COMUNICACION/ES: Jesús Timoteo

Bitácora

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Domingo, 16 de Septiembre 2007


Hace 15 años que la actividad política está marcada por la mercadotecnia. Aunque se pueden encontrar antecedentes (el más notables es la campaña Reagan de 1980, pero también las campañas de Ross Perot en los 80’ y probablemente otros ) es la Campaña Clinton de 1992/93 la que se plantea y desarrolla sometida a una definida estrategia de mercadotecnia (Newmann, The Marketing of the President). Establece unos modos de hacer liderados por consultores externos ( James Carville, G. Stephanopoulos, Stanley Greemberg, S. Blumenthal, Dick Morris) que fueron inmediatamente imitadas y perfeccionadas por las grandes campañas siguientes: Berlusconi, Blair/Brown , Schroeder, Bush en el 2000 y sobre todo en el 2004 con Kart Rove como director, Zapatero, Sarkozy, etc.. Esta estrategia de marketing político, propia de una “sociedad mediática” , la conocemos como “comunicación spin”, técnicas “spin doctors”, “comunicación basura” (“fast”) o “política basura”.

Lo que aquí pretendemos analizar es el resultado y las consecuencias que esta actividad de comunicación política durante todos estos años de “spin”, “fast” o “basura” han tenido sobre todo el sistema político. La conclusión y resumen es que la política spin está terminando, bajo el dominio de la pantalla y el espectáculo, con el sistema político de democracia parlamentaria creado hace más de 200 años en Inglaterra y Estados Unidos, pero al mismo tiempo, están también terminando con los fundamentos teóricos modernos (Maquiavelo) y liberales (Milton y Montesquieu) de ese mismo sistema. La televisión, los políticos de la democracia mediática y el espectáculo están con esfuerzo enterrando a Maquiavelo y a Montesquieu. Y están al mismo tiempo provocando el nacimiento de nuevas demandas colectivas, de nuevos derechos y exigencias, las más notables de las cuales son el derecho individual al conocimiento, a recibir información objetiva y de calidad garantizada, y paralelamente, la imprescindible exigencia de crear organismos de garantía, a similitud de los existentes en el sector y mundo financiero, que persigan e impidan la manipulación masiva y el uso de estrategias anuladoras de la capacidad individual de opción y decisión.

Para el blog presentamos estas reflexiones en una serie de cuatro textos, a saber:

1. ¡!Qué Imagen¡¡: desconcierto y autodestrucción de la clase política
2. De cómo la televisión y la basura han terminado con el sitema político parlamentario
3. El logrado esfuerzo por enterrar a Maquiavelo y a Montesquieu
4. Después de la Política (“Beyond Politica”): Dónde encontrar una nueva credibilidad y Confianza.





¡Que imagen! Desconcierto y autodestrucción en la actual clase política


Lo que un ciudadano normal percibe, a través de los medios fundamentalmente, es que los grandes políticos occidentales son idiotas (no piensan por sí mismos y dependen en todo de consultores externos), son cínicos (culpan a otros, sobre todo a los medios, de los problemas que ellos debieran resolver), son aprovechados (dan la impresión de que han desarrollado todo un largo currículo al servicio del país sólo con el objetivo de poder trabajar más tarde al servicio de los más ricos de la tierra) o son histriones (se dedican a desconcertar a la opinión y al enemigo más allá de cualquier programa, proyecto o ideología).

Paralelamente los ciudadanos no dejan de intuir, tal vez conservan de su memoria histórica, que no es este el único modo de hacer política, que no todo consiste en “ganar a cualquier precio las próximas elecciones” (objetivo exclusivo de las estrategias spin), sino que , según conservamos por memoria histórica, existe otra política posible en la cuál lo importante es el bien común y no la supervivencia, enriquecimiento y satisfacción de los políticos.



1. Externalización de Cerebros.

El pasado 13 de Agosto (2007) Kart Rove ha dimitido como “senior advisor” en el gabinete de la Presidencia de G.W.Bush. Las interpretaciones sobre esta dimisión atienden todos los gustos, pero en general los politólogos presentan a Rove como el “estratega”(“Bush´s Brain”) de toda la actividad política de Bush. En el libro disco de James Moore y Wayne Slater , K.Rove es presentado como un perfecto “Maquiavelo” y “Richelieu” adecuado al siglo XX (“boy genius”) capaz de utilizar en cada momento el truco perfecto para ganar.

Republicano desde niño, implicado en la estructura del Partido desde joven, aprendiz de trucos sucios en política desde los tiempos del Presidente Nixon y del Watergate (1973), alcanzó notoriedad ya en aquellos años, con poco más de 20 años, “colándose” en la sede de la campaña electoral del demócrata Alan Dixon, robando papel timbrado e imprimiendo una invitación que prometía “cerveza, chicas y diversión gratuita” en un miting del candidato. La repartió en un concierto rock y logró hundir el acto de los demócratas. Según Moore/Slater ha utilizado trucos sucios en todas las campañas en las que ha intervenido desde aquella fecha Nadie le niega inteligencia, preparación, habilidad, astucia.

David Frum opina que K.Rove ha dado respuestas muy brillantes a una pregunta equivocada, mal planteada, porque Rove nunca se preocupó de las necesidades de la gente ni del interés de la nación sino de cómo ganar las próximas elecciones. Ganar las elecciones dejando en segundo lugar los problemas del buengobierno. En esa estrategia se dedicaba, en las últimas elecciones presidenciales del 2004, por ejemplo, a contentar y cortejar determinados “targets” de la base electoral cuidadosamente elegidos a los que ofrecía leyes y promesas capaces de romper a su favor los sondeos. Reducciones fiscales para conservadores convencionales, apoyo a la infancia (“No Child Left Behind”) para moderados suburbanos, descuentos en medicinas prescritas por el médico para jubilados ansiosos, facilidades en la inmigración para los hispanos, programas basados en la religión y la fe para los evangelistas y católicos…etc..

No importaba si estos programas se contradecían unos a otros (reducir por ejemplo los impuestos y crear un subsidio importante para las medicinas con receta) porque el objetivo del “conservadurismo compasivo” no era resolver problemas sino “marcar la agenda”, tener argumentos que justificasen el estar presente en la opinión. Insiste Frum en cómo Rove ha conseguido exprimir al máximo los restos de un filón en recesión y decadencia, el mercado de votos republicano: es evidente desde hace años que la base demócrata crece a mayor velocidad que la republicana, que el número de votantes que dejan de ir a las iglesias aumenta muy por encima de los que se casan por la iglesia, que la población no blanca e inmigrante tiene una tasa de crecimiento vegetativo muy superior a la de los blancos, que las clases medias –tradicionales votantes de los republicanos- están perdiendo presencia, poder y fuerza social.

