La era digital

"Despacito" como paradigma de la Era Digital.

Andy Stalman

"Es como contagiar al mundo entero a nivel positivo con nuestro baile, nuestra alegría". Luis Fonsi


La semana pasada el hit Despacito se transformó en el video más visto en la historia de YouTube. Mientras escribo estas palabras el video ha tenido 3.036.765.640 views. ¡Más de tres mil millones de views! Así Despacito destronaba a “See you Again” quién a su vez destronó a “Gangnam Style”. Mientras el baile del caballo tardó casi cuatro años en alcanzar la cifra de tres mil millones y la balada de Wiz Khalifa menos de dos años, el hit de Fonsi lo hizo en apenas meses.

El mundo entero también ha escuchado Despacito más veces que cualquier otra canción en la Web. Más de 4.600 millones de veces para ser exactos. Este récord anteriormente perteneció a Justin Bieber con Sorry que alcanzó los 4.380 millones de streams.

En un planeta en el que "el" idioma es el inglés el fenómeno de Despacito en español, abre una nueva puerta a las oportunidades culturales de nuestro idioma. Idioma como herramienta de negocio, y como puente cultural al mundo. Un mundo que como muestran los número también entiende que la cultura acompaña privilegiando su rol de entretenimiento.

Plataformas como Spotify y YouTube son un verdadero conector para audiencias en todo el mundo y ayudan a que la música llegue a -casi- todos los rincones del planeta. Con la revolución en la forma en que compartimos surgida a partir de la difusión masiva de la internet, ahora se comparte, clasifica y recomienda creando fenómenos virales que se vuelven modas en el mundo entero. Se crean comunidades inéditas que se vinculan por afinidades más allá de su lengua, su país o su historia. Si bien estos nuevos fenómenos globales hacen parecer que todos estamos aprehendiendo lo escuchado al unísono y del mismo modo, la percepción según cultura, clase y comunidad local, entre otros factores, cambia. Lo que conecta es el sentir.

Pero no pretendía escribir sobre estadísticas sino sobre el fenómeno detrás del fenómeno. Allá por el año 2012 nos subimos todos al caballo del tecno-pop-neo-futurista del Gangnam Style y lo bailamos hasta el hartazgo. Se mantuvo como el video más visto de Youtube hasta que el “See you again” dejó de lado las lentejuelas de colores y las gafas de avispa para empezar a recuperar el camino de la amistad, de lo humano.

En esta era acelerada, en la que la ansiedad y la velocidad forman un coctel molotov para el equilibrio mente-cuerpo, apareció Despacito. Y casi sin darnos cuenta dimos un salto desde la digital y futurista Seúl a las apacibles y calientes aguas de Puerto Rico.

Despacito es mucho más que una metáfora de los tiempos que corren. Es una analogía de lo humano. Un mensaje que no ha tenido barreras, ni fronteras para propagarse por todo el planeta. Reemplazando el frío espacio de las pantallas de Corea del Sur por el calor del baile multicolor, multirracial.

En estos tiempos acelerados, Despacito es una bella ironía. Por un lado la canción habla de lo humano. No de lo feo del ser humano que ocupa tantos titulares: las amenazas de Corea del Norte, la interminable guerra en Siria, el hambre de comida y de Democracia de Venezuela, sino de lo bello de la humanidad.

El éxito viene dado porque el ritmo es contagioso, pegadizo, nos conecta con el ADN que nos une, que activa nuestras vidas y que hace de la sociedad una comunidad global que comparte esa música en común. Una música que no ha respetado fronteras en una época en la que varios países abogan por cerrarlas nuevamente. Cuándo la música conecta, la gente no le pide el pasaporte, la gente la abraza, la baila. Es cuándo brota la energía y la felicidad y eso nos une. Despacito no es ni será la mejor canción de la historia, pero si una interesante reflexión sobre esta era que estamos protagonizando. La amalgama de raíces musicales combinadas en esta canción, son también una metáfora de cómo operan la creatividad y la innovación: reorganizar piezas separadas que aparentemente no tienen conexión entre sí y crear algo nuevo.

Por el otro, empieza a palparse una necesidad real de volver a conectar con lo humano, con lo esencial. Con retornar a lo básico. Tanta digitalización ha puesto al ser humano frente al espejo para preguntarse ¿qué tipo de sociedad quiere en el futuro? El encuentro entre el ser humano y la tecnología no se está dando acorde a lo deseado. La tecnología ha avanzado con mayor velocidad que el hombre. Uno de los grandes desafíos en este baile fogoso en el futuro, será el encuentro entre el ser humano y la tecnología. Dicho encuentro no se está dando a la velocidad que muchos vaticinaban sino más bien, Despacito.

Entre tanta velocidad, nada como recordar que desde que la tecnología se instaló en nuestras vidas ya no sólo somos lo que sentimos sino también lo que compartimos. Así lo entendieron Fonsi, YouTube y las miles de millones de personas que no paran de bailar. “Despacito” encarna de una manera clara el paradigma de esta época; un fenómeno para un mundo global producido y pensado dentro de las nuevas tecnologías pero con un sentir bien humano.
Andy Stalman

| Domingo, 6 de Agosto 2017

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