CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
¿Es el “Colegio Apostólico” un invento de la Iglesia antigua?    Los discípulos de Jesús (y XVIII) (905)
¿Es el “Colegio Apostólico” un invento de la Iglesia antigua? 
 
Los discípulos de Jesús (XVIII) (905)
 
Escribe Antonio Piñero
 
Decíamos en una postal anterior que la investigación, desde finales del siglo XIX, se ha planteado críticamente si el grupo simbólico de los Doce fue entendido como un “Colegio Apostólico” –que debía presidir necesariamente la Iglesia y servir de correa transmisora de la doctrina de Jesús– o más bien fue realmente un invento de la iglesia antigua sin verdadera base histórica.
 
A) La posición tradicional es la que se deduce de la lectura rápida de los Evangelios: Jesús escogió expresamente a unos discípulos especiales; eran Doce; los seleccionó como continuadores suyos, como evangelizadores de Israel y luego del mundo entero; Pedro tuvo la primacía y sobre él fundó Jesús la Iglesia (Mt 16,16). Como grupo compacto y discernible los Doce continuaron el legado de Jesús; Pedro instituyó la iglesia petrina, unida y unificante, que atrajo hacia sí a los exagerados, judeocristianos duros, gnósticos incipientes, paulinos exagerados e incluso moderados (los recalcitrantes que fueron heréticos, como Marción quedaron fuera).
 
 
B) Las razones a favor de la existencia de los Doce como grupo compacto y con poder tiene a su favor las razones siguientes:
 
 
1. La antigüedad de los Doce está atestiguada por Pablo (1 Cor 15,3-5, a su vez menciona explícitamente una tradición (“Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce”.
 
 
2.  Santiago, hermano del Señor, a pesar de tener tanta importancia en la Iglesia primitiva (Hch 15) no pertenece a los Doce y que no creía en Jesús (Jn 7,5: ni siquiera sus hermanos creían en él); Si los Doce hubiesen sido un invento, habrían integrado dentro de él a Santiago, dada su posición dominante.
 
 
3. Judas Iscariote, el traidor, está en la lista de los Doce, y es ilógico que si el grupo se forma después de la muerte de Jesús se incluya en él un traidor.
 
 
4. En Hch 1,13, tras la muerte y resurrección de Jesús, no se nombra a Judas Iscariote; solo se habla de Once; luego el grupo de los Doce estaba perfectamente constituido.
 
 
5. Por el relato de los Hechos, da la impresión de que, inmediatamente tras esa muerte parece que el grupo estaba ya constituido y operante (por ejemplo, en Pentecostés).
 
 
 
C) Las razones en contra (¡Ojo! No de que existiera un grupo de Doce, que seguía a Jesús, y con un significado discutible de lo que no hay duda) sino de que formara un “Colegio apostólico” y de que la misión que les otorga la tradición sinóptica sea segura.
 
 
Desde finales del siglo XIX es conocida la posición de dos eruditos alemanes Julius Wellhausen y Johannes Weiss (que ha influido muchísimo en la investigación y desde entonces muchos críticos los han seguido): el colegio apostólico es una invención de la iglesia primitiva. Las razones a favor de esta posición negativa son:
 
 
1. Las listas de los apóstoles (Mc 3,13-19; Mt 10,1-4; Lc 6,12-16; Jn 1,42; Hch 1,13)) y su llamada son lábiles, no fijas, tienen demasiadas variaciones;
 
 
 
2. La intención de Jesús al escoger a Doce fue en todo caso la de tener una representación simbólica de las 12 tribus de Israel restaurado por medio de la selección de 12 compañeros. Los Doce son un mero producto de “teología de la restauración de Israel”, a saber: la tradición judía supone que al final de los tiempos Dios congregará en la tierra prometida a todas las tribus israelitas, incluidas las perdidas después de la conquista de Samaria –Reino del norte– por las tropas de Salmanasar en el 721 a.C., y hará que sean felices tras su retorno. Se establece el reino de Dios sobre la tierra. En ese momento del final, Israel reinará sobre todos los pueblos. A los gentiles no les quedará más opción que convertirse a Yahvé o ser aniquilados; en todo caso, podrán mantenerse apartados, a distancia de los elegidos, mostrando hacia Israel deferencia y máximo respeto.
 
