CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Los manuscritos del Mar Muerto y el título mesiánico Hijo del Hombre (I). Algunas preguntas y respuestas (IX) (914)
 Escribe Antonio Piñero
 
 
La cuestión de “el Hijo del Hombre” y por qué aparece así, de repente, en el Evangelio de Marcos, como un título mesiánico estricto que se lo aplica a sí mismo Jesús,  declarándose de este modo mesías, sin usar este vocablo, es uno de los problemas más peliagudos que tiene la investigación del Nuevo Testamento. Naturalmente, los antecedentes están el libro de Daniel, en especial 7,13-14. Pero la cuestión es que en ese mismo libro de Daniel esa entidad divina que tiene la figura de un “como hijo de hombre” es identificada con un ángel o con Israel en su conjunto en cuanto llamado el pueblo de los santos del Altísimo. He aquí los pasajes de Daniel:
 
 
Dn 7,13-14 (visión de un como un hijo de hombre):
 
           
            “Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás”.
 
 
Dn 7,27 (identificación de ese “hijo de hombre” con Israel):
 
 
            “Y el reino y el imperio y la grandeza de los reinos bajo los cielos todos serán dados al pueblo de los santos del Altísimo. Reino eterno es su reino, y todos los imperios le servirán y le obedecerán”.
 
 
Dn 10, 4-21 (identificación de ese “hijo de hombre” con un ángel):
 
 
            “El día veinticuatro del primer mes, estando a orillas del río grande, el Tigris, 5 levanté los ojos para ver. Vi esto: Un hombre vestido de lino, ceñidos los lomos de oro puro: 6 su cuerpo era como de crisólito, su rostro, como el aspecto del relámpago, sus ojos como antorchas de fuego, sus brazos y sus piernas como el fulgor del bronce bruñido, y el son de sus palabras como el ruido de una multitud. 7 Sólo yo, Daniel, contemplé esta visión… 10 En esto una mano me tocó, haciendo castañear mis rodillas y las palmas de mis manos. 11 Y me dijo: «Daniel, hombre de las predilecciones, comprende las palabras que voy a decirte, e incorpórate, porque yo he sido enviado ahora donde ti.» Al decirme estas palabras me incorporé temblando. 12 Luego me dijo: «No temas, Daniel, porque desde el primer día en que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y precisamente debido a tus palabras he venido yo…. 15 Al decirme estas palabras, di con mi rostro en tierra y quedé en silencio; 16 y he aquí que una figura de hijo de hombre me tocó los labios. Abrí la boca para hablar y dije a aquel que estaba delante de mí: «Señor mío, ante esta visión la angustia me invade y ya no tengo fuerzas. 17 Y ¿cómo este siervo de mi Señor podría hablar con mi Señor, cuando ahora las fuerzas me faltan y ni aliento me queda?» 18 El que tenía aspecto de hombre me tocó de nuevo y me reanimó. 19 Me dijo: «No temas, hombre de las predilecciones; la paz sea contigo, cobra fuerza y ánimo.» Y, mientras me hablaba, me sentí reanimado y dije: «Hable mi Señor, porque me has confortado…» 21 Pero voy a revelarte lo que está consignado en el Libro de la Verdad. Nadie me presta ayuda para esto, excepto Miguel, vuestro Príncipe”.
 
 
Respecto a la expresión “hijo de hombre” (genérica, sin artículo, con la significación de “hombre“ (aparte de numerosas veces en los Evangelios Sinópticos, véase Jn 12,34; Hb 2,6; Ap 1,13; 14,14) debe afirmarse también su presencia en Qumrán (1QapGn 21,13; 11Qtg Job 26,2‑3), en el mismo sentido genérico de “ser humano”. “No se encuentra, sin embargo, ningún ejemplo de uso de tal expresión en forma de título (me­siánico; con artículo: "el hijo del hombre"), como es el caso del Nuevo Testamento..., así pues, el uso neotestamentario sigue teniendo un carácter original y único” afirma el Prof. Julio Trebolle en el artículo citado en días anteriores “Los textos de Qumrán...”, 246.    
 
