SEGURIDAD Y DEFENSA: Manuel Sánchez Gómez-Merelo




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Todo el mundo habla de la Transformación Digital pero, realmente sin profundizar en su importancia y la directa relación con la seguridad.

¿Qué entendemos por transformación digital hoy en día y cómo está incidiendo la digitalización en la era de pospandemia?

Como definición básica podríamos decir que la transformación digital es la aplicación de capacidades digitales a procesos, productos y activos para mejorar la gestión del riesgo, la eficiencia y mejora del valor para el usuario y la posibilidad de descubrir nuevas oportunidades de optimización o potenciación de la productividad.


La transformación digital es la integración de tecnología digital en todas las áreas de una organización, cambiando fundamentalmente la forma en que opera y aporta valor a sus usuarios y supone un cambio cultural que requiere que las organizaciones desafíen constantemente el status quo, experimenten y se sientan adaptadas con su propia resiliencia.

 

Para todo ello, el control y la ciberseguridad son dos claves esenciales para afrontar los nuevos riesgos asociados a la transformación digital.

 

Pandemia y cambios operados

 

Aunque de la transformación digital llevamos hablando muchos años y proyectando su planificación, lo cierto es que ha sido la reciente pandemia la que ha acelerado e impuesto la nueva situación de esta transformación y de sus necesarias seguridades.

 

La Transformación Digital y las Seguridades, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo

 

Pero, el cambio principal no se ha dado en las organizaciones, sino en los usuarios. Las entidades públicas y privadas se han visto obligadas a cambiar para cubrir las necesidades y demandas de la situación y de sus empleados, pero no ha sido un cambio pausado o por iniciativa propia.

 

De igual manera, en muchas organizaciones se ha dado acceso a herramientas de teletrabajo y comunicación sin considerar el aprendizaje más básico, generando muchos conflictos y rechazo. Se ha pasado de nada a todo en pocos meses, y eso ha originado rechazo, cansancio y la necesidad de adaptación y, sobre todo, muchas inseguridades.

 

Retos y exigencias de seguridad

 

El reto más importante es, sin duda, la seguridad en sus múltiples facetas y aplicaciones. Antes de la pandemia muchas organizaciones basaban sus seguridades y actividades en la interacción personal y las soluciones digitales eran consideradas un “valor añadido”, pero no un área básica de prevención y protección.

 

Así, uno de los mayores errores en los procesos de digitalización de muchas organizaciones es el considerar que esta tiene como objetivo el ahorro de costes o la reducción de personal.

 

Uno de los retos de seguridad en la transformación digital a los que se enfrentan los profesionales es que deben ser capaces de saber adaptar y transformar los modelos de trabajo y de gestión de la seguridad a los nuevos riesgos, amenazas y vulnerabilidades que seguirán creciendo y sofisticándose cada vez más, por lo que se deberán disponer de las herramientas necesarias para prevenir y proteger las actividades de forma que reciban el menor impacto posible.

 

Pero, no hemos de olvidar que, esta transformación va mucho más allá del mundo institucional o corporativo. La transformación digital está cambiando la sociedad a una escala sin precedentes. Está provocando cambios en los hábitos del cómo aprendemos, trabajamos, socializamos, compramos, administramos las finanzas e interactuamos con el mundo que nos rodea. El desafío fundamentalmente está en equilibrar la innovación, actividad y productividad con la seguridad funcional y la ciberseguridad.

 

La hiperconectividad aumenta los riesgos y retos de la transformación digital y su impacto potencial está en todos nuestros entornos.

 

Ventajas y oportunidades

 

El objetivo de cualquier proyecto de transformación digital es agilizar la organización y sus procesos para optimizar y aumentar la productividad. La reducción de costes puede ser parte del resultado, pero no el objetivo. Por tanto, el retorno de la inversión está en la mejora de la actividad y los nuevos servicios que se pueden ofrecer, la reducción y agilización de procesos, etc.

 

La Transformación Digital y las Seguridades, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo


Además de las mejoras que se pueden obtener en sistemas, medios, procesos y capacidades, hay otro aspecto que no podemos dejar de lado como es la transformación profunda del concepto de gestión del riesgo y sus seguridades en todo su amplio espectro.

 

Aunque nuestra prioridad parece ser dilucidar qué es lo que vamos a poder hacer en los próximos años y qué áreas de actividad van a poder asumir los sistemas TIC gradualmente, el garantizar que ese hacer sea seguro a corto y largo plazo se presenta como un nuevo reto. Toda nueva capacidad tecnológica entraña nuevos riegos y hay que redefinir los existentes, dando la oportunidad a su reducción con toda seguridad.

 

Así, uno de los aspectos candentes de la transformación digital es la consolidación definitiva de las redes sociales en su rol actual, así como la credibilidad que tienen las mismas ante los últimos grandes acontecimientos que hemos tenido que vivir en las organizaciones y la sociedad.

 

Las redes sociales han evolucionado mucho, aunque no tanto a nivel tecnológico y seguridad como en cuanto a su aceptación por parte del usuario.

 

Por tanto, las redes sociales se están convirtiendo en un elemento de oportunidad y riesgo equiparables que están presentes en el día a día de la mayoría de los usuarios pero, en las organizaciones, deben ser utilizadas por profesionales siguiendo una estrategia adecuada y prefijada.

 

En este sentido, el papel de la seguridad en la transformación digital está mejorado tanto en la conciencia como en la participación en las primeras etapas del proceso de diseño, pero los responsables de seguridad han de definir y controlar la visibilidad de la amplitud de sus proyectos en sus ecosistemas.

 

La apuesta está en la aplicación adecuada e innovadora de la tecnología existente y en el permanente análisis de la aparición de nuevas soluciones para la digitalización.

 

Estrategia de Seguridad

 

Parte del desafío para la nueva estrategia de seguridad, es que la Internet en la que todo esto funciona todavía utiliza muchos de los mismos protocolos y la misma infraestructura con la que comenzó hace décadas.

