micro está en una relación de intercambio con lo macro en todos los niveles de su profundidad.

Pero la situación en el nivel 2 (biosfera) es mucho más complicada porque el nuevo holón -la dama compuesta negra y roja- depende para su existencia de complicadas relaciones en ambos niveles. Las damas rojas y negras del nivel 2 dependen en parte de sus relaciones con otras damas rojas y negras, es decir, dependen de relaciones ecológicas o macrorrelaciones con otros holones vivientes en el mismo nivel de organización estructural. En otras palabras, el componente “rojo” de los holones rojos y negros depende de interrelaciones de interrelaciones con el componente “rojo” de los demás holones rojos-y-negros; depende de relaciones de intercambio tales como la reproducción sexual, relaciones que no se encuentran en el nivel negro ni pueden ser mantenidas en él.

Sin embargo, como las damas rojas-y-negras tienen también un componente negro, dependen también de las intrincadas relaciones que mantienen los holones negros entre sí; es decir, dependen de todas las relaciones y procesos de mantenimiento mutuo que constituyen el nivel 1 de los holones. Los holones de nivel 2, por lo tanto, dependen no sólo de las relaciones “rojas” u holones sociales encontrados únicamente en el nivel 2, dependen también de las relaciones “negras” anteriores y de las estructuras sostenibles en el nivel 1; pero no al revés: destruye el nivel 1, y el nivel 2 será destruido; destruye el nivel 2, y el nivel 1 de damas negras seguirá existiendo.

De esta forma, cualquier holón o compuesto individual, depende de toda una serie de complicadas relaciones de intercambio con el entorno social en su mismo nivel de organización estructural para cada nivel del holón individual. Esto significa que un holón de nivel 3, por ejemplo, tiene que existir en un entorno que contenga otros holones de, al menos, esa misma profundidad. Cualquier holón es fundamentalmente un individuo compuesto en un entorno compuesto, en el que intercambian rojo con rojo, negro con negro, y así sucesivamente.

Biosfera, no fisiosfera

Preciso es aclarar un punto. Las damas rojas-y-negras no están en el universo negro, lo único que hay en el nivel 1 son más damas negras. La damas rojas-y-negras están de alguna forma más allá del universo de nivel 1 –este es el significado de “emergencia”-. En su “rojeidad” están más allá de la negrura del nivel 1. Son un buen ejemplo del impulso evolutivo, de la emergencia creativa de lo “rojo” que no puede ser reducido “a”, ni encontrado “en”, el universo negro.

En cierto sentido es justo lo contrario: las damas rojas-y-negras contienen “rojo” y “negro”. Los holones de nivel 2 incluyen a los holones del nivel 1 y van más allá de ellos con sus propios emergentes definitorios según quedó establecido en el principio expresado en la primera parte: Cada Holón emergente trasciende pero incluye a sus predecesores. Como la dama roja-y-negra depende para su existencia de su propio componente negro, y como las damas negras dependen en última instancia para su existencia particular de todas las demás damas de su universo, entonces el nivel 2 esencialmente abarca a todo el nivel 1 gracias, simplemente, a su individualidad compuesta. Así, una célula viva incluye todo su universo físico. Los muchos se han convertido en uno mediante una “unificación aprehensiva” en la que participan, en cierta medida, todas las situaciones reales anteriores.

Esto es a lo que nos referimos cuando decimos que un holón del nivel 2 no está en el nivel 1, pero que el nivel 1 está en el nivel 2 total y completamente incluido por él. Resumiendo, todo esto significa que la biosfera no es la fisiosfera. La biosfera no es una parte o componente de una totalidad mayor llamada fisiosfera; y la única cosa mayor de la fisiosfera es su extensión, no su profundidad o totalidad. El bios no es parte del cosmos, sino al revés: el cosmos es parte, un componente, del bios.

Una parte de la biosfera –su componente físico- es evidentemente parte de la fisiosfera mayor; pero las cualidades emergentes que la definen no están en el conjunto de determinantes físicamente determinables que gobiernan las formas sin vida –la autopoiesis no se encuentra en el mundo mineral; la autopoiesis es una cualidad de las damas rojas que no se encuentra entre las damas negras. La biosfera no está en la fisiosfera, pero esta, evidentemente, está en aquella, contenida como parte de ella.

Al igual que un átomo está en una molécula pero la molécula no está en el átomo –incluso a pesar de que la extensión de los átomos es mecho mayor que la de las moléculas-el cosmos está en el bios, pero el bios no está en el cosmos, a pesar de que la extensión del cosmos es inmensamente mayor.

El bios es parte del Kósmos, pero no del cosmos. Esta afirmación, debidamente argumentada como creemos se ha hecho pone en cuestión el reduccionismo radical al afirmar que la física es la más fundamental pero a su vez la menos significativa de las mal llamadas “ciencias duras”. El neurobiólogo Francisco Varela ha venido a afirmar que una dimensión dada dentro de una holarquía es interna a sus mayores y externa a sus menores, lo que es lo mismo que decir que el cosmos es interno al bios y el bios es externo al cosmos: a partir del mundo físico se trasciende e incluye.

Una visión simple de las cosas pude llevarnos al error de pensar que sólo porque el cosmos es mayor que el bios es más significativo que este último. No, solamente es más fundamental. El bios es mucho más significativo que el cosmos porque contiene en su interior “mucho más de eso que venimos llamando realidad”, porque abarca una totalidad más profunda y más rica en el sentido de variedad, complejidad y posibilidad. De hecho, asume a todo el cosmos –léanse los fundamentos del universo físico- en su ser, trascendiéndolo e incluyéndolo. Ahora bien, si hay un hecho básico: la continuidad, el fluir de la evolución…

De manera similar, y a ver esto como se entiende, la noosfera, es decir el cerebro-mente, no es parte de la biosfera, sino al contrario: el bios es un componente inferior, una parte de la noosfera. Es evidente que la biosfera tiene más extensión –es mayor”-, de la misma forma que el cosmos es más grande que el bios.

Y precisamente porque la biosfera es un componente de la noosfera, si se destruye la primera se destruirá o dañará a su vez la segunda en función de lo ocurrido en la primera, tal y como hemos visto en los casos Gage y Elliot. Esta es una orientación profundamente ecológica sin absolutizar la biosfera de forma regresiva, ni tampoco la biosfera.

El número de holones –la extensión- de un nivel superior de desarrollo será siempre menor que su número en un nivel precedente. El numero de damas rojas y negras será siempre menor que el de negras. No hay excepciones porque el número de totalidades será siempre menor que el número de partes contenidas en ellas. Siempre habrá menos encinas que bellotas. Es la pirámide del que indica también con precisión que la biosfera no está en la fisiosfera. Allí donde la materia es favorable emerge la vida; allí donde la vida es favorable, emerge la mente. Mayor profundidad, menor extensión.

Llegados a este punto de la discusión, podemos afirmar que los planteamientos holárquicos constituyen un gran desacierto ontológico: confunden lo micro con lo macro, profundidad con extensión, totalidad y parte.

Telecomunicación biológica

Hemos considerado la emergencia de eso que llamamos cerebro-mente –la noosfera- a través de un elemento biosférico esencial, el cerebro. Comenzaremos por indicar que la comunicación en la biosfera es de varios tipos:

-Genética. Actúa en intervalos largos de tiempo si los comparamos con la vida de un individuo. Hace que sea posible la filogenia y la evolución coherente a través de muchas generaciones. A corto plazo, y en el interior de las células, hay una comunicación compleja, basada en la conservación del genoma y en su expresión génica –replicación, trascripción y traducción- cuyo estudio compete a la genética molecular

-Metabólica. Transmitida por el organismo a través de unas moléculas mensajeras especiales que son las hormonas, realiza dos funciones: la primera de ellas es la regulación del desarrollo de organismos pluricelulares, tanto en plantas como en animales; la segunda es la de amortiguar las consecuencias de las fluctuaciones medioambientales en el organismos, es decir, reforzar su autonomía. Recuérdese que reza, Autonomía relativa creciente. La comunicación metabólica basada en hormonas actúa con relativa lentitud, de segundos a minutos. A su vez el metabolismo, o conjunto de reacciones químicas que se producen en un organismo vivo y que define el hecho de vivir, lo constituye un conjunto de reacciones químicas que requieren de unos catalizadores naturales de naturaleza fundamentalmente proteica, los enzimas y los sistemas enzimáticos, según el grado de complejidad, y de aporte energético en forma de un vector químico de energía, nucleótidos como el ATP o el GTP.

-Neural. Transmitida a través del sistema nervioso. Actúa en los organismos a una velocidad de una centésima a una décima de segundo y, por tanto, unas mil veces más deprisa que la comunicación metabólica. Esta comunicación es mixta: eléctrica y química

-Inmunológica. En mis conversaciones con el Dr. García Barreno este tuvo la amabilidad de explicarme con detalle que los sistemas metabólico, endocrino, nervioso e inmunológico “hablan” constantemente entre si específicamente; se puede hablar de comunicación y más precisamente creo yo de telecomunicación puesto que es una comunicación orientada a fines concretos y que obtiene respuestas.

Como quizá la comunicación inmunológica se conoce menos por el gran público, voy a dedicar al tema una explicación que juzgo necesaria en la explicación de ese irrepetible y complejo entramado de conexiones, inclusiones, agrupaciones y superaciones que llamamos vida. También pido disculpas por la proliferación de citas pero como no me gusta “adornarme con plumas ajenas” he querido ser muy preciso y documentarme bien ya que no soy especialista en inmunología sino en filosofía evolucionista, como a estas alturas mi lectores saben bien.

La interacción entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunitario es uno de los elementos clave que intervienen para mantener la homeostasis de los vertebrados, siendo particularmente imprescindible en los mamíferos (Véase Besedovsky H.O., Del Rey, A. Immune-neuroendocrine interactions: factors and hypotheses. Endo Revs, 1996; 17: 64-102). La capacidad del sistema inmunológico para discriminar entre lo propio y lo no propio está basada en un amplio espectro de especificidad expresada por las células inmunológicas (Coutinho A, Hori S, Carvalho T, Caramalho I, Demengeot J. Regulatory T cells: the physiology of autoreactivity in dominant tolerance and "quality control" of immune responses. Immunol Rev 2001; 182: 89-98).

Esta característica del sistema inmunológico implica que puede percibir una imagen interna de los componentes del organismo y reaccionar a las distorsiones particulares de esta imagen, es decir contemplar como son transformadas las células propias (ibid) La respuesta inmunológica, como una respuesta homeostática bajo control fisiológico, contribuye al mantenimiento de la integridad de las células corporales y de los tejidos (Véase Armstrong MD, Klein JR. Immune-endocrine interactions of the hypothalamus-pituitary-thyroid axis: integration, communication and homeostasis. Arch Immunol Ther Exp (Warsz) 2001; 49: 231-7).

Funcionamiento armónico

Las hormonas y neurotransmisores que están presentes en el micro-ambiente de las células inmunológicas pueden restringir su autonomía, probablemente por su acción sobre los receptores de estos factores neuroendocrinos (ibid) La comunicación eficiente de estos tres sistemas implica la existencia de vías aferentes y eferentes que constituyen un sistema complejo de retroalimentación. Cuando se producen alteraciones en esta red, se desencadenan patologías que involucran a los diferentes componentes de la misma.

En los últimos años se ha avanzado en forma notable en el conocimiento de las múltiples funciones del sistema inmunológico, una de ellas ha sido la adaptación biológica, a través de la eliminación de patógenos y células extrañas del organismo (Savina, N.P., Immunoendocrine homeostasis in mice after local irradiation of immune and endocrine system organs, Radiats Biol Radioecol, 1996; 36: 68-77). Estas funciones requieren a su vez de sistemas de control delicados que permitan la adaptación a las diferentes situaciones fisiológicas y patológicas por las que puede atravesar todo ser biológico durante su vida, siendo necesaria la interacción con los otros sistemas del organismo (ibid).

