Por saturación vamos despertando del letargo que produce una experiencia, que en sus inicios fue una innovación, la cual necesitó de la repetición durante un tiempo para producir un aprendizaje. Tras ese aprendizaje, la innovación se convierte en conocimiento incorporado y dará soporte a nuevas facetas de lo que somos y de lo que somos capaces de hacer.
Cuando se ha asimilado esa experiencia, se incorpora a nuestro bagaje, y da paso a la comprensión de lo que se necesita aprender para alcanzar el nuevo horizonte que se ha desplegado. La nueva realidad pone de manifiesto, también, aspectos ignorados u ocultos de los que surgen nuevos retos a alcanzar.
Nos construimos en movimiento espiral. Un movimiento que avanza en complejidad y que gira sobre el sueño y el despertar. En ese balanceo permanente, y aparentemente necesario, el sueño deriva en un despertar que se convierte en un nuevo sueño, que dará pie a un nuevo despertar y que ahondará en un nuevo sueño…
El sueño se produce cuando nos aferramos a la realidad alcanzada construyendo con ello la Meta final. Pero esa meta final sólo es una etapa en el camino. Lo nacido en esa etapa se despereza y retoma, con energía renovada, un nuevo andar hacia una nueva innovación. En su amanecer, la innovación se presenta como un absoluto. Un absoluto que en el ocaso se diluye asimilada –la innovación- por la realidad que ha construido. Sobre esa asimilación –o aceptación- será posible el nuevo amanecer.
En el momento del ocaso, lo construido se resiste a diluirse como huella de un paso que a su vez muestra las carencias de las que adolecía. Es como la negación que manifiesta un niño ante la necesidad de dormir… nunca tiene sueño aunque sea evidente el agotamiento que padece.
Hoy el sistema social se agota mostrando su incapacidad para propiciar el bienestar a todos los ciudadanos por igual. Sus defensores son los que aún se benefician de los privilegios, posición que les aleja de la realidad y les hace creer que el sacrificio que piden a los desposeídos podrá impedir la muerte, que toca vivir a lo viejo, para posibilitar la emergencia de lo nuevo que ha de nacer.
Lo nuevo que se anuncia propone mayor justicia en la redistribución de la riqueza, propone considerar lo diferente, lo diverso, lo plural como posibilidades. Propone reconstruir la convivencia sobre la base de: el reconocimiento de todos y cada uno de los integrantes de la sociedad, la desaparición de los privilegios de unos pocos, el despertar a la relación, a la cooperación, al reconocimiento de la dependencia que no es esclavitud sino complementariedad. Esas son las innovaciones que demanda el nuevo despertar.
Cuando se ha asimilado esa experiencia, se incorpora a nuestro bagaje, y da paso a la comprensión de lo que se necesita aprender para alcanzar el nuevo horizonte que se ha desplegado. La nueva realidad pone de manifiesto, también, aspectos ignorados u ocultos de los que surgen nuevos retos a alcanzar.
Nos construimos en movimiento espiral. Un movimiento que avanza en complejidad y que gira sobre el sueño y el despertar. En ese balanceo permanente, y aparentemente necesario, el sueño deriva en un despertar que se convierte en un nuevo sueño, que dará pie a un nuevo despertar y que ahondará en un nuevo sueño…
El sueño se produce cuando nos aferramos a la realidad alcanzada construyendo con ello la Meta final. Pero esa meta final sólo es una etapa en el camino. Lo nacido en esa etapa se despereza y retoma, con energía renovada, un nuevo andar hacia una nueva innovación. En su amanecer, la innovación se presenta como un absoluto. Un absoluto que en el ocaso se diluye asimilada –la innovación- por la realidad que ha construido. Sobre esa asimilación –o aceptación- será posible el nuevo amanecer.
En el momento del ocaso, lo construido se resiste a diluirse como huella de un paso que a su vez muestra las carencias de las que adolecía. Es como la negación que manifiesta un niño ante la necesidad de dormir… nunca tiene sueño aunque sea evidente el agotamiento que padece.
Hoy el sistema social se agota mostrando su incapacidad para propiciar el bienestar a todos los ciudadanos por igual. Sus defensores son los que aún se benefician de los privilegios, posición que les aleja de la realidad y les hace creer que el sacrificio que piden a los desposeídos podrá impedir la muerte, que toca vivir a lo viejo, para posibilitar la emergencia de lo nuevo que ha de nacer.
Lo nuevo que se anuncia propone mayor justicia en la redistribución de la riqueza, propone considerar lo diferente, lo diverso, lo plural como posibilidades. Propone reconstruir la convivencia sobre la base de: el reconocimiento de todos y cada uno de los integrantes de la sociedad, la desaparición de los privilegios de unos pocos, el despertar a la relación, a la cooperación, al reconocimiento de la dependencia que no es esclavitud sino complementariedad. Esas son las innovaciones que demanda el nuevo despertar.
Alicia Montesdeoca
Editado por
Alicia Montesdeoca
Licenciada en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, Alicia Montesdeoca es consultora e investigadora, así como periodista científico. Coeditora de Tendencias21, es responsable asimismo de la sección "La Razón Sensible" de Tendencias21.
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