EL ARTE DE PENSAR. Alfonso López Quintás







Blog de Tendencias21 sobre formación en creatividad y valores

Cuaderno de Bitácora

He publicado, no hace mucho, un libro sobre el pensamiento relacional o dialógico de cuatro pensadores considerados como “personalistas”: Ebner, Guardini, Marcel, Laín (1). Como en casi todas mis obras, la intención de ésta es básicamente metodológica. Su empeño es descubrir el arte de pensar con rigor, de forma adecuada a los distintos tipos de realidad. Lo expongo en la Introducción, que ofrezco seguidamente al lector por el interés que ofrece para los temas tratados en este blog.

En los últimos años se estudia el Movimiento Dialógico -o Personalismo- con ánimo creativo (2). No se intenta sólo reivindicar la calidad filosófica de sus promotores, sino mostrar las posibilidades que nos abre para lograr la envergadura a que estamos llamados como personas.

El hombre es un ser abierto al entorno en distintos niveles de realidad -el biológico, el psicológico, el espiritual…-, y sólo puede ser comprendido en alguna medida por un pensamiento relacional que sea sensible, a la vez, a la flexibilidad de las relaciones y a su capacidad de crear realidades estables y poderosas. Esta sensibilidad se afina al máximo cuando conocemos con lucidez los diversos niveles de realidad y de conducta en que podemos movernos (3). Martin Buber afirma que el tú “no limita”, es decir, que toda persona tratada como un (no como un mero ello impersonal) se muestra abierta a diversos tipos de interrelaciones, ofrece posibilidades a las demás y puede recibir las que le son ofrecidas. Por eso carece de límites fijos, rígidamente determinados, y no puede ser delimitada con precisión.

Esta condición abierta resulta negativa en el nivel 1 -el plano en el que podemos dominar, poseer y manejar objetos y utensilios, o realidades superiores rebajadas a condición de medios para nuestros fines-. En cambio, se muestra muy positiva en el nivel 2, el de la creatividad y la fundación de relaciones de encuentro. Por ser perfectamente delimitable, un objeto podemos manejarlo con seguridad, pero nos es siempre externo pues no podemos interiorizarlo. Está inevitablemente fuera de nosotros. Las realidades abiertas pueden llegar a sernos íntimas si asumimos activamente las posibilidades que nos ofrecen. Al crear esa relación de intimidad, superamos la escisión “dentro-fuera”, “interior-exterior”.

Esta superación nos permite establecer modos de unidad entrañables con personas, instituciones y valores de todo orden: estéticos, éticos, religiosos… Una norma ética, por ejemplo, es distinta de nosotros –porque nos viene propuesta de fuera- y, en principio, externa, ajena y extraña –pues todavía no la hemos asumido-, pero puede convertirse en un principio interno de acción y volvérsenos íntima, de modo que, al tomarla como criterio de vida, no sólo no nos alienamos o enajenamos sino que logramos nuestra máxima identidad personal.

Un cambio decisivo de esquemas mentales

Esta flexibilidad y madurez de mente nos ha venido sugerida por el Movimiento Dialógico al afirmar su pensamiento en el esquema mental “yo-tú”, que supera la angostura del esquema “yo-ello” y la correlativa actitud “objetivista”, inspirada en el trato con los meros objetos. A mi entender, la libertad intelectual que este cambio nos depara se verá incrementada notablemente si no reducimos el sentido del término “tú” a las personas que entran en nuestra área de actividad, antes lo abrimos a todas las realidades que, en una u otra medida, se nos presentan como “abiertas” y pueden ser calificadas de “ámbitos de realidad” o, sencillamente, “ámbitos” (4). El esquema óptimo que ha de encauzar nuestro análisis de la realidad que constituye el verdadero entorno de nuestro ser personal no ha de ser “yo-ello”, ni “yo-tú”, sino “yo-ámbito”.

