SEGURIDAD Y DEFENSA: Manuel Sánchez Gómez-Merelo




Blog sobre convergencia y tecnología de Tendencias21

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Los nuevos retos y seguridades requieren y exigen, cada vez con mayor urgencia, una actualización del modelo de Director de Seguridad. Es preciso generar el perfil de un nuevo líder, basado en la excelencia, el servicio y la gestión eficaz, que asegure confianza, valores y una cultura propia. Líderes sólidos, empáticos, con amplios conocimientos y que mantengan la motivación. La experiencia nos ha enseñado que los Departamentos de Seguridad son sostenibles, flexibles y coherentes cuando se dispone del líder adecuado.


Recordando que la seguridad, en último extremo, es un estado de ánimo basado en una percepción subjetiva de la información, y que esta percepción es una construcción del cerebro humano independiente de lo que realmente acontezca, el buen líder en seguridad es el que tiene talento para gestionar tanto el propio riesgo inmanente, como la percepción de seguridad resultante.


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Parte de esta habilidad nace de la confianza en uno mismo, generada a través de un profundo autoconocimiento que pueda contribuir profesionalmente a aportar valor añadido a la seguridad, al tiempo que se facilita a la sociedad la mejora de su percepción y bienestar.


Para ello, el conocimiento y la mentalidad de un buen líder en seguridad tiene que incorporar una visión holística, además de eso que se repite con frecuencia y resulta válido para cualquier ámbito: “liderar es lograr que los demás quieran hacer lo que tienen que hacer”.


En este sentido, los profesionales de la seguridad pública y privada siempre hemos sostenido que las personas son “la base fundamental de nuestra actividad y nuestro principal activo” y, por eso, trabajamos para seleccionar y capacitar a los mejores, a fin de favorecer su desarrollo profesional y personal para que puedan aportar todo su potencial a la seguridad humana.


Liderazgo y seguridad. Cambio de pensamiento y acción. El valor compartido


Cuando estamos hablando de liderazgo en seguridad lo hacemos desde el concepto y la perspectiva del “servant leadership”, es decir, un liderazgo enfocado al servicio.


Un líder de seguridad orientado al servicio es una persona que tiene claro, en primer lugar, que la visión de la seguridad debe ser integral e integrada, lo que le permite construir espacios para la gestión del riesgo en los que todos los aspectos y percepciones van a ser valoradas y comprendidas. El conocimiento y talento para el liderazgo ha de estar acompañado de una voluntad de servicio orientada a crear las herramientas que permitan salir airoso en incidencias o situaciones con cualquier grado de dificultad.



Para ello, precisamos de una capacidad de actualización y adaptación permanente que nos deje ver ese espacio que se abre a esos nuevos retos e infinitas posibilidades. Es necesario desarrollar la proactividad y la apertura a la innovación en un marco de especialización creciente y de valor compartido.


En un entorno de integración y digitalización como el que vivimos, donde la velocidad de cambio es cada vez mayor y los tiempos para la acción cada vez más breves, los profesionales de la seguridad tienen que ser capaces de evolucionar y adaptarse y, para ello, necesitan una enorme capacidad de especialización y de autogestión permanentes.


Ante la duda frecuente de si preferimos directivos de seguridad que sepan gestionar el riesgo o profesionales con visión de la seguridad, no podemos dejar de tener en cuenta lo importante que es para las organizaciones la tenencia de ambos perfiles integrados, porque la gestión del riesgo necesita visión y la visión de la seguridad, sin la gestión no puede ofrecer los resultados requeridos.


Por otro lado, tener un proyecto de valor compartido es lo que motiva a los profesionales de la seguridad a entregar lo mejor de sí mismos. Un directivo puede contar en su equipo con gente con aptitudes, pero si no hay un proyecto de valor compartido, cada profesional responsable tirará en una dirección.


Michael Porter señala que el propósito de la corporación debe ser redefinido como la creación de valor compartido, no sólo un beneficio per se. Esto impulsará la siguiente ola de innovación y crecimiento de la seguridad global.


Hacía una nueva seguridad y liderazgo


Una moderna organización y dirección de seguridad debe estar estructurada actualmente en torno a valores, y su liderazgo debe ser una consecuencia de la expresión de estos.


No podemos pretender tener organizaciones seguras y resilientes si las personas que forman parte de las mismas no lo son. Por ello, debemos trabajar en la resiliencia individual proactiva, aprovechando los recursos y experiencia de la que ya disponemos, aplicando los buenos resultados ya obtenidos con ellos y apoyándonos en los valores de los modelos de éxito ya implantados.



Es necesario cambiar las estrategias de protección hacia un enfoque holístico de la seguridad integral (prevención mas protección) que incluya una adecuada gestión de los riesgos (físicos, lógicos y humanos) a lo largo todo su ciclo, empezando por la prevención.


Sin duda, en la actualidad enfrentamos el reto de dar una respuesta adecuada a los tiempos que vivimos, abordando el enfoque de una Seguridad Única con mayúsculas, integral e integrada, pública y privada.