Esta interacción es constante y hace posible el funcionamiento armónico de estos tres sistemas, esto implica la existencia de mensajeros y receptores comunes que participan al mismo tiempo en un sistema muy complejo de retroalimentación. La alteración de la comunicación entre estos sistemas conduce al desarrollo de patologías diferentes. Tal es el caso de los trastornos neuropsiquiátricos que causan inmunosupresión como es la depresión, (Wilder, R.L., Neuroendocrine-immune system interactions and autoimmunity, Annu. Rev. Immunol. 1995; 13: 307-38) los trastornos inmunitarios que causan problemas endocrinos (como la tiroiditis de Hashimoto y la diabetes mellitus tipo 1, que ejemplifican la interacción funcional entre el sistema inmunológico y el neuroendocrino (Jurankova, E., Immunoendocrine interactions and autoimmune diseases, Bratisl Lek Listy, 1994; 95: 51-6).

Numerosos datos experimentales demuestran que, al igual que otras células corporales, las células del sistema inmunológico se ven influidas por el sistema neuroendocrino, ya que existen diversos niveles de control, tanto en el metabolismo como en la división celular, reguladas por las hormonas y los neurotransmisores (. Rook, G.A., Hernandez-Pando, R., Lightman, S.L., Hormones, peripherally activated pro-hormones and regulation of the Th1/Th2 balance. Immunol. Today 1994; 15: 301-3).

La respuesta inmunológica es, tal vez, el único fenómeno fisiológico, en el cual la amplificación de su respuesta está basada en la proliferación celular y la transformación específica de sus componentes. Este proceso requiere cambios metabólicos y factores de crecimiento que hacen a esta respuesta dependiente del control neuroendocrino (Chikanza, I.C., Grossman, A.B., Reciprocal interactions between the neuroendocrine and immune systems during inflammation, Rheum Dis. Clin. North Am. 2000; 26: 693-711).

Si nos centramos en el sistema nervioso y lo contemplamos desde un punto de vista evolutivo, vemos que éste emerge holárquicamente y, después se produce una subdivisión holárquica también de las estructuras neuronales mismas, según la influyente noción de Paul McLean del “cerebro trino” por la que el hombre se encuentra en una situación tal como si la naturaleza le hubiese dotado de tres cerebros que, a pesar de sus diferencias estructurales, deben funcionar juntos y comunicarse entre si. El más antiguo de estos cerebros es el reptiliano; el segundo ha sido heredado de los mamíferos inferiores; y el tercero, desarrollado por los mamíferos superiores culminando en los primates, es el que proporciona la especificad de lo humano.

Comprensión básica de la fisiología

En conclusión, podemos decir que hasta hace unos años el sistema inmunológico ha sido visto como un sistema aislado de los otros sistemas corporales. Es evidente que los sistemas inmunológico y neuroendocrino comparten numerosos ligandos y receptores, lo que resulta en una constante e importante comunicación bidireccional. De hecho, se ha postulado que una nueva e importante función del sistema inmunológico sería la de servir como un órgano sensorial para los estímulos no cognoscitivos que para el sistema nervioso central pasan inadvertidos, como pueden ser los agentes infecciosos.

Lo que en la actualidad estamos proponiendo es la reintegración de un sistema importante en el contexto fisiológico de todo el organismo. Esto, indudablemente nos llevará a una mejor comprensión básica de la fisiología y a generar cambios en la práctica de la Medicina moderna. Para entender aún más el proceso de la comunicación bidireccional del sistema inmunológico y el neuroendocrino será necesario continuar con la búsqueda de ligandos y receptores comunes de los dos sistemas, así como ahondar en las similitudes y diferencias en su regulación funcional.

Eventualmente se encontrarán nuevas funciones del sistema inmunológico sobre los neuropéptidos o las neurohormonas, así como otras propiedades endocrinas de las citocinas. Además, será un reto para los fisiólogos integrar esta información en el contexto del organismo como un todo. Por otro lado, los avances en el conocimiento básico de la interacción inmunoendocrina, debe llevarnos al diseño de nuevas terapias para el tratamiento y diagnóstico de enfermedades en humanos, tanto de aparente origen inmunitario como endocrino. Dos recientes descubrimientos ilustran fehacientemente las posibilidades futuras del uso de este conocimiento.

El primero es la observación de que la corticotropina es un agente proinflamatorio (Karakalis K, Sano H, Redwin J, Litswak S, Wilder RL, and Chorusos GP. Autocrine or paracrine actions of corticotrophin-releasing hormone in vivo. Science 1991; 254: 421-3) y el segundo es la disminución del rechazo a un injerto renal en ratas tratadas con el antagonista opiáceo, naltindrolona (Arakawa K, Akami T, Okamoto M, Oka T, Nagase H, Matsumoto S. The immunosupressive effect of?-opiod receptor antagonist on rat renal allograft survival. Transplantation 2001; 53: 953-9) Hace algunos años hubiera resultado difícil de imaginar que se pudiera tratar una inflamación periférica con un antagonista de una hormona liberadora hipotalámica o el usar un antagonista de un opiáceo para facilitar un trasplante de tejido.
El cerebro como holón humano.

Hablando alegóricamente de estos tres cerebros –holones, naturalmente- cuando el psicoanalista le pide a un paciente que se recline en un diván, le pide que lo haga junto a un caimán y un caballo…El cerebro reptiliano está lleno de saber y recuerdos ancestrales y trata fielmente de hacer lo que decían los ancestros pero no sirve para enfrentar nuevas situaciones; autonomía relativamente baja expresada en comportamiento reflejo e instintivo.

En treinta años, hemos visto que el cerebro de los mamíferos inferiores juega un papel fundamental en el comportamiento emocional. Tiene mayor capacidad que el cerebro reptiliano para aprender nuevos enfoques y aportar soluciones a los problemas basándose en la experiencia inmediata. Pero al igual que el cerebro reptiliano, no tiene la capacidad de expresar los sentimientos con palabras.

En su evolución el cerebro humano retiene la organización jerárquica de los tres tipos básicos que se pueden denominar como reptiliano, paleomamífero y neomamífero. El tronco cerebral representa el cerebro reptiliano heredado de los reptiles. El sistema límbico representa el cerebro paleomamífero, heredado de los mamíferos inferiores; el sistema límbico de los humanos está mucho más estructurado que el de los mamíferos inferiores pero su organización básica, su funcionamiento químico…son muy similares. Se puede decir lo mismo de los otros dos tipos básicos. Y hay pruebas de que los tres tipos básicos tienen su propia memoria subjetiva, cognitiva –capaz de resolver problemas- y otras funciones paralelas.

Es decir que podríamos considerar a cada uno de estos tres cerebros como un holón relativamente autónomo. Y como cada uno de ellos es un holón, no podemos decir que una función específica esté localizada en uno de los holones; todos ellos interactúan influyéndose en ambas direcciones, hacia arriba y hacia abajo. Pero, en general los tres cerebros tienen las siguientes funciones básicas:

a) Cerebro reptiliano o tronco cerebral: Filogenéticamente esta es la parte más antigua del cerebro, su núcleo o chasis, se corresponde aproximadamente con las estructuras básicas del cerebro de los reptiles. Contiene el aparataje esencial para regular las funciones internas –viscerales y glandulares-, las actividades primitivas basadas en los instintos y en los reflejos, y también los centros que ponen al animal en estado de alerta o bien lo adormecen. Podemos referirnos a él como el que determina el nivel general de inteligencia sensoriomotriz rudimentaria y los impulsos instintivos.

Tronco cerebral y sus conexiones

b) Cerebro paleomamífero o sistema límbico. El sistema límbico está íntimamente conectado por caminos neuronales de doble vía con el hipotálamo y otros centros en el tronco cerebral que se ocupan de las sensaciones viscerales y las reacciones como hambre, sexo, miedo y agresión; tanto es así que el sistema límbico era anteriormente llamado “el cerebro visceral”. En resumen, el sistema límbico procesa información de tal forma que es experimentada como sentimientos y emociones, y se convierten en fuerzas que guían nuestro comportamiento.

Sistema límbico

c) Cerebro neomamífero o neocortex. El crecimiento explosivo del neocortex en la última fase de la evolución es uno de los sucesos más trascendentales de la historia de la vida sobre la tierra. Actúa como una inmensa pantalla neuronal sobre la que aparecen las imágenes simbólicas del lenguaje y de la lógica –incluida las matemáticas-. El neocortex es el lugar donde la información se procesa de la forma que le es característica a la mente autorreflexiva.

Valgámonos de una imagen literaria. El cerebro reptiliano representa las figuras y roles básicos que subyacen a toda literatura. El sistema límbico aporta las diferencias emocionales, la selección y el desarrollo de las escenas de la obra. Y, finalmente, el neocortex produce sobre este sustrato tantos poemas, cuentos, novelas, ensayos y obras teatrales como autores existen. Vemos de nuevo a lo inferior estableciendo las posibilidades y a lo superior estableciendo las probabilidades o realizando los potenciales.

Las áreas somestésicas o áreas de la sensibilidad general, se localizan en la circunvolución central posterior. En esta zona se registran las sensaciones de calor, frío, tacto, presión, dolor y la sensibilidad propioceptíva (sentido de la posición y equilibrio muscular). Cada circunvolución recibe las sensaciones procedentes del lado opuesto del organismo. La disposición de las partes del cuerpo representadas en la circunvolución sigue también un orden inverso, de manera que las áreas sensitivas de los pies se localizan en el extremo superior del córtex, mientras que las áreas para la cabeza ocupan el extremo inferior.

Las áreas del lenguaje, o áreas de Broca, se localizan en el lóbulo frontal. En una persona diestra las áreas del lenguaje están mejor desarrolladas en la corteza cerebral izquierda. En un zurdo están más desarrolladas las áreas del lenguaje derechas.

Las áreas visuales se localizan en el lóbulo occipital. En el lóbulo occipital izquierdo se registran los impulsos que se originan en la parte izquierda de cada globo ocular, mientras que en el lóbulo occipital derecho se registran los impulsos que se originan en la parte derecha.

Las áreas auditivas se localizan en la circunvolución temporal superior. Cada lóbulo temporal recibe impulsos auditivos procedentes tanto del oído derecho como del izquierdo. Ello se debe a que un número considerable de neuronas encargadas de transmitir los impulsos auditivos no siguen la vía contra lateral, sino que se dirigen al lóbulo temporal del mismo lado.

El área primaria olfativa se localiza en la superficie medial del lóbulo temporal, y el área primaria gustativa en la cara anterior de la circunvolución central posterior del lóbulo parietal.

Las áreas motoras se localizan en las circunvoluciones centrales superiores. Cada circunvolución controla la actividad del músculo esquelético que ocupa el lado opuesto del organismo. Las diversas partes del organismo representadas en la circunvolución se disponen escalonadamente, de arriba abajo, de modo que la porción superior de la circunvolución controla los movimientos de la extremidad inferior opuesta, mientras que la zona inferior de la circunvolución controla la cabeza y el cuello. Algunas partes del organismo, como la mano y la cara, están más representadas que otras. Ello se debe a la capacidad de tales partes para efectuar movimientos más delicados.

El área promotora, relacionada también con la actividad motora, ocupa una posición inmediatamente anterior a la circunvolución precentral. La estimulación de esta área se traduce en la aparición de una serie de movimientos de naturaleza generalizada, como la rotación de la cabeza, giros del tronco y movimientos generales de las extremidades.