Si pensamos con categorías y esquemas propios de los ámbitos y no de los objetos, nos disponemos para comprender el largo alcance y la hondura de cuanto el Pensamiento Dialógico ha descubierto sobre el lenguaje y su relación con la vida espiritual del hombre. En el nivel 1, el lenguaje es entendido fácilmente como un recurso que tenemos a mano para comunicarnos. En el nivel 2 -el de las realidades abiertas, no dominables por nosotros pero sí participables-, el lenguaje muestra una hondura sobrecogedora. Habernos abierto esa ventana hacia el enigma del lenguaje –que va de la mano con el enigma de nuestros orígenes- es el mérito impagable del Pensamiento Dialógico, sobre todo el del austríaco Ferdinand Ebner.

Al lado de esta aportación, verdaderamente inspirada, poco importa que los pensadores dialógicos cometan algunos fallos metodológicos, utilicen a menudo un lenguaje ambiguo y se expresen de forma escasamente sistemática. Lo decisivo es que nos han instado a purificar nuestra mirada y valorar debidamente mil realidades de nuestro entorno que no son ni objetos ni sujetos pero pueden crear con nosotros modos de unión insospechadamente fecundos.

Esta apertura de nuevas perspectivas intelectuales dio lugar a una renovación metodológica en la forma de abordar los estudios de filosofía, de fenomenología de la religión, de hermenéutica, de teología, de estética de la literatura, de las artes plásticas, la arquitectura y la música. Reflexionemos, por ejemplo, sobre las dos frases siguientes:

“La relación del hombre con el lenguaje ha sufrido una modificación de cuya importancia todavía no hemos logrado percatarnos” (Martin Heidegger) (5). “La experiencia espiritual sólo puede apoyarse en su propia profundidad; no puede ir en busca de criterios ajenos a ella misma” (Stavros Panou) (6).

Esta capacidad de penetrar en los secretos del lenguaje y de la vida espiritual supone un progreso en la forma de pensar que debemos agradecer en buena medida a la decisión con que el pensamiento dialógico nos situó en el nivel 2, el nivel de la creatividad y las “experiencias reversibles”, sobre todo la del encuentro.

Estas ideas y otras afines quedarán a plena luz en los estudios siguientes, que no se limitan a destacar la obra de varios pensadores sumamente sugestivos; desean sumergir al lector en el nuevo horizonte intelectual y vital abierto por el pensamiento dialógico y animarle a descubrir las virtualidades que encierra la nueva idea de realidad, de hombre, de conocer y de verdad que en el mismo se alumbra.

Esbozo de una Antropología filosófica relacional

En síntesis, podemos decir que el Pensamiento dialógico contribuyó eficazmente a la configuración de una fecunda Antropología filosófica de carácter relacional a través del siguiente proceso de maduración:

1. Los pensadores dialógicos comenzaron adhiriéndose al movimiento de vuelta a lo concreto que había iniciado la Fenomenología husserliana. Volver a lo concreto no significa alejarse del universal sino prestar atención a la realidad allí donde se dan los fenómenos creativos. Si quiero conocer a fondo lo que es e implica la persona humana, debo verla en su proceso de desarrollo, y éste lo realiza al asumir las posibilidades que le ofrecen las realidades del entorno. Asumir activamente posibilidades que permiten dar lugar a algo nuevo dotado de valor y sentido es la base de la actividad creativa.

2. El análisis concreto de la realidad humana les reveló que ésta es abierta y se realiza en el diálogo, en el encuentro con realidades que no son objetos sino “ámbitos”: personas, comunidades, valores, obras culturales de todo orden... Al indicar Martin Buber que “el tú no limita”, destaca una nueva “ratio realitatis”: una idea de realidad relacional, abierta y a la vez fuerte, recia, sólida. En esta línea, subraya enérgicamente la importancia de la participación y afirma:

El yo es real por su participación en la realidad. Se hace tanto más real cuando más perfecta es la participación”. “El espíritu no existe en el yo, sino entre el yo y el tú. No es como la sangre que circula en tí, sino como el aire en que respiras. El hombre vive en el espíritu cuando puede responder a su tú. Puede hacerlo cuando entra en relación con todo su ser. El hombre sólo puede vivir en el espíritu en virtud de su capacidad de relacionarse” (7).

La categoría del “entre” gana, así, un especial relieve y significación, y deja de considerarse la roca como modelo de realidad estable y paradigma de firmeza ontológica.

3. Este giro dispone su mente para descubrir que el conocimiento preciso de las realidades que se desarrollan y configuran de modo relacional exige la participación activa del sujeto cognoscente. De ahí su tendencia a vincular el conocimiento de las realidades abiertas o ámbitos con el amor, el compromiso, la participación...