 

La transformación de la seguridad implica la integración de esta en todas las áreas de la tecnología digital, lo que debe resultar en una constante y holística arquitectura que permita una seguridad efectiva a través del ciclo de vida que abarca todo el ecosistema distribuido de redes.

 

Retomando la nueva anormalidad a través de las seguridades, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo


Como ya se ha dicho, en el pasado año, como consecuencia de la crisis sanitaria mundial, muchas organizaciones se vieron en la necesidad de acelerar su proceso de digitalización aumentando su exposición a los ciberataques que han aprovechado los puntos de vulnerabilidad.

 

Hemos vivido un incremento del tráfico web sin precedentes. Durante el año 2020 se produjeron en España 40.000 ciberataques al día, lo que supone un incremento del 125% respecto al año anterior, según señala la empresa de soluciones de seguridad Datos101. Además, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) gestionó en 2020 más de 130.000 incidentes de ciberseguridad, según datos del propio organismo. Estas cifras dejan en evidencia la necesidad de concienciar sobre la problemática de la ciberdelincuencia, capaz de destruir a toda una organización, y la urgente implementación de medidas en ciberseguridad por parte de las organizaciones para proteger su información.

 

La transformación digital, en muchos casos, puede implicar la reelaboración de los servicios, procesos y estrategias dentro de la organización mediante el aprovechamiento de la tecnología digital y requiere de un examen y reinvención de la mayoría, si no de todas las áreas dentro de una organización, de su cadena de suministro y flujo de trabajo, las habilidades de sus empleados así como de procesos de discusión e interacciones con usuarios.

 

Con el aumento de los ataques y las vulnerabilidades, el empezar una transformación digital sin planificar la seguridad puede generar mayores riesgos.

 

Medios y medidas de seguridad

 

Los medios y medidas de seguridad digitales no definen a la transformación, estas apoyan y facilitan este cambio, pero no la definen o dirigen.

 

La aplicación de nuevas herramientas necesita de unas condiciones mínimas para poder operar de una forma segura y confiable y, entre esas condiciones básicas destaca la ciberseguridad. Una correcta ciberseguridad que proteja la integridad de activos físicos y digitales, la comunicación segura entre todos los actores, la privacidad de los datos empleados y el uso que se hace de ellos. La prevención de las distintas formas de hacking es esencial para crear el ambiente de confianza necesario que prevenga de accidentes y situaciones que puedan comprometer el bienestar integral de las personas y organizaciones.

 

Con respecto a la legislación y normativa, a lo largo de estos últimos años hemos tenido importantes cambios como la implementación de la Directiva NIS, la normativa PSD2 o Estrategia Nacional de Ciberseguridad que han afectado en mayor o menor medida a la transformación del sector de las seguridades.

 

La tecnología impulsa la necesidad de la transformación digital y respalda la digitalización de una organización. Además, no existe una sola aplicación o tecnología que permita la transformación digital sino que existen múltiples procesos clave que una organización generalmente debe tener para afrontar dicha transformación.

 

Según el MIT (Massachusetts Institute of Technology), la transformación digital se ha impulsado gracias a cinco tecnologías clave: Blockchain, Inteligencia Artificial, Redes Sociales e Internet de las Cosas IoT, Cloud Computing para almacenamiento de datos y Ciberseguridad. Esta disrupción tecnológica ha supuesto una gran revolución para todos los sectores que han visto alterados sus procesos y sistemas, lo que ha provocado inmensas mejoras, así como el surgimiento de nuevas amenazas.

 

Recomendaciones finales

 

Con independencia del establecimiento de la correspondiente planificación de la transformación digital en cada tipo de organización, es importante estar atentos permanentemente a lo indicado por dos de las principales instituciones cuyo cometido es la coordinación de las iniciativas de ciberseguridad a nivel estatal:

   

La transformación digital no es una poción mágica que resolverá todos los males de nuestras organizaciones públicas y privadas, sino una forma de mejorar la trazabilidad, dotar de más transparencia y control nuestra actividad o generar un mayor volumen de datos que luego hay que interpretar para la mejor gestión corporativa.


Tras la larga crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, nos encontramos en pleno proceso para la reactivación económica y social que no será posible sin una nueva cultura de seguridad y resiliencia.


La creación de riqueza a través de empresas, emprendimientos y comercio, requiere de una reinvención e innovación con seguridad como una condición necesaria y, para afrontar el reto de la nueva seguridad en la era post COVID-19, hemos de establecer una nueva estrategia.


Es un momento clave para las organizaciones, pequeñas, medianas y grandes en el cual resulta fundamental estar preparados para afrontar una crisis que ha operado y seguirá estableciendo cambios sin precedentes en la sociedad.


Por lo que debemos priorizar hacia la eficiencia y seguridad de todos los empleados, colaboradores y clientes de forma que permita una adaptación ágil a la nueva situación donde prime la continuidad del negocio o actividad.


Sin seguridad, no hay paraíso… ni recuperación, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo


Nuevas rutinas, hábitos de consumo o formas de trabajo han llegado para quedarse, sin todavía determinar su alcance y duración, pero que anticipan un cambio radical de escenario.


Es difícil saber con certeza el cambio cultural organizativo y de comunicación que va a conllevar para todo tipo de entidades, directivos, trabajadores o familias ante un nuevo panorama marcado por una “nueva normalidad” post COVID-19.


Los nuevos desafíos y exigencias, deben estar articuladas en la misma dirección que los objetivos de cualquier tipo de actividad y a sus responsables corresponde:


La organización, dirección, inspección y administración de los servicios y recursos de seguridad (prevención + protección) disponibles.


La identificación, análisis y evaluación de situaciones de riesgo, amenazas y vulnerabilidades que puedan afectar a la integridad de las personas, la actividad y al patrimonio.