En esa situación Rove consiguió ganar utilizando, siempre según Frum, la estrategia de la polarización, consiguiendo unir su base electoral y romper la contraria. Polarización es radicalización y destrucción del contrincante. Opinan lo mismo Slater y Moore: Rove ha destruido –enviado a la carcel, hundido moralmente, acabado con la carrera política- de sus principales contrincantes. Como “buen discípulo de Maquiavelo”, dicen, sin reparar en medios.

Con sus trucos y estrategias se va de la Casa Blanca después de ganar las del 2004 pero perder las del 2006, de salir indemne durante años pero verse ahora implicado en dos escándalos de grueso calibre, acusado de estar en el origen de “ciagate”, el reconocimiento público como agente de la Cia de Valerie Plame y acusado de estar en el origen de la expulsión de los procuradores de tribunales despedidos por el ministro de Justicia González, también recientemente dimitido.

2. Cinismo.

El 12 de Junio de 2007 Tony Blair tiene una intervención en el “Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo” en la sede londinense de la agencia. Lo dedica a las relaciones entre Media y Políticos y aunque lo presenta como un “argumento y no un lamento”, el discurso forma uno de los capítulos de exculpación y penitencia de la epoca Blair. Se trata por ello de un discurso absolutamente político y de enorme interés teórico.

Indica Blair cómo las relaciones entre políticos, agentes de la vida pública y medios han cambiado de un modo muy radical a consecuencia de las transformaciones habidas en el sector de la comunicación. Se trata de un hecho del cual nadie es culpable pero cuyos efectos son extraordinariamente negativos en el desarrollo de la vida pública.

Será necesario debatir en serio sobre la actuación de los medios, sobre cómo se informa a la gente y a la opinión con objetividad, cuidado y precisión (“properly and accurately”). Los medios son hoy más fragmentados, diversos y autónomos que nunca, cientos de televisiones con capacidad técnica para llegar a todas las consciencias, con capacidad de actuación de 24 sobre 24 horas, con capacidad tecnológica y de gestión para influir por encima de lo que la gente normal es capaz de controlar.

Un actor público, un político, se ve así obligado en esa situación a responder en tiempo real a las exigencias crecientes de los medios. Con frecuencia es más acuciante para un político ordenar la secuencia inteligible de los hechos y de lo que intenta hacer que llevar a cabo un programa de buengobierno. Porque si se equivoca en la presentación y exposición de sus procesos, si rompe con la lógica visual y televisiva, la situación saltará inmediatamente a ser dramática y a la crisis.

Un político es en primer lugar y ante todo un creador de notas de prensa y sólo en segundo lugar un gestor público. Por eso cada día hay más gente convencida de que pagamos a nuestra clase política y dirigente (jueces ,directores generales… )no para hacer política, no para resolver problemas, sino para salir en televisión, para hacer comunicación y desarrollar trucos sucios en ello.

Ese sometimiento de los políticos a la cámara y a la pantalla producen un sofisticado cinismo entre los políticos y entre la propia gente. Para salir en los telediarios no interesa una buena gestión, no interesa un buen discurso de sentido común y lógica en el Parlamento, no interesa el bien común ni la puesta en marcha de programas con objetivo a medio o largo plazo.

Para abrir los telediarios interesa sólo el escándalo, la noticia llamativa, la exclusiva que atraiga la atención y rompa la atonía de la vida normal. Para ello medios, agentes y políticos compiten incluso entre sí con creciente crudeza. Todos tienen necesidad del IMPACTO. El impacto domina toda la actividad pública. No es de despreciar la calidad o la credibilidad pero todo ello sometido a la inmediata exigencia del impacto, de ocupar el primer puesto en la atracción de la audiencia y en la ocupación casi física del espacio público y de opinión.

Tal lógica televisiva y de impacto sobre la opinión produce efectos letales sobre la acción de los políticos y sobre la actitud de la opinión pública y de los votantes. El primero de ellos está en que se impone, como técnica dominante de relación en la vida pública, el ESPECTÁCULO: la actividad política es sobre todo un juego teatral, de actores que operan en seriales televisivos con capacidad de cambiar de registro a cada instante y de adecuarse en modo inmediato al “prime time” y al escándalo siguiente, que en horas y a veces en menos, entierra el escándalo y la primera (portada y noticia) anterior.

El segundo efecto tiene que ver con la construcción del discurso televisivo y con la construcción inmediata de una opinión y de una posición mental de la gente ante esa “noticia” que es el espectáculo y el escándalo último: un constructo mental simplón e inmediato exige que los problemas o los errores no sean nunca casuales o producto de una mala gestión sino conspiracionales, producto de una historia negra y llamativa, mejor mientras más absurda, irreal y alejada de la realidad en la que las causas y los culpables –normalmente siempre la oposición o la parte contraria- son más importantes que los acontecimientos y las opiniones y comentarios elementales más importantes que los hecho.

El tercer efecto consiste en empujar a la opinión a posicionarse de modo abierto y definitivo, en una estrategia de continua controversia (“wedge-politics”) y polarización, una retórica inspirada en y por solemnes promesas que no es necesario cumplir: la política de controversia y de polarización establece una agenda con temas que buscan actuar como material de conjunción y unión en las propias bases electorales y como cuña que dividen la coalición de las bases contrarias.

El cuarto efecto tiene que ver con la reputación mutua: los políticos consideran a los votantes y a la opinión como un material amorfo de fácil manipulación, la banda de imbéciles que desde siempre han sido conducidos al sacrificio con humo, fuegos artificiales, colores y poco más mientras que los votantes –y sobre todo una inmensa mayoría de abstencionistas, votantes en blanco, dudosos y vacilantes- consideran a los políticos como una banda de inútiles de quien nadie se puede fiar, una enfermedad social de la que no conocemos la forma de cura.

Blair lanza, como epílogo a esta situación, su propio titular y material para la primera: “para los medios actuales, el miedo a perder impacto significa quedarse sin alimento, fallar en la operación diaria de caza: en esa situación los media operan como bestias salvajes capaces de destruir cualquier persona y reputación antes de quedar fuera de un titular o una apertura de informativos”.

Por eso la reputación y el prestigio público de los periodistas no es muy superior al de los políticos: la gente piensa casi igual de ambos colectivos y no tiene ninguna confianza en que los nuevos medios –los “postmedia” individuales: pantalla en teléfono movil, televisiones digitales…- sirvan como bypass a la situación y la resuelvan sino todo lo contrario, sean nuevos medios y tecnologías para una mayor manipulación de la opinión y del voto. “Estamos bastante desmoralizados en cómo interactuarán medios y vida pública. La confianza de la gente en los periodistas no es mayor de la poca que tienen en los políticos.

Existe sin duda un mercado para las informaciones serias y equilibradas como existe un anhelo de imparcialidad. Tal vez están cambiando las formas en que la gente accede a la información –online frecuentemente- pero no parece que estén cambiando ni el formato ni las fórmulas en que las noticias se ofrecen…porque lo medios están convencidos de que cualquier cambio de marcha en relación a los modos de conseguir impacto significarán una caída de audiencia y ventas”.

