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​Cuentoscopia 5. Aristóteles, la Biblia y el final del cuento

Bajo este elemento narrativo subyacería una necesidad antropológica


La importancia del final es un asunto que atañe no solo al género del cuento, sino a toda narración, nos enseñó Aristóteles. Pero los finales en realidad suponen mucho más, según Frank Kermode: para darle sentido a una vida que empieza e indefectiblemente se acaba, la especie humana precisa de acuerdos ficticios con los orígenes y con los fines. Por Jesús Ortega.




Los finales (es decir, las historias ordenadas, articuladas mediante una trama coherente, con su principio y su final) son una necesidad antropológica de la especie humana, dice Frank Kermode en su clásico El sentido de un final.  Los seres humanos nacemos y morimos "in medias res", y para hallar sentido en el lapso de vida que nos toca vivir "requerimos acuerdos ficticios con los orígenes y con los fines".

Precisamos de modelos del mundo que hagan tolerable nuestro paso por la vida entre el nacimiento y la muerte. Anhelamos la experiencia de la organización. Subdividimos la continuidad del tiempo, "cronos", en porciones temporales significativas, "kairós", para tratar de dar sentido a la secuencia de sucesos que constituye nuestra vida. Por eso encontramos estructuras narrativas en todas partes, hasta en el tictac de un reloj. Y es que necesitamos pertenecer, estar relacionados con un principio y con un final.
 
La Biblia ha sido uno de estos modelos. Su visión del mundo rectilínea, no cíclica, ha hecho posible que Génesis y Apocalipsis formen una estructura que proyecta sus ordenados patrones hacia la historia. La percepción rectilínea del tiempo en Occidente nos nutre de imágenes (decadencia y renovación; progreso y catástrofe) con las que ayudamos a dar sentido a nuestro estar en mitad del mundo, que imaginamos siempre como «transición», otra metáfora temporal.

El apocalipsis cumple una función narrativa y metafísica. El Fin es una figura para nuestra propia muerte, dice Kermode. «También lo son, quizá, todos los finales en la narrativa».

Causas y efectos
 
Estas ideas evocan de inmediato las expuestas por Aristóteles en su Poética, la primera reflexión formal sobre el final de la obra literaria, escrita hace veinticuatro siglos y cuyo paradigma sigue vigente.

Aristóteles concebía la obra literaria como un conjunto de hechos ficticios que simulan la realidad de forma verosímil y que están organizados mediante un entramado de causas y efectos.

La importancia del final, entonces, es un asunto que atañe no solo al género cuento, sino a toda narración, a toda representación: "Completo es aquello que tiene comienzo, medio y fin", dice Aristóteles. "Comienzo es aquello que no sigue necesariamente a otra cosa, sino que tras él naturalmente existe u ocurre alguna otra cosa. Por el contrario, fin es aquello que sigue de forma natural a otra cosa y […] no le sigue ninguna otra".
 
Esto es así porque la literatura es una simulación de la realidad, y la realidad (la naturaleza) funciona mediante causas y efectos. Aunque en la realidad los hechos se nos presenten como un flujo ininterrumpido, la literatura organiza la imitación de ese flujo mediante tramas argumentales articuladas por la lógica causal.

Si en el conjunto organizado y estructurado de un argumento se cambia o se suprime una parte, entonces todo el conjunto se desbaratará y desajustará, dice Aristóteles. El desenlace del argumento debe resultar del argumento en sí mismo, y no de una ocurrencia injustificable. Por eso un buen final es el que sucede no después de algo, sino a causa de algo.


Jueves, 22 de Noviembre 2018
Jesús Ortega
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