CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Una salida satisfactoria a la perplejidad.   Los patrones de recurrencia (y V) . Conclusiones

 
 
Voy a terminar esta ·disquisición” sobre los patrones de recurrencia que he estado haciendo de la mano del Prof. F. Bermejo, cuyo artículo “La figura histórica de Jesús y los patrones de recurrencia Por qué los límites de los criterios de autenticidad no abocan al escepticismo” (accesible en Academia.edu), artículo que he comentado y parafraseado en las últimas postales. Y terminaré con el ejemplo, aducido por F. Bermejo, del Prof.  Dale C. Allison Jr., actualmente en la Universidad de Princeton, autor muy estimado especialmente por su Comentario” el Evangelio de Mateo y por algunas obras sobre el Jesús histórico, entre las que destacaría The Historical  Christ and The Theological Jesus, y Jesus of Nazareth Millenarian Prophet,  que ha impulsado enormemente la utilización de los patrones de recurrencia, ya que en su opinión el que se repita continuamente o en muy diversos lugares de nuestras fuentes un aspecto determinado de la personalidad o de la función de Jesús  hace que tal aspecto tenga todos los visos de ser histórico. Naturalmente esta idea se refiere a las impresiones generales sobre la persona de Jesús.
 
 
Es claro que el autor insiste en su obra en la cantidad de recurrencias: cuantas más veces aparezca un detalle o un aspecto, tanto más posibilidades tiene de ser histórico. El argumento esgrimido para fundamentar este aserto es el siguiente: los estudios sobre la memoria colectiva demuestra que esta se fija sobre todo en los aspectos generales y menos en los detalles, y que son estas generalidades las que se guardan por más tiempo y con mayor fidelidad en tal memoria colectiva. Añade Allison que si rechazáramos este argumento, a saber de prestar atención histórica a ciertos puntos generales sobre Jesús, caeríamos en el más  absoluto escepticismo: hay que abandonar toda esperanza de encontrar algo fiable en los Evangelios. Y esto no parece ser razonable, viéndolos en su conjunto.
 
 
Rápidamente surge la dificultad: si utilizamos como modelo para la investigación los patrones de recurrencia, y abandonamos el uso de los criterios de autenticidad, obtendremos una imagen de Jesús muy superficial, generalista y poco utilizable.
 
 
La respuesta es este argumento no es difícil:
 
 
a) El uso de los patrones de recurrencia no significa por sí mismo (aunque algunos investigadores hayan intentado proponerlo) el rechazo o la exclusión del uso de los ya tradicionales criterios de autenticidad.
 
Ejemplo: Especialmente el “criterio de dificultad” es imprescindible, porque un patrón de recurrencia (por ejemplo, el reino de Dios como núcleo de la predicación de Jesús y su carácter, inmediato, futuro, material y espiritual) se topa con la teología preponderante del cristiano del siglo II que no admite algunos de esos atributos. La dificultad hace que sea muy verosímil ese aserto.
 
Más: no tenemos por qué dejar de utilizar cualquier otro criterio como el de la “múltiple atestiguación” (no es lo mismo este criterio que el de patrón de recurrencia, ya que el primero solo afirma que para que sea verosímilmente histórico un pasaje o un  motivo evangélico tiene que estar atestiguado al menos en dos fuentes independientes).
 
b) Estas aparentes generalidades ayudan muchísimo para reconstruir una figura de Jesús correcta, ya que comienza con el patrón de  recurrencia “Jesús y Juan Bautista”, que une la figura de Jesús a la de este último y proporciona un marco seguro para el inicio de la actividad de Jesús, precisándola desde luego con otros instrumentos. Además, el motivo recurrente “Jerusalén-causas de la  muerte de Jesús” contribuye a situar el final del personaje. Ambos patrones, el del principio y del final, son un buen marco para encuadrar la actividad y la personalidad de Jesús. Ya habrá tiempo luego para precisar esta figura básica con la ayuda de los criterios de autenticidad usuales.
 
 
En conclusión: estas últimas consideraciones nos ayudan a salir definitivamente del escepticismo radical. No todo está perdido en la investigación sobre el Jesús histórico. Existen una serie de conjuntos básicos y generales que nos ayuda a reconstruir con bastante seguridad la figura básica de Jesús. La reconstrucción crítica posterior puede ayudarse de otros medios, pero puede saber que parte de bases  seguras.
 
Alguien dirá que partir de motivos generales para reconstruir a Jesús es contentarse con algo demasiado pequeño, parco, o insatisfactorio. Respondo, con el Prof. Bermejo, que más vale algo sólido que nada. Segundo, que ese algo no es tan poco: hemos citado que podemos situar bastante bien los inicios y el final de Jesús, y con gran solidez. Tercero: esta objeción no significa que la utilización de los “patrones de recurrencia” sea inválida por sí misma, sino en todo caso que es básica, inicial, y que debe ser completada con otras herramientas. Los “patrones” son ante todo puntos de partida seguros, no el final de la investigación.
 
 
Y por último: sigue siendo verdad que siempre nos queda el consenso de los investigadores a lo largo de decenios y siglos para partir de una base relativamente segura sobre Jesús. Expliqué en el prólogo de mi libro “Jesús y las mujeres”  (editorial Trotta, Madrid 2ª edición de 2014) que la verdad histórica absoluta no existe y menos en historia antigua, donde hay tan pocos elementos para reconstruirla. Pero que el consenso de mentes ilustres que han investigado desde todos los puntos de vista a Jesús durante cerca de 250 años, de estudiosos que proceden de todos los lugares y de todos los ambientes sociales, políticos y religiosos, incluidos ateos declarados o agnósticos redomados, ese consenso digo sobre ciertos puntos de la vida, función y mensaje de Jesús goza de una cierta validez y estimo que es un buen punto de partid para investigar al personaje.
 
Desde que en 1768 Lessing publicó la obra de Hermann Samuel Reimarus, “Sobre el propósito de Jesús y el de sus discípulos” han pasado más de doscientos años. Y se ha formado en algunos puntos un cierto consenso no solo entre investigadores independientes, sino entre confesionales y los primeros. Y en general este consenso se basa, aun sin nombrarlo, en la impresión causada en el investigador por el material recurrente de los evangelios.
 
 
Es síntesis me parece que no es mal punto de partida para investigar a Jesús de Nazaret la utilización del método de  los patrones de recurrencia. El próximo día, y utilizando dos publicaciones, una mía y otra del Prof. Bermejo, pondré como ejemplo el patrón  que suele costar más asimilar a mucha gente: la de un Jesús sedicioso desde el punto de vista del Imperio Romano, un “sedicioso” al menos que rompe el esquema de un Jesús manso y humilde de corazón exclusivamente…, pero del que hay como mínimo una treintena de indicios recurrentes esparcidos por los evangelios.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com 

Viernes, 30 de Diciembre 2016

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Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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