Existen otras áreas llamadas áreas de asociación. Las situadas en el lóbulo parietal participan en la integración de la información sensitiva procedente de las áreas somestésica, auditiva, visual y gustativa. Las áreas de asociación parietales correlacionan información acerca de las diversas partes del organismo. Las áreas asociativas situadas en la región posterior del lóbulo temporal se relacionan con la integración de datos sensitivos.

La afasia visual y auditiva (incapacidad para comprender la palabra oral y escrita) puede asociarse a lesiones de estas áreas asociativas. Las áreas de asociación localizadas en la porción anterior del lóbulo temporal se relacionan con gran variedad de experiencias, aparte de las audiovisuales. Esta porción anterior del lóbulo temporal se ha denominado corteza psíquica a causa de su relación con experiencias pasadas.

Las actividades superiores tales como el discernimiento, razonamiento y abstracción dependen también de la corteza cerebral. La parte anterior del lóbulo frontal, denominada área prefrontal, se halla en relación con estos procesos mentales característicos del ser humano. La corteza cerebral ejerce también una influencia de carácter inhibitorio sobre las partes inferiores del sistema nervioso central.

Javier Del Arco
Sábado, 23 de Septiembre 2006
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17votos

Kosmología

En la medida que reconocemos que los holones tienen un interior, y en la medida en que todos ellos existen gracias a alguna relación de intercambio con otros de la misma profundidad, decir que un grupo de holones comparte un espacio físico común, lo que generalmente se acepta si bien con otra terminología, es lo mismo que decir que comparten un espacio interior común.


Michel Foucault
Michel Foucault
La expresión “visión del mundo” quizá sea demasiado pansíquica y sugiere que, por ejemplo, las células comparten un mapa cognitivo del mundo externo, lo que resulta un poco excesivo, aunque la teoría cognitiva de Francisco Varela se acerque a esta posición y, como casi todas las ideas desarrolladas por el prematuramente desaparecido científico chileno, nos merecen un gran respeto.

Para nuestros fines la expresión “espacio en el mundo” vendrá a significar la suma total de estímulos a los que se puede responder, que poseen significado real, capacidad de registro o impacto. Esto no puede ser detectado por un mero análisis empírico de los sistemas de acción, porque ya existimos todos en el mismo universo físico y, por tanto, los parámetros físicos no pueden por sí mismos explicar las diferencias.

Y como consecuencia de ello, haremos una proposición -no una afirmación- que puede resultar polémica: los espacios en el mundo que son un a priori de los parámetros físicos, está por demostrar que sean también un a priori último de la conciencia, lo cual, naturalmente, no quiere decir que algún día no lleguen a serlo.

Espacio en el mundo no tiene las connotaciones o implicaciones panpsíquicas habituales. El panpsiquismo típico confunde la conciencia con un nivel concreto de conciencia –percepción, intención o sentimiento- y después es forzado a llevar esa conciencia hacia lo más básico ¿Los átomos tienen realmente aprehensión –Whitehead- o percepción –Leibniz? Difícil saberlo. Pero tienen profundidad y por tanto comparten una profundidad común; y esta es un espacio generado por un grado particular de profundidad compartida.

Anteriormente, hemos dicho que un signo es cualquier aspecto de la realidad que representa a otro para un tercero. De esta forma, los holones existen gracias a una trama de interrelaciones con otros holones, de manera que todos los holones son signos. Aclaremos: el régimen de cualquier holón traduce únicamente una serie particular de signos, o dicho de otra manera, sólo registra una banda concreta de estímulos.

Signos registrables

Conclusión: la banda de signos comunes traducibles es el espacio en el mundo del holón. A esto hay que añadirle una cualidad esencial: el significado de la noción “signos registrables” implica que los signos están, de hecho, codeterminados por el registro, y a esa codeterminación es a la que nos referimos cuando hablamos propiamente de “espacio en el mundo”.

Si un Holón tiene que entrar en un espacio en el mundo más profundo tendrá que transformarse, no únicamente traducir, y esta transformación le abre un rango más profundo y amplio de signos: un nuevo mundo, un nuevo espacio en el mundo, dentro del cual ahora traducirá de acuerdo a su propio régimen o principios básicos de autoorganización, en emparejamiento estructural, es decir individualidad-en-comunión.

En cuanto a la problemática planteada por Varela sobre la escenificación del paradigma, la actividad de un holón “encarna” (término usado por Wilber) un espacio en el mundo o lo que Varela llama un dominio de distinciones, y lo hace de manera relativamente autónoma, con la comprensión añadida de que la individualidad de un holón es en parte el resultado –Wilber dixit- de sus emparejamientos estructurales históricos con el medio apropiado. La individualidad como individualidad-en-comunión encarna, por lo tanto, un espacio en el mundo codeterminado por el sujeto y el objeto.

Bittorio reconocedor

Uno de lo los libros más influyentes para mi y creo que para Wilber también, ha sido The embodied mind. Cognitive Science and Human Experience, de Francisco Varela coescrito con Evan Thompson y Eleanor Rosch (Hay versión española, De cuerpo presente. Editorial Gedisa, Barcelona, 1992).

En él leemos: "Los estados emergentes están constituidos por una historia de emparejamientos con un mundo apropiado. Enriqueciendo nuestro relato con la inclusión de las dimensiones de emparejamiento estructural [comunión codeterminante], podemos comenzar a apreciar la capacidad de un sistema complejo para encarnar un mundo…El resultado es que a lo largo del tiempo, este emparejamiento selecciona o encarna a partir de un mundo de posibilidades abiertas, un dominio de distinciones. En otras palabras, basándose en su autonomía el sistema selecciona o pone en escena un dominio de significación".

Así, como anteriormente dijimos, un espacio en el mundo no está simplemente pre-determinado y después es representado a través de la correspondencia entre la individualidad y sus comuniones supuestamente separables (otras actividades). Más bien la coherencia de su individualidad, léase autonomía, emparejada estructuralmente con otras individualidades de esa comunidad, encarnan un espacio en el mundo mutuamente codeterminado.

Varela ideó un artilugio para representar mejor el modelo fáctico expresado hasta ahora y lo denominó Bittorio del que creo corresponde hablar un poco, si bien de manera muy simplificada. Para entender la estructura de Bittorio debemos imaginar una unidad o célula simple que puede estar sólo en dos estados, digamos uno o cero, o "activo" o "inactivo". Se conecta una hilera de estas unidades elementales en una disposición circular.

"Este anillo de autómatas celulares ¬nos dice¬ adquiere una dinámica cuando se lo activa en un estado aleatorio y se permite que cada célula alcance un estado actualizado en cada momento del tiempo de manera sincrónica".

"Supongamos ¬[nos dice más adelante]¬ que simplemente arrojamos este anillo en un ámbito de unos y ceros aleatorios, tal como una célula que se zambulle en un ámbito químico. Imaginemos que cuando una de las células del anillo se topa con una de ambas alternativas (0 y 1), el estado de la célula es reemplazado por la perturbación que ella encontró".

Posibles perturbaciones

Pero, como esa célula está unida al resto de las células de Bittorio en un sistema circular, lo que ocurre después de ese encuentro casual indica el cambio (o falta de cambio) con que el sistema compensa esa perturbación. Ahora bien, dadas ciertas reglas de configuración interna inicial, el sistema, por ejemplo, producirá un cambio en la configuración ante una secuencia impar de perturbaciones en el mismo lugar; en cambio, cualquier secuencia par no producirá cambio alguno.

"Así ¬[concluye Varela]¬ de todas las innumerables secuencias de posibles perturbaciones, este Bittorio escoge o señala en el medio ambiente un subconjunto muy específico, a saber: secuencias finitas impares, pues sólo estas secuencias inducen un cambio repetible en la configuración de Bittorio. En otras palabras, dada su regla, y dada su forma de acoplamiento estructural, este Bittorio se transforma en "reconocedor de secuencias impares".

Algo semejante ocurre para otros Bittorios con otras reglas. Uno de ellos, por ejemplo, sólo reconoce (sufre un cambio de configuración) ante una secuencia de dos perturbaciones: todo lo que no sea una perturbación doble en un lugar deja intacto a este Bittorio.

Varela enfatiza que en estos dos casos específicos no se ha dotado a Bittorio con un programa para distinguir "secuencias impares" o "dos perturbaciones sucesivas"; en cambio, se han especificado una forma de clausura para el sistema y el modo en que el sistema se acoplará con un medio dado (reemplazo del estado de cada célula por la perturbación que encuentra en un ámbito de unos y ceros aleatorios).

Interpretación implicada

"El resultado es que con el tiempo este acoplamiento selecciona o enactúa, a partir de un mundo de azar, un dominio de distinciones ("secuencias impares" o "dos perturbaciones sucesivas") que tiene relevancia para la estructura del sistema. En otras palabras, sobre la base de su autonomía, el sistema selecciona o enactúa un dominio de significación"
Las distinciones que selecciona Bittorio indican las regularidades con las cuales co-varía Bittorio: "estas regularidades comprenden lo que denominaríamos el 'mundo' de Bittorio".

Y, "es manifiesto que este mundo no está pre-dado y luego es recobrado mediante una representación". "No diseñamos a Bittorio para ser un reconocedor de secuencias impares"; simplemente se le ha dotado con una cierta dinámica interna y luego ha sido arrojado a un ámbito aleatorio. No obstante, dada la historia del acoplamiento entre la dinámica interna y ese ámbito, "secuencia impar" se transforma en una distinción significativa para Bittorio.

Por esta razón, "decimos que el 'mundo' de Bittorio está enactuado a través de una historia de acoplamiento estructural". "Bittorio nos brinda ¬concluye¬ un paradigma de cómo la clausura y el acoplamiento bastan para hacer emerger un "mundo" de relevancia para un sistema".
Llevado el asunto a nuestro terreno o línea de razonamiento podemos decir que decir que hay un mínimo de interpretación implicada, donde la interpretación ha de entenderse como la encarnación de un dominio de distinciones a partir de un trasfondo. Así, Bittorio, basado en su autonomía, representa una interpretación en el sentido que extrae un dominio de significación del trasfondo de su medio aleatorio.

Estas regularidades constituyen lo que podríamos denominar el mundo de Bittorio, su espacio en el mundo. Este mundo, debe quedar claro, no está pre-determinado y después es recuperado a través de una representación. Bittorio provee, por tanto, de cómo el cerramiento o individualidad y el emparejamiento o comunión son suficientes para producir un mundo de relevancia, un espacio en el mundo, para un sistema u holón.

Espacio en el mundo o individualidad-en-comunión

El paradigma de representación es importante y aún más lo es su relación con la interpretación. Una porción notable de esta obra en su conjunto es un examen de la aparición del paradigma de representación.

Hay otra cuestión sobre la que debo hacer hincapié. Es el concepto de “espacio en el mundo”, tal y como yo lo entiendo. Esta idea surgió, más o menos, en Leibniz y Kant. Y pasa a través de la hermenéutica a Nietzsche, Heidegger (quien creo más la estudió), Gebser, Foucault, Piaget, Gadamer, Habermas incluso, los estructuralistas, etc.

Mi posición, para que no quede oscurecida tras tan ilustres nombres, es esta: la individualidad de cada holón establece una apertura en la que los holones de la misma profundidad se pueden manifestar entre ellos y para ellos mismos, es decir individualidad-en-comunión (hacia abajo). Esto se irá aclarando en sucesivos escritos.

La senda de la izquierda y la senda de la derecha

Si nos fijamos bién, entre el esquema de los cuatro cuadrantes de Wilber y el trabajo de otros pensadores existen muchas correspondencias que irán surgiendo a medida que avancemos en estos artículos.