 
Si esto es así, puede decirse con cierta seguridad que la expresión “el Hijo del Hombre” como título mesiánico aparece por primera vez en la historia de las ideas religiosas en la teología de los evangelios sinópticos. Sé que esta idea puede parecer chocante a algunos (y en alguna ocasión deberé explicarla con más detenimiento), pues sostengo que solo un poco más tarde, en El libro de las parábolas de Henoc (que forma parte actual de 1 Henoc; este sección fue compuesta después de la muerte de Herodes el Grande –4 a. C.– y antes de la destrucción de Jerusalén: 70 d. C. ) 37‑71 y en el Libro IV de Esdras nos encontramos con una figura similar (“un hijo de hombre” que está ante el Señor de los Espíritus: 1 Henoc 46. 48, y el "hombre del mar": en IV Esdras 13,1-13).
 
 
He aquí estos pasajes:
 
 
1 Henoc 46:
 
 
“Allí vi al que posee el «Principio de días», cuya cabeza es blanca como lana, y con él vi a otro cuyo rostro es como de apariencia humana, mas lleno de gracia, como uno de los santos ángeles. 2 Pregunté a uno de los santos ángeles, que iba conmigo y me mostraba todos los secretos, acerca de aquel Hijo del hombre, quién era, de dónde venía y por qué iba con el «Principio de días». 3 Me respondió así:
 
–Este es el hijo de hombre, de quien era la justicia  y  la justicia moraba con él. El revelará todos los tesoros de lo oculto, pues el Señor de los espíritus lo ha elegido, y es aquel cuya suerte es superior a todos eternamente por su rectitud  ante el  Señor  de los espíritus.  4 Este  hijo de hombre que has visto levantará a los reyes y poderosos de sus lechos y a los fuertes de sus asientos, aflojará las bridas de los poderosos y destrozará los dientes de los pecadores. 5 Echará a los reyes de sus tronos y reinos, porque no lo exaltan ni alaban, ni dan gracias porque se les ha dado el reino. 6 Humillará el rostro de los poderosos y los llenará de vergüenza: la tiniebla será su morada; gusanos, su lecho; y no  tendrán esperanza de levantarse de  él, porque  no  exaltan  el nombre  del Señor de los espíritus. 7 Estos son los que erigen como árbitros a los astros del cielo, levantan la mano  contra  el Altísimo,  pisotean  la  tierra  y  moran en ella mostrando iniquidad en todas sus obras. Su fuerza está en  su riqueza, y  su fe, en  los dioses que forjaron con sus manos negando el nombre del Señor de los espíritus, 8 persiguiendo  sus casas de reunión  y a los creyentes que se apegan al nombre del Señor de los espíritus”.
 
 
1 Henoc 48:
 
 
“En ese lugar vi la fuente de justicia: es inagotable y en torno a ella hay muchas fuentes de sabiduría.  Todos los  sedientos  beben  de ellas y  se llenan  de sabiduría, siendo  su  morada  con  los justos,  santos y elegidos. 2 En aquel momento fue nombrado  aquel  hijo  de  hombre ante el Señor  de los espíritus, y su nombre  ante el «Principio  de días». 3 Antes  de que se creara el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su nombre fue evocado ante el Señor de los espíritus. 4 El  servirá  de báculo  a los  justos  para  que en  él  se apoyen y no caigan; él es la luz de los pueblos, y él será esperanza de los que sufren en sus corazones. 5 Caerán y se prosternarán ante él todos los que moran sobre la tierra y bendecirán, alabarán y cantarán el nombre  del Señor de los espíritus. 6 Por esto fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por la eternidad. 7 Lo reveló a los santos y justos la sabiduría del Señor de los espíritus, pues reservó el lote de los justos porque aborrecieron y desecharon este mundo inicuo,  y  aborrecieron todas sus obras y maneras en el nombre del Señor de los espíritus, por cuyo nombre son salvos, pues ha sido él el vindicador de sus vidas. 8 En esos días estarán cabizbajos los reyes de la tierra y los poderosos que poseían el mundo  por las acciones de sus manos,  pues en el día de su angustia y estrechez no se salvarán. 9 En manos de mis elegidos los pondré como paja al fuego, como plomo en el agua, y así  arderán  ante la faz  de los  santos  y se hundirán  ante el rostro  de los justos,  sin que se halle de ellos huella. 10 En el día de su angustia habrá tranquilidad sobre la tierra; ante él caerán y no se levantarán, ni habrá quien les tienda la mano y los levante, pues negaron al Señor de los espíritus y a su Mesías. ¡Bendito sea el nombre del Señor de los espíritus!
 