La planificación, organización y control de las actuaciones precisas para la implantación de las medidas conducentes a prevenir, proteger y reducir la manifestación de riesgos de cualquier naturaleza con medios y medidas precisas.


El control del funcionamiento y mantenimiento de los sistemas de prevención y protección.


Sin seguridad, no hay paraíso… ni recuperación, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo



Todo ello, teniendo en cuenta la capacidad de resiliencia y colaboración de empleados y usuarios en general.


La resiliencia ha pasado de ser la gran olvidada, a un recurso de primer nivel. Los directivos de las organizaciones más resilientes son las que cuentan con los sistemas de valores más estables y compartidos.


Las organizaciones resilientes son capaces de enfrentar el fracaso, recuperarse, adaptarse rápidamente al cambio y a la incertidumbre, para salir fortalecidas de cualquier incidencia. Así, hemos de potenciar esta habilidad y:


Aceptar la realidad, verla tal y como es y en toda su crudeza. En cuanto al liderazgo, implica comunicar con transparencia e informar de la situación real.


Encontrar el sentido y saber aprovechar las lecciones aprendidas de las situaciones más comprometidas para interpretar y encauzar los acontecimientos.


Adaptarse a las nuevas situaciones, ya sean del entorno o laborales. Los cambios son siempre oportunidades.


Buscar la orientación hacia las soluciones y no quedarse paralizados por los problemas. Hay que establecer nuevos objetivos y transmitirlos al equipo.


Reconocer las habilidades, confiar en ellas y utilizarlas para adaptarse a los nuevos desafíos y cambios.


Moverse en un entorno optimista y positivo y liderar con convicción los nuevos planes, cambios y objetivos.


Mantener un posicionamiento objetivo analizando y evaluando las ventajas y los inconvenientes de cada situación y entorno.


Valorar lo positivo de cada situación y de cada cambio y relativizar las incertidumbres y problemas.


Sin seguridad, no hay paraíso… ni recuperación, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo


En resumen, hemos de conseguir que nuestros entornos sean más seguro, aportando soluciones que protejan vidas, bienes y servicios esenciales para la sociedad, dando continuidad a los negocios y actividades.


Para ello, hemos de ofrecer soluciones que garanticen una readaptación a la nueva normalidad con nuevos procesos de trabajo, seguridad y bienestar.


Así, quisiera resumir, con mi particular acrónimo de “PODREMOS”, que hemos de actuar con Proactividad, Oportunidad, Desafíos, Relaciones, Experiencia, Motivación, Observación y Soluciones.


Hace 20 años, 19 hombres secuestraron cuatro aviones comerciales en la mañana del 11 de septiembre de 2001 y se dirigieron a objetivos de interés de Estados Unidos en un ataque organizado por el entonces líder de Al Qaeda, Osama bin Laden. Atentados que, como consecuencia, provocaron cambios irreversibles en el mundo, entre ellos una guerra en Afganistán que ha durado estos mismos 20 años.


Los ciudadanos vivimos lo imposible, en directo. El 11-S el mundo entero siguió atónito durante horas unas imágenes de acontecimientos que parecían imposibles.


Hace 20 años, de aquel día en el que perdieron la vida 2.996 personas, aunque con el tiempo, las consecuencias también han sido graves para muchos de los bomberos y policías que trabajaron entre los escombros y han ido falleciendo tiempo después como resultado de respirar el denso polvo y contaminación que se provocó tras el colapso de tres edificios durante aquella jornada en Nueva York. Otros muchos aún tienen el denominado 'síndrome del World Trade Center'.


 

El 20 aniversario del 11-S. Recordando el cambio en las seguridades, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo


"America is under attack". Esta fue la primera comunicación hecha al presidente Bush… “América está bajo ataque".


Y así fueron los atentados contra las Torres Gemelas. Dos aviones impactaron sobre las torres provocando un feroz incendio por el combustible que llevaban lo que causó el derrumbe de los dos edificios, ya que se estima que se alcanzó una potencia calorífica que pudo llegar hasta cinco veces la de una central nuclear, según concluye el primer informe oficial sobre el catastrófico fin de ambos edificios, revelado por el diario The New York Times.


El 11 de septiembre de 2001 no fue un día normal, porque marcó un antes y un después en la historia de la seguridad. Los atentados suicidas y terroríficos realizados en Estados Unidos nos han marcado para siempre y ha habido un antes y un después de la seguridad/inseguridad y la prepotencia que algunos se arrogaban.


Dos décadas de consecuencias que han estremecido al mundo


En primer lugar, el brutal ataque terrorista provocó una respuesta legítima de Estados Unidos que mezcló argumentos religiosos y liberales. Así, en octubre de 2001, bajo el objetivo público de desmantelar Al Qaeda, invadió Afganistán para sacar a los talibanes del poder. Dos décadas después, los talibanes han recuperado el país en dos semanas y han evidenciado que la invasión fue un error y ahora, se ha demostrado que "Afganistán es la puntilla de la era post 11-S" para Estados Unidos que ha abandonado vergonzosamente el país.


El 20 aniversario del 11-S. Recordando el cambio en las seguridades, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo


Pero, el 11-S no solo provocó la guerra de Afganistán, que fue apoyada por los aliados occidentales, sino que supuso el nacimiento de una derecha política diferente, que ponía el énfasis en la seguridad y en un sentimiento nacionalista fuerte.


En enero de 2002, en el discurso del estado de la Unión, el presidente Bush explicó la existencia de un "eje del mal" formado por Irán, Irak y Corea del Norte, añadiendo a este último país para que el eje no fuera solo musulmán.


Igualmente el Gobierno estadounidense decidió utilizar la base naval de Guantánamo para detener e interrogar a los sospechosos del atentado o amenaza.


