Reseñas

Herejes

Juan Antonio Martínez de la Fe , 28/03/2021

Ficha Técnica

Título: Herejes
Autor: Antonio Pau
Edita: Editorial Trotta, Madrid, 2020
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 144
ISBN: 978-84-9879-972-9
Precio: 13 euros

Herejes ha habido multitud a lo largo de la historia. En todas partes, en todas las culturas: cualquier persona que disintiera de lo que era la creencia general o autorizada, se autoexiliaba de su comunidad. En este libro que comentamos, Antonio Pau nos ofrece una panorámica sobre el fenómeno de la herejía dentro del ámbito del catolicismo: un sucinto y condensado recorrido por la biografía de unos cuantos herejes, resumiendo el núcleo de lo que fue considerado como su error, base de su condena por parte de la ortodoxia.

El autor nos ofrece, en las primeras páginas de su obra, una reflexión que nos ayuda a arrojar luz sobre el fenómeno de la herejía: el disidente mejora el pensamiento del que disienten y la fe se fue perfilando a golpe de herejía. Por otro lado, y en líneas generales, en la base de un pensamiento alejado de la ortodoxia se encuentra un verdadero y sincero deseo de mejorar la Iglesia que les tocó vivir; es una voluntad de reforma, de volver a los prístinos orígenes del cristianismo, tan alejado de la vida de la Iglesia; un retorno a las enseñanzas evangélicas más puras.

Curiosamente, el número de varones herejes es superior notablemente al de mujeres. Algo que no debe de llamar la atención: ellas ocupaban un lugar secundario en la sociedad y, sobre todo, en la estructura jerárquica eclesial.

Llama, igualmente, la atención el hecho de que varias de esas ideas que en su momento supusieron una condena, incluida a pena de muerte, hoy gozan de amplio consenso dentro del pensamiento religioso del momento; circulan libremente y cuentan con la adhesión de quienes se confiesan fieles practicantes de la doctrina ortodoxa.

Es difícil hablar en detalle de cada una de las veintidós biografías que contiene la obra de Pau. Pero el aludir a algunas de ellas puede servir para ilustrar al posible lector de lo que encontrará cuando se adentre en la lectura de este libro, muy asequible, de fácil comprensión y de absoluta amenidad, gracias a la labor de recopilación que hace Antonio Pau y a sus dotes de buen comunicador.

Algunos herejes

Joviniano, al que llama casamentero, resultó condenado por defender que tiene igual valor el celibato que el matrimonio, por lo que no se puede jerarquizar a los cristianos por su estado. Una afirmación que provocó iracunda reacción en san Jerónimo quien atacó duramente al matrimonio y a la mujer en su Adversus Jovinianum; hasta tal punto resultó dura su reacción que un senador romano, amigo suyo, trató de recoger todas las copias que se habían distribuido de su refutación. Hoy sería san Jerónimo quien podría resultar reconvenido por sus afirmaciones.

Si nos detenemos en Pelagio, los ecos de sus disputas con el sabio obispo de Hipona sobre el libre albedrío llegan hasta la actualidad; probablemente, con otras fundamentaciones, como ocurre con la posible determinación de nuestro cerebro, pero el debate no ha perdido frescura y lo vemos resurgir con frecuencia. En la base del pensamiento pelagiano se encuentra el hecho de que no podía concebir que el hombre naciera lastrado con la limitación del pecado original; defendía, por tanto, que los niños no debían de ser bautizados hasta que fueran capaces por sí mismos de decidir entre el bien y el mal. Estas ideas las plasmó Pelagio en una carta dirigida a una niña, Demetria, cuya madre recibió otra misiva, suscrita por san Agustín, en la que advertía a la madre de la pequeña de que estaba siendo corrompida por el hereje.

Arnau de Vilanova fue médico y filósofo. Hombre de grandes conocimientos que impartió desde la docencia en su cátedra de Montpellier, consideraba que todos los médicos debían de tener conocimientos filosóficos además de los profesionales. ¿Razón? Porque la filosofía permite conocer las causas ocultas de las enfermedades y la medicina solo las causas evidentes, por lo que solo con ambas pueden curarse los males. En el fondo, albores de una concepción holítisca de la medicina, tan en boga en muchos círculos de la actualidad. Y, con la filosofía, la teología abogando por la vuelta a los orígenes de una Iglesia pobre, sacrificada y austera. Su teología fue condenada por la Inquisición.

Una costurera toledana, Isabel de la Cruz sufrió también la condena de la Inquisición. El motivo: “hablar e doctrinar siendo muger e sin letras”. Se dedicó, en su modesto taller, a contar su pensamiento a un discípulo que luego, probablemente por miedo a un castigo, la denunció. ¿Era su doctrina peligrosa? Predicaba el dejamiento, dejarse llenar por Dios: vencer todas las pasiones, rezar en silencio y sin palabras y, también, “amar al prójimo con todas las obras de quaridad que le pudiéramos hazer”; y, por supuesto, no concebía la idea de que un Dios que es misericordia crease el infierno. Nada de esto nos escandaliza hoy día; muchos aplauden este dejamiento. Pero cometió el delito de ser mujer y expresar su manera de pensar.