3. “Hedge Funds” o el CV del político con futuro.

El 15 de junio de 2007 salta la noticia de que el expresidente español Aznar ha sido “fichado” por la firma “Centaurus Capital” con sede en Londres, que maneja en bolsa y valores más de 4.500 millones de dólares aunque es conocida y definida sobre todo por su habilidad en capital riesgo y “hedge fund”. Si uno busca cuáles sean las características de estos “hedge funds” y del “capital riesgo” se encuentran con que se trata de sociedades siempre privadas que tienen como objetivo exclusivo una alta rentabilidad a partir de inversiones muy diversificadas, aprovechándose de la opacidad regulatoria de los diversos países y con cobro de altas comisiones.

El reciente ejemplo de la crisis de las bolsas mundiales a partir de los impagados inmobiliarios en los USA explica con bastante claridad como actúan: los bancos ofrecen préstamos hipotecarios a personas sin garantías suficientes; acumulando activos –deuda de miles de compradores de casa a riego- los bancos crean paquetes que ofrecen a fondos de inversión quienes a su vez los colocan a otros agentes –también bancos con frecuencia- que terminan el ciclo prometiendo a inversores una rentabilidad atractiva; cuando, por la subida de intereses, sucedió que la banca en origen tuvo problemas de impagados, la rentabilidad de los ahorradores e inversores finales se viene abajo. Es un juego perfecto donde la banca gana siempre, nunca pierde. Seguro que es legal pero es basura, es manipular los deseos de beneficio de los inversores, es engañar a la gente.

El caso del expresidente Aznar no es único. El también expresidente Felipe González trabaja en funciones de intermediación con Carlos Slim el hombre considerado como más rico del mundo, el ex primer ministro alemán Schroeder hace lo mismo con la super empresa rusa Gazprom, el ex primer ministro inglés John Mayor con “The Caryle Group”, otro operador de “hedge found”, el expresidente BillClinton hace algo parecido con “Yucaipa” una banca privada norteamericana, la ex secretaria de Estado Madeleine Albright ha creado un fondo de inversion libre que lleva su propio nombre, el exsecretario del Tesoro norteamericano John Snow ha sido “fichado” en octubre pasado (2006) por otro fondo “Cerberus Capital”….

Probablemente hay otros muchos casos y en cualquier modo son suficientes para marcar una tendencia según la cual una carrera política, un poderoso y prestigioso currículo político, es en realidad un itinerario hacia puestos de intermediación en grandes negocios, hacia funciones de relaciones externas en grandes compañías financieras o industriales. Por tradición y en los sistemas parlamentarios occidentales los políticos de alto nivel (primeros ministros, presidentes) pasan a desarrollar actividades relacionadas con el interés nacional, situándose en Consejos de Estado o en proyectos especiales al servicio de sus países. Es difícil imaginar a los grandes políticos del siglo XIX o XX, a Churchill, Eisenhower, De Gaulle, Cánovas, Disraeli…llevando a cabo actividades privadas similares al margen de los intereses de sus respectivos estados.

4. Histrionismo para Desconcierto de amigos y enemigos.

Entre mayo y junio de 2007 Nicolás Sarkozy ha sido elegido Presidente de la República de Francia después de un apasionante duelo con la candidata socialista Segolene Royal. Las interpretaciones en boca de los más afamados analistas franceses sobre los motivos de su victoria y sobre la personalidad de Sarkozy dejan perplejo a cualquiera.

Bernard Henry Levy dice a los lectores del “New York Times” que Sarkozy es cínico y sentimental, habla de todo como un hombre sin memoria, como caso único entre los lideres franceses admira a los Estados Unidos, es el primer presidente francés que implica en su campaña su vida amorosa y las relaciones con su mujer Cecilia.

El mismo autor a los lectores del “Internacional Herald Tribune” (17.07.07): “se trata de un político que encarna el fin de las ideologías de quien no puedo fiarme”. Alain de Benoist (Nueva Agencia Radical:20.07.07): “es sin duda un profesional de la política con enorme dinamismo y voluntad pero también con una total carencia de escrúpulos”.

Marcel Gauchet (“Le Point” 11.01.07): Sarkozy no es gaullista ni ortodoxo ni chiracquiano, es liberal pero no del todo; durante un cierto tiempo encarnó una especie de tatcherismo a la francesa pero parece que después se ha inclinado hacia un gaullismo sociológico; no se sabe realmente qué es; tiene aplomo y tenacidad, sin duda, pero habrá que verlo actuar; en cualquier caso es alguien que provoca y te obliga a situarte, alejado de la autoridad “super partes”,con un perfil incluso a veces amenazante, con una personalidad que divide más que unir; sus votantes comprenden, a primera vista, tres estratos: uno popular, un grupo importante en las clases medias y un gran apoyo entre los grandes intereses económicos; a las clases más populares les gusta su modo directo de actuar y hablar, su firmeza, a las clases medias el reclamo a los principios de responsabilidad personal y a las élites económicas sus propuestas de reducción del Estado Social.

Especialmente desconcertados están los intelectuales: Alain Badiou (“Le Monde” 14.07.07) opina que Sarkozy simboliza la posibilidad para intelectuales y filósofos de ser reaccionarios sin complejos ni susurros. Roger Scruton (“La Repubblica delle Donne” 26.05.07) dice que tiene el coraje de decir lo que piensa y afrontar sin complejos el sentimentalismo totalitario de la izquierda europea. Jean Daniel (fundador de “Le Nouvel Observateur” y faro durante décadas de toda la izquierda europea) ha publicado en varios medios “Un viaje con el Presidente” (viaje a Argelia 11.07.07).

Afirmando reiteradamente su posición de votante y defensor del socialismo francés, J.D. va encontrando en Sarkozy cosas de Napoleón, de De Gaulle, de Mendes France (“…no se pregunta continuamente si su estrategia persuasiva corre el riesgo de hacerlo aparecer como un bufón o un domador, si su simplicidad está hecha de demagogia y su popularidad de populismo. En realidad hay algo de Bonaparte en Nicolas Sarkozy, el cual, por otra parte, ha conseguido afirmarse en la dirección de una derecha absolutamente bonapartista”). No ve con preción J.D. hacia dónde va el nuevo presidente pero está seguro de que “…ha roto con el estilo, los métodos, el lenguaje, los gestos de sus predecesores en el momento de encarnar la imagen de Francia en el exterior” .

La impresión general viene muy bien recogida por Josef Joffe, editor de “Die Zeit” : “Who is Nicolas Sarkozy, Napoleón III or Mick Jagger?. “Sarko”, the rock star, strutus his staff with gold Caín and bared chest, hanging out with the high and mighty…”. Sarkozy es omnipresente y “omnipresidente”, ¿es acción o sólo agitación?, está corriendo sin para pero no sabemos bien hacia dónde, utiliza grandes conceptos de liberalización, globalización y similares que, de momento y en sus primeros cien días, no ha aplicado para nada. Cita Joffe las recientes actuaciones de la fusión Gaz de France/Suez como ejemplo. Es un “hyperpresidente” que tal vez sueña ¿con el mundo o con las televisiones de todo el mundo?.

