TRABAJO Y EMPLEO

Bitácora

29/04/2008

Desde que comenzaron las prácticas de teletrabajo, se consideró como una de sus principales ventajas el ahorro de energía que conllevaba el hecho de no tener que trasladarse el teletrabajador hasta su lugar de trabajo, con la consiguiente supresión de viajes, muchos de ellos en vehículo particular, utilizado por una sola persona.

Más adelante, esta afirmación, basada fundamentalmente en la mencionada constatación y pobremente respaldada por estudios empíricos solventes, fue puesta en duda por algunos autores que alegaban el incremento del consumo de energía que podía suponer el hecho de que el teletrabajador permaneciese en el domicilio, con el consiguiente gasto. Estudios posteriores, a algunos de los cuales nos hemos referido en estos artículos, no consiguieron resolver satisfactoriamente el dilema.

Así estaban las cosas cuando viene a nuestras manos el estudio High Tech: Low Carbon: The Role of the European Technology Digital Industry in Tackling Climate Change, publicado por EICTA este mismo mes de abril de 2008. Como dice el director general de EICTA, Marc MacGann, el enfoque del estudio respecto al cambio climático y la utilización eficiente de la energía no es oportunista ni altruista, sino basado en el sentido común y la constatación.

Y el asunto es importante porque, “como la ciencia nos ha estado diciendo durante los últimos 20 años al menos, si continúan las tendencias actuales del cambio climático, los resultados serán catastróficos para nuestro planeta y nuestros hijos”. O, como también se afirma en el estudio, “la utilización eficiente de la energía está en el centro de los mayores problemas del entorno con que nos enfrentamos”.

Naturalmente, no vamos a ocuparnos aquí de comentar todo el estudio, pero sí de aquellos apartados que más tienen que ver con la materia de estos artículos, fundamentalmente del teletrabajo y de otros aspectos relacionados con sus ocupaciones.

Sobre el teletrabajo dice que es quizás la forma más obvia en que pueden ayudar las tecnologías a mejorar la eficiencia en la utilización de la energía, y resulta evidente que ejerce un impacto positivo en la reducción del uso de esta energía, incluso aunque se tenga en cuenta el efecto rebote.

Este efecto consiste en los impactos negativos del teletrabajo al incrementar las necesidades de calefacción e iluminación de los hogares de los teletrabajadores, la utilización del auto privado para moverse en trayectos que antes no se hacían, o se hacían con menos frecuencia, el hecho de que las personas puedan trasladarse a vivir a lugares más apartados de sus oficinas al no tener que ir al trabajo a diario y la potencial duplicación del hardware y del espacio de oficina.

A pesar de todo esto, un estudio de ETNO, la asociación europea de operadores de telecomunicaciones, reporta que en los 25 países de la Unión Europea se ahorrarían 22.2 millones de toneladas de emisiones de CO2 semanales sólo con que teletrabajasen el 10% de los trabajadores. (Parecidas a estas fueron las conclusiones del estudio TeleUrba de la Comunidad Europea ya en 1992). El estudio de ETNO reporta un ahorro para cada trabajador flexible de 133 km en auto y de 60 km en tren, lo que supone el 2.3% de todas las emisiones de CO2 relacionadas con el transporte en los 25 países. Más radical es el esquema Workabout de British Telecom, que da un promedio de reducción de viajes semanales por persona de 311 km.

El estudio da cuenta también de otras innovaciones relacionadas y su impacto positivo sobre la reducción del consumo de energía y a ello nos referiremos en nuestro próximo artículo.

Francisco Ortiz Chaparro


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