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Las redes de contactos no influyen en la cooperación entre las personas

Un estudio revela que los individuos colaboran con otros en función de la cooperación recibida, independientemente del medio en que interaccionen


Investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid y de la Universidad de Zaragoza han predicho teóricamente, a través de un estudio científico, que las redes de contactos no tienen influencia en la cooperación entre las personas. Según los científicos, las personas no tendrían en cuenta lo que ganan aquellos con los que interaccionan, sino más bien el hecho de que éstos cooperen o no. UC3M/T21.


UC3M/T21
04/04/2012

Ejemplo de un diagrama de una red social. El nodo con la más alta intermediación centralidad está marcado en amarillo. Fuente: Wikimedia Commons.
Ejemplo de un diagrama de una red social. El nodo con la más alta intermediación centralidad está marcado en amarillo. Fuente: Wikimedia Commons.
Durante los últimos veinte años, ha habido una gran controversia acerca de si la estructura de las interacciones entre las personas (es decir, la existencia de una cierta red de contactos o red social) ayuda o no a que estas cooperen en situaciones en las que no cooperar permite obtener beneficios sin el coste de ayudar. Muchos trabajos teóricos han analizado el tema, pero las conclusiones son contradictorias, ya que la manera en que las personas toman la decisión es casi siempre una hipótesis de los modelos, sin demasiada base que la justifique.

Un estudio realizado por Investigadores de la Universidad Carlos III de Madrid y de la Universidad de Zaragoza ha adoptado una perspectiva pionera en el estudio teórico de la emergencia de la cooperación: en vez de postular que las personas toman sus decisiones de acuerdo con uno u otro procedimiento, ha incorporado el resultado obtenido en experimentos realizados, precisamente para analizar cómo se elige si se coopera o no.

Los autores del trabajo son los profesores del Grupo Interdisciplinar de Sistemas Complejos (GISC) del Departamento de Matemáticas de la Universidad Carlos III de Madrid, José Cuesta y Ángel Sánchez, y Carlos Gracia y Yamir Moreno, del Grupo de Redes y Sistemas Complejos (COSNET Lab) del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza. El estudio ha sido publicado recientemente en Scientific Reports, la nueva revista open access de Nature.

El trabajo se basa en los resultados de un experimento que realizaron los investigadores y en información de otros estudios previos, así como en los resultados (aún no publicados) obtenidos en nuevos experimentos propios. Las observaciones de estos trabajos coinciden en que las personas no tienen en cuenta lo que ganan aquellos con los que interaccionan, sino más bien el hecho de que cooperen o no. Además, la decisión que toman suele depender también de su propio estado de ánimo; esto es, se observa que la probabilidad de cooperar es considerablemente más alta si se cooperó la vez anterior que si no se hizo.

También se observa cierta heterogeneidad en el comportamiento, de modo que se encuentra una cierta porción de individuos que apenas cooperan, independientemente de lo que hagan los que los rodean, y unos cuantos individuos que casi siempre cooperan, de nuevo sin importar lo que hagan los demás.

Base de la cooperación

Estos investigadores han estudiado matemáticamente qué ocurre cuando un grupo de personas que se comportan como dicen los experimentos tienen que decidir si cooperar o no, y cómo la existencia de cooperación, a nivel global o en el grupo, depende de la estructura de las interacciones.

En concreto, se analiza lo que sucede si cada persona interacciona con todas las demás, si las personas están colocadas en un retículo cuadrado e interaccionan con sus cuatro vecinos más próximos, o si están dispuestas en una red más parecida a las redes sociales, en la que el número de vecinos es muy variable y depende de cada persona.

El primer caso (cada individuo interacciona con todos los demás) se puede resolver matemáticamente, lo que permite predecir el nivel de cooperación resultante. Lo que se observa es que éste depende de la composición de la población, es decir, de qué proporción de individuos utiliza la estrategia descrita anteriormente, y qué proporción coopera o no casi siempre independientemente de los demás.

A continuación, esta predicción se compara con los resultados de simulaciones numéricas obtenidas para las poblaciones dispuestas sobre cada una de las dos redes, y se comprueba que el resultado es exactamente el mismo, en contra de lo que se ha venido concluyendo en todos los trabajos precedentes.

Las consecuencias de esta predicción son muy importantes, según los autores del estudio, ya que, si es cierta, descartaría la existencia de uno de los cinco mecanismos que se han propuesto para explicar la emergencia de la cooperación, el llamado mecanismo de "reciprocidad de red". Para comprobar la predicción es necesario llevar a cabo experimentos a gran escala, algo en lo que este grupo de investigadores está muy involucrado actualmente.

Realizar estos experimentos entraña una gran dificultad, dado que, para estudiar redes heterogéneas de manera que los resultados sean significativos, es necesario trabajar simultáneamente con centenares de voluntarios. Si, tal y como el equipo espera, los experimentos confirman lo que predice este trabajo, estaríamos ante un cambio de paradigma en la interpretación de la toma de decisiones en dilemas cooperativos: en lugar de tener en cuenta lo que se gana, los individuos basarían sus decisiones en la cooperación que reciben, y esto hace que la forma en que interaccionan (la red social subyacente) deje de tener importancia.



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