Como Wilber dice, todo el espacio del lado derecho de la fig. A, la mitad externa, puede ser descrita en el lenguaje objetivo del “ello” y estudiada empíricamente bien sea en términos positivistas, conductistas o fonológicos. Todo el plano del lado derecho puede ser visto ahí fuera, es algo registrable por los sentidos o por sus extensiones tecnológicas como telescopios o microscopios, por ejemplo. Los componentes de la parte derecha, tanto el cuadrante superior como el inferior, son en sí mismos, superficies neutrales, exteriores neutrales, formas neutrales que pueden describirse bien mediante un lenguaje objetivo.

No hay que preocuparse del interior de ninguno de estos holones, de la introspección e interpretación, de significados o de valores. Sólo se describe la forma exterior y su comportamiento, no hay nada que sea mejor o peor, deseable o indeseable, bueno o malo, noble o vil. Las superficies simplemente son y nosotros las observamos y describimos. Esto es perfectamente factible; las superficies están ahí y es necesario estudiarlas y comprenderlas. Pero dichas superficies “no son todo lo que hay”.

El estudio de los dos cuadrantes de la derecha lo denomina Wilber el sendero de la derecha, que descrito en líneas generales, se observa que en el cual hay dos tendencias enfrentadas entre sí: la de los atomistas que estudian sólo la superficie de las cosas o individuos, y la de los holistas, que insisten en que son las totalidades y no las cosas o los individuos los objetos principales de su estudio. Ambos planteamientos son externos y superficiales (en el doble sentido de la palabra). Representan las dos vertientes de la ontología plana: lo que puede ser visto y detectado con los sentidos y/o sus extensiones, lo empírico.

Dos mitades

La mitad izquierda del diagrama, no puede ser vista ni percibida, con excepción de aspectos de este lado izquierdo que tienen su encaje en formas externas o materiales. La mitad izquierda no puede ser descrita en el lenguaje objetivo. La parte superior izquierda puede ser descrita en el lenguaje del “yo” y inferior izquierda en el del “nosotros”. Esto requiere una explicación, claro y es lo que haremos enseguida. Wilber denomina a estas dos partes el sendero de la izquierda.

Mientras que la mitad derecha del diagrama puede se percibida físicamente, la izquierda debe ser interpretada. Las superficies del lado derecho pueden ser percibidas físicamente, están allí y cualquiera las puede mirar o tocar. Ahora bien, la profundidad no puede ser percibida directamente por lo que hay que interpretarla. La senda de la derecha se refiere a lo que se hace o se puede hacer. La senda de la izquierda a lo que significa o puede significar.

Un animal en el campo, cuando percibe una presencia viva, ve su forma exterior y registra todos los estímulos físicos que esa forma le desencadena. Pero ¿y su significado? Quien se aproxima, ¿es un amante de los animales o, por el contrario, un cazador? El animal debe interpretar los estímulos que recibe en el contexto de su propio espacio en el mundo y como el ser que se acerca le puede afectar.

Y esto es simplemente una cuestión de percepción. El animal percibe, pero su percepción puede ser errónea. Los estímulos físicos que recibe el animal no son el problema, el verdadero problema reside en su significado real. Las superficies están dadas pero ¿Qué le acecha en la profundidad? ¿Qué intenciones hay bajo la superficie? ¿Qué es lo que se transmite empíricamente pero que no está meramente dado empíricamente?

Hermenéutica y estructural funcionalismo

La teoría social, nos dice Wilber, ha estado marcada, casi desde sus comienzos, por una división, lo que suele desembocar frecuentemente en un desacuerdo profundo: la hermenéutica y estructural-funcionalismo. La hermenéutica o ciencia y arte de la interpretación, intentó reconstruir y entrar en el espacio cultural compartido propio de los seres humanos y, de esa forma, realizar una búsqueda y posterior extracción de los valores allí contenidos para poder comprenderlos. Por otro lado, el estructural-funcionalismo prescindió del significado en sentido participativo y buscó las estructuras sociales externas y los sistemas sociales que gobernaban el comportamiento del sistema de acción.

Ambas posiciones eran holísticas, en el sentido de que situaban la existencia individual en una red mayor de prácticas comunitarias, e insistían en que el individuo no podía ser comprendido sin referencia a un contexto holístico de prácticas compartidas. Eran representaciones casi exactas de las sendas de la izquierda y de la derecha. La hermenéutica preguntaba por el significado y el estructural-funcionalismo, por la acción, lo que se hace.

Su explicación y reconstrucción requiere de la interpretación, de la hermenéutica. Debemos penetrar en las profundidades compartidas, en las visiones del mundo compartidas por sus habitantes. Debemos entender primero y describir después eso que denominamos cultura “desde dentro” y, simultáneamente, tomar las debidas distancias para poder relatarlo.

No podemos ver el significado porque este no nos aguarda en la superficie como un trazo de color capaz de impresionar nuestros sentidos. Más bien y en la medida de lo posible, debemos entrar en resonancia con lo profundo de los demás. La profundidad en cada uno de nosotros, entendida como experiencia vivida, debe de alinearse empáticamente, sentirse intuitivamente, para poder entender la profundidad correspondiente o experiencia vivida en los otros. No se trata de registrar una mancha de color fácilmente comprobable empíricamente. El entendimiento mutuo es un tipo de resonancia interna armónica de la profundidad.

Ejemplo curioso

Wilber pone un curioso ejemplo, el de la de la danza de la lluvia hopo y su significado. En primer lugar, como ocurre con muchos “observadores participantes”, podría encontrársele un significado y una expresión de conexión con la naturaleza considerada -y en esto no difieren mucho de posiciones panteístas conocidas- como sagrada, de manera que el baile es una expresión de ese carácter sacro y una petición dirigida a la misma naturaleza.

Para articular entender esto desde un punto de vista sociológico, se debe profundizar más y examinar todo el entramado de prácticas sociales compartidas así como el trasfondo inconsciente de significados estructurados pre-lingüística y lingüísticamente, y también los intercambios subjetivos que constituyen el telón de fondo, pre-conocimiento o pre-comprensión de ese espacio concreto en el mundo o de esa visión del mundo.

Debemos mirar a todos los contextos, dentro de contextos más amplios y así sucesivamente, que estructuran los valores internos y los significados de una cultura, algunos explícitos –los que requieren entendimiento- y otros implícitos –los que requieren investigación-, método hermenéutico resumido aquí que no es otro que el de Dilthey, Weber, Heidegger, Ricoeur, Gadamer, Geertz y Taylor.

Por otro lado, para reconstruir la función (el sendero derecho), se debe cuidadosa y desimplicadamente no lo que los amerindios están haciendo, sino la función a la que realmente sirve la danza dentro del sistema de acción social general que, como tal, es una función desconocida para los auténticos norteamericanos. El observador desimplicado concluye –tal como le sucedió a Talcott Parsons- que la danza realiza la función de asegurar la solidaridad social y la cohesión.

El que realmente sirva para que llueva o el hecho de que lo intente o no, es algo bastante secundario para nuestro propósito porque lo que la danza realmente procura es crear las condiciones que unen fuertemente al individuo con el tejido social de la tribu que en el fondo que posee un régimen organizado y autopoiético del sistema de acción social.

Para determinar esto, la tribu es contemplada como un sistema holístico del que hay que observar con cuidado su patrón general –estructura- y su función general –comportamiento-, y entonces el significado de cualquier suceso particular tiene su lugar –o función- en el sistema general. Lo que Wilber hace y nosotros hemos procurado reproducir fielmente aquí es realizar un resumen estructural/funcional y de la teoría de sistemas en sus diversas formas, desde Comte a Parsons o Niklas Luhmann, e incluso en sus variantes estructuralistas y arqueológicas, Levy-Strauss y el primer Foucault.

Entendimiento mutuo

Un sendero realiza siempre la misma pregunta: “¿Qué es lo que hace?” y por tanto quiere ofrecer explicaciones fundamentadas en variables observables, empíricas, naturalistas. El otro sendero tambien pregunta siempre: “¿Qué significa?” y de esta forma intenta llegar a un entendimiento mutuo.

Y aplicando la hermenéutica investiguemos. Busquemos una obra poco conocida aquí, The Problem of Pure Consciousnes, Forman, Robert K.C. (ed.), Oxford University Press, New York, 1997. Es un libro en rústica escrito por varios autores. Fijémonos en uno de ellos, Donal Rothberg, que escribe en él un capítulo dedicado a la epistemología contemporánea y en el que hace un resumen excelente del equivalente a los senderos de la derecha y de la izquierda.

Dice Rothberg: "La epistemología contemporánea reconoce dos formas principales e interrelacionadas de conocimiento: la naturalista y la interpretativa. La interpretación naturalista se dirige hacia la explicación empírica, concebida como desarrollo de teorías que identifiquen regularidades explicables por leyes y conexiones causales entre variables…La investigación interpretativa se dirige a la compresión de significados, ya sean subjetivos o intersubjetivos. La meta es comprender el significado de la acción de un individuo [¿qué significó eso para ella? o ¿qué significó en el contexto específico?] y las reglas, a menudo únicamente implícitas de un grupo o sociedad: por ejemplo ¿qué reglas explícitas o implícitas seguimos en la interacción social como estudiantes, compañeros de trabajo o como matrimonio?; y los significados implícitos y explícitos de textos y otras expresiones de la actividad creativa humana…Estos significados no pueden reducirse a la identificación de conexiones causales y requieren relatos que utilicen el lenguaje intencional mucho más que el simple lenguaje descriptivo."

Las superficies se extienden; los interiores muestran intención. Como dice Wilber es casi así de simple.

Heidegger o el sendero izquierdo y Foucault o el sendero derecho

La clave del final del epígrafe anterior, ese “casi así de simple”, nos lleva por un lado a considerar la hermenéutica de Martín Heidegger, obviamente referida al lado izquierdo de los cuadrantes o a la interioridad y, por el otro la arqueología del primer Michel Foucault, naturalmente referida al lado derecho o externo; esta última es una variante del paradigma estructural/funcional aplicado a las estructuras lingüísticas, o un intento de describir estructuras discursivas exclusivamente desde fuera.

Hubert Dreyfus, profesor de filosofía la Universidad de Berkeley y Paul Rabinow, destacado antropólogo de la misma universidad californiana, publicaron un interesante libro sobre Foucault titulado, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica., UNAM, México, 1888 (hay otras ediciones más modernas, así como la original en inglés de 1977, pero yo cito la que tengo), en el que han escrito: "Esta devoción por la descripción de estructuras concretas, entendidas como condiciones de existencia, mantiene un parecido sorprendente con lo que Heidegger en Ser y Tiempo, llama analítica existencial. Pero hay una diferencia importante. Aunque tanto Heidegger como Foucault tratan de… relacionar principios fácticos que estructuran el espacio [espacio en el mundo] y gobiernan el surgimiento de objetos y sujetos, el método de Heidegger es hermenéutico o interno, mientras que el de Foucault es arqueológico o externo. Foucault rechaza de forma explicita tanto la fenomenología de Husserl como la hermenéutica de Heidegger cuando opone al relato exegético la exterioridad de la actitud arqueológica."

Foucault mismo, afirmó que el arqueólogo aísla situaciones para analizarlas desde su exterioridad…Quizá deberíamos hablar de “neutralidad” más que de exterioridad; pero incluso esta palabra implica con demasiada facilidad una suspensión de la creencia, mientras que es una cuestión de redescubrir ese fuera en el que, desplegados en el espacio, los sucesos enunciados están distribuidos.