5. La Reputación e Imagen de la Política en Occidente.

He elegido estas cuatro situaciones por ser muy conocidas y porque definen con claridad cuál es hoy la reputación y la imagen de la política en Occidente. En el primer caso la conclusión es “indudable”: el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, G.W.Bush es un imbécil, con un cerebro prestado que se ha venido llamando K.Rove (han encontrado inmediatamente un sustituto, el nuevo Richelieu responsable de las dimisiones en el equipo Bush, se llama Ed Gillespie). Bush, que por cierto es el primer presidente USA con un título en Harvard, master incluido, ha venido actuado, sobre todo para los medios europeos y los adeptos a Michael Moore (por cierto,presentado como un falsario y demagogo por Riuk Caine y Debbie Melnyk como un actor llevando al escenario las estrategias decididas por Rove y su equipo y al servicio exclusivo de la industria del petróleo y del armamento.

El segundo caso no deja de ser llamativo y extraordinariamente cínico: Tony Blair, que ha sido considerado por los expertos como el indudable “Sultan of Spin”, es decir, aquel que, con la inestimable ayuda de A.Campbell , consiguió ser el más reputado maestro en el manejo masivo de los medios utilizando técnicas basura, expone una justificación en la que culpa a los medios (“fieras salvajes” en inagotable búsqueda de carnaza, los llama nada menos) de la imposibilidad de desarrollar una actividad política eficaz, limpia y al servicio del bien colectivo.

El tercer caso manifiesta mejor que ningún otro el fin estético y tal vez ético de la democracia parlamentaria: aquellos líderes de repercusión mundial (Clinton, Schroeder, F.González, Aznar…como ejemplos) que establecen como objetivo de sus carreras profesionales y quien sabe si de sus vidas el salto hacia el dinero, hacia el poder y presencia en el mundo de la intermediación económica y las finanzas, como si sus años de representación y defensa de sus propias naciones hubiesen sido algo ocasional y pasajero en sus vidas, como si no hubiesen podido o tenido el coraje de hacerse ricos y mundialmente famosos en sus anteriores representaciones y necesitasen “sobrevivir” al servicio de los más ricos de la tierra.

El cuarto caso, la personalidad de Nicolás Sarkozy, es probablemente el más llamativo ejemplo de lo que la política quiere ser, de la “postpolítica”, sin que sepamos aún si su actuación significará la cola final de una época que muere o el inicio llamativo de una época nueva.

Todas estas situaciones descritas, que han tenido lugar en el presente año 2007, cuentan al menos con un importante elemento común. Reflejan desconcierto y mucho miedo. El desconcierto de la propia clase política, la consciencia de que están cada día más alejados de la realidad y de sus votantes, la sensación de ser marionetas de un sistema que no controlan y que les induce a una rueda maldita de poder, dinero, impopularidad y desprecio social, el miedo a terminar expulsados de esa maldita rueda con riesgo de aislamiento, ruina y hasta cárcel.

Estos desconciertos y miedos llevan a la inanición y al sometimiento, fidelidad y obediencia, a los dirigentes del propio partido, aunque haya que renunciar para ello a sus más íntimas convicciones. Llevan a un miedo lejano, a que, el día que se produzca una “sublevación” que “corte cabezas” (moral más que físicamente) las víctimas no serán como tradicionalmente los reyes, los obispos, los capitalistas… sino ellos, los actuales políticos en activo.

Son plenamente conscientes los políticos actuales en su mayoría que el actual sistema político de representación parlamentaria, creado hace más de 200 años en Inglaterra y Estados Unidos, con sus posteriores aportaciones de democracia social, está muerto o en vías de extinción y entierro, que los actuales partidos son unas máquinas de acción social que han perdido el sentido institucional, que se han olvidado del bien colectivo –objetivo para el que fueron creados- y se ocupan sólo y exclusivamente de sí mismos y su supervivencia, de ganar elecciones a corto plazo –importan las próximas- y a cualquier precio.

El propio sistema de democracia mediática y los mismos políticos están sometidos a un incontrolable complejo y síntoma de autodestrucción. Todos saben muy bien que es necesario cambiar de modo radical las normas de financiación de los partidos y las leyes electorales que llevan al parlamento a funcionarios del partido más que a representantes del pueblo, que es necesario romper con una cultura política en la que prevalece el particularismo y el éxito inmediato como fin en sí mismo.

Es el discurso casi diario de los Presidentes, Reyes y Primeros mandatarios de todos los países occidentales: el sistema democrático actual ha sido secuestrado por los partidos políticos, magos en falsificar la representación y la voluntad de los ciudadanos y en organizar un clientelismo, un sistema de financiación y un derecho electoral como instrumentos con los que gobierno y oposición falsean las reglas de la competencia y de la democracia más elemental .

Los políticos son conscientes de que se han convertido en una “casta” de intocables, que manejan sin justificación ni rendimiento de cuentas, sin responsabilidad personal ninguna, ingentes cantidades de dinero en una comparación insufrible para el ciudadano que paga impuestos y ajusta sus días con esfuerzo a la realidad profesional y vital .

Esta conciencia de fin de época, este desconcierto y un cierto complejo de culpabilidad está presente en todos los grandes candidatos.

Como ejemplo el programa de Walter Veltroni, actual Alcalde de Roma, previsible heredero de Prodi y lider del nuevo “Partido Democrático” (PD) que aglutina todo el centroizquierda italiano. Su programa recoge, entre otros principios, lo siguiente: (1) el nuevo partido establecerá una democracia interna obligatoria para toda la selección de líderes y candidatos a todos los niveles; (2) será un partido federal, una red de partidos territoriales federados que recogerán todas las diversidades y tendencias; (3) se soportará en una nueva cultura política: “supera la idea de que aquello que importa es ganar elecciones…No, lo que importa es el buengobierno…no es el tacticismo sino “restituir la moralidad a la política…afirmar una visión antimaquiavélica de la política en sí misma, cuya finalidad no está en organizar la fuerzas necesarias para la consquista y conservación del poder… sino la búsqueda del bien común, del interés del país, a través de la creación de un consenso en torno a un programa…”

15 de septiembre de 2007
Jesús Timoteo



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Martes, 5 de Junio 2007


La reciente campaña electoral –en cuanto a sus técnicas de comunicación y marketing se refiere- ha sido una campaña patética, capaz tal vez de agitar vehementemente el ánimo de los votantes pero con motivos y formas antigüas, tristes, decadentes, fuera de contexto, ilógicas y suicidas.



