Nadie desea reconocer que Google se ha vuelto grande y malo, pero así es, escribe (pág. 50) Julian Assange, creador de Wikileaks, en su último libro, “Cuando Google encontró a Wikileaks”, recién aparecido en español.
De que Google es grande no cabe ninguna duda: casi seis mil millones de visitantes diarios, es decir, 2,6 billones anuales. En 2011, Google estaba valorada en 200.000 millones de dólares y daba empleo a 33.077 personas en todo el mundo. En 2013 valía el doble: 400.000 millones de dólares y empleaba a 49.829 personas. (Assange, ibíd., pág. 14).
El principal producto de Google es su motor de búsqueda, aunque ofrece también correo electrónico (Gmail, con más de 400 millones de usuarios), Google Maps y Google Earth, YouTube, Google Libros o Google Noticias, así como el navegador Google Chrome y la red social Google+, la segunda más importante del mundo en número de usuarios.
Por otra parte, Google lidera el desarrollo del sistema operativo Android, destinado a teléfonos inteligentes, tabletas, televisores y automóviles, y trabaja asimismo en un proyecto de gafas de realidad aumentada, las Google Glass, y en un servicio de fibra óptica: el Google Fiber. También desarrolla proyectos de robótica experimental e Inteligencia Artificial.
Google controla ya el 80% del mercado de la telefonía móvil inteligente a través de Android, que tiene ya más de 1.000 millones de usuarios en todo el mundo. Cada día se activan más de un millón de nuevos dispositivos móviles gestionados por Google (ibíd., págs. 57 y 67).
Según Assenge, “el poder real de Google es que su colección de datos de navegación no tiene rival, si se incluye toda la información asociada con Google Maps y la localización de alrededor de 1.000 millones de personas” (pág. 57).
Assange considera, además, que los datos recopilados a su vez por Google Sreet View, que recoge imágenes fotográficas de ciudades de todo el mundo, pueden resultar cruciales en el futuro para dirigir robots militares o policiales por esas mismas calles.
Otro dato de la grandeza de Google, según Assange: en 2012, la compañía obtuvo un puesto en la lista de los grupos de presión con mayor nivel de gasto en Washington DC, una lista copada únicamente por la Cámara de Comercio de Estados Unidos, contratistas militares e industrias del petróleo y del carbón.
Además, según cuenta el investigador, divulgador y especialista en los efectos de la tecnología sobre las personas, Enrique Dans, en 2013, Google fue la compañía tecnológica que más invirtió en lobby para ejercer influencia sobre congresistas y políticos de Washington, y la octava que más gastó en ese concepto, considerando todas las compañías de todas las industrias. “Aquellos chicos tan simpáticos e innovadores tardaron poco en aprenderse las reglas del juego”, apostilla Dans.
De que Google es grande no cabe ninguna duda: casi seis mil millones de visitantes diarios, es decir, 2,6 billones anuales. En 2011, Google estaba valorada en 200.000 millones de dólares y daba empleo a 33.077 personas en todo el mundo. En 2013 valía el doble: 400.000 millones de dólares y empleaba a 49.829 personas. (Assange, ibíd., pág. 14).
El principal producto de Google es su motor de búsqueda, aunque ofrece también correo electrónico (Gmail, con más de 400 millones de usuarios), Google Maps y Google Earth, YouTube, Google Libros o Google Noticias, así como el navegador Google Chrome y la red social Google+, la segunda más importante del mundo en número de usuarios.
Por otra parte, Google lidera el desarrollo del sistema operativo Android, destinado a teléfonos inteligentes, tabletas, televisores y automóviles, y trabaja asimismo en un proyecto de gafas de realidad aumentada, las Google Glass, y en un servicio de fibra óptica: el Google Fiber. También desarrolla proyectos de robótica experimental e Inteligencia Artificial.
Google controla ya el 80% del mercado de la telefonía móvil inteligente a través de Android, que tiene ya más de 1.000 millones de usuarios en todo el mundo. Cada día se activan más de un millón de nuevos dispositivos móviles gestionados por Google (ibíd., págs. 57 y 67).