Siguiendo el texto de Dreyfus y Rabinow leemos otro párrafo que reproducimos y que entendemos es pertinente citar literalmente pues detalla más:

"Foucault y los hermeneutas están de acuerdo en que las prácticas liberan objetos y sujetos al situar lo que Heidegger llama una “apertura” [espacio en el mundo], en el que sólo ciertos objetos, sujetos o posibilidades de acción pueden ser identificados e individualizados. Están de acuerdo también en que ni las relaciones primarias de causalidad física y social ni las relaciones secundarias de causalidad mental intencional pueden dar cuenta de la manera en que las prácticas liberan las entidades. Pero difieren de manera fundamental en su descripción del mecanismo de esa liberación. Según los hermeneutas, que describen los fenómenos desde dentro [recordemos, lado izquierdo] las prácticas no discursivas gobiernan la acción humana al situar un horizonte de inteligibilidad en el lugar en el que sólo ciertas prácticas discursivas, sus objetos y sujetos, tienen sentido. Foucault, el arqueólogo que mira desde fuera [recuérdese, lado derecho], rechaza esta aproximación al significado. Argumenta que, vistas con neutralidad externa, las prácticas discursivas mismas proveen un espacio sin significado de transformaciones gobernadas por reglas en las que las afirmaciones, sujetos, objetos, conceptos y demás son tomados por quienes están implicados como significativas…El arqueólogo estudia afirmaciones mudas, y por tanto evita implicarse en la búsqueda seria de la verdad y el significado que describe."

Estrategias conocidas

Bien, estas son las estrategias ya conocidas de la senda izquierda y la derecha. El planteamiento externo de Foucault, su puesta entre paréntesis de la verdad y el significado, su confinamiento a las afirmaciones mudas o monológuicas, su positivismo feliz, no son sino maniobras del sendero de la derecha, aplicadas no a la demoledora concreción de las realidades fisico-sociales sino a los remanentes externos, materiales, arqueológicos de las prácticas discursivas: el lenguaje observado desde fuera como sistema gobernado por reglas.

Foucault en su etapa genealógica, reconoció: "La genealogía evita la búsqueda de la profundidad. Por el contrario, busca la superficie de los sucesos…"

La arqueología de Foucault y la genealogía son tareas legítimas pero como pronto percibió el propio filósofo francés, no pueden sostenerse por sí mismas. De hecho este planteamiento, per se, es contradictorio: al poner entre paréntesis la verdad –la verdad, vista así, es algo meramente etiquetado en el sistema discursivo, o un mero instrumento al servicio del poder-, luego este planteamiento no puede hablar en serio de verdad ni que aquello que afirma, lo sea.

Ocurre como si careciese de un sustrato firme donde anclarse, como si flotase sobre el suelo a modo de una neblina. Este déficit de raíces firmes excluye el que pueda ser considerado serio. Foucault se dio cuenta de que su posición necesitaba de refuerzos, debía ser auxiliada por suplementos que la aproximasen al sendero izquierdo y le diesen una visión más equilibrada que incluyese no sólo prácticas sociales no discursivas sino interiores hermenéuticos o por lo menos una mejor interpretación de la propia interpretación.

Retomado aquí el análisis de Dreyfus y Rabinow, estos dicen: "Lo que Foucault ofrece en su [monumental e incompleta pues murió antes de finalizar el IV tomo, el corchete es nuestro] Historia de la sexualidad (Foucault, M., Historia de la sexualidad, Tomo 1: La voluntad de saber / Histoire de la sexualité, volume 1. La volonté de savoir, Paris, Gallimard, 1976; Historia de la sexualidad, Tomo 2: El uso de los placeres / Histoire de la sexualité, volume 2. L’usage des plaisirs, Paris, Gallimard, 1984; Historia de la sexualidad, Tomo 3: La inquietud de sí / Histoire de la sexualité, volume 3. Le souci de soi, Paris, Gallimard, 1984), es un ejemplo incisivo de la apariencia que tiene una interpretación mejor."

Como Gilles Deleuze comentaría, Foucault llegó a pensar en el pasado tal como está condensado en el interior. Dreyfus y Rabinow concluyen que el planteamiento de Foucault podría ser denominado “analítica interpretativa”, que resulta curioso, pero señalan que aunque el trabajo de Foucault resultase muy sugerente en esta área, sin embargo: "Nos debe una descripción interpretativa de su propia manera de hacer la interpretación correctamente. Aún no nos hs dado ninguna."

Ni nos la podría dar. Su temprana muerte imposibilitó tal posibilidad.




Javier Del Arco
Sábado, 16 de Septiembre 2006
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20votos

Kosmología

Junto a lo que está fuera de las cosas, la parte exterior de los holones individuales y sociales que hemos presentado, tenemos también que mostrar el interior de las cosas, lo que está dentro de los propios holones. Esta idea podría parecer, a primera vista, un poco extraña. Por ejemplo, ¿cómo podemos conocer la “interioridad” de una célula? Desde nuestro punto de vista, la respuesta reside en el hecho de que las células son partes de nosotros mismos, integramos las células dentro de nuestra individualidad compuesta. Es decir, nada en los estadíos precedentes de la evolución nos puede ser totalmente extraño ya que todos ellos están, en alguna medida, en nosotros mismos, como parte de nuestro propio ser. A través del sentimiento interior de mis propias sombras podría llegar a conocer razonablemente las sombras de otros holones, y es de esta forma como ellos me conocen también. En última instancia, estamos unos dentro de otros, en distintas medida, en este mismo momento. La gravedad atrae a los minerales de nuestros huesos al igual que a los lejanos planetas; el hambre provoca la secreción de nuestros jugos gástricos al igual que le sucede a un lobo hambriento; el terror que aparece en una gacela atacada por un grupo de leonas no nos es extraño; y es alegría lo que transmite el trinar de un jilguero en primavera.


Fig. 8. Los cuatro cuadrantes (versión adaptada de Sex, Ecology and Spirituality)
Fig. 8. Los cuatro cuadrantes (versión adaptada de Sex, Ecology and Spirituality)
La realidad vista desde dentro.

Dicho esto, somos plenamente conscientes que la “retrotensión” –interpretar los pensamientos y sentimientos humanos a partir de los animales simplemente porque nosotros, los humanos, los sentimos así- conduce a la falacia antropocéntrica. Pero la ciencia de la evolución, que ya ha trazado la cartografía de las formas externas de los diversos holones en cada estadío de su desarrollo, no permite hacer una correlación razonable entre las formas externas y la percepción interna. Por ejemplo, parece probable que la lógica intencional simbólica sea posible allí donde se haya desarrollado la forma exterior conocida como neocortex complejo que ya hemos visto anteriormente.

Cualquier otro holón viviente que carezca de esta formación anatómico-fisiológica, ya sea planta lagarto o caballo, no tendrá un interior que contenga la lógica simbólica intencional. De forma similar, aquellos animales que no posean sistema límbico, tampoco tendrán un interior que posea emociones diferenciadas, y así sucesivamente. Esto pone un límite preciso a nuestras “tendencias retrotensivas” y nos ayuda a profundizar en nuestros propios sentimientos, para descubrir hasta qué punto esos sentimientos –y cuales de ellos, naturalmente- tienen lugar en la profundidad de otros seres.

Evidentemente queremos evitar retrotensiones; pero desde una perspectiva ciertamente distinta de los empiristas clásicos, que miran una rosa con una mirada vacía, preguntándose porqué nunca podrá cerrarse la brecha epistemológica, como si estuvieran contemplando a una extraña criatura materializada desde una dimensión totalmente diferente. A este proceso lo denominan conocimiento del mundo externo. Pero precisamente tenemos la facultad de conocer el mundo externo porque este está ya en nosotros y también nos podemos conocer, si bien con cierta dificultad, a nosotros mismos.

Todo conocimiento de otros es un grado diferente de autoconocimiento, ya que el yo y lo otro están hechos esencialmente del “mismo tejido”, de la misma materia y se comunican entre si. Este planteamiento no es nuevo. En occidente, encontramos planteamientos similares ya desde Aristóteles como también en Spinoza y Leibniz; En oriente ocurre lo mismo con Aurobindo y Radhakrishnan. Sin embargo estas ideas no aparecen ni en el empirismo, ni en el positivismo, ni en la teoría “holística” de sistemas que siempre quiere ser muy empírica. Trataremos de compensar este desequilibrio utilizando ideas de los pensadores mencionados.

Interioridad y conciencia

Spinoza, Leibniz, Schelling, Schopenhauer, Aurobindo y Radhakrishnan son algunos de los pensadores que han reconocido explícitamente que “el dentro de las cosas”, la interioridad de los holones individuales, es esencialmente conciencia, aunque utilicen diferentes nombres con significados ligeramente diferentes. El término aprehensión describe el contacto y por tanto la reacción sensible de un objeto por parte de cualquier sujeto, sin importar lo primitivo que sea, pues incluye también a los átomos. Spinoza utiliza la palabra “cognición” para referirse al conocimiento de un suceso “desde dentro” y “extensión” para el conocimiento de ese mismo “suceso desde fuera”.

Leibniz utiliza el término “percepción” para designar al interior de sus mónadas (holones) y “materia” para el exterior, con la advertencia añadida de qué sólo el interior es auténticamente real y puede ser conocido directamente. La materia o extensión es únicamente una apariencia vacía de realidad sustancial; es sólo la apariencia mental externa. Digamos que dentro de una unidad fundamental funcional, el interior de las cosas es la conciencia y el exterior la forma que son inseparables y complementarias en la medida que la forma es responsable de la conciencia y, sin esta última no hay posibilidad de forma porque no es percibida, aprehendida, sustanciada.

Algo debe quedar claro: en biología, fisiología y morfología son las dos caras de la misma moneda, porque un órgano, un tejido, una célula o un gen, no funcionan correctamente si no están correctamente estructurados morfológicamente (la separación y guerra entre fisiólogos y morfólogos que yo llegué a vivir, no es sino una más de las aberraciones de la modernidad) luego el cerebro y sus funciones, como la conciencia son así mismo inseparables anatómica y funcionalmente. Como anteriormente dijimos, el dentro de las cosas es “profundidad” y el fuera es “superficie”. Pero todas las superficies son superficies de profundidad, lo que significa tambien que todas las formas son formas de conciencia.

No es el caso discutir si los holones más básicos están totalmente o tan sólo mayoritariamente privados de formas rudimentarias de conciencia o aprehensión. En primer lugar, y esto es muy importante, no hay un límite inferior conocido en la secuencia de holones, no hay un fondo absoluto que pueda servir de referencia. En segundo lugar, todos los holones son formas de profundidad y por tanto la cantidad real de conciencia en ellos es una cuestión totalmente relativa.

Por eso, sea cual sea el holón que consideremos arbitrariamente como más inferior o más primitivo –los quarks, por citar un ejemplo grosero- simplemente diremos que tienen, comparativamente, la menor profundidad y la menor conciencia la cual, en tanto que existente en su estadío más básico, la llamaremos aprehensión. No importa hasta que punto se quiera descender en el nivel de conciencia; la aprehensión sería el grado de conciencia más elemental. Lynn Margulis sostiene que las células poseen un cierto estadío de conciencia; muchos botánicos mantienen que las plantas tienen protosensaciones.

Los zoólogos insisten –ciertamente con razón- en que en la escala zoológica hay diferentes grados de conciencia y, por lo tanto, de alegría o de sufrimiento; pero no sufrirá lo mismo una serpiente pitón que un perro, por lo que no se puede meter a todos los animales en el mismo saco. Defender los derechos de los perros y los gatos y establecer las obligaciones para con ellos, es un síntoma de cultura, de civismo, de equilibrio, de sociedad avanzada y madura; lo contrario lo es de brutalidad, crueldad, primitivismo y, en ciertos casos, de sadismo.