4. Este enriquecimiento de la idea de realidad, hombre y conocimiento les lleva a matizar el concepto de verdad, la ratio veritatis. Antes que mera adecuación entre una realidad ya configurada y la mente humana, se les muestra como la patentización progresiva de lo que va siendo una realidad al incrementar su envergadura mediante el incremento de sus relaciones con otros ámbitos, vistos como fuentes de posibilidades.

5. Esta flexibilización de la mente y los conceptos los insta a cambiar los esquemas básicos de la mente. En vez de vertebrar el pensamiento antropológico con el esquema “yo-ello”, lo hacen con el esquema “yo-tú”. Este cambio de esquemas refleja un cambio radical de mentalidad. La mentalidad objetivista, dominadora, manipuladora, reductora de personas a objetos (nivel 1) es superada por una mentalidad respetuosa y colaboradora (nivel 2). Se realiza, así, el cambio exigido en la posguerra de 1918.

6. Los cambios antedichos les permiten intuir que el amor y la palabra, el conocimiento y la comunicación se vinculan estrechamente y juegan un papel decisivo en el desarrollo de la persona humana.

"La palabra y el amor se implican –escribe Ebner-. La palabra recta es siempre aquella que pronuncia el amor”. “Siempre que percibimos nuestra vida espiritual, vemos que no hay en ella ningún momento en el cual no tenga o exija una relación inmediata y esencial con la palabra” (8).

7. Al convertir esa intuición en el principio impulsor de su pensamiento, el movimiento dialógico se vincula estrechamente con el pensamiento existencial, sobre todo el de Gabriel Marcel y Karl Jaspers, agudos pensadores que destacaron sin pausa la importancia de lo “inobjetivo” (das Ungegenständliche) y de lo “abierto” (das Offene), a fin de promover la comunicación:

De la comunicación -escribe Jaspers- brotan los instantes más luminosos y, consiguientemente, el peso de la vida”. “Comunicabilidad y comunicación se hallan en el origen del pensamiento y del conocimiento mismo, pertenecen a él". (9)

Esta mentalidad relacional, comunicativa, afanosa de integrar la apertura del hombre a los otros y a la trascendencia, inspira de parte a parte los trabajos que siguen, escritos en circunstancias diversas pero vinculados fuertemente en su raíz y, por ello, complementarios entre sí.



(1) Cf. Cuatro personalistas en busca de sentido. Ebner, Guardini, Marcel,Laín. Rialp, Madrid 2009.
(2) El término "Personalismo" suele usarse preferentemente en el área de la cultura francesa. En el área germana se utiliza, más bien, la expresión "Pensamiento dialógico". En algún caso, se vinculan los dos términos para potenciar mutuamente su significado. (Cfr. B. Langemeyer: Der dialogische Personalismus in der evangelischen und katholischen Theologie, Bonifatius, Paderborn 1963). Por mi parte, prefiero el adjetivo "dialógico" al de "personalista" porque subraya el rasgo esencial de este movimiento filosófico.
(3)Una exposición pormenorizada de tales niveles puede verse en mi obra Descubrir la grandeza de la vida, Desclée de Brouwer, Bilbao 2009 y en los tres cursos on line que llevan por título “Experto universitario en creatividad y valores”. (Cf. www.escueladepensamientoycreatividad.org).
(4) El sentido de este decisivo término lo expongo ampliamente en las obras Inteligencia creativa, BAC, Madrid 2003, 4ª ed.; El secreto de una vida lograda, Palabra, Madrid 2004, 2ª ed., y La tolerancia y la manipulación, Rialp, Madrid 2001.
(5) Cf. Hebel-der Hausfreund, Neske, Pfullingen 1957, p. 34.
(6) Cf. “Die Logik der Offenbarung”, en Zeitschrift für systematische Theologie und Religions-Philosophie 19 (1977) 40.
(7) Cf. Yo y tú, Caparrós, Madrid 1995, 2ª ed., págs. 50, 33; versión original: Ich und Du, en Schriften über das dialogische Prinzip, L. Schneider, Heidelberg 1954, págs. 66, 41.
(8) Cf. Das Wort und die geistigen Realitäten, págs. 151, 288; La palabra y las realidades espirituales, págs. 125, 230.
(9) Von der Wahrheit, Piper, Munich 1947, págs. 370, 371.