Según Assenge, “el poder real de Google es que su colección de datos de navegación no tiene rival, si se incluye toda la información asociada con Google Maps y la localización de alrededor de 1.000 millones de personas” (pág. 57).
Assange considera, además, que los datos recopilados a su vez por Google Sreet View, que recoge imágenes fotográficas de ciudades de todo el mundo, pueden resultar cruciales en el futuro para dirigir robots militares o policiales por esas mismas calles.
Otro dato de la grandeza de Google, según Assange: en 2012, la compañía obtuvo un puesto en la lista de los grupos de presión con mayor nivel de gasto en Washington DC, una lista copada únicamente por la Cámara de Comercio de Estados Unidos, contratistas militares e industrias del petróleo y del carbón.
Además, según cuenta el investigador, divulgador y especialista en los efectos de la tecnología sobre las personas, Enrique Dans, en 2013, Google fue la compañía tecnológica que más invirtió en lobby para ejercer influencia sobre congresistas y políticos de Washington, y la octava que más gastó en ese concepto, considerando todas las compañías de todas las industrias. “Aquellos chicos tan simpáticos e innovadores tardaron poco en aprenderse las reglas del juego”, apostilla Dans.
Darpa, origen de Internet y de Google
Assange apoya la afirmación de que Google es, además de grande, “malo” en otros datos. Señala, por ejemplo, que la investigación inicial para la creación de Google, en la que se basaron sus fundadores, Larry Page y Sergey Brin, fue financiada por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada sobre defensa (DARPA) (ibíd. pág. 50), la agencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos responsable del desarrollo de nuevas tecnologías para uso militar.
DARPA fue creada en 1958 en tiempos de la así llamada Guerra Fría, y de ella surgieron, décadas después, los fundamentos de ARPANET, la red que dio origen a Internet. Ahora sabemos que DARPA también está en el origen de Google.
DARPA fue objeto de un escándalo en 2002 y 2003 tras haber creado proyectos como Information Awareness Office (IAO) y Combat Zones That See (CTS), que fueron demandados por los activistas de libertades civiles como inaceptables. Según Assange, el legado de la IAO se puede entrever todavía en recientes declaraciones de espionaje realizadas por la NSA (pág. 51).
Otro dato sorprendente señalado por Assenge en su libro: el presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, fichado en 2001, no sólo pertenece al polémico Club Bilderberg, sino que además está estrechamente vinculado con el Gobierno de Estados Unidos y ha estado relacionado con las revueltas de la primavera árabe en Oriente Próximo y con otras regiones conflictivas del mundo.
Sobre las misiones de Schmidt en estas regiones, Assange cita un correo del Vicepresidente de Inteligencia Fred Burton, que dice textualmente: "Google cuenta con el apoyo y la cobertura aérea de la Casa Blanca y del Departamento de Estado. La realidad es que están haciendo cosas que ni la CIA está en condiciones de hacer" (pág. 35).
Para Assenge, este perfil señala que las aspiraciones políticas de Google están fuertemente mezcladas con la agenda de la política exterior de Estados Unidos (pág 59). Y añade en otro momento: Google se está ofreciendo a Washington para ser su visionario político (pág. 62).
Y esta aspiración es la que lo ha convertido en “malo”: ha pasado de ser la expresión de la cultura independiente de estudiantes californianos, a unirse progresivamente a los poderes tradicionales de Washington, desde el Departamento de Estado a la Agencia de Seguridad Nacional (pág. 69). Si esto es así, el sexto principio que oficialmente rige la actuación de Google "Puedes ganar dinero sin hacer el mal", quedaría cuestionado.
Assange apoya la afirmación de que Google es, además de grande, “malo” en otros datos. Señala, por ejemplo, que la investigación inicial para la creación de Google, en la que se basaron sus fundadores, Larry Page y Sergey Brin, fue financiada por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada sobre defensa (DARPA) (ibíd. pág. 50), la agencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos responsable del desarrollo de nuevas tecnologías para uso militar.
