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El movimiento 15M está generando una revolución mental en la sociedad española que no había sido vista desde los últimos años. Este proceso social tiene una base tecnológica fundamental y recuerda, en cierto modo, al hippismo marcusiano.


Hoy viernes 17 de Junio estaba escuchando una tertulia en la radio en la que se debatía sobre el movimiento 15M y sobre sus implicaciones sociales y políticas. Como suele ocurrir en todos estos procesos el discurso se polarizaba de manera importante entre los quinceemefílicos y los quinceemefóbicos (perdón por los neologismos). Los primeros consideran que este tipo de actuaciones sociales eran entendibles, normales en un contexto socio-político como el español y apoyaban sus basamentos intelectuales. Los segundos, en cambio, le dan prioridad a los errores de este tipo de movilizaciones, a las incongruencias y se afirma un posible cataclismo democrático.

Lo que más me sorprendió del debate es la afirmación de que el libro fundacional, lo llamaremos así, es de una gran "inanición intelectual". Particularmente considero que la obra básica no se separa excesivamente, de "El hombre unidimensional" de Marcuse; libro fundamental en el movimiento hippie. En ambos casos, las obras son textos para la acción, reivindicativos, que buscan el cambio y no una gran sistematización teórica. Lo que es innegable es la eficacia de estas obras ya que han movilizado las conciencias y han logrado que los españoles simpaticen en líneas generales con las premisas básicas.

Con independencia de estos aspectos parece que este proceso nos conduce a una "guerra" de paradigmas. Por un lado tenemos a aquellos que asumen la complejidad social y la existencia de procesos de rebeldía dentro del sistema. En cambio, los otros, los quinceemefóbicos, generan un discurso que muestra la necesidad de que las cosas no cambien, que todo siga igual.

Posiblemente aceptar que la democracia actual no es la "gloria bendita" y que es necesario cambiar las cosas hacia un horizonte que desconocemos. Tomar una senda por la que nunca hemos transitado es un riesgo, un problema, algo que da miedo y nos hace dudar de nuestras posibilidades. Esta es la razón básica por la que, a mi entender, los detractores blanden el arma de las nuevas dictaduras o de los neototalitarismos.

El grave problema de todo esto es que es cierto. Los neototalitaristas "beben" de la disconformidad de la población para mostrar sus "soluciones". Este es el "caldo de cultivo" de las nuevas dictaduras, del racismo, de la exclusión. ¿Habéis oído que no hay trabajo y encima tenemos a personas migrantes en nuestro país que nos quitan lo nuestro? Ese es un posible ejemplo.

Las revoluciones son necesarias, pero muchos se sirven de ellas para sus fines interesados.

Viernes, 17 de Junio 2011
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