Con la aplicación de esta capacidad ya conseguida para absorber las situaciones de crisis y reorganizarse, al tiempo que experimentamos el cambio dentro esencialmente de las mismas funciones, haremos que estructura, identidad y retroalimentación participen de forma conjunta, reforzando la creatividad, el carácter proactivo y la innovación.


Por y para ello, hemos de destacar y desarrollar el papel que una nueva forma de liderazgo necesaria, a fin de promover la resiliencia dentro de los sistemas de formación y capacitación, a partir de cinco conceptos clave: formación holística, autoconocimiento, transparencia en las relaciones, perspectiva ética internalizada y procesamiento riguroso de la información.


Para mejorar la productividad y el desempeño es necesario un cierto sentido de urgencia, de tensión. Saber gestionar positivamente esa tensión es fundamental y precisa de voluntad, práctica y tiempo. Tener espacio para uno mismo es fundamental.


En resumen, el líder gestor de cualquier empresa u objetivo, en nuestro caso el Director de Seguridad, ha de ser creativo, intuitivo e inclusivo, con capacidad para romper hábitos, modelos mentales y paradigmas ya obsoletos y tender hacia un pensamiento cuántico, entendiendo como tal una visión holística y unificadora, que contemple y relacione todos los datos e integre los procesos del pensamiento en serie y asociativo.



Los nuevos retos y exigencias para la Protección de las Infraestructuras Críticas requieren de un mayor y mejor control de la seguridad frente a un entorno de riesgos y amenazas en permanente cambio y con evidentes e importantes vulnerabilidades.


Este panorama, se presenta dentro de un globalizado y amplio marco de actividades de sectores así clasificados, que son definidos como “Aquellas instalaciones, redes, servicios y equipos físicos y de tecnología de la información cuya interrupción o destrucción produciría un impacto mayor en la salud, la seguridad o el bienestar económico de los ciudadanos o en el eficaz funcionamiento de la Administración”.


Se conocen como infraestructuras estratégicas“...aquellas sobre las que descansa el funcionamiento de los servicios esenciales”, alcanzando el grado de “críticas“...cuando su funcionamiento es indispensable y no permite soluciones alternativas”.


Todas ellas presentan nuevos retos y exigencias de cara al cumplimiento de la legislación y normativa vigente y, para su mejor protección y gestión preventiva de los riesgos y amenazas inherentes, son necesarios nuevos planteamientos y soluciones que, irreversiblemente, han de enfocar de forma prioritaria la convergencia de la seguridad física y la lógica, así como la integración y gestión de todos los sistemas.


En este sentido, las nuevas soluciones, innovadoras y personalizadas que estamos propiciando desde CÍRCULO de SEGURIDAD de GET (Grupo Estudios Técnicos) están basadas en el


Valor Compartido


El valor compartido aplicado al amplio sector de las seguridades es una idea innovadora que surge como alternativa a los obsoletos métodos de trabajo de las empresas estancadas en el pasado que no ofrecen soluciones a los nuevos retos y exigencias de seguridad.


La creación de valor compartido es una propuesta basada en la teoría de Michael Porter, mediante la cual se motiva al mundo empresarial de la seguridad a renovar sus procesos, productos y servicios. “Las empresas crean valor compartido, reconcibiendo productos y mercados; redefiniendo la productividad en la cadena de valor y construyendo clusters de apoyo para el sector en torno a las instalaciones de la empresa”. (Galvis, 2013)


La aplicación del concepto de valor compartido crea nuevas oportunidades para las empresas, las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos, a fin de aprovechar el poder de la competencia basada en el mercado para poder hacer frente a los problemas sociales o estructurales.


Círculo de Seguridad de GET Grupo Estudios Técnicos

CÍRCULO de SEGURIDAD conjuga una nueva visión empresarial que ofrece un selectivo catálogo de soluciones innovadoras de alto valor estratégico y operativo en el mercado globalizado de la seguridad de alto riesgo y, en especial, para los sectores de actividad estratégicos y críticos, refrescando el sector empresarial de la seguridad y contribuyendo al progreso con respuestas adecuadas a las nuevas demandas y nuevos retos.


GET ofrece desarrollos holísticos de cara a la Gestión del Riesgo de las Infraestructuras Estratégicas y Críticas que, sin duda, requieren productos y servicios de seguridad adecuados a sus específicos riesgos, amenazas y vulnerabilidades.


En resumen, el valor compartido es una nueva visión, que surge como alternativa a los métodos de estudio y análisis de las empresas estancadas en el pasado, y todo lo que esto supone. Con ello, no sólo se pretende aumentar la eficiencia de la seguridad y el control de las infraestructuras a medio y largo plazo, sino garantizar una gestión orgánica, y por lo tanto viva, lo que conlleva, además, unas inversiones eficaces.


CÍRCULO de SEGURIDAD es un referente en el cambio de paradigma de la seguridad y de sus directivos, basado en nuevos planes de inteligencia estratégica:


  • Innovación en Metodologías propias y exclusivas especializadas en Seguridad, que permiten configurar planteamientos a medida para los usuarios finales.

