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Las personalidades fuertes son débiles, cuando se enfrentan a cambios

La inflexibilidad las hace vulnerables en estas situaciones, revela un estudio


Los rasgos de personalidad fuertes entrañan una importante vulnerabilidad: pueden propiciar la inflexibilidad cuando hay que adaptarse a cambios. Esto es lo que revela un estudio de la BI Norwegian Business School, llevado a cabo durante tres años con diez equipos directivos de empresa. Los especialistas señalan que esta pega puede contrarrestarse con conciencia, una gran capacidad de resistir el estrés y buenas dosis de inteligencia.


BI Norwegian Business School/T21
30/04/2013

Imagen: Gorilla. Fuente: PhotoXpress.
Imagen: Gorilla. Fuente: PhotoXpress.
Las empresas y organizaciones deben ser capaces de adaptarse a los cambios repentinos en su entorno. Hay muchos ejemplos de organizaciones que han dejado de existir porque no logran adaptarse con la rapidez que exigen algunas situaciones. Para ello, se necesita que los gerentes y los equipos de gestión puedan implementar cambios si es preciso.

El profesor Jan Ketil Arnulf, de la BI Norwegian Business School, ha realizado un estudio –que ha sido publicado por la revista especializada Team Performance Management - sobre cómo los gerentes con fuertes rasgos de personalidad influyen en la capacidad de los equipos directivos para adaptarse rápidamente o no a las transformaciones de su entorno.

En general, los miembros de los equipos directivos tienen diferentes tipos de rasgos de personalidad y algunos de ellos presentan rasgos más fuertes que otros. Lo que ha constatado Jan Ketil Arnulf es que los rasgos de personalidad fuertes pueden suponer vulnerabilidad o, más concretamente, propiciar conductas que provoquen bloqueos ante cambios circunstanciales.

Otras pegas encontradas en ciertos rasgos de personalidad analizados por el especialista han sido que la extroversión puede suponer la imposibilidad de estar tranquilos o la introversión que se tengan dificultades comunicativas.

Características de la investigación

El estudio de Arnulf se centró en una empresa de marketing, en la que se realizó un seguimiento a diez equipos de gestión diferentes, con un total de 60 directivos. La investigación duró tres años. Los gerentes de cada grupo desempeñaban tareas similares en áreas de responsabilidad relacionadas con ventas, costos y rentabilidad.

El investigador aplicó un test de personalidad muy conocido y frecuentemente utilizado – el cuestionario 16PF5 de Cattell - que mide las dimensiones más fundamentales de la
personalidad del adulto.

En concreto, este cuestionario evalúa 16 rasgos esenciales de la personalidad y de la inteligencia: afabilidad, razonamiento, estabilidad emocional, dominancia, animación, atención a las normas, audacia social o atrevimiento, sensibilidad, vigilancia, abstracción, privacidad, aprensión, apertura al cambio, autosuficiencia, perfeccionismo y tensión.

Los 60 directivos de los diez grupos de gestión se sometieron a este cuestionario para determinar sus rasgos de personalidad más marcados. Los resultados de estos tests se compararon mensualmente durante los tres años que duró el estudio con los resultados financieros de la compañía. En total se realizaron 33 evaluaciones, informa la BI Norwegian Business School en un comunicado.

Resultados obtenidos

De este modo, se constató que los rasgos de personalidad más fuertes redujeron la flexibilidad de los equipos, en su modo de hacer negocios.

Este hecho se convirtió en un problema importante para los directivos durante los tres años analizados, en los que cambios importantes del mercado exigieron cambios empresariales que aseguraran el éxito de la compañía.

"Los equipos con predominancia de fuertes rasgos de personalidad fueron más inflexibles que los equipos con rasgos marcadamente menos fuertes", asegura Arnulf. Los primeros fueron, por tanto, menos propensos a adaptarse a los cambios del mercado.

Esta situación se dio a pesar de otros rasgos de personalidad, salvo en dos casos: la presencia de inteligencia y de una buena resistencia al estrés.

Aquellos equipos de gestión cuyos miembros tenían un alto nivel de inteligencia y una capacidad bien desarrollada para soportar el estrés lograron una mayor rentabilidad que aquellos grupos en los que estos dos rasgos de personalidad no estaban tan presentes.

La necesidad de formar a los equipos

El estudio demuestra que los rasgos de personalidad de los miembros de un grupo humano pueden influir en la capacidad de resolución de tareas de cualquier equipo directivo. Además, según Arnulf: "Es probable que los rasgos de personalidad funcionen con más fuerza si las personas no son conscientes de ellos”.

El especialista cree que la formación de los equipos y una mayor conciencia de cómo funcionan los individuos dentro de grupos podrían ayudar a flexibilizar la labor de los equipos de gestión, y a que estos sean menos vulnerables a hábitos y comportamientos inflexibles.

Referencia bibliográfica:

Arnulf, J. K. Organizational change capacity and composition of management teams: A visualization of how personality traits may restrain team adaptability. Team performance management (2012). DOI: 10.1108/13527591211281156.



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