DARPA fue creada en 1958 en tiempos de la así llamada Guerra Fría, y de ella surgieron, décadas después, los fundamentos de ARPANET, la red que dio origen a Internet. Ahora sabemos que DARPA también está en el origen de Google.
DARPA fue objeto de un escándalo en 2002 y 2003 tras haber creado proyectos como Information Awareness Office (IAO) y Combat Zones That See (CTS), que fueron demandados por los activistas de libertades civiles como inaceptables. Según Assange, el legado de la IAO se puede entrever todavía en recientes declaraciones de espionaje realizadas por la NSA (pág. 51).
Otro dato sorprendente señalado por Assenge en su libro: el presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, fichado en 2001, no sólo pertenece al polémico Club Bilderberg, sino que además está estrechamente vinculado con el Gobierno de Estados Unidos y ha estado relacionado con las revueltas de la primavera árabe en Oriente Próximo y con otras regiones conflictivas del mundo.
Sobre las misiones de Schmidt en estas regiones, Assange cita un correo del Vicepresidente de Inteligencia Fred Burton, que dice textualmente: "Google cuenta con el apoyo y la cobertura aérea de la Casa Blanca y del Departamento de Estado. La realidad es que están haciendo cosas que ni la CIA está en condiciones de hacer" (pág. 35).
Para Assenge, este perfil señala que las aspiraciones políticas de Google están fuertemente mezcladas con la agenda de la política exterior de Estados Unidos (pág 59). Y añade en otro momento: Google se está ofreciendo a Washington para ser su visionario político (pág. 62).
Y esta aspiración es la que lo ha convertido en “malo”: ha pasado de ser la expresión de la cultura independiente de estudiantes californianos, a unirse progresivamente a los poderes tradicionales de Washington, desde el Departamento de Estado a la Agencia de Seguridad Nacional (pág. 69). Si esto es así, el sexto principio que oficialmente rige la actuación de Google "Puedes ganar dinero sin hacer el mal", quedaría cuestionado.
Snowden redunda en esta información
Esta presunción sobre Google ha adquirido mayores visos de realidad cuando Edward Snowden, que había sido empleado de la CIA y la NSA (ambas agencias norteamericanas de espionaje), publicó en junio de 2013, a través de los periódicos The Guardian y The Washington Post, documentos clasificados como alto secreto sobre varios programas de la NSA, incluyendo los programas de vigilancia masiva PRISM y XKeyscore.
Los informes y documentos filtrados por Edward Snowden señalan que PRISM se emplea como un medio para la vigilancia a fondo de las comunicaciones y otros datos informatizados. El programa vigila a ciudadanos que viven fuera de Estados Unidos, así como a los ciudadanos estadounidenses que hayan mantenido contactos con personas que habitan fuera del país.
Los datos que supuestamente la NSA es capaz de obtener gracias a PRISM incluyen correos electrónicos, vídeos, chat de voz, fotos, direcciones IP, notificaciones de inicio de sesión, transferencia de archivos y detalles sobre perfiles en redes sociales.
Empresas de Internet como Microsoft, Google, Apple y Facebook se han visto implicadas por estas revelaciones, ya que en los documentos filtrados por Snowden se comprueba que eran conscientes de que el Gobierno de Estados Unidos accedía a sus servidores.
Aunque las compañías lo niegan, lo cierto es que este espionaje, que viola la privacidad de la que presumen Google y otras empresas de Internet, ha cuestionado la credibilidad y la supuesta neutralidad de los servicios que prestan a millones de usuarios de todo el mundo. Hasta tal punto que Snowden recomienda que dejemos de usar Google y sus servicios para preservar nuestra intimidad.
La NSA, Agencia de Seguridad Nacional, es una agencia de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos que se encarga de todo lo relacionado con la seguridad de la información. Aunque fue creada en 1952, no se tuvo conocimiento público de ella hasta 1970.