  • Aproximación a los procesos de la organización para provocar el intercambio de experiencia y la transferencia de conocimientos.
  • Colaboración entre empresas y profesionales de alto nivel técnico y ejecutivo, lo que asegura disponer de las últimas soluciones y metodologías de gestión y la más completa actualización normativa y técnica.



Ecosistema de soluciones


Para dar cumplida respuesta a los nuevos retos, exigencias y necesidades, especialmente en el ámbito de las Infraestructuras Críticas, en esta nueva plataforma de CÍRCULO de SEGURIDAD vamos a seleccionar y poner a disposición, principalmente:


SISTEMAS DE GRC (GOBERNANZA, RIESGOS Y COMPLIANCE) que garanticen la adecuación constante al marco normativo actual y futuro que afecte al operador crítico, que contemple un sistema de evaluación de riesgos y que permita realizar el seguimiento de mejora continua.


SISTEMAS DE INTEGRACIÓN DE MEDIOS DE SEGURIDAD que permitan, desde el proceso de diseño a la implantación del Plan de Seguridad Integral, garantizando la convergencia.


SISTEMAS DE INTELIGENCIA, RESPUESTA Y ANÁLISIS FORENSE de datos de eventos para integrar en Cuadros de Mando con herramientas avanzadas y específicas, junto con plataformas para la gestión de alertas tempranas y de investigación forense, en el tiempo que transcurre entre una intrusión y su detección e identificación.


SISTEMAS DE FORMACIÓN Y ENTRENAMIENTO ESPECIALIZADO con prácticas y ciberejercicios basados en plataformas para equipos de respuesta ante incidentes, que permitan medir las capacidades de gestión ante un ciberataque, así como el control de ataques para identificación de riesgos y amenazas.


SISTEMAS DE IMPLANTACIÓN Y MANTENIMIENTO mediante plataformas de control de la seguridad de la información y las comunicaciones, con la necesaria realización de auditorías y desarrollo previo de políticas y procedimientos, para el mantenimiento permanente del nivel o grado de seguridad determinado.



La resiliencia se ha convertido en un concepto clave de la seguridad y es referencia de importancia en la nueva Estrategia Nacional de Seguridad Nacional (ENS-2017) y, muy especialmente, en su aplicación a los Planes de Seguridad de las designadas Infraestructuras Críticas.
Más concretamente la resiliencia se hace imprescindible en relación a la ciberseguridad en los sistemas financieros, servicios estratégicos y esenciales, a las emergencias y catástrofes, y a que los sistemas sigan operando incluso en situaciones de ataques o incidencias.


El Diccionario de la RAE define la resiliencia como:  
  1. f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
  2. f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.

Así, en seguridad, la resiliencia se puede definir como “un proceso dinámico donde las influencias del ambiente y del individuo interactúan en una relación recíproca que tiene como resultado la adaptación positiva de la persona en contextos de gran desafío.” (Melillo y Suárez, 2002).


 

Este concepto incluye tres aspectos importantes que no debemos perder de vista, como son: la flexibilidad, la capacidad de adaptación y la capacidad del sistema para recuperar su estado inicial una vez finalizada la perturbación a la que ha estado sometido.
 

No obstante, definiciones aparte, el concepto resiliencia incrementa su presencia e implantación permanentemente tanto en los aspectos sociales como funcionales y especialmente en materia de seguridades. En este sentido, si bien el Estado, sus organismos y autoridades tienen un compromiso con sus ciudadanos para proporcionarles seguridad en todo momento, este compromiso debe entenderse que se encuentra comprendido entre los límites establecidos por la certeza y la incertidumbre, la impredecibilidad y lo probable y lo improbable dentro de los márgenes que definen y condicionan la ejecución de las políticas de protección y seguridad.
 

Riesgos y amenazas vs resiliencia
 

En materia de seguridad, la incertidumbre es un ingrediente que aporta variables imprevisibles, debido a la dificultad de conocer de antemano el total de las amenazas y riesgos a los que se enfrenta la sociedad en cada situación, dificultando con ello la selección de medidas para combatirlas.


 

Hemos de intentar priorizar sobre los riesgos y las amenazas existentes para hacerles frente de forma eficaz, junto con las reales y crecientes vulnerabilidades derivadas, principalmente de las interdependencias propias de un mundo globalizado, que contribuyen a introducir un alto nivel de incertidumbre en la seguridad y la capacidad de las infraestructuras para soportar los efectos de los riesgos.
 

En este entorno de globalización, la respuesta oportuna está condicionada por el concepto de resiliencia, que muestra su verdadero valor al complementar y facilitar las propuestas y respuestas más eficaces y adecuadas.
 

Para disminuir nuestras vulnerabilidades, hay que moverse y no sucumbir al miedo ni a la autocomplacencia aumentando esa “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos” que la definen.


Resiliencia y riesgo mantienen una relación inversa, cuanto mayor es una menor es el otro, y viceversa.
 