Y si como buenos ciudadanos civilizados no hallamos –o deberíamos hallarnos, no me fío del medio rural o suburbano, embrutecido por ancestrales costumbres y por la pésima educación- proclives a defender los derechos de los animales en virtud de su grado de conciencia, seremos especialmente sensibles hacia los mamíferos de compañía, en especial perros y gatos y, como no, los grandes simios asumiendo en su totalidad el estatuto que para ellos plantea el filósofo Peter Singer en su más que interesante “Proyecto gran simio”. Pero para nosotros la cuestión principal no es dónde trazar la línea divisoria –que cada cual la trace donde mejor le parezca-, sino que la línea misma implica una distinción entre lo interno y lo externo.

Desde el Bing Bang

La distinción interior/exterior no es una cualidad emergente, sino que existe desde el momento mismo en que es trazada una demarcación, es decir, desde el Big Bang si aceptamos este suceso como el comienzo del tiempo y del Universo. Conviene aclarar una cosa: lo que la mayoría de los pansíquicos entienden por conciencia no es a lo que nos referimos nosotros cuando empleamos el término conciencia, es decir, profundidad. Como la conciencia es profundidad, es en si misma literalmente inclasificable. Es profundidad, no un nivel particular, cualificable, de profundidad –sensación, impulso, percepción o intención-; formas todas ellas de conciencia, no conciencia en sí.

La profundidad no es una cualidad como la sensación, el impulso o la idea, sino una relación o apertura entre holones; Nunca nos hemos sentido satisfechos con ninguna teoría pansíquica porque cualifican la profundidad con sus manifestaciones particulares –tales como sensaciones, sentimientos o intenciones-; estas no existen a lo largo de toda la holarquía de seres, sino que únicamente emergen en niveles concretos de profundidad, mientras que la profundidad misma está presente desde el principio o donde quiera que haya una delimitación.

De ser algo lo lógico, sería ser panprofundista porque lo cierto es que la psique misma emerge únicamente en un nivel concreto de profundidad. Esta es la razón por la que decimos que no importa realmente hasta dónde los distintos autores quieran llevar la conciencia y que tampoco importa el hecho de que las plantas tengan sensaciones…porque por conciencia la mayoría de la gente se refiere a una de sus formas de conciencia favoritas –razonamientos, sensaciones, intenciones o deseos- y ninguna de ellas llega hasta el fondo, pero la profundidad se pierde en el fondo que carece de límite, calificación y sentido; es incalificable. Se trataria de algo así como del vacío absoluto.

Cuando decimos que la profundidad o conciencia es incalificable, queremos evocar el concepto de vacío o de vacuidad, ese concepto de Shunyata oportunamente recatado para la filosofía contemporánea por Keiji Nishitani, procedente del budismo mahayana. Las filosofías orientales, en concreto la forma de budismo llamada yogachara, llega a la conclusión de que conciencia pura, última o global y vació puro, son sinónimos. La conciencia última no es una cosa o un proceso.

Podemos, junto con William James, negar su existencia porque, en última instancia, es vacío, la apertura en la que la forma de los seres se manifiesta, y no es una manifestación en particular, un tipo de reconstrucción zen de Heidegger en la que, al diluirse en última instancia el Dasein tras haberse desocultado, desantropocentraliza la profundidad. El ser de los seres es la profundidad que, al ser incalificable en sí misma, es en última instancia vacío como tal; pero como tal Dasein participa de forma autorreflexiva en la profundidad, puede realizar el vacío.

Veamos ahora unas simples correlaciones. La Fig. 6 nos muestra una lista de los puntos significativos en la evolución de la forma externa de los holones individuales; junto a ellos aparecen algunas de las correspondientes formas de conciencia emergente.

Cada nuevo holón, por supuesto, trasciende pero incluye a sus predecesores; incorpora lo esencial de lo que ha ocurrido antes y, después añade sus propios patrones distintivos emergentes. La interioridad de un estadío es asumida, mejor dicho subsumida, en la interioridad del siguiente y así se hace la forma externa dentro de esa interioridad, un detalle del ajedrez tridimensional que comentaremos en algún momento. Observamos que esos holones no tienen nada que ver con el tamaño o la extensión espacial; un símbolo no es mayor que una imagen, una imagen no es mayor que un impulso; aquí es donde la aplicación de las ciencias físicas distorsiona la realidad.

Átomos…………………………………………………………Aprehensión
Células…………………………………………………………. Irritabilidad
Organismos metabólicos (plantas)………………………… …... Sensación rudimentaria
Organismos protoneuronales (celentéreos)……………………...Sensación
Organismos neuronales (anélidos)………………………………Percepción
Médula espinal (peces/anfibios)…………………………………Percepción/impulso
Tronco cerebral (reptiles)………………………………………..Impulso/emoción
Sistema límbico (paleomamímeferos)……………………………Emoción/imagen
Neocortex (primates)……………………………………………Símbolos
Neocortex complejo (humanos)…………………………………Conceptos

Fig. 6, exterior e interior.

Nuevos mundos

Lo importante, de momento, es tener claro que cada nuevo holón interno emergente trasciende pero incluye, y por lo tanto opera sobre, la información ofrecida por los holones menores y, de esta forma presenta algo nuevo dentro de la corriente continua de cognición interna. Por tanto cada nuevo paso en el desarrollo de la conciencia no es sólo el descubrimiento de algo más de un mundo previamente dado, sino la cocreación de los nuevos mundos mismos, lo que Popper llama “fabricar y combinar” nuevos dominios epistemológicos, el descubrimiento/creación de mundos superiores y más amplios. Lo sentimos por los Platónicos pero no todo viene dado.

No vamos a discutir en detalle la Fig. 6, la elección de los términos o su emplazamiento preciso. La mayoría de los lectores, incluso si no están de acuerdo con los detalles, les parecerá coherente que algo así ocurra realmente. Cada vez mayor profundidad, mayor interioridad, mayor conciencia. Hemos dicho repetidamente que la evolución biológica carece de propósito pero si parece que se desplaza en algunas de sus líneas, de alguna manera, hacia una mayor complejidad lo que indefectiblemente significa mayor conciencia/profundidad; y ello, insistimos, no implica “telos final” sino un sendero evolutivo que, en cualquier momento, puede truncarse o bifurcarse.

La mayoría de los términos expresados en la Fig. 6 se explican por si mismos o recurriendo a un diccionario de Ciencias Naturales. No obstante, nos parece oportuno mencionar que una imagen es una construcción mental que representa un objeto por semejanza –la imagen de un perro “se asemeja” a un perro real-; un símbolo representa un objeto por correspondencia, no por semejanza. Las palabras “Ada” y “West” representan a mis perritas, a las que adoro por cierto, pero las palabras mismas no se les parecen en absoluto ya que el símbolo representa una tarea cognitiva más difícil; y un concepto representa toda una clase de semejanza y la palabra perro representa la clase de todos los perros, una tarea cognitiva aún más difícil todavía.

Cuando un zorro descubre a un conejo tras la tela metálica de un corral, correrá a lo largo de ésta para intentar cazarlo hasta quedar extenuado. Dicho zorro, presumiblemente lleva una imagen o protoimagen del conejo en su cerebro-mente. Ascendiendo en la escala zoológica hay muchas pruebas de que grandes simios como los chimpancés, son capaces de formar paleosímbolos, por lo que evidentemente se les puede enseñar a usar un lenguaje denotativo simple. Por lo que hasta ahora sabemos, sólo los seres humanos pueden crear y utilizar conscientemente conceptos plenamente formados o universales, y estos conceptos, entre otras muchas cosas, alcanzan, diferencian y colorean todos los niveles previos del ser humano individual compuesto. Un paleomamífero puede sentir ira, pero sólo los humanos serán capaces de elaborar conceptualmente esa ira en enfado, odio y resentimiento, un largo y lento desasosiego mantenido conceptualmente.

Los límites desde el punto de vista externo

Con anterioridad, hemos dicho que las teorías holísticas de sistemas no contemplan la interioridad de los holones que describen. Precisemos más: algunas de las teorías intentan tener en cuenta lo que aproximadamente podríamos denominar como “el interior del universo” en tanto que mencionan cuestiones como sentimientos, símbolos e ideas, pero a renglón seguido se somete este “interior” a un análisis idéntico al que aplican a las superficies lo que crea errores y controversias. Veamos esta cuestión más en detalle.

La afirmación de la teoría general de sistemas es que, aunque ninguno de estos niveles pueda ser reducido a ningún otro, las leyes generales o regularidades de los patrones dinámicos son las mismas en los tres dominios. Son llamadas “leyes homólogas”, no “leyes análogas”, lo que significa que son las mismas leyes, no simplemente similares.

De momento vamos a aceptar esta posición. Anteriormente ya hemos presentado veinte principios o “leyes homólogas” que caracterizan a los holones allí donde quiera que aparezcan. Hasta aquí todo encaja.

Pero los de la principios de la Teoria Holónica tienen que ser de una naturaleza muy general para que se puedan aplicar a los tres dominios, y eso significa, esencialmente, que son aplicables al dominio que hemos llamado A, ya que A es lo único que los tres dominios tienen en común. Podemos decir que A parte de sí mismo y pasa por el núcleo de B y por el núcleo de C; de esta forma lo que valga para A será válido –aunque no cubrirá totalmente- lo que ocurra en los tres niveles. Así en el nivel 1, o A, encontraremos estructuras autoorganizadas o disipativas, holones con profundidad y amplitud, emergencia creativa, complejidad creciente, desarrollo evolutivo, diferenciación, autotrascendencia, atractores teleológicos, y así sucesivamente. Cuando presentamos los veinte principios, utilizamos ejemplos de los tres dominios, pero todos esos principios se pueden encontrar, hasta cierto punto, en la fisiosfera misma, reconociendo así un cierto grado de continuidad en el proceso evolutivo general, no sólo en el específicamente biológico que, por otra parte, es el mejor estudiado. Hasta aquí todo continúa sin problema alguno.

Pero ninguno de esos principios, a pesar de ser tan importantes, describe de una forma específica lo que ocurre en B y en C. En la medida se que B y C están compuestos de holones, y al estarlo seguirán la senda de los principios. Pero los holones que mencionamos, situados en los dominios B y C, tienen vida interna, hacen algunas cosas que no pueden hacer los holones en A, tales como la reproducción sexual, la comunicación metabólica, la autopreservación autopoiética, etc.; y los holones que tienen la mente introyectada en sí mismos hacen otras cosas que los holones B no pueden hacer como la comunicación verbal, la autoexpresión conceptual, tareas artísticas, etc. Las cualidades, funciones y cogniciones de B y de C seguirán los mismos principios que se aplican en A, pero seguirán igualmente otras leyes, patrones y acciones no derivables específicamente de los principios holónicos. No hay nada en los estos principios que nos diga como resolver el complejo de Edipo, o por qué el orgullo se puede sentir herido, o lo que significa honor, o si la vida merece la pena ser vivida.

Los principios son los pilares más fundamentales de todo desarrollo y por lo tanto los menos interesantes, los menos significativos, los que menos información nos dan, especialmente cuando llegamos a los niveles B y C. La teoría de sistemas, precisamente por su pretensión y por su deseo de abarcar a todos los sistemas, cubre necesariamente el mínimo común denominador y por ello no hay nada en dicha teoría que no sea aplicable igualmente al eslabón más débil. Y los eslabones más débiles, los holones más bajos, tienen la profundidad, la interioridad y la conciencia, menores. Por lo tanto, la ciencia que se refiera a ellos será la más sencilla; será una “ciencia de superficies”.