Años después, el 1 de mayo de 2011, poco después de las once de la noche, dos helicópteros MH-60 Black Hawk despegaron del aeródromo de Jalalabad, en el este de Afganistán, e iniciaron una incursión secreta en Pakistán con la misión de matar a Osama bin Laden, que se encontraba en una casa de tres plantas situada cerca de una academia militar de elite. Dentro de los aparatos iban 23 miembros del Team Six de los SEALS, las fuerzas especiales de la Marina, conocido como Grupo Especial de Desarrollo de Guerra Naval (en inglés, DEVGRU).


La caída de las Torres Gemelas el 11-S


El arquitecto Minoru Yamasaki concibió en los años 60 los edificios más altos del mundo, símbolo de la prosperidad estadounidense. Las Torres Gemelas, con sus 110 pisos, eran por aquel entonces los edificios más altos de Nueva York y uno de los símbolos de la ciudad. El primer avión chocó contra la torre norte a las 8:45 de la mañana. El edificio ardió durante casi 2 horas y, posteriormente, a las 10:28 h se derrumbó en solo 11 segundos.


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En un principio, se pensó que aquello era un accidente aéreo, pero cuando a los 18 minutos de comenzar a arder la primera torre, chocó el segundo avión en la torre sur, se confirmó que era un acto terrorista. El segundo rascacielos resistió en llamas durante 56 minutos, sin embargo, a las 9:59 h, se derrumbó en tan solo 9 segundos. En apenas dos horas, los dos edificios que recibieron el impacto se derrumbaron.


Pero, ¿por qué se derrumbaron las torres? Veinte años después del atentado terrorista se ha hecho público un informe que explica las causas científicas del derrumbe de los rascacielos.


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El profesor emérito en el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Eduardo Kausel, explicó a la BBC que: "La respuesta aceptada por toda la gente seria es que las torres se vinieron abajo porque fueron objeto de un ataque terrorista". Kausel fue el encargado de realizar varios estudios para explicar las causas de los derrumbes desde el punto de vista de ingeniería y arquitectura. La respuesta del ingeniero indica que lo sucedido aquel día, se debió a una serie de fenómenos físicos y químicos que desataron una catástrofe que nadie, por aquel entonces, podía imaginar.


Así, los estudios del MIT, notificaron que los rascacielos se derrumbaron debido a dos razones: Los daños estructurales que causaron los aviones y los incendios que se desarrollaron a lo largo de varios pisos
Los datos oficiales indican que cada avión Boeing 767 tenía más de 37.000 litros de combustible. Lo que provocó que mucho combustible se quemara en el momento del impacto y otra parte se derramase por los pisos inferiores haciendo que el fuego se expandiera.


Las teorías conspirativas que surgieron en torno al ataque del 11-S


Las primeras teorías conspirativas aparecieron en Internet pocas horas después de los ataques en 2001, y desde entonces, con el auge de las redes sociales han crecido en alcance y dimensión.


Los extensos informes de la Comisión del 11 de Septiembre, de las agencias gubernamentales de Estados Unidos y los grupos de expertos, han refutado la existencia de cualquier conspiración oculta.


El 20 aniversario del 11-S. Recordando el cambio en las seguridades, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo


Desde que se produjeron los atentados han surgido diferentes hipótesis que se suelen agrupar bajo la denominación de teorías conspirativas, que sostienen que las investigaciones y conclusiones oficiales no resultan convincentes.


En general, estas teorías se cuestionan tanto que: las Torres Gemelas o la Torre 7 del World Trade Center hubieran podido derrumbarse como lo hicieron solo por el impacto de los aviones, y no como consecuencia de la colocación de cargas explosivas de minería en los sótanos para hacer una demolición controlada, dada la forma de derrumbe vertical de los edificios.


Para conmemorar la ocasión, el Servicio Secreto de Estados Unidos ha pasado la semana previa compartiendo imágenes nunca vistas de uno de los días más oscuros de la historia de Estados Unidos. “Al acercarse el 20  aniversario del 11-S, compartiremos fotos de ese día y de los días posteriores. Algunas se han compartido antes y otras no se han visto nunca. No olvidemos nunca", han añadido. El Buró Federal de Investigación (FBI) de Estados Unidos desclasificó, en el día de esta conmemoración, un documento hasta ahora secreto que formó parte de sus investigaciones sobre la posible implicación del Gobierno saudí en los atentados del 11-S, tras una fuerte presión de los familiares de las víctimas. Aunque las partes censuradas del informe impiden confirmar si eso significa que contaba con el beneplácito del Gobierno saudí, la asociación de familiares de las víctimas 9/11 United celebró su publicación y la consideró una prueba más de los probables lazos de Riad con los atentados. "Ahora los secretos de los saudíes están expuestos y es hora de que el reino reconozca el papel de sus funcionarios a la hora de asesinar a miles en suelo estadounidense", dijo en un comunicado Terry Strada, de la citada asociación.


Atentados de película


Las dos décadas que han pasado de los atentados del 11-S y la reciente toma del poder en Afganistán por los talibanes, han dado pie y oportunidad a las cadenas de televisión y plataformas de streaming a retomar todo tipo de análisis en torno al conflicto que ha definido al siglo XXI.


 

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Muchas producciones se han hecho sobre el 11 de septiembre de 2001 y están disponibles en las diferentes plataformas. Así, cabe destacar algunos títulos que son ya clásicos de un subgénero cinematográfico como son:


- La última noche (2002), de Spike Lee.
- La célula de Hamburgo (2004). Realizada por Channel 4 (Reino Unido).
- World Trade Center (2005), de Olivier Stone.
- Loose Change (2005 y 2009), saga dirigida por Dylan Avery.
- 911: en el plano del sitio (2006) de William Lewis.
- La noche más oscura (2012) de Kathryn Bigelow.
- United 93 (2006) de Paul Greengrass.
- Mi nombre es Khan (2010), de Karan Johar.
- Querido John (2010), de Lasse Hallström.
- Recuérdame (2010), de Allen Coulter.
- Extremely Lound and Incredibly (2011), de Stephen Daldry.
- 7I Pet Goat II (2012), de Louis Lefebvre.
 - 12 Strong (2018) dirigida por Nicolai Fuglsig.
- The Looming Tower (2018). Miniserie sobre Osama Bin Laden y Al Qaeda.
- Windows on the world (2019), de Michael D. Olmos.
- Worth (2021), de Sara Colangelo.


