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La música provoca emociones más intensas que la pintura, demuestra un estudio

La prueba fue realizada con 52 obras pictóricas y 52 fragmentos musicales


Está demostrado que tanto la música como la pintura afectan a áreas cerebrales relacionadas con diferentes emociones como la felicidad o el desagrado. Ahora, un equipo de investigadores, que cuenta con la participación de la Universidad Complutense de Madrid, ha descubierto que las dos disciplinas artísticas nos afectan de forma desigual, siendo la música la que más emociones despierta.


UCM
11/11/2015

Imagen: clarita. Fuente: MorgueFile.
Imagen: clarita. Fuente: MorgueFile.
La  música  tiene  mayor  capacidad  para  provocar  emociones  más  intensas  que  la pintura.  Es  una  de  las  conclusiones  de  un  estudio  en  el  que ha participado la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

“El estado afectivo que puede producir escuchar  música  es  más intenso  que  el provocado por  la  contemplación  de  una pintura”, explica Javier Campos-Bueno, investigador de la facultad de Psicología de la UCM y uno de los autores del trabajo.

Con la ayuda de dos pruebas en las que participaron 358 estudiantes de entre 16 y 35  años,  los  autores  analizaron de  qué  forma estos reaccionaban  ante  diferentes estímulos  pictóricos  y  musicales  seleccionados  previamente.  “Hemos  probado experimentalmente  cómo  la  música  y  la  pintura  pueden  provocarnos  emociones positivas y negativas”, afirma Campos-Bueno.

Obras probadas

En la primera de las pruebas, los participantes contemplaron y escucharon 52 obras pictóricas y 52 fragmentos musicales de forma separada y aleatoria, para indicar el grado de felicidad que les despertaban y el nivel de excitación o calma.

Las obras elegidas representaban diferentes épocas y culturas de Oriente y Occidente. Los  fragmentos  musicales  con  las  puntuaciones  más  altas (mayor  felicidad  y excitación) fueron el góspel del inicio de la película Hércules, de Disney; el Himno a la alegría (9ª sinfonía) de Beethoven, y un fragmento de la marcha del príncipe Alí en la película Aladdín, también de Disney.

En cuanto a las obras pictóricas, las más valoradas fueron Tránsito de la Virgen, del pintor barroco José Antolínez, y Rosas, de Van Gogh. El cuadro que despertó mayor desagrado  fue Saturno  devorando  a  su  hijo,  de  Goya,  pero  iba unido a  una  gran excitación, al igual que la banda sonora de Psicosis, de Hitchcock, en el momento del asesinato.

Combinación dispar

En la segunda prueba se combinaban música y pintura teniendo en cuenta su valor afectivo,  y  se  evaluaba  cómo  se  influían  mutuamente  ambas,  junto  a  los  cambios afectivos que se  habían  producido. 

El  equipo  montó  32  vídeos  en  los  que  se combinaban 32 obras de arte con 32 fragmentos sonorosos. “Lo más llamativo es que la interacción entre música y pintura no es del mismo tipo”, asegura el autor.

Según los resultados, no influye del mismo modo una música agradable sobre una pintura desagradable. Por ejemplo, la música incrementaba el valor agradable de una pintura  pero,  cuando  se  evaluaba  la  influencia  de  la  pintura  sobre  la  música, este efecto  no  se  producía.  “Una  pintura  desagradable  pierde  ese  valor  cuando  se combina con una música muy agradable”, comenta Campos-Bueno.

El estudio, publicado en Spanish Journal of Psychology, pone de manifiesto que la música nos emociona más que la pintura “a pesar de que buena parte de nuestros recursos cerebrales para procesar estímulos se dedican a atender a lo visual, frente a otras modalidades sensoriales”, destaca el experto.

El  equipo,  formado  por  neurocientíficos  y  un  músico,  procede  de  la Universidad Complutense  de  Madrid,  el  Conservatorio  Profesional  de  Música  de  Alicante,  la Universidad Illes Balears, la Universidad de Tübingen (Alemania) y el Hospital San Camilo (Italia).

Referencia bibliográfica:

J.J. Campos Bueno, O. DeJuan, Ayala, Pedro Montoya y N.  Birbaumer.  Emotional Dimensions of Music and Painting and their Interaction. Spanish Journal of Psychology  (2015). DOI: 10.1017/sjp.2015.53.
 



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1.Publicado por Bernd Willimek el 21/07/2016 17:33
The Theory of Musical Equilibration states that in contrast to previous hypotheses, music does not directly describe emotions: instead, it evokes processes of will which the listener identifies with.

A major chord is something we generally identify with the message, “I want to!”. The experience of listening to a minor chord can be compared to the message conveyed when someone says, "No more." If someone were to say the words "no more" slowly and quietly, they would create the impression of being sad, whereas if they were to scream it quickly and loudly, they would be come across as furious. This distinction also applies for the emotional character of a minor chord: if a minor harmony is repeated faster and at greater volume, its sad nature appears to have suddenly turned into fury.

The Theory of Musical Equilibration applies this principle as it constructs a system which outlines and explains the emotional nature of musical harmonies, for example why a diminished chord is well-suited as the score for film scenes involving fear, or how an augmented chord can convey amazement and astonishment. You can get more information on the link Journal of Psychology & Psychotherapy or on the link Music and Emotions .

Daniela Willimek, pianist, Karlsruhe University of Music, Germany

Bernd Willimek, musictheorist

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