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Contra apocalípticos. Ecologismo. Animalismo. Posthumanismo Juan Antonio Martínez de la Fe , 12/03/2022
Contra apocalípticos. Ecologismo. Animalismo. Posthumanismo
Ficha Técnica

Título: Contra apocalípticos. Ecologismo. Animalismo. Posthumanismo
Autor: Jesús Zamora Bonilla
Edita: Shackleton Books, Barcelona, 2021
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 320
ISBN: 978-84-18139-55-0
Precio: 18,90 euros

No es aventurado pensar en un apocalipsis a la vista de los acontecimientos que vivimos a diario. Una situación que ha llevado a muchas personas a tener que recurrir a profesionales de la psicología o la psiquiatría, agobiadas y oprimidas por la abundante y casi continua presencia de noticias que las llenan de angustia.

No hace mucho tiempo, nos hicimos eco de la presencia de un libro, No hay apocalipsis, de Michael Shellenberger. Hacía referencia, sobre todo, a las consecuencias del cambio climático. Ataca a la manera en que es comunicada esa realidad, marcada con caracteres apocalípticos, faltando a una necesaria objetividad informativa. Objetividad que se apoya en los mismos documentos oficiales en los que se basan los titulares catastrofistas.

No es el único caso. Por ejemplo, el diario La Provincia, en la página 85 de su edición de 27 de febrero pasado, incluye un artículo con el título de "Un estudio descarta el peor escenario posible: 4º-5º C". Ciertamente, no son ejemplos de este estilo los que abundan, pero sí se vislumbran aproximaciones a la realidad desde otros puntos de vista.

El libro que hoy comentamos va más allá. Su autor, Jesús Zamora Bonilla, ofrece un andamiaje intelectual, con el necesario rigor metodológico, para poder situar, en su adecuado contexto, algunas de las teorías apocalípticas que hoy nos asedian. No niega lo que es evidente: la existencia de esos problemas de indudable gravedad. Pero nos ayuda, de manera certera, a conocer el alcance real de las amenazas que se defienden. Disponer de las herramientas que nos ofrece Zamora Bonilla es una gran aportación para serenar perspectivas abriendo un amplio campo de posibilidades.

Apocalípticos

Una buena forma de comenzar es a quiénes denomina el autor como apocalípticos. Lo aclara desde el principio: apocalípticos son, por un lado, los que están convencidos de que el fin de nuestra civilización es inminente, especialmente, por el cambio climático; y, por otro, a quienes aseguran que nos encontramos en un cambio de fase muy radical, caracterizado por el abandono del humanismo ilustrado, responsable, según sus defensores, de la mayoría de nuestros males, en especial, el capitalismo global.

Como se ve, el campo a abordar es muy vasto, por lo que el autor se va a restringir a tres aspectos: los apocalípticos del cambio climático, los animalistas radicales y los autodenominados posthumanistas. Y reitera: no se trata de una enmienda a la totalidad de estas posturas, sino de una crítica a sus versiones más extremistas.

Y ello, apelando a la razón: “la única actitud racional ante un debate que se refiere a asuntos dominados por la incertidumbre y la complejidad es la de no aferrarnos con demasiada vehemencia a nuestras convicciones morales”. En definitiva, se trata de un relativismo que no consiste en estar convencido de que todo da igual, no; se trata de ser conscientes de la relatividad de los valores de cada uno, de la falibilidad de los propios argumentos y principios éticos.

Un principio este, el del relativismo, que se enfrenta a posiciones muy firmes e inamovibles, sostenidas por quienes se suelen indignar con que otros relativicen sus aspiraciones y sus creencias. Se basa en la doctrina filosófica denominada metaética que analiza en qué consiste tener una postura moral y que concluye que los juicios, preferencias o valoraciones morales no son verdades objetivas sino que suelen fundamentarse en las emociones.

Y esto viene a cuento porque, a veces, edificios conceptuales, sean de la índole que sean, intentan ser llevados demasiado lejos, llegando a superar determinadas barreras, tachando a quienes sustentan otras posturas como no acordes con la filosofía moral, cargándolas de una valoración ética negativa. Y una evidente multiplicidad de sistemas morales debería hacernos sospechar de la imposibilidad de definir el sistema moral objetivamente óptimo. Por lo que el autor suspira por que nuestros instintos morales sean domesticados a través de un proceso racional de deliberación pública.

Estas primeras páginas del libro son sumamente interesantes. De hecho, en ellas el autor explica ampliamente los fundamentos filosóficos que sostienen las posturas que defiende a lo largo del libro.

El clima

Zamora Bonilla centra el problema refiriéndose, primeramente al cambio climático. Aborda la cuestión partiendo de los llamados sesgos cognitivos: cuando alguien defiende una postura como solución al problema cuando, en realidad, pretende que se acepte aquella o aquellas que llevan a conclusiones que sean beneficiosas para él. Beneficiosas en el sentido de que ratifican la postura que se defiende. En esta línea, y partiendo de su posición objetiva, el autor, seguidor de las teorías científicas que pueden sustentar una premisa, advierte de que estas no son infalibles.