Los documentos sobre programas de vigilancia secreta sacados a la luz por Snowden señalaron que la NSA intercepta las comunicaciones de unas 1.000 millones de personas en todo el mundo y vigila las comunicaciones de los teléfonos móviles de cientos de millones de personas, situándola como uno de los principales responsables de la red de vigilancia masiva.
En Estados Unidos, la NSA recopila y almacena los registros de llamadas de todos los estadounidenses, entre otros con la colaboración de Google, según los documentos aportados por Snowden.
En enero de 2014, se desveló que la NSA intercepta también ordenadores comprados online para instalarle software de espionaje y hardware, así como que instala programas añadidos a diversas aplicaciones móviles de uso masivo (como Angry Birds o Google Maps) para espiar a sus usuarios. La implicación de Google en estos asuntos parece más que evidente.
Según declaraciones de Assange a la cadena SER, Google permite a la NSA y al FBI leer los correos electrónicos de los usuarios de Gmail. "Incluso en una aburrida comisaría de policía o en un juzgado se puede tener acceso a estos correos sin orden judicial.”
Esquivar impuestos
Otro dato que revela que Google no es un proyecto tan inocente como se presenta a la sociedad es que en realidad funciona como cualquier multinacional clásica que evita pagar impuestos y acumular así los mayores beneficios.
Se comporta más como una multinacional de la era industrial que como una empresa del siglo XXI, socialmente responsable y comprometida con el entorno donde ejerce su actividad. Otro mito en torno a Google que se derrumba.
El caso de Google España es elocuente, según informa El País (no podemos incluir el enlace a esta información porque la Ley de Propiedad Intelectual aprobada por el Gobierno español a instancias de los grandes medios nos obligaría a pagar un canon por esta cita, correspondiente al 10 de noviembre de este año).
Según este medio, “Google Spain funciona como una mera intermediaria en España de otras compañías del grupo domiciliadas en Irlanda. La filial española les factura los costes por los servicios de marketing y demostración de productos de investigación y desarrollo. A cambio cobra una pequeña comisión. Este sistema le ha llevado a declarar pérdidas desde 2010 pese a que su negocio asciende a cientos de millones… El año pasado (2013) pagó 1.752.276 euros al fisco español tras registrar un beneficio de 4.055.864 euros, pese a haber generado una actividad en España de cientos de millones.”
La Comisión Europea ya investiga a Luxemburgo por ofrecer ventajas fiscales a Google y otras empresas y algunos países han decidido tomar medidas concretas, como es el caso de Reino Unido que, a partir de abril de 2015, cobrará un impuesto del 25% sobre los beneficios que generen en el país.
Esta presunción sobre Google ha adquirido mayores visos de realidad cuando Edward Snowden, que había sido empleado de la CIA y la NSA (ambas agencias norteamericanas de espionaje), publicó en junio de 2013, a través de los periódicos The Guardian y The Washington Post, documentos clasificados como alto secreto sobre varios programas de la NSA, incluyendo los programas de vigilancia masiva PRISM y XKeyscore.
Los informes y documentos filtrados por Edward Snowden señalan que PRISM se emplea como un medio para la vigilancia a fondo de las comunicaciones y otros datos informatizados. El programa vigila a ciudadanos que viven fuera de Estados Unidos, así como a los ciudadanos estadounidenses que hayan mantenido contactos con personas que habitan fuera del país.
Los datos que supuestamente la NSA es capaz de obtener gracias a PRISM incluyen correos electrónicos, vídeos, chat de voz, fotos, direcciones IP, notificaciones de inicio de sesión, transferencia de archivos y detalles sobre perfiles en redes sociales.
Empresas de Internet como Microsoft, Google, Apple y Facebook se han visto implicadas por estas revelaciones, ya que en los documentos filtrados por Snowden se comprueba que eran conscientes de que el Gobierno de Estados Unidos accedía a sus servidores.