 
3. Los Doce no tienen representación ni función alguna en la iglesia primitiva a tenor del Nuevo Testamento y del resto de la tradición del siglo II. Por tanto la constitución por Jesús de un Colegio Apostólico es una invención de la Iglesia primitiva para sus propios intereses, por ejemplo, que la jerarquía naciente tuviera una continuidad con los dictados y disposiciones del Jesús histórico.
 
 
4. No está en absoluto claro que función pudo tener el grupo de Doce discípulos durante el ministerio de Jesús. Así, es claro que Mc 3,14 dice que Jesús los mandó a “proclamar”,  no estrictamente a “predicar” de un modo continuo y consistente. Y “proclamar” podría ser no una misión evangelizadora como se pudieron imaginar a los cristianos después de la muerte de Jesús, es decir, es decir, el conjunto de la doctrina de Jesús, sino sencillamente una sola cosa, lo que dice Jesús mismo en Mc 1,15: “«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva»”.
 
 
5. Además, el resultado de esa misión en Galilea –que a parecer fue sistemática– no aparece luego en absoluto en el Marcos: incidentes, resultados, etc.; luego es dudoso que existiera esa misión.
 
 
6. En  Mc 6,12-13 (“Y tras marcharse, predicaban que se convirtieran. 13 Expulsaban a muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”) y  Mc 6,30-31 (“Los apóstoles se congregaron ante Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. 31 Y él les dijo: –Venid vosotros solos aparte a un lugar desierto y descansad un poco. Pues eran muchos los que iban y venían y no tenían tiempo ni de comer) son textos puramente redaccionales, salidos de la pluma del evangelista, y tienen poco o nulo valor histórico probatorio como una misión organizada de evangelización de Galilea, salvo el esporádico proclamar que el arrepentimiento.
 
 
7.  Pablo que sabe de los Doce (como dijimos respecto a 1 Cor 15,3-5), no nombra nada de su actividad, tanto que cuando va a Jerusalén (Gal 1,19; 2,9) no trata nada más que con Santiago, Pedro; y con Juan en segundo término (Hch 15). A los Doce ni los considera.
 
 
 
D) En conclusión:
 
 
Las razones en pro y en contra son serias. Mi opinión personal: a mí me pesan más las razones en pro de que
 
 
1. Jesús congregara un grupo de Doce;
 
 
2. Pero no sabemos nada, apenas, más que sus nombres;
 
 
3. No parece que la predicación sistemática en Galilea sea totalmente real.
 
 
4. Es probable que los Doce representaran solo a las doce tribus de Israel. Por tanto el grupo era meramente simbólico; no un colegio apostólico con funciones determinadas y poder de control de la comunidad.
 
 
5. Desde luego Pedro no funda la iglesia tal, ni como la entendemos hoy. Sí hay un grupo que sostiene la primacía de Pedro, pro está más bien aislado (el que esta detrás del Evangelio de Mateo, que recibe apoyo tardío de Jn 21,15-18).
 
 
6. Como complemento: es posible que las multitudes seguían a Jesús no fueran tan grandes como las pintan los Evangelistas (por ejemplo, Lucas: 4,14.22; 5,15; 6,17-19; 8,4; 9,1, por ejemplo) le siguieran como  tal (seguir a Jesús de una manera continua y consistente pienso que solo los doce, alguno que otros discípulo de segunda categoría y unas pocas mujeres). Las multitudes se congregaron de vez en cuando a su lado y un número mayor de Doce seguidores solo ocurrió esporádicamente.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.ciudadanojesus.com

Jueves, 7 de Septiembre 2017


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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