Al Sr. Sebastian, candidato a la Alcaldía de Madrid por el Psoe en las elecciones de Mayo del 2007, le han votado varios cientos de miles de personas. La motivación de ese voto parecen bastante evidente: no fue con toda seguridad el conocimiento de su curriculum político, inexistente hasta el momento y es poco probable que fuese la fuerza de su programa o sus habilidades dialécticas según puede deducirse de un elemental seguimiento de sus actividades electorales. Entonces ¿por qué le voto tanta gente?. A cualquiera se le ocurre que lo que la gente en realidad voto fue al Partido Socialista (Psoe) o en contra del Partido Popular (Pp). Es decir, los votantes se movieron en torno a conceptos –aquello que la gente espera y desea de un partido político-, a banderas, a siglas, a imágenes, a marcas en definitiva.

La gente ha votado siglas, símbolos, conceptualizaciones, un “partido iglesia” (“church-parties”) o ha votado contra otro partido, otros símbolos, otras siglas similares. Los equipos de campaña ( la “máquina de guerra” de los partidos) son muy conscientes de ello: por eso fue una campaña sobre “asuntos generales”, como primaria de las próximas “elecciones generales”, de macropolítica nacional mucho más que una campaña municipal o pegada a problemas, gestión y servicios próximos. Los responsables de las campañas han hecho por ello una “campaña de marca”, se movieron en promoción, afianzamiento, fidelización y defensa de símbolos, siglas, líderes, igual que cualquier corporación en circunstancias smilares.

Si admitimos esta premisa mayor, que en este caso concreto parece irrefutable, podemos desarrollar algunas curiosas consideraciones que convierten la reciente campaña electoral –en cuanto a sus técnicas de comunicación y marketing se refiere- en una campaña patética, capaz tal vez de agitar vehementemente el ánimo de los votantes pero con motivos y formas antigüas, tristes, decadentes, fuera de contexto, ilógicas y suicidas como veremos.

Campañas corporativas de reputación y marca

Las campañas “de marca” de las corporaciones reunen desde hace años algunas características comunes. Por ejemplo, se dedican a presentar sus propias cualidades, a manifestar valores específicos y propios, a identificarse con símbolos y conceptos respetados, de prestigio personal y social, morales: “imposible is nothing” reza Adidas. Nunca hablan de las compañías de la competencia como ley elemental del marketing. La publicidad negativa e incluso la publicidad comparativa es poco frecuente y nunca se ha hecho de modo directo y ofensivo para los contrarios. Audi, a modo de ejemplo, jamás se refiere a la competencia ni a otros coches colíderes en el mercado.

¿Por qué Coca Cola, siempre como ejemplo, no habla mal de Pepsi Cola?. Por varios e importantes motivos. El primero de ellos es el de “posicionamiento”, el espacio en que el nombre, los símbolos y la identidad se sitúan, el cómo la opinión percibe lo que hace, es decir, la reputación. Un nombre considerado y prestigioso lo es ante todo por cualidades morales del tipo de fiabilidad, honorabilidad, respeto y cumplimiento de los compromisos, dignidad en los comportamientos. Es impensable que una marca consolidada se enfangue con basura de cualquier tipo, que entre en “peleas callejeras”, en disputas de vecindad, en algaradas chulescas (“…y tu más!), en acusaciones, en debates sin sentido. Porque las marcas son en la actualidad el mayor valor contable de todas las grandes corporaciones y porque, colgados de ese afianzado prestigio y reputación, es posible y fácil mantener en el mercado viejos productos y colocar nuevos productos. Se fian los compradores, funciona la red de distribución, son conocidos sus formatos de relación, servicio y cobro, ofrece garantías, una calidad al menos estándar y además es respetable, civica, educada y preocupada por la sociedad que la rodea y los consumidores a los que se ofrece.

Un segundo motivo es de inteligencia estratégica, la suficiente para conocer con precisión dónde se encuentran los enemigos de verdad. Continuando con el ejemplo, Coca Cola no ataca a Pepsi Cola porque Pepsi Cola no es su enemigo real. En mercados afianzados y consolidados, la conquista de un uno por ciento contra el segundo competidor tiene esfuerzos y costes que no merecen la batalla. Porque la pérdida de territorios y cuotas de consumo no viene actualmente del competidor oficial sino de actores nuevos. Quienes hacen perder cuota de mercado a Coca Cola, a Pepsi Cola y a refrescos similares no son otras colas sino alternativas reales y poderosas como la cerveza, el agua, la leche o el vino. Ahí se encuentran sus reales “enemigos”. Frente a ellos las dos marcas dominates deben ser y operar como “aliados” y defender sus valores intrínsecos que son comunes frente a los valores que los “enemigos” proclaman como propios: recuérdense las enormes campañas relacionadas con la leche, el vino o la cerveza por ejemplo.

Un tercer motivo está en la conquista y ocupación de nuevos nichos de mercado, que son natualmente mercado intermedios (“centristas”): leche mezclada con naranja, tinto de verano, aguas con específicas cualificaciones, refrescos “light”, sin azucar, sin cafeina, etc. Estas ofertas penetran en una primera fase sobre la fiabilidad profesional y la reputación de la gran marca, se ganan el apoyo de los puntos de venta o de la distribución, ganan posiciones en ofertas y lineales, utilizando el prestigio garantizado de sus sistemas de todo tipo, de su logística, de sus facturaciones regularizadas, de los contactos y las relaciones personales y en una segunda fase, si consiguen superar la primera, pasan a ser presentados como “joyas” de marca, como integrantes de aquello que entre los usuarios y consumidores es lo más importante, lo que conviene por encima de todo preservar, el nombre y la marca.

Por todo ello un observador imparcial percibe y tiene la impresión de que las marcas son en la actualidad las mayores propagadoras de los valores morales: unas proclaman el valor del esfuerzo y el que “nada es imposible”, otras se identifican con lo ecológico que viene “más allá del petroleo”, otras con los espacios libres. Ninguna se dedica a excluir, ridiculizar, agredir a la competencia de su mismo sector industrial o de servicios

Campaña política “spin” y basura

Saltemos ahora a lo más visible de la última capaña política, la municipal y regional de mayo de 2007 en España. Es imposible que los políticos responsables de la misma y los expertos en marketing electoral que les han acompañado no conozcan los formatos profesionales a que nos hemos referido. Y sin embargo sus tácticas y procedimientos no han tenido nada que ver con lo descrito, con los modos de hacer de las grandes corporaciones. Se trata de otro mundo donde las retóricas dominantes parecen no estar interesadas en la reputación de sus propias banderas y simbologías, sino más bien empeñadas en arrastrarlas por la indignidad, las exageraciones, las formas “spin” y basura de comunicación, preocupados en propagar y defender la “sutileza del atontamiento” (“subtility of illaqueation” según F. Bacon), mecanismos y trucos que neutralizan la desilusión del elector. Todo ello con la creación de un ambiente agresivo, excluyente y duro condicionado por la manufacturación del consenso a través de una política y de una comunicación llena de trucos y modos sucios de hacer.