Alfonso López Quintás
30/05/2011

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Se ha decidido en el Senado español que puedan expresarse sus señorías en cuatro lenguas distintas, una de las cuales conocen todos y las tres restantes sólo una mínima parte. Se dice que con traductores se resuelve perfectamente la cuestión del mutuo entendimiento. Pero esto no es así, por dos razones poderosas: 1) las traducciones simultáneas suelen ser un pálido remedo del discurso original; 2) seguir un discurso a través de una traducción simultánea –al tiempo que se oye la voz del orador- resulta a la larga muy fatigoso.

Se piensa a menudo que los traductores suplen plenamente la falta de conocimiento de la lengua en que se nos habla. Es un espejismo. Tanto los traductores como los oradores deben cumplir muchas condiciones para que los oyentes se hagan una idea clara y completa de lo dicho. Demos por supuesto que los traductores cumplen la condición ineludible de dominar las dos lenguas. Supongamos, además, que los oradores se expresan con la claridad y el ritmo pausado que se requieren para que los traductores puedan captar rápidamente las ideas y expresarlas con suficiente claridad. Aun entonces, no es fácil que alcancen a transmitir todo el contenido y los matices de las alocuciones. Pero, si los oradores –como suele suceder- se expresan de forma rápida, con frases largas, complejas y no bien estructuradas, los traductores se reducirán de ordinario a balbucir un resumen de lo dicho, alejado años luz de la riqueza del discurso original. De los pormenores del mismo, del tono y las formas de expresión… no quedará ni huella. Por mi larga experiencia de congresos internacionales, podría contar anécdotas que avalan lo antedicho de forma contundente.

La fuerza expresiva y persuasiva de los senadores que se comuniquen a través de las traducciones se verá disminuida notablemente. Tendrán la satisfacción de expresarse en la lengua de su patria chica y realizar, tal vez, una labor de reivindicación (cada día, por lo demás, menos necesaria en España), pero han de saber que sus mensajes llegarán empobrecidos a sus oyentes en el fondo y en la forma.

Por otra parte, los oyentes atenidos a las traducciones se ven sometidos a un esfuerzo especial.
Alfonso López Quintás
12/04/2011

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Editado por
Alfonso López Quintás
Alfonso López Quintás
Alfonso López Quintás realizó estudios de filología, filosofía y música en Salamanca, Madrid, Múnich y Viena. Es doctor en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático emérito de filosofía de dicho centro; miembro de número de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas –desde 1986-, de L´Académie Internationale de l´art (Suiza) y la International Society of Philosophie (Armenia); cofundador del Seminario Xavier Zubiri (Madrid); desde 1970 a 1975, profesor extraordinario de Filosofía en la Universidad Comillas (Madrid). De 1983 a 1993 fue miembro del Comité Director de la FISP (Fédération Internationale des Societés de Philosophie), organizadora de los congresos mundiales de Filosofía. Impartió numerosos cursos y conferencias en centros culturales de España, Francia, Italia, Portugal, México, Argentina, Brasil, Perú, Chile y Puerto Rico. Ha difundido en el mundo hispánico la obra de su maestro Romano Guardini, a través de cuatro obras y numerosos estudios críticos. Es promotor del proyecto formativo internacional Escuela de Pensamiento y Creatividad (Madrid), orientado a convertir la literatura y el arte –sobre todo la música- en una fuente de formación humana; destacar la grandeza de la vida ética bien orientada; convertir a los profesores en formadores; preparar auténticos líderes culturales; liberar a las mentes de las falacias de la manipulación. Para difundir este método formativo, 1) se fundó en la universidad Anáhuac (México) la “Cátedra de creatividad y valores Alfonso López Quintás”, y, en la universidad de Sao Paulo (Brasil), el “Núcleo de pensamento e criatividade”; se organizaron centros de difusión y grupos de trabajo en España e Iberoamérica, y se están impartiendo –desde 2006- tres cursos on line que otorgan el título de “Experto universitario en creatividad y valores”.





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