Los cambios que se han quedado para siempre


El 11 de septiembre de 2001 ocurrió sin duda un hecho novedoso. Pero no por la amenaza terrorista ni por las características del atentado, sino por el cambio operado en la percepción del peligro. La mayor potencia del mundo descubrió sus vulnerabilidades al sufrir un ataque en su corazón, en sus símbolos, y sintió simplemente miedo.

 


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No cabe duda de que el uso de aviones comerciales para atacar y asesinar a miles de personas por parte de la organización de extremistas islámicos Al Qaeda, constituyó un irreversible cambio radical de los usos y costumbres de los usuarios de los aeropuertos, principalmente.


Ni los propios asesinos podían imaginar las consecuencias que el 11-S tendría en la industria aeronáutica, sobre todo desde el punto de vista de seguridad. Controles y más controles, e interminables filas, hacen que los pasajeros miren cada vez con más recelo el uso del avión como medio de transporte.


Nadie se opone a pensar que los sucesos producidos en los Estados Unidos el 11-S, supusieron el final de un estado de “confort y seguridad”, referida esta, a la conciencia general y percepción del riesgo y al grado de seguridad que este exigía.


El cambio de protocolos ha tenido un impacto indiscutible a los ojos de los usuarios, sobre todo del transporte aéreo, en forma de controles exhaustivos en los accesos a las zonas internas de los aeropuertos, en los procedimientos de embarque y vuelo.


A modo de resumen


Es de esperar que, después de ser sacrificados brutalmente cerca de tres mil ciudadanos del mundo, sigamos teniendo en cuenta una máxima fácil de entender “mata a uno y aterrorizarás a miles, mata a miles y aterrorizarás a millones”.


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Conclusión: veinte años después es para estar aterrorizado... no sabemos dónde están esos terroristas difusos y confusos y que viven entre nosotros, que pusieron en evidencia las vulnerabilidades de la sociedad.


Aquel día el mundo entero pareció sumirse durante horas en un silencio absoluto que cambiaría el curso de la historia para siempre. Todos recordaremos siempre dónde nos encontrábamos en aquel preciso momento y yo, casualmente, me encontraba en Cuba disertando sobre la Seguridad en Grandes Edificios ¡!


Fotos de US Secret Service


La aceleración de la transformación digital es quizá, el proyecto a nivel global más importante y urgente como consecuencia de lo vivido y los cambios que estamos teniendo durante el largo proceso de esta pandemia provocada por la COVID-19 desde finales del año 2019.

Unos cambios que, en diversos aspectos está y va a suponer una verdadera mutación de paradigmas, como lo es en el caso de la digitalización de todos los sectores y actividades, independiente del nivel o dimensión de las instituciones y organizaciones.


Nueva normalidad. Liderar la transformación digital con seguridad, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo

Un cambio de paradigmas, como lo es en el caso de la seguridad que afecta a lo global y lo glocal de forma transversal a todos los sectores y actividades industriales y comerciales y a las Administraciones Públicas y, de manera muy especial, a las infraestructuras esenciales, estratégicas y críticas.

Por todo ello, y como ya venimos insistiendo desde hace tiempo, la seguridad es y será el concepto transversal protagonista en todo este proceso de digitalización y transformación digital.

Una transformación digital, liderada por una Seguridad integral, operativa y tecnológica, pública y privada, física y lógica con el objetivo de reforzar los controles, capitalizar la analítica de datos, colaborar más con todos los miembros de la organización, dinamizar la respuesta y aumentar la resiliencia y acometer las prioridades, los nuevos retos, exigencias y oportunidades que se presentan en las entidades públicas y privadas en esta fase de la recuperación y hacia la nueva normalidad tras la pandemia.
 
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La seguridad liderará esta recuperación con todos los medios a nuestro alcance donde, las organizaciones, han de implementar la práctica de influir o convencer, y pensárselo mucho antes de imponer nuevos medios y medidas de seguridad, sin el análisis previo en profundidad y de forma integral, a fin de evitar batallas internas a la hora de aplicar los siempre limitados recursos allí donde sean más beneficiosos para la reducción de amenazas y la eficiente gestión del riesgo y las seguridades.

Una transformación digital, digitalización y automatización, donde sus aspectos más importantes dentro de la seguridad son la prevención y la resiliencia, como claves hacia la nueva normalidad.

Un nuevo planteamiento de seguridad integral e integrada basada en las lecciones aprendidas durante esta pandemia que requiere replanteamientos e implementación de una: Análisis de las nuevas necesidades y exigencias del mercado; Evaluación de la situación actual de las seguridades tras la pandemia; Visión estratégica, global y coordinada; Planteamiento de la Gestión integral del Riesgo y las Seguridades; Estudio de los nuevos productos y servicios, según exigencias y necesidades; Capacitación especializada para los nuevos objetivos, implementaciones y servicios; Nuevos protocolos para la Cooperación Público-Privada; Revisión y adecuación de las carencias de Legislación y Normativa; Revisión de los nuevos retos para el sector de las seguridades (física y lógica), especialmente en materia de ciberseguridad; Evaluación de las nuevas oportunidades.

Estamos ante un cambio de modelo de seguridad global y glocal. El mundo ha cambiado por completo tras una pandemia que ha acelerado el proceso de transformación digital, y ahora es clave para las organizaciones disponer de unos recursos humanos y técnicos que estén preparados y protegidos en su gestión desde cualquier lugar y dispositivo.