La mayoría de esos trucos son muy anticuados y se desarrollaron en el comunismo y en el nazifascismo de los años 20 y 30 del siglo pasado aunque reciban en la actualidad una enorme potenciación con el uso de las televisiones generalistas y masivas. Es lo viejo potenciado por un punto de venta en cada hogar, por las pantallas y su predominante técnica, el espectáculo. Algunos ejemplos.

El más recurrente se denomina “indexing” y consiste en conseguir establecer el índice en los telediarios ( es la fase desarrollada del “agenda setting”). El objetivo es colocarse el primero, “abrir el telediario” y a ese objetivo se somete todo, especialmente lo que sea útil para la descomposición y destrucción del contrincante, aunque se tenga para ello que rebuscar entre su más impertinente basura. Otro frecuente se llama “fencing” y consiste en encerrar el contrario, expulsarlo fuera del campo, crear un muro con pactos, silencio o medios de comunicación que deje al enemigo político fuera del recinto de debate en modo que la opinión pública no pueda conocer sus argumentos, someter al contrario a “fuego de cobertura” en modo que no consiga ni tan siquiera “asomar la cabeza” y decir lo que piensa. Un tercer y común truco es el de la “polarización” de la oferta y del mercado en amigo-enemigo, el “cogitare per inimicos”, buscar un culpable, un “malo” responsable de todo lo despreciable y negativo y proponer la solución en un “carismático lider”, en el bueno, el salvador, el que impondrá el orden a pesar de todo.

Esta táctica necesita más que ninguna otra del apoyo de los medios de comunicación para lograr la “canalización” de opinión, para crear circuitos y mercados separados de información y fidelización, trincheras, campos ideológicos. Otro truco muy simplón es el definido como “efecto bocadillo” y consiste en presentar a la opinión (siempre en los telediarios) varios “defensores” contra un solo “atacante”; por ejemplo, el presidente o un ministro presentan una versión, el lider de la oposición la versión contraria, el portavoz parlamentario del gobierno propone la versión primera y un lider de un partido menor aliado del gobierno la misma; la conclusión es que están todos de acuerdo menos un tipo aislado y solitario que se opone

Campañas políticas suicidas

Esos trucos, útiles sólo a muy corto plazo, tienen además un poderoso componente suicida, conducen hacia la destrucción misma de los políticos que los practican y, lo que es más letal, del actual sistema de democracia parlamentaria, llevan a un salto en el vacio hacia el totalitarismo y hacia la descomposicón social y la implantación de sistemas contrarios y dinamitadores de la actual democracia parlamentaria. Intentaré exponerlo brevemente con mayor claridad.

Los modos “spin” y basura utilizados en el marketing político en esta última campaña desarrollan en la gente y entre los votantes la capacidad de convivir con contradiciones esenciales, obligan a convivir con un conflicto íntimo entre la oferta pura de la mercadotecnia para los propios valores (“paz”, “solidaridad”, “patria”…), la radical demonización de los contrarios (“corrupción”, “mentira”…), y la realidad de los comportamientos de la propia facción que frecuentemente las contradice, porque todos los políticos “mienten”, en todos los partidos hay “corrupción”, etc. Técnicamente se denomina ese estado de ánimo como “disonancia cognitiva” . Esa disonancia sólo puede soportarse –un individuo normal solo puede “tragar varios sapos” al día- con una identificación absoluta con la causa (la “fe del carbonero”), con el dejarse arrastrar de modo inevitable hacia la ideologización radical, hacia la simpatía por una propias posiciones de facción, de partida, la impermeabilidad a las objeciones, la anulación de la capacidad de reacción, la aceptación sin respuesta crítica de todo lo que la propia facción propone, la pendiente acelarada hacia el totalitarismo en definitiva. La anulación de la capacidad crítica es la antesala del totalitarismo.

Y en la vertiente contraria, cuando uno no es capaz de entrar en el engranaje ni aceptar la comunión con “ruedas de molino”, se huye del absurdo por una pendiente acelerada hacia el más absoluto desprecio por todo lo que tiene que ver con la política y los políticos, hacia el abstencionismo, hacia la búsqueda de soluciones personales o colectivas fuera del sistema, hacia el desarrollo de alternativas paralelas, antisistema tanto en el sentido de la izquierda radical (“no-global”) como en el sentido de entrar en grupos que operan al margen de lo legal y oficial, mafias organizadas, grupos radicales, sistemas clandestinos fuera de la ley, exterminadores todos de la democracia vigente.

Es decir, el “enemigo” primero de los partidos que compiten en unas elecciones no son los otros partidos concurrentes sino ellos mismos con el totalitarismo, el abstencionismo y los clanes organizados y mafias parapolíticas que con la comunicación basura están potenciado. Sobre todo cuando, en consonancia con tal radicalización y canalización, grupos de ese tipo se instalan dentro de los propios partidos o se organizan como grupúsculos que operan de imprescindibles en el juego parlamentario y en los acuerdos para el mantenimiento del poder y del gobierno.

Campañas políticas envenenadas

Los políticos ya han logrado como gremio y sector profesional la peor de las imágenes públicas posibles: están considerados en todo occidente como el grupo profesional más desprestigiado y es muy dificil encontrar jovenes preparados e inteligentes que tengan como horizonte personal la vida política y las organizaciones políticas. Los partidos, sin embargo, han conseguido mantener como organización y a pesar de todo un cierto élan y prestigio de marca derivado de su pasado, capaz aún de mantener un porcentaje fijo de votantes. En esas circunstancia ¿cómo es posible que políticos y partidos no cuiden por encima de todo su propia supervivencia y se dediquen por el contrario a desarrollar en su mercadotecnia electoral una estrategia de “tierra quemada”, de victoria inmediata a cualquier coste, “como sea”?. Es muy probable que en lo que tiene que ver con la reputación de un partido político, la opinión pública y el mercado de votantes no se muevan en las alternativas con que aburren los actuales políticos profesionales. Es muy probable que a muy poca gente interesen, por ejemplo, campañas basadas en la dicotomía entre conservadores y progresistas, liberalismo y socialismo, comunismo y fascismo, monarquía o república.

Es muy probable que buena parte de los ciudadanos se sientan socialista-liberal-conservadores según el momento del día y la actividad concreta que estén realizando. Es muy probable que, por propio espíritu de supervivencia, los partidos y sus equipos de campaña debieran atender y cuidar otras dicotomías más de hoy y de futuro como democracia y postdemocracia, partidos y democracia directa, sistema democrático parlamentario y grupos radicales y mafiosos que buscan descarada y directamente su destrucción, oligopolios y grupos de presión que la falsean y eliminan, manipulación “spin” o basura y derechos individuales a la información objetiva, función social de los medios de masas y de los medios individuales o postmedia. Si ahora tuviese lugar una revolución como las del siglo XIX, los supuestos revolucionarios no buscarían para la guillotina a los reyes, ni a los nobles, ni a los obispos, ni a los capitalistas, ni a los generales, sino a los políticos en activo de todos los signos políticos. Los terroristas asesinan y manifiestan el mismo núlo respeto por políticos conservadores y socialistas: sólo mantienen al margen a aquellos que les ayudan a destruir el sistema, nacionalistas, nacionalsocialistas o radicales de extrema izquierda en el caso de España.