En este sentido, las potenciales pérdidas humanas o económicas provocadas por los efectos de la materialización de los riesgos y amenazas a los que se enfrenta nuestra sociedad han hecho necesario considerar la gestión de estas consecuencias como objetivo principal de la Estrategia Nacional de Seguridad. Así, las principales amenazas identificadas en la ENS-2017 son los conflictos armados, el terrorismo, el crimen organizado, la proliferación de armas de destrucción masiva, las ciberamenazas, el espionaje y las amenazas sobre las infraestructuras críticas.
 

Este documento se refiere a la resiliencia o capacidad de resistencia y recuperación como el principio relativo a la aptitud de los recursos materiales y humanos para afrontar con flexibilidad y fortaleza las situaciones de crisis, y sobreponerse a ellas minimizando y absorbiendo sus circunstancias negativas.
 

En resumen, el concepto de resiliencia hemos de contemplarlo implicado en los procesos de gestión y reducción del riesgo, que se articulan en tres niveles importantes:
 

1) Implantar estrategias para la reducción de vulnerabilidades,

2) Fomentar la resiliencia.

3) Desarrollar plataformas o sistemas de análisis y evaluación de los riesgos y amenazas.
 

Resiliencia e infraestructuras críticas
 

La incorporación del concepto de resiliencia en el ámbito de las infraestructuras críticas no sólo debe serlo en forma conceptual y teórica, sino también en el contenido de los procedimientos para la gestión del riesgo, en el desarrollo e implantación de los diferentes planes así como en la gestión de situaciones de crisis e incidencias y, en todo caso, teniendo en cuenta las vulnerabilidades.


 

En consecuencia, ampliando este concepto, la resiliencia en el ámbito de las infraestructuras críticas puede entenderse como la capacidad de las organizaciones para adaptarse y hacer frente a las situaciones de crisis provocadas por los potenciales efectos de los riesgos y amenazas a los que se enfrenta, de forma que mantengan un nivel exigible mínimo y aceptable de organización y funcionamiento.
 

Especial mención merece lo relativo al ámbito de la ciberseguridad en la que se ha de establecer, como línea de acción estratégica, la mejora de la seguridad y la resiliencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
 

Gestión del Riesgo
 

Se define como gestión del riesgo la práctica habitual que ya se estableció en los sectores económico y financiero en la década de los setenta con el propósito de realizar una estimación del valor presente de determinados acontecimientos futuros, centrándose el concepto de riesgo en las expectativas puestas en relación con la probabilidad y el potencial impacto de acontecimientos futuros.
 

De esta manera también y a lo largo de los años, el auge y desarrollo de nuevos riesgos, provocados principalmente por las amenazas de carácter transnacional, ha contribuido, a través del cálculo de probabilidades de ocurrencia y de sus efectos previsibles, a unir ambos conceptos también en el ámbito de la garantía de funcionamiento de las infraestructuras estratégicas esenciales o críticas.
 

En este sentido podemos afirmar, en primer lugar, que la globalización ha cambiado el significado del concepto de seguridad para hacerlo más amplio y complejo más allá de la importancia de visiones más tradicionales.


 

Sin embargo, en la actualidad, no sólo nos enfrentamos a eventos impredecibles e inciertos, sino que también la complejidad y la interdependencia de nuestros países y sociedades contribuyen a provocar que estos eventos sean difícilmente previsibles y gestionables. Por ello es necesario considerar que la gestión del riesgo o de las situaciones de crisis siempre se presentan como potenciales e indeterminadas.
 

En los sistemas complejos, como lo es la protección de las infraestructuras críticas, esta situación es insalvable porque forma parte de su orden y funcionamiento y, a priori, el factor de incertidumbre no puede ser evitado, eliminado o controlado totalmente.
 

El concepto de seguridad de las infraestructuras críticas, ha estado tradicionalmente asociado a la existencia de una autoridad política pública y centralizada y a la necesidad de unos recursos del Estado exclusivos y excluyentes, mientras que ahora por otra parte, el análisis, evaluación de riesgos y su gestión se ha entendido y se plantea como una herramienta de gobernanza para la garantizar el funcionamiento de las infraestructuras esenciales.
 

Medios y medidas de seguridad
 

Por su parte, la propia gestión de la resiliencia se basa en una combinación de medios y medidas proactivas y reactivas orientadas a minimizar los potenciales efectos asociados a los riesgos y amenazas a los que se enfrentan las infraestructuras críticas, pero no a prevenirlos.
 

Así, actualmente, las políticas de protección y seguridad normalmente se enfrentan al peor escenario o al de mayor impacto dentro del catálogo de riesgos considerados en cada caso y circunstancia, lo que ha llevado o está llevando en algunas infraestructuras esenciales a adoptar medidas apoyadas en nuevos desarrollos tecnológicos, planes de formación especializada, y otras medidas organizativas de carácter no estructural para proteger a las poblaciones e instalaciones físicas en riesgo o en situación de criticidad.
 



En cualquier caso, el planteamiento debe orientarse hacia un enfoque integral contra la inseguridad y, como consecuencia de ello, debemos prevenir y modificar aquellas reacciones de conformidad o pasividad, y dar un cambio decisivo e irreversible hacia un enfoque de la seguridad integral e integrada que suponga una continuidad en la reestructuración y modernización de los sistemas públicos y privados para la plena y efectiva coordinación local y transfronteriza, especialmente en el combate contra la delincuencia organizada y terrorismo, teniendo en cuenta que la seguridad es uno de los aspectos prioritarios para los ciudadanos en general y las infraestructuras críticas, en particular.  
 