Igualmente, durante la pandemia, el teletrabajo en cierto tipo de funciones y tareas ha venido para quedarse en nuestro modelo empresarial e institucional, instando a las organizaciones a acelerar su proceso de transformación digital y al uso de las nuevas tecnologías para procurar relaciones de trabajo seguras de y con sus empleados, con las excepciones a nivel de medidas impuestas, señaladas en la normativa vigente, y que serán objeto imprescindible de actualización obligatoria ya en el presente y en los próximos tiempos.

A modo de resumen, como ya hemos venido diciendo y, teniendo en cuenta que la seguridad es un concepto vivo y dinámico, en los últimos tiempos, y especialmente en el pasado año, los pilares sobre los que se asentaba este concepto transversal de seguridad (prevención + protección), se han deteriorado y tambaleado, en gran medida en relación con aspectos también relacionados con la propia globalización. Sin embargo, las bases esquemáticas de la seguridad son suficientemente fuertes como para afrontar lo que venga, en medio de esta nueva singladura a través de las amenazantes mareas u olas de una pandemia donde todo ha sido y es nuevo.

Ya, la Unión Europea, en su primera publicación de la Estrategia de Seguridad en el año 2003, señalaba la necesidad de afrontar juntos las amenazas y riesgos existentes, recordando, por otra parte, que ningún país por sí mismo sería capaz de hacerlo a solas.
 
Nueva normalidad. Liderar la transformación digital con seguridad, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo

Así, hemos de avanzar bajo las bases de una gobernanza global los desafíos y el cambio existente en el planeta hacia un mundo más seguro con las responsabilidades compartidas, con esas amenazas a la paz y la seguridad, entre las cuales las referencias a las enfermedades infecciosas mortales son constantes, así como a la necesidad de una seguridad biológica que también pone de manifiesto las vulnerabilidades de nuestros sistemas sanitarios -a escala global- frente a las nuevas enfermedades infecciosas, abundando en los riesgos (y oportunidades) que generan los avances en la biotecnología, lo que hace necesario preparar una defensa eficaz contra el bioterrorismo y contra los brotes naturales de enfermedades infecciosas.

Finalmente, ante este nuevo modelo de seguridad global, de gran amplitud y complejidad, no podemos perder de vista todas esas palabras/conceptos clave con los que hemos de seguir trabajando que son principalmente la: Globalización, Glocalización, Revisión, Actualización, Transformación, Digitalización, Reinvención, Prevención, Integración, Convergencia, Control, Ciberseguridad, Tecnología, Gestión Integral, Resiliencia, Cooperación, Capacitación, Eficiencia, Productividad… todo ello, imprescindible para la “Nueva normalidad”, con la transformación digital liderada por la seguridad.

Hemos vivido más de un año lleno de inseguridades y desconcierto, pero también de nuevas seguridades puestas en marcha, tanto a nivel global como local y personal, para hacer frente a las amenazas y consecuencias del fenómeno COVID-19. Son momentos no sólo de asumir lo ocurrido y vivido, sino de reflexionar y actuar a fondo, asumiendo el hecho fundamental de que estamos ante el planteamiento de un nuevo paradigma, a desarrollar e implementar de cara a las nuevas necesidades y exigencias de una sociedad que vive momentos de importante cambio y que demanda un trabajo y un talento aplicado a la recuperación, que será sin duda sobre la base de la transformación digital.


Hacía las nuevas seguridades desde la incertidumbre

Durante la pandemia han crecido los sentimientos de inseguridad, miedo e impotencia, y ha cambiado nuestra percepción de seguridad. El manejo de esta percepción para su transformación de líquida a sólida, tiene mucho que ver con el conocimiento de cuáles son los nuevos riesgos y amenazas a los que ahora nos enfrentamos, y qué posibilidades reales tenemos de gestionarlos y evitarlos -dentro de cada una de nuestras vulnerabilidades-, a fin de no vivir permanentemente con miedo en el cuerpo.

Sin embargo, la pandemia no solo ha puesto en jaque parte de nuestra seguridad física, sobre todo para las personas en situación de mayor riesgo, sino que ha hecho visibles nuestras vulnerabilidades en los procesos de digitalización, especialmente durante el confinamiento, con el súper incremento del trabajo a distancia y el teletrabajo.

El confinamiento, por sí mismo, ha incrementado la sensación de inseguridad, con otros problemas asociados al temor básico al contagio, que también amenazaron la salud mental de la población, en especial en determinados colectivos aislados y especialmente limitados, como son las personas de riesgo, enfermas o ancianas, sin olvidar las graves consecuencias de la sostenida vivencia de impotencia y de peligro vital sufridos por el personal sanitario.

La seguridad y el miedo son las dos caras de una misma moneda, pues la falta de percepción de la una nos lleva al otro, y viceversa. No podemos menospreciar la utilidad del conocimiento real de las amenazas y la función protectora de cierta dosis de temor. Los individuos nos unimos frente a él, pero, cuando la percepción de amenaza es difusa y colectiva, con frecuencia se desencadena una cascada de sentimientos de autoprotección, que dejan de ser preventivos, para dividir y marcar diferencias entre los grupos sociales, convirtiéndose en combustible de la hostilidad, cuando no del pánico. Ese estado de ansiedad puede ser también terreno propicio para los oportunistas del negocio digital, tanto en su forma de vendedores de creencias, supercherías y remedios de todo tipo, como para el beneficio de hackers, phisers y criminales, que aprovechan las redes sociales y autopistas de la información para su propio lucro, a niveles cada vez más importantes.

