Investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega (NTNU) han descubierto que la leche materna no es tan importante como se pensaba hasta ahora para la salud de madres y niños. Los resultados de este estudio han quitado un peso de encima a las madres que no amamantan a sus bebés.

Los científicos descubrieron, concretamente, que la leche materna no es la causa de que los bebés amamantados sean ligeramente más sanos que los alimentados con fórmulas maternizadas, sino que su salud se determina antes incluso de nacer.

Un factor crucial para determinar la salud del bebé es la placenta, afirman los investigadores. Así, si la placenta no dispone de suficiente energía, una parte de la testosterona que debería convertirse en estrógeno se queda como estaba.

A continuación, la testosterona se reparte entre la madre y el hijo y probablemente afecte a ambos: cuanta más testosterona reciba el feto, mayor será la probabilidad de que sufra obesidad, síndrome de ovario poliquístico (las niñas) y diabetes de tipo 2. En el caso de la madre, el tejido glandular de los pechos se desarrollará menos y no generará suficiente leche.

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