Por eso, las “máquinas de manipular” de los partidos, las “máquinas de guerra” de las campañas debieran cuidar su marca en el medio plazo, el territorio común donde ellos y su copetencia se desarrollan y viven, debieran preocuparse por lo que hay más allá de las próximas elecciones al igual, por ejemplo, que las corporanciones energéticas se están ocupando del “beyond petroleum”, debieran tener la capacidad de “pensar en grande”, por ejemplo en la reputación y en el prestigio dentro de un mundo globalizado del país a quien representan, de la reputación de la sociedad –en nuestro caso España- de quien tienen la obligación de cuidar y a la que deben estar supeditados, de la recuperación del prestigio de la propia clase política, del prestigio y modernización de sus propios partidos y los valores simbólicos que significan. Debieran en definitiva dejar el pasado, las frases del pasado, las banderas del pasado, los trucos del pasado y dedicarse a organizar el futuro porque en un mundo global de incertidumbres lo único cierto es la voluntad, es querer y decidir y es obligación de la política marcar el camino del futuro.

Creo que cada día hay mas gente convencida de que pagamos a nuestra clase política dirigente no para hacer política sino para salir en la televisión y desarrollar trucos sucios en ella. Se presentan nuestros políticos muy seguros de si mismos, satisfechos de su propio éxito, pero intrínsecamente provisionales, capaces de hacer todo por complacer al “populacho”, convencidos de que los españoles somos una sociedad con inteligencia y cultura de primero de bachiller y que basta por ello con recurrir en el momento preciso, que es siempre el de las urnas, a viejos chistes y frases simplonas y baratas, del tipo de fascistas, libertad, progresismo y similares para volver a conquistar sin esfuerzo el poder y los presupuestos.

O peor aún, se generaliza la sospecha de que los actuales políticos han perdido el tren, el espíritu de los tiempos y que, en la duda entre añorar las cosas perdidas y esperar que vuelvan, no son capaces de otra cosa que de organizar las elecciones de siempre, los mítines de siempre, las manifestaciones de siempre, los espectáculos de siempre, las disputas de siempre, los círculos viciosos de siempre en un síndrome incurable, el del gato que se muerde la cola.
Jesús Timoteo



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Domingo, 4 de Marzo 2007

La década de los 1990 ha consolidado la Sociedad Mediática o de la Información y todos los viejos diarios, radios y televisiones han convergido en un poderoso sector económico en el cual, mezclados con las telecomunicaciones y la informática, se configuran grandes grupos industriales. Hasta conocieron a caballo del año 2000 su primera y rápida crisis cíclica, la recordada como la de los “punto com”.

En ese exuberante crecimiento, sin embargo, los medios han perdido su alma. Digamos que, aún manteniéndose hoy en forma de diarios, cadenas magazinizadas de radio o televisiones generalistas luchando con desespero contra la llegada de lo digital, son en realidad espíritus sin alma, ensimismados en su propia entropía, dinosaurios incapaces de generar toda la hierba que necesitan para sobrevivir.

La razón está en que fueron concebidos y vivieron en una época y para un mercado de masas. Y esa era y mercado, simplemente, han muerto. Y con ella han sucumbido también las viejas tradiciones y valores de la prensa libre, la responsabilidad social de los medios, el ser “perros guardianes” de la vida pública y de la democracia parlamentaria, defensores de los intereses de sus seguidores frente a los poderosos, organizando cuando era necesario duras campañas de acusación y desprestigio en contra de la administración, de los empresarios, los sindicatos o quien fuese, responsables de tener informados a sus lectores de modo feaciente, etc.

No es fácil encontrar hoy lugares que permitan trabajar a profesionales con el ánimo y el perfil del “reportero” Jack Lemmon o de su “director” Walter Matthau en “Primera Página” de Wilder.

Manifestaciones de una defunción

Las manifestaciones de esa defunción son varias. La más evidente tiene que ver con la comunicación basura. Los medios y en especial las televisiones se han dedicado a llevar a la sociedad hacia el funanbulismo y lo más nauseabundo del espectáculo, la degradación del ser humano capaz de desnudar su intimidad por unos minutos de estrellato en la pantalla.

Desde un punto de vista profesional, sin embargo, son mucho más tristes las transformaciones de los medios de calidad y de opinión, quienes, impregnados también del mismo espíritu fin de época, han derivado hacia la magazinización y la tabloidización haciendo de algo tan sacralizado por la tradición periodística como las noticias o el editorial un espectáculo, la escenificación del ditirambo, la charlatanería, la agresividad y el hablar por hablar.

Los norteamericanos hablan de “media bias” para indicar la tendenciosidad y los prejuicios con los que muchos medios de los llamados de calidad actuan. E. Alterman (“What liberal media?. The truth about bias an the news”. 2003) culpa a la derecha neoliberal y a los neocom de la distorsión de la realidad y del ajuste de la misma a estrategias decididas de acción sobre la economía y la política mundial.

Ann Coulter (“Slander: Liberal lies about the American Right”.2003) culpa a la izquierda de lo mismo o, mas exacto, de la reconocida y casi popular creencia de que nadie mejor que un extroskista o exmaoista para desarrollar estrategias de intervención pública desde cualquier vertiente política.

En realidad se trata de nuevo de los medios y de su función en la vida pública y política. Hace más de diez años que se estableció el principio de que lo importante era desarrollar una rapidísima agenda donde la cosmética es más importante que la realidad y donde “abrir los telediarios” se convierte en objetivo predominante, siguiendo en consecuencia mucho más los intereses e ideas de los agentes sociales (políticos, económicos o mediáticos) que las necesidades de la gente.

Periodismo de convalidación

Una tercera actitud de los medios, similar a la anterior pero aún más grave y dolorosa es lo que conocemos como “periodismo de convalidación”. En 2002, Le Monde fue acusado con pruebas contundentes en un conocidísimo libro escrito por dos exredactores de buscar sobre todo los intereses económicos del propio diario, el afianzamiento ideológico de su sector de opinión, la gratificación de sus lectores, aunque para ello no dudase en engañar y en ocultar la verdad.