Aunque las compañías lo niegan, lo cierto es que este espionaje, que viola la privacidad de la que presumen Google y otras empresas de Internet, ha cuestionado la credibilidad y la supuesta neutralidad de los servicios que prestan a millones de usuarios de todo el mundo. Hasta tal punto que Snowden recomienda que dejemos de usar Google y sus servicios para preservar nuestra intimidad.
La NSA, Agencia de Seguridad Nacional, es una agencia de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos que se encarga de todo lo relacionado con la seguridad de la información. Aunque fue creada en 1952, no se tuvo conocimiento público de ella hasta 1970.
Los documentos sobre programas de vigilancia secreta sacados a la luz por Snowden señalaron que la NSA intercepta las comunicaciones de unas 1.000 millones de personas en todo el mundo y vigila las comunicaciones de los teléfonos móviles de cientos de millones de personas, situándola como uno de los principales responsables de la red de vigilancia masiva.
En Estados Unidos, la NSA recopila y almacena los registros de llamadas de todos los estadounidenses, entre otros con la colaboración de Google, según los documentos aportados por Snowden.
En enero de 2014, se desveló que la NSA intercepta también ordenadores comprados online para instalarle software de espionaje y hardware, así como que instala programas añadidos a diversas aplicaciones móviles de uso masivo (como Angry Birds o Google Maps) para espiar a sus usuarios. La implicación de Google en estos asuntos parece más que evidente.
Según declaraciones de Assange a la cadena SER, Google permite a la NSA y al FBI leer los correos electrónicos de los usuarios de Gmail. "Incluso en una aburrida comisaría de policía o en un juzgado se puede tener acceso a estos correos sin orden judicial.”
Esquivar impuestos
Otro dato que revela que Google no es un proyecto tan inocente como se presenta a la sociedad es que en realidad funciona como cualquier multinacional clásica que evita pagar impuestos y acumular así los mayores beneficios.
Se comporta más como una multinacional de la era industrial que como una empresa del siglo XXI, socialmente responsable y comprometida con el entorno donde ejerce su actividad. Otro mito en torno a Google que se derrumba.
El caso de Google España es elocuente, según informa El País (no podemos incluir el enlace a esta información porque la Ley de Propiedad Intelectual aprobada por el Gobierno español a instancias de los grandes medios nos obligaría a pagar un canon por esta cita, correspondiente al 10 de noviembre de este año).
Según este medio, “Google Spain funciona como una mera intermediaria en España de otras compañías del grupo domiciliadas en Irlanda. La filial española les factura los costes por los servicios de marketing y demostración de productos de investigación y desarrollo. A cambio cobra una pequeña comisión. Este sistema le ha llevado a declarar pérdidas desde 2010 pese a que su negocio asciende a cientos de millones… El año pasado (2013) pagó 1.752.276 euros al fisco español tras registrar un beneficio de 4.055.864 euros, pese a haber generado una actividad en España de cientos de millones.”
La Comisión Europea ya investiga a Luxemburgo por ofrecer ventajas fiscales a Google y otras empresas y algunos países han decidido tomar medidas concretas, como es el caso de Reino Unido que, a partir de abril de 2015, cobrará un impuesto del 25% sobre los beneficios que generen en el país.
Otros litigios
Según media-tics, Google no tiene muchos amigos en el viejo continente. Todo comenzó con las demandas de diversos grupos de presión que consideran que Google obstaculiza la competencia manipulando los resultados de búsqueda para promover sus propios servicios.
La manipulación de los resultados de búsqueda atribuida a Google se basa en la sospecha de que no ofrece unos resultados de búsqueda neutrales, sino que favorece los resultados que son propicios a sus intereses.
Tal como explica Enrique Dans en el post de su blog citado, Google ya ha conseguido una sentencia en Estados Unidos que ampara al buscador como una publicación protegida por la primera enmienda, la libertad de expresión, lo que en la práctica le permite mostrar los resultados de búsqueda que más le conviene.
Dans lo explica taxativamente así: “Google ha luchado y conseguido el espaldarazo judicial que le permite, precisamente, editorializar los resultados de sus búsquedas para que en lugar de que encontremos primero los resultados más relevantes para nuestra búsqueda, encontremos primero el resultado que ofrezcan sus productos.”