Pero nuestra especial cualidad es esa capacidad de adaptación que ha vuelto a demostrar nuestra sociedad. Hemos aprendido nuevas lecciones y ahora hemos de ajustarnos a las nuevas circunstancias y tener claras qué medidas debemos tomar, centrando nuestros recursos y esfuerzos en determinar, consolidar y mejorar todo aquello de lo nuevo que ha venido para quedarse. Algunos de estos campos ya evidentes son: las nuevas relaciones sociales y laborales, el replanteamiento de actividades públicas, los cambios en los hábitos en el consumo, las diferentes formas y nuevos modelos de reuniones, la obligada revisión de las necesidades reales de las convocatorias con desplazamiento, las nuevas modalidades en la docencia, el incremento del trabajo a distancia y el teletrabajo, etcétera.

Crisis de inseguridad y oportunidad de cambio
 
Las nuevas seguridades. Un cambio de paradigma, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo

La realidad de esta crisis multidimensional nos ha traído nuevas inseguridades que ya resultan patentes para casi todos, y es difícil de negar que tratamos de salir de ellas con una  maltrecha confianza y un mayor desencanto social, que se ve agravado por la todavía larga incertidumbre de la COVID-19 y sus efectos directos e indirectos, tanto sociales como económicos.

Ante este panorama hemos de repasar las lecciones aprendidas, reflexionar sobre qué es lo que ha fallado y extraer las lecciones que sustenten conclusiones y nos provean de herramientas para construir un nuevo paradigma de seguridad.

La sensación de no sentirse seguro puede y debe ser matizada, objetivada y utilizada para poder reaccionar sobre datos ciertos, tomar las medidas que sean necesarias y controlar el entorno, dentro de nuestras posibilidades. Debemos generar confianza, pero también limpiar de ruido el panorama, aprender y enseñar a discernir sobre la información que es fiable y la que no, generando sistemas de alerta y control que eviten las noticias sensacionalistas, los datos manipulados o sesgados, los bulos y las campañas de descrédito orquestadas, que no hacen más que ahondar las hostilidades y el sentimiento de desprotección de la población, sin que se suela aislar o castigar a los pescadores intrusos de este río revuelto.

Lo digital y la seguridad, pareja íntima de protagonistas

La Comisión Europea, que había calculado que en el año 2020 el mercado europeo se enfrentaba a una carencia de unos 750.000 expertos en tecnología, ratifica ahora que éste es uno de los grandes retos que tenemos que afrontar, poner en valor y dar prioridad.
 
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Pensando en estos nuevos desafíos post COVID-19, las organizaciones públicas y privadas vienen instaurado nuevas tecnologías, metodologías y medidas organizativas, especialmente en el ámbito de la prevención del riesgo, automatizando los procesos e implantando nuevos sistemas de control y protección que ofrecen nuevas oportunidades de desarrollo en todos los sectores de actividad.

La prevención y la gestión del riesgo y las seguridades también se están digitalizando mediante aplicaciones tecnológicas que se convierten en un aliado estratégico para planificar, ejecutar y reportar los objetivos del día a día, teniendo en cuenta además que acompañan a los usuarios activamente en el proceso de transformación digital ya imparable.

También los servicios de seguridad privada, sin duda alguna, han contribuido y siguen contribuyendo a dar cumplimiento a las obligaciones impuestas por los dirigentes públicos y privados durante esta alerta sanitaria, así como al mantenimiento de la seguridad pública en nuestro país.

La pandemia ha dejado patente, una vez más, la importancia de la seguridad privada como auxiliar y complementaria de la seguridad pública, lo que ha provocado muchos cambios en las actividades preventivas, pero, especialmente, en aspectos como: la gestión del riesgo, la implementación de nuevas tecnologías y sistemas de control, el desarrollo de la ciberseguridad, la actualización de los planes de contingencia y continuidad y la formación especializada.

Profesionales como los vigilantes de seguridad o los directores de seguridad han estado, y siguen estando en muchos casos en primera línea de infraestructuras de alto riesgo como las sanitarias, la distribución o la red de transportes.

El nuevo paradigma ha de adecuarse a las nuevas exigencias de seguridad en cuanto a la planificación de: prevención, protección, contingencia, resiliencia, reaseguramiento, continuidad y un largo etcétera de ítems cambiantes a los que también tenemos que estar atentos y adaptar nuestras respuestas:

Globales, como: restricciones de actividad, regulación del uso de mascarillas, mantenimiento de distancias sociales, restricción de movimientos y viajes, etc.
Locales, como: limitaciones en las actividades públicas y privadas, acotación y limitación de horarios públicos, etc.
Operativas, como: implementación del trabajo a distancia y el teletrabajo, limitación de aforos, restricciones en los contactos y comunicaciones, etc.
Personales, como: uso de mascarillas y desinfectantes, limitaciones en reuniones y contactos familiares, prevenciones sanitarias, protecciones físicas, precauciones en movimientos, cambios en hábitos sociales y ocio, etc.

Nueva normalidad. Liderar la transformación

Liderar la transformación digital, reforzar los controles, capitalizar la analítica de datos y colaborar más con todos los miembros de la organización, dinamizar la respuesta y aumentar la resiliencia es la lista de prioridades en las entidades públicas y privadas en esta fase de la recuperación.
 
Las nuevas seguridades. Un cambio de paradigma, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo

En cualquier caso, en nuestras organizaciones hemos de implementar la práctica de influir o convencer, y pensárnoslo mucho antes de imponer nuevos medios y medidas de seguridad, a fin de evitar batallas internas a la hora de aplicar los siempre limitados recursos allí donde sean más beneficiosos para la reducción de amenazas y la eficiente gestión del riesgo y la seguridad.

La digitalización, la automatización y la prevención son claves en la “nueva normalidad".

El mundo ha cambiado por completo tras una pandemia que ha acelerado el proceso de transformación digital, y ahora es clave para las organizaciones disponer de unos recursos humanos y técnicos que estén preparados y protegidos en su gestión desde cualquier lugar y dispositivo.