A lo largo de los últimos años se han vivido situaciones similares de mentira y engaño en diarios del calibre del New York Times y del Washintong Post. Es notoria la tendenciosidad de El País, quien el día 17 de septiembre de 2004 pedía perdón a sus lectores por una campaña de su edición electrónica en que utilizó la tragedia del 11 de septiembre como material promocional. La revista Times de la semana del 21 de septiembre del 2004 recoge el escándalo de la cadena CBS que basó una exclusiva contra el Presidente Bush en documentación falsa o no suficientemente probada, todo ello nada menos que en sus informativos estrella capitaneados por Dan Rather.

Aún peor, la misma cadena negoció con el equipo de campaña de J.Kerry acuerdos de apoyo decidido a los demócratas. El que fuese director de Le Monde durante diez años, E. Plenel, acaba de publicar un libro demoledor y lleno de pesimismo para la vieja prensa de élite ( Procès, 2005). Asegura que su querido Le Monde ha muerto para convertirse, después de la entrada en su accionariado de Hachette y de El País, en un “periodismo de convalidación”, un periodismo de comentario, que no busca ni la información ni los hechos sino ofrece paquetes cerrados y estables de ideas previsibles, “vende” mercancía ideologizada y sometida a intereses comerciales y políticos.

El análisis que hace del prestigioso diario francés se puede extender a muchos de los grandes diarios de calidad del mundo occidental y explica, por encima de cualquier otro motivo, la continuada pérdida de lectores e influencia de todos los grandes.

Todo ello manifiesta una dura realidad y es el alejamiento de los medios respecto al mercado, la falta de sintonía entre los intereses de los invidividuos y los intereses de los medios que sólo es superado por el paralelo alejamiento de la realidad que viven los políticos.

La libertad individual no es gratuita

Escribió A. Minc (La Borrachera Democrática, 1995 ) que este siglo XXI será el siglo de Tocqueville como el pasado lo fue de Marx. Y es que Tocqueville intuyó muy bien cómo la libertad individual no es gratuita. La libertad conlleva importantes exigencias en responsabilidad individual al igual que la soberanía participada implica conflictos, confrontación de intereses y opiniones y el establecimiento de reglas de juego.

Tuvo claro que era condición humana el que libertad no era sinónimo de bondad y mucho menos de bondad colectiva y que la opinión pública podía ser orientada y organizada a favor de intereses inconfesables y contrarios al bien social.

Sus seguidores, Lippmann sobre todo en su “Public Opinión” y a principios del siglo XX cuando el sufragismo llevaba en directo hacia el voto universal, insistieron en la incapacidad del hombre masa para entender y pensar el bien colectivo, para ver más allá de su propia nariz y de sus cutres intereses y, peor aún, para dejarse arrastrar hacia el efectismo y la farándula y considerar como asuntos públicos dominantes fenómenos de feria.

Para que los individuos puedan ser libres necesitan tener a su alcance y disponer de información y comunicaciones objetivas, no engañosas, no dominadas por intereses de los agentes que operan en el campo del poder diluido. Estamos por tanto ante una nueva frontera de libertad.

Estamos ante un sistema informativo y de comunicación sometido a tantas tensiones, empujado por agentes políticos y de consumo, por medios, por tecnologías de enorme capacidad de sugestión, que lo hacen no sólo confuso sino inviable para sus fines sociales. Necesita por tanto ser equilibrado y regulado.

Es imprescindible alcanzar una nueva frontera de libertad, establecer una regulación totalmente nueva del sistema social de información, como se ha hecho con el sanitario, el educativo, o el financiero a lo largo del siglo XX. El problema no está en resolver la deuda de las televisiones públicas sino que va mucho más allá. Es necesario crear una horma nueva, porque totalmente nuevas son los medios y las estructuras y las tecnologías de la información y comunicación social, radicalmente distintas de las de hace apenas veinte años.

¿Quién está obligado a responder a ese reto?¿Qué instituciones tienen que facilitar la libertad individual de información, evitar los abusos y el engaño estructural, determinar un sistema informativo responsable y garante del bien colectivo?. La sociedad civil lo terminará haciendo por necesidad, pero de momento sólo contamos con el Estado.

Garantías no politizadas

Aunque la idea no concuerde con el pensamiento dominante NECESITAMOS MÁS ESTADO como defensa última de los débiles contra los fuertes (recuerdo que esta expresión es de Aristóteles), necesitamos ORGANISMOS DE GARANTÍA NO POLITIZADOS, civiles e independientes, de control de la información, todo lo contrario de los comités de comisarios creados en los Parlamentos por los grupos políticos que sirven sólo para vigilar a los periodistas.

Es una continuación de las arengas de Milton al Parlamento inglés en el XVII y de Wilkes en el XVIII. Hemos conseguido y tenemos afianzadas viejas y añoradas libertades, la de reunión, la de imprenta, la de expresión, la de opinión, la de distribución, la de comercio, la de empresa.

Necesitamos conquistar ahora la libertad individual y colectiva de información, el derecho a estar informados a la hora de tomar decisiones sobre nuestra opción política y nuestro voto tanto como sobre nuestra opción de consumo y nuestros gastos. No pueden existir sociedades de futuro sin individuos informados con objetividad y limpieza.

No puede existir futuro mientras exista o pueda existir el engaño organizado y la comunicación basura no esté controlada como nuestros antepasados controlaron el libelo y exigieron el derecho al honor.

No podemos aspirar a un mundo que mire hacia delante, hacia la justicia y la belleza mientras impongan su pauta y ocupen el espacio social la zafiedad, la basura, el populismo, los epígonos demagógicos del comunismo y del nacionalsocialismo y los afectados por el síndrome de las pantallas, del espectáculo, del mínimo común denominador, de las “palabras simbolo” (“Word-cluster”, “Mot-mensogne”) o de los efectos de feria, “animales de tres patas” en expresión de Lippmann.
Jesús Timoteo



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Editado por
Jesús Timoteo
Eduardo Martínez de la Fe
Catedrático de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y Profesor Honorario en la Escuela Superior de Comunicación Social de la Universidad Politécnica de Lisboa, Jesús Timoteo es también Socio Consultor de la firma “Consultores QuantumLeap Comunicación” y Director del grupo I+D (UCM) “Comunicación / Comunicaciones”.

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João de Almeida Santos. Consejero político del Primer Ministro portugués (2005-2011), João de Almeida Santos es «Doctor Europeo» por la FCI de la Universidad Complutense de Madrid. Vive en Lisboa. Licenciado en Filosofia en la Universidad de Coimbra, donde ha sido profesor de Filosofia Política. En 1987 obtuvo la «Laurea di Dottore in Filosofia» en la Facoltà di Lettere e Filosofia de la Universidad de Roma «La Sapienza», donde ha sido tambien profesor. Ha publicado, entre otros libros, «Paradoxos da democracia» (Lisboa, 1998), «Os intelectuais e o poder» (Lisboa 1999) e «Homo Zappiens» (Lisboa, 2000). Es Profesor en la Universidad Lusófona de Lisboa

Carlos Jimenes, Presidente de Secuware.

Jesús Calzadilla, ingeniero de telecomunicación y experto en tendencias.




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