Cuando abordamos la evolución social e histórica en sentido amplio, los veinte principios pueden decirnos bastante poco, tan sólo pueden hablarnos de complejidades crecientes, de irreversibilidades y poco más. Pero eso ya lo sabemos porque es lo que le ocurre a todo sistema complejo alejado del equilibrio. Las ciencias sistémicas nos pueden decir muy poco de aquellas cosas que hacen que la historia sea la historia y no simplemente una estructura disipativa. Del sistema A+B+C, no señalará los patrones que forman el mínimo común denominador, los cuales, repetimos una vez más, son los más fundamentales y los menos significativos de los patrones de los niveles superiores.

Antes de continuar con todo este, ciertamente, dificultoso razonamiento, hay que decir algunas cosas respecto del nivel B, fundamentalmente. Hay teóricos de sistemas que utilizan la dinámica del nivel B, el de los sistemas vivos, y la convierten en paradigma para todos los niveles, obteniendo pobres resultados en ambos sentidos: B subexplica C y sobreexplica, o es retrotensivo con A cuando, por ejemplo, intenta encontrar la autopoiesis en la fisiosfera. Todos estos resultados se producen debido a un intento de privilegiar un dominio dado. La cuestión es que casi todos los teóricos que utilizan la teoría dinámica de sistemas, absolutizan B; es decir absolutizan los sistemas vivos o la biosfera.

Inteligentemente, el filósofo y teórico social Jürgen Habermas, último gran exponente, además vivo, de la Escuela de Francfort, ha intuido que lo que hacen no es absolutizar A, lo que conduciría a hacer metafísica. Al absolutizar B, lo que hacen es metabiología con la que intentan explicar la evolución cultural –el planteamiento de Niklas Luhmann, otro gran sociólogo alemán, que por cierto tuvo una famosa disputa con Habermas, es con diferencia el más sofisticado- pero estos teóricos excluyen precisamente aquellas cosas que hacen que la cultura sea cultura y no simplemente vida.

Los ecoteóricos llevan esta absolutización metabiológica más allá, y no sólo intentan explicar la cultura en sus términos sino que ven la cultura como una lamentable desviación de estos términos: todas sus conclusiones están garantizadas por esa absolutización previa. Y esta es un crítica severa al ecologismo, que no a la Ecología, ciencia transdisciplinar y de imprescindible conocimiento para todos

La evolución del interior del holón humano

Hemos esbozado la evolución del holón individual externo hasta llegar al triple cerebro complejo –que abarca y envuelve a todos los exteriores previos-, así como la evolución correlativa de los mismos holones hasta llegar a los conceptos, que abarcan o envuelven a todos los interiores previos. Ahora es el momento de retomar la historia desde la emergencia de los primeros animales humanos con cerebro complejo que producían conceptos o protoconceptos y vivían en el holón social grupo/familia.

Llegados a este punto -y nos imaginamos que con la discrepancia de muchos que de antemano comprendemos y respetamos- nos vemos obligados a recurrir a Jürgen Habermas y sus observaciones sobre la evolución de la conciencia humana y la comunicación social. Las visiones de Habermas sobre la comunicación social y la evolución social se fundamentan en su teoría de la acción comunicativa (Véase su Teoría de la acción comunicativa, Vols. I y II. Taurus, Madrid, 1999), que también podríamos denominar acción dirigida a la mutua comprensión como telos o, si se nos permite la expresión, “punto omega” teilhardiano.

Pero antes se plantea un problema fundamental: ¿es correcto en términos biológicos hablar de evolución humana a partir de la aparición del Homo Sapiens? Los últimos descubrimientos de la paleontología y la genética humana parecen vedarnos esa posibilidad, al menos en términos estrictamente darvinianos de los que no desearíamos desviarnos. Habrá entonces que matizar a Jean Gebser, aún aceptando buena parte de su argumentación, y hablar de subevolución humana o mucho mejor quizá desarrollo humano.

Dicho esto, reconocemos en el innovador trabajo de Gebser cuatro etapas temporales en el desarrollo humano, cada una de ellas anclada en una estructura particular o mejor dicho, nivel de conciencia individual a la que corresponde –y que fue introducida por- una visión social del mundo particular. A estos estadios generales del desarrollo los llamó Gebser arcaico, mágico, mítico y mental. A partir de Gebser nosotros podemos sugerir que cada uno de estos estadios o estructuras de conciencia generaron algo así como una sensación diferente de lo que, tras Einstein, conocemos como espacio-tiempo.

Pero esa sensación diferente que ha surgido en cada estadío en el desarrollo de la conciencia no se ha limitado al espacio tiempo; también ha afectado a la idea de ley, de moral, de identidad del yo, de estilo cognitivo, de tecnología –o fuerza productiva-, de tipos de impulso o motivaciones, de tipos de patología personal –y de defensa-, de opresión/represión social, de negación de la muerte o, finalmente, de experiencia religiosa. En el holón social, las visiones del mundo arcaica, mágica, mítica y mental están relacionadas con una estructura de conciencia individual concreta. Releyendo a Piaget y al mencionado Habermas, puede relacionarse lo mágico con el pensamiento preoperacional, lo mítico con el pensamiento concreto operacional y lo mental con el pensamiento formal operacional, sin que esta descripción del desarrollo conciencial tenga por qué considerarse finalizada.

Lo arcaico, tanto para Gebser como para nosotros, es un estadío epocal indefinido donde diríase que “cabe todo”, que representa todas las estructuras de conciencia hasta, e incluidos, los primeros homínidos. Sin ninguna dificultad, podríamos haber dividido lo arcaico en decenas de componentes correspondientes a otros tantos estadíos individuales. Lo arcaico es un símbolo de la totalidad de nuestra rica historia evolutiva, pero quizá no sólo sea eso –un símbolo- porque la historia sigue viva en cada uno de nosotros como parte de de nuestra individualidad compuesta actual.

Y en ese sentido, las ciencias sociales-y en particular la historia- son una parte sustancial de las ciencias naturales; el hombre, animal singular pero animal al fin, no es el principio sino la continuidad de ese proceso histórico que, sin interrupciones, comenzó en nuestro querido ancestro común LUCA (simpático acrónimo de Last Unic Common Ancestor o LUCA, fragmento primitivo de RNA…)

Hemos sugerido que existen holones individuales y sociales, y que cada uno de ellos tiene un interior o un exterior. En la evolución en general y en el desarrollo humano en particular estamos en realidad siguiendo la pista de cuatro direcciones distintas, cada una de ellas estrechamente conectada y dependiente de las demás, aunque ninguna de ellas reductible a cualquiera de las otras tres. Las direcciones o ramas –y esto es muy importante para nosotros- son: el interior y el exterior de lo individual y lo social.

A estas alturas de nuestro discurso parece que conviene hacer una breve recapitulación de lo que ya hemos estudiado, a saber:

a) El desarrollo de las formas exteriores de los holones individuales, que van desde partículas subatómicas, átomos y moléculas hasta las células y organismos, en especial a los organismos neurales. Por esa senda hemos llegado hasta el organismo neural complejo que conforma el cerebro trino.

b) El desarrollo de las formas exteriores del holón social, de los enjambres de galaxias estrellas y galaxias a los planetas, Gea, los ecosistemas, los grupos, las familias, que se articulan en pueblos, estados nacionales, plurinacionales y quizá, en un futuro, confederaciones planetarias.

c) El desarrollo interno del holón individual, desde la aprehensión hasta el impulso, la imagen, el símbolo, el concepto y más adelante mencionaremos también su continuación en el pensamiento concreto y en el formal operacional, delineando la existencia de otros posibles, sólo posibles, estadíos superiores.

Hemos sugerido que, al menos, en desarrollo humano o subevolución humana, el desarrollo interno se evidencia en una serie de visiones del mundo compartidas: la arcaica, la mágica, la mítica y la mental, sin descartar la posibilidad de alguna otra aún más avanzada.

Interioridad compartida

Los niveles inferiores tienen una visión del mundo –un “espacio común en el mundo”- precisamente en la misma medida en que creamos que tienen un nivel de conciencia o de aprehensión. Si los holones menores tienen interioridad –y a nosotros nos parece que la tienen-, y si cualquier holón existe únicamente en un sistema de relaciones de intercambio con otros holones del mismo nivel –lo cual es cierto-, entonces cualquier holón tiene una interioridad compartida con sus semejantes, una “visión del mundo” o “un espacio común en el mundo” en su más amplio sentido.

Como ejemplo, ya hemos acordado que si un holón presenta un cerebro reptiliano, tendrá entonces una interioridad de impulso, y hemos acordado además que esa interioridad no puede ser captada sin más por el lenguaje objetivo y, por tanto, debe tener un espacio subjetivo –o protosubjetivo-, un espacio compartido de los holones de la misma profundidad. No sólo hay superficies compartidas, también hay profundidades compartidas o “espacios comunes en el mundo”.

Dicho de otra forma: si los holones comparten exteriores comunes –lo que es cierto-, entonces comparten también interiores comunes o “espacios en el mundo”. Hasta donde puedan se llevadas estas afirmaciones es algo que permite un desacuerdo razonable, pero resulta ridículo confinarlo únicamente al ámbito humano.

Sin embargo, al igual que antes, cada uno se puede considerar libre de entrar en este debate –se entiende desde un punto de vista evolutivo- cuando entienda que entra en escena alguna forma rudimentaria de conciencia o aprehensión, y aquí las aportaciones que los zoólogos puedan hacer serán de extrema importancia.

Presumiblemente, cuando lleguemos al estadío evolutivo humano, todos estaremos de acuerdo en que existe una visión del mundo compartida y estas visiones del mundo son simplemente el sentimiento interno de un holón social, el espacio interno de una conciencia colectiva en un nivel dado de desarrollo; no sólo es como “yo” me siento, sino como nos sentimos “nosotros”.

Los cuatro cuadrantes de Ken Wilber

En la Fig. 8 (arriba) expresamos lo dicho más expresiva y resumidamente. La parte superior de los diagramas representa a los holones individuales; la parte inferior a los holones sociales o comunitarios. La mitad derecha representa las formas exteriores de los holones: su apariencia externa; y la parte izquierda representa sus interiores: su apariencia desde dentro.

De esta forma tenemos cuatro cuadrantes principales o cuatro aspectos principales de cada uno de los holones.

En la parte superior derecha (SD) se representa la forma exterior o estructura del holón individual. Este cuadrante se expande desde el centro O –que representaría el Big Bang de Hawking- hacia las partículas subatómicas, átomos, moléculas, células, organismos neurales hasta los organismos con cerebro trino; refiriéndonos al ser humano este sería el cuadrante donde pone su énfasis el conductismo o behaviorismo. En él el comportamiento pude ser “visto”, es empírico; esta es la razón por la cual a las ciencias empíricas sólo les preocupa la conducta de los holones –el comportamiento de los átomos, de los gases, de los peces, de los humanos- y no quiere saber nada con la difícil y compleja introspección que implica, obviamente, el interior de los humanos.

El interior de los individuos está representado en el cuadrante superior izquierdo (SI). Este cuadrante –la forma interna del holón individual- va desde el centro O hacia la aprehensión, sensación, impulso, imagen, símbolo, concepto y así sucesivamente. Estos interiores (SI) están relacionados, como vimos, con unos exteriores específicos (SD), de forma que las emociones “van con” sistemas límbicos y los conceptos “van con” el neocortex de los complejos cerebros trinos, y así sucesivamente.