Igualmente, durante la pandemia, el teletrabajo en cierto tipo de funciones y tareas ha venido para quedarse en nuestro modelo empresarial e institucional, instando a las organizaciones a acelerar su proceso de transformación digital y al uso de las nuevas tecnologías para procurar relaciones de trabajo seguras de y con sus empleados, con las excepciones a nivel de medidas impuestas, señaladas en la normativa vigente, y que serán objeto imprescindible de actualización en los próximos tiempos.

Por otro lado, como se anima desde la Fundación Telefónica es necesario un Pacto Digital que “debe basarse en un nuevo modelo de gobernanza que sea capaz de combinar los aspectos sociales, ambientales y económicos y asegurar al mismo tiempo una transición digital sostenible a largo plazo”.

A modo de conclusiones

Teniendo en cuenta que la seguridad es un concepto vivo y dinámico, en los últimos tiempos, y especialmente en el pasado año, los pilares sobre los que se asentaba se han deteriorado y tambaleado, en gran medida en relación con aspectos también relacionados con la propia globalización. Sin embargo, las bases reticulares de la seguridad son suficientemente fuertes como para afrontar lo que venga, en medio de esta nueva singladura a través de las amenazantes mareas de una pandemia donde todo es nuevo.

La Unión Europea, en su primera publicación de la Estrategia de Seguridad en el año 2003, señalaba la necesidad de afrontar juntos las amenazas y riesgos existentes, recordando, por otra parte, que ningún país por sí mismo sería capaz de hacerlo a solas.

Igualmente, las Naciones Unidas, el órgano de gobernanza global por excelencia, en el informe que formula un grupo de expertos de alto nivel sobre las amenazas, los desafíos y el cambio existente en el planeta, titulado “Un mundo más seguro: la responsabilidad que compartimos”, recoge las amenazas a la paz y seguridad más importantes presentes en el mundo, entre las cuales las referencias a las enfermedades infecciosas mortales son constantes, así como a la necesidad de una seguridad biológica. Y también pone de manifiesto las vulnerabilidades de nuestros sistemas sanitarios —a escala global— frente a las nuevas enfermedades infecciosas, abundando en los riesgos (y oportunidades) que generan los avances en la biotecnología, lo que hace necesario preparar una defensa eficaz contra el bioterrorismo y contra los brotes naturales de enfermedades infecciosas.
 
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La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto lo avisado por las Naciones Unidas y generado un contexto único, en el que las medidas de prevención del riesgo y la gestión de las seguridades se han ampliado a nuestra vida diaria. Así, en los últimos tiempos muchos ciudadanos cumplimos con la prevención al usar mascarillas, lavarnos las manos, mantener la distancia social, etc. Por lo mismo, es el momento ideal para transformar esta nueva conciencia en una Cultura de Seguridad que trascienda el contexto actual.

Ahora más que nunca, la prevención como cultura es esencial y llegó para quedarse. La prevención del riesgo ha pasado de ser una norma conveniente a estar presente y hacer ruido en todos los frentes.

Sin duda, el riesgo de contagio se ha convertido en el protagonista de la prevención dentro del contexto actual. Sin embargo, de igual manera, es esencial no olvidar los riesgos críticos que siguen existiendo en el espacio laboral y de ocio, y lograr la convivencia entre los protocolos que protegen contra la amenaza del virus, con los que protegen a las personas y empleados de los riesgos tradicionales. Esto es fundamental en organizaciones de fabricación, construcción o de servicios, así como en todas aquellas con mayores riesgos críticos de actividades esenciales.

Finalmente, y como se viene diciendo, quizá sea el momento de recapitular y, una vez más, volver la vista hacia la historia y los clásicos, analizando modelos de éxito, y quizá recordando una frase pronunciada por Sun Tzu hace casi 2500 años, que también pueda dar luz al camino a seguir:

“El que actúa aisladamente, carece de estrategia y se toma a la ligera a sus adversarios y sus amenazas, inevitablemente acabará siendo derrotado”.

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MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO
Eduardo Martínez de la Fe
MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO, es consultor internacional de seguridad, arquitecto técnico y periodista. Completa esta formación con diversos cursos de postgrado en las áreas de seguridad pública y privada, defensa comunicaciones.

Dedicado por más de 30 años a la Consultoría e Ingeniería de Seguridad y Defensa por más de 20 países como asesor para asuntos aeroportuarios, puertos, cárceles hospitales, entidades bancarias, museos, transporte ferroviario, servicios de Correos y puertos.

Es socio fundador y presidente para Europa de la Federación Mundial de Seguridad (WSF), Director para Europa de la Secretaría Iberoamericana de Seguridad, Asesor gubernamental en materia de integración operativa de seguridad pública y privada en diversos países latinoamericanos.

Como experiencia académica es profesor de postgrado en ICADE (Universidad Pontificia Comillas de Madrid) desde 1986, codirector de postgrado en la Facultad de Psicología (Universidad Complutense de Madrid) y director del Curso de Seguridad en Infraestructuras Críticas del Instituto General Gutierrez Mellado de la UNED, así como conferenciante habitual y profesor en más de 20 países sobre Seguridad y Defensa.

Su representación institucional es principalmente como Miembro Experto de la Comisión Mixta de Seguridad del Ministerio del Interior, Director para Europa de la Federación Panamericana de Seguridad (FEPASEP), representante “ad honores” de la Federación de Empresas de Seguridad del MERCOSUR (FESESUR), asesor del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para asuntos de Seguridad Ciudadana y Observatorio de Delincuencia en Panamá, socio fundador y de honor del Observatorio de Seguridad Integral en Hospitales (OSICH), socio fundador y vicepresidente de la Asociación para la Protección de Infraestructuras Críticas (APIC)

Autor y director de la BIBLIOTECA DE SEGURIDAD, editorial de Manuales de Proyectos, Organización y Gestión de Seguridad

Actualmente es presidente y director del Grupo de Estudios Técnicos (GET), socio-senior partner de TEMI GROUP Consultoría Internacional y socio-director de CIRCULO de INTELIGENCIA consultora especializada.