 
IV Esdras 13,1-3:
 
 
Y sucedió que, tras los siete días, tuve un sueño durante la noche. 2 Y vi que se levantaba un viento del mar de manera que agitaba todas sus olas. 3 Y vi cómo volaba el mismo Hombre sobre las nubes del cielo y hacia donde se dirigía su mirada, temblaban todas las cosas que estaban bajo su vista, 4 y hacia donde salía la voz de su boca, se encendían todos los que oían su voz, como se derrite la cera cuando siente el fuego. 5 Y tras esto vi cómo se congregaba una muchedumbre de hombres innumerable de los cuatro vientos de la tierra, para luchar contra el Hombre que había salido del mar. 6 Y vi cómo formó para sí (el Hombre) una gran montaña y voló (hasta colocarse) sobre ella. 7 Y yo quise ver la región o el lugar donde se había formado la montaña y no pude.
                8 Y tras esto vi cómo todos los que se habían congregado contra él, temían grandemente y con todo se atrevían a luchar; 9 Y he aquí que cuando (el Hombre) vio el ímpetu de la muchedumbre que venía hacia él, no levantó su mano, ni tomó la espada ni cualquiera de los instrumentos de guerra, solamente vi 10 cómo hizo salir de su boca como una ola de fuego y un espíritu de llama de sus labios; y de su boca hacía salir centellas y tempestades y mezclándose todas estas cosas: la corriente de fuego, el viento de llama y la fuerza de la tempestad, 11 cayó sobre el ímpetu de la muchedumbre que estaba preparada para luchar y los incendió a todos de manera que nada se viese de la muchedumbre innumerable, sino solamente el polvo de la ceniza (y) el olor del humo. Y viéndolo me quedé atónito.
                12 Y tras esto vi al mismo Hombre que bajaba del monte y llamaba hacia sí a otra muchedumbre pacífica. 13 Y venían hacia él rostros de muchos hombres, unos gozosos, otros tristes, unos atados, otros trayendo ofrendas.
 
 
Afirmo que en el Libro de las Parábolas de Henoc todas las veces en las que sale la expresión “un hijo de hombre” se refiere a un ser humano  (incluso en los capítulos 46 y 48) y que solo al final, en los capítulos añadidos 70 y 71 se identifica con Henoc, que naturalmente también es un ser humano, que será el mesías, pero no “guerrero” sino solo en función de juez final en el Juicio. Es cierto también que en capítulo 48 del Libro I de Henoc se dice que el “nombre del mesías es preexistente” (utilizando el lenguaje del nombre “su nombre fue nombrado ante el Señor de los Espíritus antes de la creación del mundo”) pero se trata dela esencia del mesías, que como la Ley, o el Paraíso, o el Arrepentimiento, o la Gehenna preexisten idealmente antes de la creación, pero se hacen realidad después de esta creación. Lo mismo pasa pues, con el mesías: su esencia es preexistente y se “encarna” –según los “henóquicos” (seguidores del profeta Henoc en el siglo I de nuestra era que consideraban que el mesías era Henoc y que volvería junto con Elías, como su precursor, al final de los tiempos como Juez Final, según acabo de escribir.
 
 
Seguiremos, porque este tema requiere cierta calma.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.ciudadanojesus.com
 
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Añado una nota de un programa radiofónico con Carlos Monterroso, Argentina, sobre temas candentes acerca de Jesús de Nazaret:
 
 

16 de Setiembre de 2017 (289) Jesús de Nazaret 9
labrujadelaspalabras.blogspot.com.ar
Jesús de Nazaret, 9ª parte Invitado telefónico: Antonio Piñero Invitados virtuales: Marge Simpson, Darío Sztajnszrajber, etc.
 
El vínculo a la charla (sólo ella, 42 minutos) es el siguiente:
 
https://ar.ivoox.com/es/20973719
 
 
El vínculo al programa (112 minutos) es el que sigue:
 
http://labrujadelaspalabras.blogspot.com.ar/2017/09/16-de-setiembre-de-2017-289-jesus-de.html
 
 

Martes, 26 de Septiembre 2017


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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