Es decir, cada nivel del lado derecho tiene un nivel correspondiente en el izquierdo; cada exterior tiene su interior. Si nos referimos al ámbito humano, este cuadrante contiene todas las ciencias individuales internas –entre otras cosas-, desde el psicoanálisis a la fenomenología o las matemáticas; y decimos las matemáticas porque nadie ha visto la raíz cuadrada de un número negativo “correteando a nuestro alrededor” de manera que sólo podemos aprehender lo que significa mediante un proceso de interiorización, de abstracción, como tantas cosas.

Pero los individuos existen únicamente en relaciones de intercambio con otros holones de la misma profundidad –micro y macro, individual y social-. En otras palabras, cada nivel de la mitad superior del diagrama tiene su nivel correspondiente en la mitad inferior, de manera que los cuatro cuadrantes tienen puntos que se corresponden entre sí como luego veremos. Consideremos ahora, uno a uno, los dos cuadrantes inferiores.

El cuadrante inferior derecho (ID) abarca, como vimos, desde el Big Bang hasta los grupos de estrellas y las galaxias, los planetas, el sistema Gea, los ecosistemas, las sociedades con división de trabajo y los grupos/familias –cada uno se va haciendo más pequeño debido a la menor extensión simple-.

Si nos referimos a la especie humana, este cuadrante recorre desde las tribus a los pueblos; desde los estados nacionales, hasta el sistema mundial global –que de una u otra manera y de forma más críptica de lo que parece, puede, sólo puede que se esté formando, eso sí, muy irregularmente- haciéndose “mayor” en su propio nivel. Pero ese cuadrante se refiere también a cualquiera de las formas sociales concretas y materiales de comunidad –las formas exteriores de los sistemas sociales-, que incluyen tipos de herramientas y tecnología, estilos arquitectónicos, fuerzas de producción, instituciones concretas, incluso formas escritas –material-, y así sucesivamente.

Dicho en otras palabras, el cuadrante inferior derecho representa todas las formas exteriores de los sistemas sociales, formas que pueden ser vistas, que son empíricas y tienen comportamientos sociales dados –todo lo que hay en la mitad derecha del diagrama es empírico, porque implica las formas exteriores de los holones; en este caso, el holón social. Esta es la razón por la cual el estudio de la sociología –especialmente en los países anglosajones- ha sido generalmente el estudio del comportamiento observable de los sistemas sociales o si se quiere, de “los sistemas de acción social”.

Según esto, una ciencia puede ser considerada como tal, es decir “real”, si sus datos pueden ser “vistos”, verificados sería la palabra técnica, empíricamente, y como todos los holones sociales tienen una forma externa que se puede ver empíricamente, a menudo la sociología ha limitado su campo de estudio a este componente –el cuarto cuadrante (ID)- y ha desconfiado bastante del estudio de cualquier cosa que no fuesen las variables observables y monológuicas de un sistema de acción social.

Para los sociólogos ha sido muy difícil resistirse a la tendencia positivista de estudiar únicamente sistemas de acción orientados al comportamiento, por lo que han estudiado sólo sociedades en vez de culturas, o sistemas de valores compartidos, que constituyen las visiones del mundo compartidas de los diferentes sistemas sociales; es decir, el interior o mejor dicho, los interiores, de los sistemas sociales, el cuadrante inferior izquierdo (II).

Una antología de los años noventa del pasado siglo, denominada Cultural análisis –entendido el concepto análisis cultural como opuesto al de análisis social-, mostró que sólo cuatro pensadores de relieve estaban trabajando o habían trabajado en ese lado de la realidad: Peter Berger, Mary Douglas, Michel Foucault y Jürgen Habermas. A estos se les podría añadir por nuestra cuenta a Charles Taylor y Clifford Geertz, entre algunos otros. Naturalmente, su influencia se va a notar claramente en la parte que ahora abordamos de este libro.

Mensajes

La obra citada contiene importantes mensajes que resumimos a continuación:

-Mientras que las teorías, métodos e investigaciones en otras áreas de las ciencias sociales se han ido acumulando a ritmo acelerado en las últimas décadas, el estudio de la cultura parece haber avanzado poco.

-La razón de lo anterior es que los investigadores teóricos y positivistas se alejaron del mundo efímero de actitudes y sentimientos, necesidades intersubjetivas y valores –el tipo de material del que está hecha la cultura- hacia hechos más perdurables –empíricos- de la vida social: desigualdad de ingresos, desempleo, tasas de fertilidad, dinámicas de grupo, delincuencia y otras variables parecidas.

-En general, sólo sería ligeramente arriesgado el decir que las ciencias sociales están en peligro de abandonar la cultura como campo de investigación. Es decir, abandonar el cuadrante inferior Izquierdo (II) por el inferior derecho (ID)

-Los cuatro pensadores aludidos en un principio han constituido, en las postrimerías del siglo XX, la punta de lanza de una revolución en los planteamientos del estudio de la cultura. Por muy “efímeros” que sea los aspectos de ésta, hay diversas herramientas lógicas, analíticas y estructurales que pueden ser utilizadas para trabajar en esta cuestión. Decir que algo es “subjetivo” no quiere decir que no exista o que no pueda ser estudiado meticulosamente. El estudio revela que los autores aludidos han intentado identificar patrones sistémicos entre los elementos de la cultura misma, o patrones dentro de la cultura. Nosotros expresaríamos esto mismo de una forma un poco diferente: holones culturales, estructuras o patrones internos, no sólo externos. Estos planteamientos que han estado en gran medida fuera de la corriente principal de las ciencias sociales, han sido orientados fundamentalmente hacia los dominios del significado, simbolismo, lenguaje y discurso.

Cada uno de ellos está enraizado en tradiciones filosóficas más profundas, que son diferentes entre sí, pero significativamente ajenas a la llamada tradición positivista de la ciencia social contemporánea. La primera es la fenomenología donde se sitúa Berger; la segunda, la antropología cultural, esta representada por Douglas; la tercera es el estructuralismo donde, inequívocamente, las cosas las dice Foucault; la cuarta, la nueva teoría crítica, es el espacio de Habermas. El impacto de estos planteamientos ha sido grande y creemos contribuye a redituar ciertos excesos en los planteamientos positivistas los cuales, por cierto, muchas veces son eficaces. La distinción entre lo social –sistema de acción social- y lo cultural –visiones del mundo, valores compartidos-, es en gran medida la distinción entre el interior y el exterior de un holón social o comunitario.

Muchas veces tropezamos con las limitaciones que, en si mismas, suponen las propias palabras para expresar ideas; ahora, como veremos, nos hallamos en un caso de esta naturaleza. En efecto, la palabra social nos vemos obligados a utilizarla en un doble sentido:

-Sentido limitado y estrecho como sistema social o patrones externos observables en una sociedad (ID), en contraste con “cultural”, o los valores internos y significados que no pueden verse empíricamente (II)

-Sentido amplio o general donde significa tanto social, en sentido reducido, como cultural; toda la parte inferior del diagrama.

Confiamos en que, en los comentarios subsiguientes, el contexto aclare el significado de cada caso.

En cuanto a la diferencia entre social –sentido estrecho- y cultural, veamos un ejemplo. Imaginémonos que vamos a un país del que desconocemos su lengua. En cuanto llegamos a él, estamos en su sistema social, en los componentes materiales reales de ese país. La gente a nuestro alrededor habla una lengua extraña que no entendemos, pero las palabras habladas suenan en nuestros oídos de la misma forma que en los de los demás. Los habitantes del país en cuestión y nosotros mismos, estamos inmersos en las mismas “vibraciones físicas” del sistema social.

Pero lo cierto es que, aunque no entendamos ni una palabra, estamos en el sistema social pero no en la misma visión del mundo que los naturales del hipotético país, no estamos en su cultura. Sólo oímos lo externo pero no podemos entender su significado interno. Nos afectan todos los significantes sociales –podemos compartir el deseo de fornicar por signos y dar forma a la satisfacción de una atracción, de un deseo compartido y aparecido de manera repentina ya que el sexo es un ayuntamiento entre significantes como decía Lacan- pero no lo harán ninguno de los significados culturales –no podremos compartir con el hombre o la mujer, gozados físicamente, el placer de una conversación, la lectura de un libro, las imprescindibles palabras de amor que humanizan la mera relación fisiológica- Estamos dentro del sistema social pero fuera del cultural.

Sistemas de acción externos

El estudio de los significados culturales internos no puede ser reducido al estudio de los sistemas de acción externos –aunque tienen diversas correlaciones-, o de otra forma podríamos llegar a saber todo lo que se puede saber de una comunidad sin tener que aprender su lengua: simplemente describiríamos el “comportamiento” de sus habitantes –como si fuésemos físicos y estuviésemos describiendo el comportamiento de una partícula gaseosa- y obviaríamos el espinoso asunto del significado; Foucault, durante su periodo de reduccionismo arqueológico, realmente procedió de esta manera, situando “entre paréntesis” tanto la verdad como el significado de las frases, y procedió a describir, únicamente, su comportamiento sistemático.

El método arqueológico de Michel Foucault se focaliza en el comportamiento de los actos serios de discurso –objetos de discurso- dentro de una formación discursiva. No sólo puso entre paréntesis la verdad de estas afirmaciones –la puesta entre paréntesis fenomenológica habitual- sino también, o al menos lo intentó, el significado de las afirmaciones; y después simplemente describió, desde una postura distanciada, el comportamiento de estas formaciones discursivas, de forma similar a como se describiría el comportamiento de las partículas de un gas o el de una colonia de hormigas. Después buscó las formas de rarificación –entiéndase transformación- que gobernaban la formación sistemática misma; un tipo de estructuralismo existencial.

No es que este planteamiento estuviese equivocado, sino que depende de factores que Foucault no tuvo en cuenta, y uno de los principales es que el discurso mismo no puede ser identificado sin al menos una comprensión rudimentaria de su significado, es decir de su interior. Algún tipo de hermenéutica o medida interpretativa tuvo que introducirse en el estudio junto al “cuasiestructuralismo” arqueológico: el estudio desimplicado de formaciones lingüísticas externas tenía que ser complementado por una comprensión interna de su significado; así, la arqueología de Foucault dio lugar a su “análisis interpretativo”, que es más equilibrado. Más tarde, procedió a suavizar su anterior posición y consideró demasiado radical el uso exclusivo de este método. Cada holón tiene un componente en el cuadrante (ID), pero eso no es todo.

El examen del (II) supone el estudio de los significados internos compartidos que constituyen la visión del mundo –o el espacio común- de los holones sociales o comunitarios. En relación a la especie humana, hemos visto que estos van de lo arcaico a lo mágico, lo mítico y lo mental, con todo tipo de variaciones y manteniendo abierta la posibilidad de futuros desarrollos.

En cuanto al espacio en el mundo de los holones menores, simplemente nos referimos a un espacio compartido de aquello a lo que pueden responder: los quarks no responden a todos los estímulos de su entorno porque registran una banda muy reducida de aquello que les es significativo, de aquello que les afecta. Los quarks –y todos los holones- responden sólo a aquello que les encaja en su espacio en el mundo: todo lo demás es como si tratase de una extraña lengua de la que estuviesen excluidos. El estudio de aquello a lo que los holones pueden responder es el estudio de los espacios compartidos en el mundo.
Javier Del Arco
Domingo, 10 de Septiembre 2006
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Editado por
Javier Del Arco
Ardiel Martinez
Javier del Arco Carabias es Dr. en Filosofía y Licenciado en Ciencias Biológicas. Ha sido profesor extraordinario en la ETSIT de la UPM en los Masteres de Inteligencia Ambiental y también en el de Accesibilidad y diseño para todos. Ha publicado más de doscientos artículos en revistas especializadas sobre Filosofía de la Ciencia y la Tecnología con especial énfasis en la rama de la tecno-ética que estudia la relación entre las TIC y los Colectivos vulnerables.




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