En este sentido, el sector y el mercado de las seguridades de alta exigencia, en la actualidad, está en disposición de ofrecer respuesta y soluciones de especial relevancia para la nueva protección exigida.
 

Formación, dirección y liderazgo
 

Una moderna organización y dirección de seguridad debe estar estructurada actualmente en torno a valores, y su liderazgo debe ser una consecuencia de la expresión de estos.
 

No podemos pretender tener organizaciones seguras y resilientes si las personas que forman parte de las mismas no lo son. Por ello, debemos trabajar en la resiliencia individual proactiva, aprovechando los recursos y experiencia de la que ya disponemos, aplicando los buenos resultados ya obtenidos con ellos y apoyándonos en los valores de los modelos de éxito ya implantados.
 

Con la aplicación de esta capacidad ya conseguida para absorber las situaciones de crisis y reorganizarse, al tiempo que experimentamos el cambio dentro esencialmente de las mismas funciones, haremos que estructura, identidad y retroalimentación participen de forma especial, reforzando la creatividad, el carácter proactivo y la innovación.
 



Por y para ello, hemos de destacar y desarrollar el papel que una nueva forma de liderazgo necesaria, a fin de promover la resiliencia dentro de los sistemas de formación y capacitación, a partir de cinco conceptos clave: formación holística, autoconocimiento, transparencia en las relaciones, perspectiva ética internalizada y procesamiento riguroso de la información.

 

En la sociedad actual, caracterizada por la información, la comunicación y el conocimiento, se hace imprescindible que los actuales y nuevos profesionales de la seguridad pública y privada dispongan de las estrategias, los recursos y los medios necesarios con los que lograr una personalidad y nivel que permita dar la respuesta exigida, potenciando un desarrollo pleno de las capacidades de la persona, a la vez que su preparación e integración dentro del complejo sistema de la protección de las infraestructuras críticas.


En esta dinámica de cambios, para ese presente y futuro con el que estamos comprometidos, y para el que hay que construir los nuevos modelos exigibles dentro de una realidad ya definida, la resiliencia debe ser tratada como un concepto multidimensional y socialmente integrado.
 

La mutua interacción de la educación y de la resiliencia es un tema que ya ha adquirido gran relevancia en la actualidad, por comprobarse su papel mediador en resultados positivos en distintos entornos y, sin duda, son de aplicación al sector profesional de las seguridades para que se sepa responder a los nuevos desafíos, que requieren más de actitudes que de aptitudes.
 

A modo de conclusiones
 

Estamos inmersos en un momento de cambio en el que están surgiendo nuevas formas de organización social, económica, política, etc. dentro de una globalización que nos abre oportunidades, pero sólo en la medida en que reinventemos las competencias clave para abordar y resolver estas nuevas situaciones, especialmente en el ámbito de las seguridades en el funcionamiento de las infraestructuras esenciales.
 

En este sentido, muchos aspectos que tendrán que tenerse en cuenta en futuros análisis que, es seguro que aparecerán en un futuro inmediato, puesto que el cambio social acelerado que se está produciendo en España y en el mundo agudizará la incertidumbre, el incremento de las situaciones de riesgo y las amenazas a la seguridad, y, por tanto, la necesidad de preparar respuestas de resiliencia social y estructural.
 

La mejora de una sociedad global en su conjunto y su seguridad, está pidiendo a gritos un giro de planteamientos desde la base, para lo que hay que incrementar la capacidad de análisis, no solo racional, sino emocional y relacional de los hechos que suceden, que nos posibilite un acercamiento gradual a la realidad con una visión holística.
 

En este sentido, trabajar el terreno de las actitudes, donde radican nuestras fortalezas, debe ocupar en nuestros programas gran parte del espacio que hasta ahora ocupaban, casi de manera exclusiva, las aptitudes.

Por todo ello, las autoridades nacionales, pero también las regionales y locales, deberán plantear estrategias de reducción de riesgos que incluyan no sólo la adopción de las medidas preventivas necesarias para hacer frente a los efectos provocados por los múltiples riesgos con los que vivimos, potenciando no solo los medios de protección civil, sino también la promoción de la colaboración público-privada y el establecimiento de medidas efectivas para llevar a cabo la protección de nuestras infraestructuras críticas, su resiliencia y recuperación tras situaciones de crisis.


 

Consecuentemente, y a la vista de estas múltiples amenazas y los nuevos retos y desafíos para la Seguridad Nacional, el quinto capítulo de la ENS-2017, “Objetivos generales y líneas de acción de la Seguridad Nacional”, identifica cinco objetivos generales que orientan la acción del Estado: “Avanzar en un modelo integral de gestión del riesgo y de crisis, promover una cultura de Seguridad Nacional, favorecer el buen uso de los espacios comunes globales, impulsar la dimensión de seguridad en el desarrollo tecnológico y fortalecer la proyección internacional de España”.
 