En los últimos meses, la supuesta competencia desleal llevada a cabo por el buscador, sumada a las peticiones de más de 185.000 usuarios para que Google haga desaparecer del motor de búsqueda enlaces que revelen ciertos datos personales (el llamado “derecho al olvido”), provocaron el mes pasado en el Parlamento Europeo la aprobación de una moción simbólica que apela a la limitación del poder de Google, principal buscador mundial y europeo que se considera actúa de forma monopolística en este mercado.
De todo lo dicho se desprende que Google no es la empresa inocente (políticamente hablando) que pretende ser. Juega sus cartas en el damero del mundo y se apoya en el gobierno de la primera potencia para alcanzar sus fines. Es consciente de su predominio en Internet y refleja en sus comportamientos las mismas actitudes de los imperios históricos. Tal como ha dicho el académico francés Bernard-François Huyghe, “el poder de Google se ejerce a través de su influencia sobre los Estados, su volumen financiero y la ideología que soporta su algoritmo (de búsqueda)”.
Según media-tics, Google no tiene muchos amigos en el viejo continente. Todo comenzó con las demandas de diversos grupos de presión que consideran que Google obstaculiza la competencia manipulando los resultados de búsqueda para promover sus propios servicios.
La manipulación de los resultados de búsqueda atribuida a Google se basa en la sospecha de que no ofrece unos resultados de búsqueda neutrales, sino que favorece los resultados que son propicios a sus intereses.
Tal como explica Enrique Dans en el post de su blog citado, Google ya ha conseguido una sentencia en Estados Unidos que ampara al buscador como una publicación protegida por la primera enmienda, la libertad de expresión, lo que en la práctica le permite mostrar los resultados de búsqueda que más le conviene.
Dans lo explica taxativamente así: “Google ha luchado y conseguido el espaldarazo judicial que le permite, precisamente, editorializar los resultados de sus búsquedas para que en lugar de que encontremos primero los resultados más relevantes para nuestra búsqueda, encontremos primero el resultado que ofrezcan sus productos.”
En los últimos meses, la supuesta competencia desleal llevada a cabo por el buscador, sumada a las peticiones de más de 185.000 usuarios para que Google haga desaparecer del motor de búsqueda enlaces que revelen ciertos datos personales (el llamado “derecho al olvido”), provocaron el mes pasado en el Parlamento Europeo la aprobación de una moción simbólica que apela a la limitación del poder de Google, principal buscador mundial y europeo que se considera actúa de forma monopolística en este mercado.
De todo lo dicho se desprende que Google no es la empresa inocente (políticamente hablando) que pretende ser. Juega sus cartas en el damero del mundo y se apoya en el gobierno de la primera potencia para alcanzar sus fines. Es consciente de su predominio en Internet y refleja en sus comportamientos las mismas actitudes de los imperios históricos. Tal como ha dicho el académico francés Bernard-François Huyghe, “el poder de Google se ejerce a través de su influencia sobre los Estados, su volumen financiero y la ideología que soporta su algoritmo (de búsqueda)”.
Referencia
Julian Assange. “Cuando Google encontró a Wikeleaks”. Editorial Clave Intelectual, Madrid, Noviembre de 2014.
Este libro fue escrito por Assange como réplica al libro “The New Digital Age", escrito por el Presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, y Jared Cohen, en el que recogen declaraciones de Assange que él considera tergiversadas y orientadas a la promoción de Google ante el Gobierno de Estados Unidos.
Julian Assange. “Cuando Google encontró a Wikeleaks”. Editorial Clave Intelectual, Madrid, Noviembre de 2014.
Este libro fue escrito por Assange como réplica al libro “The New Digital Age", escrito por el Presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, y Jared Cohen, en el que recogen declaraciones de Assange que él considera tergiversadas y orientadas a la promoción de Google ante el Gobierno de Estados Unidos.