Más conocida es la historia de Miguel Servet, condenado no por la Iglesia católica sino por otro disidente del catolicismo, Calvino. Su concepción religiosa centrada en la figura histórica de Jesús de Nazaret le hizo enfrentarse a las autoridades religiosas precisamente por ese adjetivo que califica la figura del Nazareno: histórica. Su afirmación de que Cristo es el único mediador ante Dios por lo que no valen los intermediarios institucionales suponía una grave ofensa para la jerarquía instituida que, orientada por Calvino, encaminó los pasos de Servet hacia la pira. Es evidente que existen otras ideas de Servet que alentaron y soliviantaron a los representantes de la ortodoxia calvinista, como eran la de la restitutio del cristianismo a su pureza originaria o la de la dignificación del cuerpo al nivel de la dignidad del alma. Pero su desgracia fue cruzarse con Calvino.

Singular fue también el caso del sacerdote Antonio de Rojas. Su delito fue escribir un librito de muy amplia difusión “para saber tener oración y unión con Dios”. Su obra era de fácil lectura, pues a su redacción lo movió no ofrecerlo a los ojos de los sabios del mundo ni a los grandes teólogos, sumergidos siempre en sus infinitas disquisiciones, sino a los más simples mortales que desean más amar a Dios. Se trata de un como atajo para llegar rápidamente a la contemplación, sin pasar por grandes deliberaciones y raciocinios. Al lector de hoy, habituado a tantas publicaciones sobre la meditación, no le han de resultar extrañas estas palabras de Rojas: el recogimiento consiste en que “te has de quedar sin pensar, sin discurrir, sin saber; como si te hubieras muerto”. Así, pues, nada de oración ni vocal ni mental; solo la nada. Es la manera de llegar directamente a la contemplación. Tal expansión de su libro no pasó desapercibida a la Inquisición que consideraba que a la contemplación no se puede llegar por propia voluntad y mucho menos menospreciando la oración verbal o mental. El libro fue incluido en el Índice.

Por parecidas ideas fue condenado Miguel de Molinos. ¿Cómo se avanza por el camino de la contemplación? No por la oración vocal, que impide que Dios le hable al alma. El camino es “el silencio que el alma consigue cuando ni habla, ni desea, ni piensa, sino que es Dios quien le habla”. Su obra: Guía espiritual que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz; un título lo suficientemente explícito de su contenido. Tampoco eran los ilustrados los destinatarios de su texto, sino los perplejos, como muchos de nuestros contemporáneos; y, sin embargo, sufrió un largo proceso inquisitorial que culminó con su condena.

Concluyendo

Un libro con contenido tan diverso, solo trenzado por el común denominador de la herejía, es difícil de sintetizar. Pero los ejemplos expuestos han de servir como invitación a una aproximación a sus amenísimas páginas. Su lectura, desde luego, no defraudará al posible lector que disfrutará de unos textos asequibles que permiten no realizarla de manera continuada, sino espigando entre los personajes que asoman a sus páginas reclamando del interesado la redención de una condena que hoy nos resulta inexplicable.

Índice

Prólogo

Marción de Sínope el Dios bueno
Valentín el Gnóstico en su pléroma de eones
Apolinar de Laodicea y el Minotauro
Joviniano, monje casamentero
Pelagio le escribe a la niña Demetria
Vigilancio/Dormitancio
Pedro Valdo, predicador itinerante
Amalrico de Bène contado por sus enemigos
Arnau de Vilanova en la cabecera del rey
Fray Dulcino de Novara se enamora de la bella Margherita
El Maestro Eckhart, inspirador de Rilke
Frater Didacus de Marchena, monachus hereticus
Isabel de la Cruz, la costurera toledana
Menno Simons, un hombre de paz
Miguel Servet sube a la colina de Champel
Socino, apaleado
Andreas Bodenstein se hace mozo de cuerda
Jacob Böhme, manos de corazón
Antonio de Rojas, por su atajo
María Jesús de Ágreda, entre hereje y venerable
Miguel de Molinos en la oficina de la nada
Janet Horn se calentó las manos en su propia hoguera

Ilustraciones
La perspectiva actualidad



Notas sobre el autor

Antonio Pau. Escritor y jurista, obtuvo el Premio de Ensayo y Humanidades Ortega y Gasset en el año 1998 y en 2011 ha recibido la Medalla Lichtenberg, de la Academia de Ciencias de Gotinga, por sus estudios y traducciones de literatura alemana. En Editorial Trotta ha publicado las biografías Vida de Rainer Maria Rilke. La belleza y el espanto (2012), Hölderlin. El rayo envuelto en canción (2008) y Novalis. La nostalgia de lo invisible (2010), así como los libros Rilke en Toledo (1997), Hilde Domin en la poesía española (2010), Rilke, apátrida (2011), Rilke y la música (2016) y Thibaut y las raíces clásicas del Romanticismo (2012), entre sus obras dedicadas a la literatura y la cultura alemanas. Su último libro es Manual de Escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo (3ª edición en 2019).
| 28/03/2021 | Comentarios