Para favorecer el desarrollo de la resiliencia de la sociedad y sus infraestructuras es necesario fomentar políticas dinámicas que tengan como objetivo significar esa resiliencia al lado y en pro de la eficacia.
 

Finalmente, y con todo ello, se ratifica una vez más, la importancia que tiene el concepto de resiliencia en la nueva Estrategia Nacional de Seguridad para el desarrollo y establecimiento de los planes y medidas de protección para las infraestructuras críticas y estratégicas que está llevando España, y su especial protagonismo en la Unión Europea.


El ejercicio de estudios y análisis sobre las implicaciones entre las ciencias de la complejidad y sus vastas aplicaciones hace irreversible el proceso de convergencia de la seguridad integral e integrada, especialmente en su aplicación a las infraestructuras críticas, revelando aspectos importantes a tratar desde una nueva perspectiva.


Yaneer Bar-Yam define ciencias de la complejidad como el estudio de sistemas con muchos componentes interdependientes. Y Melanie Mitchell determina que un sistema complejo es uno en el que grandes redes de componentes carentes de cualquier tipo de control centralizado y que obedecen reglas de operación simples, presentan un comportamiento colectivo complejo, sofisticado procesamiento de información y, finalmente, adaptación mediante aprendizaje o evolución.
 

Así, ejemplos de sistemas complejos pueden ser el cerebro, los sistemas financieros, las redes sociales, los ecosistemas, y el sistema climático de nuestro planeta, por mencionar solo algunos.

 
Complejidad y seguridad hoy
 

Otros cambios de sistemas complejos, desarrollados y experimentados en el escenario internacional, son el proceso de globalización, la revolución científico-tecnológica y los propios cambios político-sociales que se han producido en las últimas décadas.
 


 

En este contexto, es impactante comprobar la complejidad de los desafíos actuales para la defensa y seguridad del siglo XXI, desde las graves repercusiones del cambio climático, hasta la evolución del terrorismo y delincuencia trasnacional, que están haciendo difusa la posibilidad de tener una base de estudio más clara y diferenciada de estos conceptos.
 

Hoy la actividad empresarial se basa más que nunca en la tecnología, lo que conlleva la proliferación de plataformas y sistemas de los que dependemos para realizar nuestras actividades eficazmente y garantizar el funcionamiento de nuestras infraestructuras críticas.
 

Pero ¿por qué la complejidad es la causa de nuevos desafíos para la seguridad y cómo debemos afrontarlos?
 

Porque la complejidad es un obstáculo para la eficacia y la eficiencia en la seguridad.
 

Estamos ante una nueva generación de amenazas sofisticadas como señala el hecho de que, por ejemplo, ahora, los cibercriminales disfrutan de un acceso superior: los virus y ataques son más sofisticados y explotan las vulnerabilidades con la intención explícita de apoderarse de datos valiosos.
 

Así, según el nivel de consecuencias en la infraestructura atacada y su grado de sofisticación y determinación, los requisitos de seguridad de TI de cualquier empresa normal hoy constituyen todo un nuevo reto. El punto de partida de muchos de los ataques lanzados hoy en día consiste en explotar las vulnerabilidades de las aplicaciones de uso común.
 

Cuanto más complejas sean las tecnologías de seguridad y más tiempo tarden en aplicarse los cambios, mayor será el coste de la seguridad y menor la eficacia y rentabilidad de la inversión.
 


 

Ante este nuevo escenario, por ejemplo, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), desde su fundación en Helsinki (1975) y con su decálogo de diez principios inscritos en el derecho internacional, la cooperación y las medidas de confianza mutua, recogió tempranamente esta necesidad al transitar hacia una visión más integral de la seguridad dibujada en tres dimensiones: político-militar, económica y medioambiental, y humana.
 
Seguridad integral y complejidad
 

Es indispensable ofrecer un nuevo enfoque a las empresas, que son conscientes de las necesidades que deben cubrir. Este planteamiento ha de ir más allá de las normas y las restricciones convencionales y permitir a los equipos de TI con pocos recursos crear y gestionar un sistema de seguridad de TI mucho más profundo y exhaustivo.
 

Por otro lado, la complejidad de factores que intervienen en el proceso de la puesta en marcha de una política global sobre la seguridad y la defensa, es una cuestión que debe ser estudiada desde todas sus dimensiones y a través de distintas disciplinas que cubran los diversos vértices de un polígono de por sí irregular.
 

Aunque “integración” es un término sobreutilizado en el sector de TI, es fundamental para mejorar la posición de seguridad. Esto permite a las empresas, por fin, lograr altos niveles de protección en un entorno de TI complejo y altamente cambiante pero con requisitos de formación y conocimientos especializados mínimos.
 

Las que antes se consideraban tecnologías complejas, caras y difíciles de gestionar son, hoy en día, una realidad accesible para todas las empresas independientemente de su tamaño y recursos disponibles.
 

No obstante, la seguridad también se complica debido al problema de la protección habitualmente incompleta. Si cada sistema sólo se enfoca en una pequeña parte del problema, luego le toca a la empresa averiguar cómo hacer trabajar estos sistemas juntos y hacer que funcionen eficazmente para cumplimentar todos los objetivos. Habitualmente, cada uno de estos sistemas tiene su propia consola de gestión y control, su propia terminología, sus propias políticas, sus propias alertas. Esto no es aceptable frente a la exigencia de convergencia e integración actual.
 

Tratando de dar sentido a todos esos sistemas dispares aparecieron los SIEMs (Security information and event management) o los PSIMs (Physical Security Information Systems) que reúnen las alertas e incidencias de múltiples sistemas y tratan de organizar, gestionar y mostrarlos de una manera eficaz y amigable.
 

Por todo ello, la entidad y, sobre todo, las infraestructuras estratégicas y críticas del presente exigen una notable transformación del diseño, aplicación y gestión de las soluciones de seguridad y de conformidad. Esto requerirá la colaboración con un nuevo tipo de partners en seguridad. Este nuevo partner, conocido como un proveedor de valor añadido en seguridad integral, asumirá el sólido liderazgo que se necesitaba en el ámbito de la Seguridad con mayúscula.

 


 

Dicho liderazgo exigirá amplia experiencia en seguridad avanzada y en TI, además de los recursos y el compromiso necesarios para dar soporte a esta nueva visión de la seguridad y de la conformidad.
 

Con su colaboración, los nuevos partners de seguridad integral e integrada deberemos de resolver tres desafíos:
 

  • Redefinir y simplificar la gestión de riesgos para suministrar unas pautas claras sobre el modo de minimizar y equilibrar riesgos, complejidad y costes en un entorno en constante cambio.
  • Ofrecer un marco de seguridad de amplio espectro y el correspondiente catálogo de soluciones que incluya lo más avanzado en investigación e innovación en sistemas y servicios de seguridad para facilitar una flexibilidad óptima en el despliegue de dichas soluciones, integradas de modo transparente y basadas en “la continuidad del negocio” y
  • Comprimir y simplificar el ciclo de vida de los riesgos, para reducir los costes y la complejidad de modo durable y sostenible.
 

En el mismo sentido pero distinta posición, están los fabricantes de sistemas y plataformas, que asumen el papel de proveedor de seguridad, pero que esperan hasta que estas soluciones se consagren en el mercado antes de integrarlas como funciones en plataformas, servidores y aplicaciones. Aunque, en muchos casos, carecen de la necesaria experiencia altamente especializada para suministrar la tecnología más actual o poder orientar a los responsables de TI en estrategias de seguridad y conformidad, sobre todo, en su aplicación a las infraestructuras críticas.
 

En resumen, dicha transformación deberá de integrar las tecnologías de la seguridad en la infraestructura de TI y en los procesos de funcionamiento. Esto permitirá mayor y mejor control y, como si fuera un activo corporativo más, sobre la seguridad, facilitando la gestión de ésta y de la conformidad, reduciendo los costes y ajustando TI a los crecientes requisitos de la empresa.
 
Seguridad y conformidad
 

En cualquier caso, algunas preguntas son prioritarias: ¿Cómo dominar el control de la gestión de riesgos y de la continuidad del negocio o funcionamiento? y ¿Cómo mejorar la adaptabilidad y lograr un equilibrio aceptable y sostenible entre los riesgos, la complejidad y los costes si los requisitos de seguridad y conformidad son cada vez mayores?, teniendo en cuenta que hemos de tener conformidad: con las amenazas cambiantes; las normativas cambiantes; las tecnologías cambiantes; la economía cambiante; los requisitos de las infraestructuras cambiantes.
 

En definitiva, las infraestructuras deberán adaptarse cada vez con más rapidez a las condiciones cambiantes de su entorno.
 

Todas las fuerzas impulsoras del cambio descritas anteriormente hacen que la seguridad y la conformidad sean unos objetivos, unos retos difíciles de lograr su adecuada planificación. Estas serán, especialmente, responsabilidades de los CIOs para equilibrar los riesgos, la complejidad y los costes.
 
Formación para la complejidad
 

En el ámbito académico estos nuevos desafíos implican fomentar la capacitación para la complejidad y el cambio permanente. Esto impone partir reconociendo que sólo a través de la intersección de diferentes disciplinas de la seguridad y la defensa seremos capaces de posibilitar la visión holística, es decir, de la participación público-privada.
 



Esto lleva a promover un modelo de capacitación especializada que ponga al sujeto proactivamente en el centro de su formación y fortalezca las competencias genéricas y profesionales en las que se enmarcan el saber hacer y emprender de un especialista en este área.
 

Responder a una reinvención y evolución de los riesgos y amenazas requiere, obligatoriamente, de un capital humano formado para la complejidad.
 

El perfil de este nuevo especialista con una educación para la complejidad en seguridad y defensa, debe apuntar fuertemente a la capacidad de análisis y síntesis, en razonamiento crítico en la toma de decisiones y en capacidad de adaptación a nuevas situaciones pero, sobre todo, a estar abierto permanentemente a aprender a pensar y pensar para aprender y emprender.


El sector de la Seguridad con mayúscula, en su concepto más amplio, hace referencia a la integración de la seguridad física y la seguridad lógica, bajo el marco de colaboración público-privada dentro del esquema de seguridad nacional. Este moderno enfoque presenta, al inicio de este año 2018, nuevos retos que requieren de una estrategia prospectiva y anticipativa de especial exigencia.


Múltiples frentes de trabajo y objetivos concretos, como es el ambicioso Plan Nacional de Protección de las Infraestructuras Críticas, en pleno desarrollo y consolidación de nuevos modelos de gestión del riesgo y la seguridad, hacen necesaria una rigurosa revisión de todas las partes implicadas en el proceso.
 


 

Para su tratamiento eficiente, hemos de reidentificar, auditar, analizar y evaluar nuestros riesgos y amenazas y sus índices potenciadores, así como las vulnerabilidades de las propias infraestructuras.
 

También hemos de reinventar a nuestros Directivos de Seguridad, seleccionándoles y entrenándoles para que ejerzan su misión desde una visión totalmente integradora de las seguridades en el esquema de gestión del riesgo corporativo. Precisamos de un perfil multidisciplinar con visión y conocimiento global de la seguridad y una adecuada reubicación en el organigrama.
 

Pero también hay que reformular la inteligencia de seguridad, para lo que precisamos de un nuevo protocolo de integración y participación que permita compartir información y abordar la armonización de los protocolos de seguridad.
 

En este sentido, la amplia experiencia público-privada y las lecciones aprendidas en las últimas décadas nos permiten estar en disposición de compartir modelos de éxito para la planificación estratégica de la seguridad de las infraestructuras no sólo críticas, sino también estratégicas, contando además con la puesta en valor de tecnologías certificadas y metodologías especiales de las que disponemos para este nivel de exigencia.
 

Para satisfacer una misión y visión global, como corresponde a la planificación de la protección de infraestructuras, es preciso generar las bases para poder asegurar que sus sectores estén bien definidos, sus operadores determinados y sus instalaciones clasificadas con el requerido nivel profesional, sin olvidar la imprescindible continuidad en el desarrollo de una capacitación especializada, con formación específica y su correspondiente certificación académica.
 

Nuevos retos para este 2018 de cara a objetivos ambiciosos pero realizables. Para lograrlo disponemos de una legislación y normativa (con algunas carencias o indefiniciones a corregir), una experiencia público-privada excepcional y unas tecnologías apropiadas para presentar soluciones en buena relación coste-eficacia pero donde nos queda mucho trabajo por desarrollar y, especialmente en el marco del proceso de implantación del Sistema de Protección de Infraestructuras Críticas (PIC) que dirige el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras y Ciberseguridad (CNPIC), donde se han incorporado los nuevos operadores críticos, responsables de la gestión de más de 65 infraestructuras de esa categoría críticas de los sectores de la alimentación y del transporte urbano y metropolitano.


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MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO
Eduardo Martínez de la Fe
MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO, es consultor internacional de seguridad, arquitecto técnico y periodista. Completa esta formación con diversos cursos de postgrado en las áreas de seguridad pública y privada, defensa comunicaciones.

Dedicado por más de 30 años a la Consultoría e Ingeniería de Seguridad y Defensa por más de 20 países como asesor para asuntos aeroportuarios, puertos, cárceles hospitales, entidades bancarias, museos, transporte ferroviario, servicios de Correos y puertos.

Es socio fundador y presidente para Europa de la Federación Mundial de Seguridad (WSF), Director para Europa de la Secretaría Iberoamericana de Seguridad, Asesor gubernamental en materia de integración operativa de seguridad pública y privada en diversos países latinoamericanos.

Como experiencia académica es profesor de postgrado en ICADE (Universidad Pontificia Comillas de Madrid) desde 1986, codirector de postgrado en la Facultad de Psicología (Universidad Complutense de Madrid) y director del Curso de Seguridad en Infraestructuras Críticas del Instituto General Gutierrez Mellado de la UNED, así como conferenciante habitual y profesor en más de 20 países sobre Seguridad y Defensa.

Su representación institucional es principalmente como Miembro Experto de la Comisión Mixta de Seguridad del Ministerio del Interior, Director para Europa de la Federación Panamericana de Seguridad (FEPASEP), representante “ad honores” de la Federación de Empresas de Seguridad del MERCOSUR (FESESUR), asesor del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para asuntos de Seguridad Ciudadana y Observatorio de Delincuencia en Panamá, socio fundador y de honor del Observatorio de Seguridad Integral en Hospitales (OSICH), socio fundador y vicepresidente de la Asociación para la Protección de Infraestructuras Críticas (APIC)

Autor y director de la BIBLIOTECA DE SEGURIDAD, editorial de Manuales de Proyectos, Organización y Gestión de Seguridad

Actualmente es presidente y director del Grupo de Estudios Técnicos (GET), socio-senior partner de TEMI GROUP Consultoría Internacional y socio-director de CIRCULO de INTELIGENCIA consultora especializada.