Dicho esto, distingue varios modelos frecuentes de un ecologismo que pueden ir más allá de lo objetivamente afirmable. Habla, así, del ecologismo cascarrabias, el ecologismo de sacristía (basado, fundamentalmente, en la encíclica Laudato si, del Papa Francisco) y el ecologismo postmoderno.

Las teorías apocalípticas no son nada nuevo. La historia está llena de ellas. Aquí, el autor procura explicar por qué nos resultan tan fascinantes, atribuyendo esa fascinación a cuatro sesgos cognitivos: el mero pesimismo, el sesgo de confirmación, la falta de imaginación y el sesgo del relato, que detalla concienzudamente.

Hay quien preconiza el final de la civilización tal y como la conocemos. También Zamora Bonilla se encarga de desmenuzar su intención apocalíptica, relativizándola: continuamente asistimos a finales de una forma de civilización tal y como la conocíamos para entrar en otra nueva. Se detiene, igualmente, en lo que dicen los informes científicos oficiales sobre la probabilidad de los escenarios más apocalípticos.

De especial interés es el apartado que dedica a lo que se viene llamando Antropoceno. Arrancando de las definiciones de esta pretendida nueva era, va desbrozando sus posibles significados y posibilidades de existencia real. “El Antropoceno no es, por lo tanto, un hecho científico”, afirma con rotundidad y con razón.

Humanistas y animalistas

Las corrientes animalistas, defensoras de los animales y sus derechos, han irrumpido en nuestra sociedad. Movidas por un razonado y razonable impulso de defensa de cuanto supone vida, sin cerrarse en la vida humana, plantean sus reivindicaciones a la sociedad que, con frecuencia, responde aceptando muchas de ellas.

No rehúye el autor el dilema del valor. ¿Qué objetos, qué seres tienen valor? ¿Lo tienen por el mero hecho de existir? Y, supuesto el valor de algo existente, surge la imperiosa necesidad de una actitud ética hacia él, dotándole, por ende, de derechos.

La posición del autor es clara: “los derechos de los seres humano gozan de prioridad, en general, sobre los derechos de los animales, a pesar del hecho biológico indudable de que los animales son, quizá en su mayoría, capaces de experimentar placer y dolor, y de que muchos de ellos poseen un grado de inteligencia nada desdeñable”.

Es importante en este momento aclarar las diferencias entre i[
bios]i y zoé, dos términos griegos que definen lo que nosotros resumimos en la palabra vida, algo que el autor realiza pormenorizadamente como base a sus propuestas.

En fin, Zamora Bonilla nos habla del veganismo, de los límites de los derechos animales y de la psicología vegetal. Conceptos todos ellos que, a veces, marcan sus tendencias asimilándolas a criterios morales o éticos que cuentan con otras posturas cuando menos tan respetables.

Posthumanismo

Para el autor, el posthumanismo es un humanismo; ni más, ni menos. Y lo enfrenta al concepto, también muy en boga, del transhumanismo. Este último consiste, básicamente, en una serie de enfoques sobre cómo mejorar al ser humano mediante la tecnología; mientras que el posthumanismo piensa que ya se ha dejado atrás el ser humano y que, más que mejorar al ser humano, lo que hay que hacer es proceder a su deconstrucción.

El posthumanismo supone el rechazo a varias tesis que caracterizan al pensamiento moderno o ilustrado y supera, no solo el antropocentrismo (la noción de que hay una esencia humana universal), sino, incluso, el biocentrismo. También supone el rechazo a comprender el mundo mediante parejas de conceptos dicotómicos, propias del dualismo, sustituyendo esta visión por otra en la que todos los límites son fluidos y cambiantes.

Razonamientos que llevan a Zamora Bonilla a abordar temas tan interesantes como la posibilidad de que nuestra vida se desarrolle en una realidad virtual, el actual tema de las fake news y la posverdad o, muy interesante, su visión de cómo podrá ser nuestro futuro a larguísimo plazo.

Conclusión

Esta breve nota se ha limitado a apuntar algunos de los muy interesantes temas que aborda el libro. Solo una lectura del Sumario ya nos advierte de que hay otros asuntos, vinculados con el argumento principal de la obra, que merecen una lectura.

Es muy recomendable el análisis sosegado de la primera parte del libro, titulada Relativizando. Ahí hallaremos la plataforma sobre la que Zamora Bonilla aborda los siguientes capítulos.

El autor nos atrapa desde las primeras líneas, haciendo difícil tener que abandonar el libro, incapaces de abarcarlo de una sola vez, dada su amplitud. Pero, tanto el lenguaje asequible, adobado con clarificadores ejemplos, como lo interesante y sugerente de la temática que trata, hacen de este libro un atractivo y sugestivo título.

No se trata, evidentemente, de desbaratar el argumentario que, desde diferentes perspectivas, muy razonables muchas de ellas, nos salen al paso diariamente por parte de apocalípticos varios; no. Lo que nos permite la lectura de esta obra es relativizar y objetivar esas informaciones, ampliando el estrecho y agobiante horizonte que suelen proponer. Desde luego, una lectura sumamente recomendable.

Índice

Primera parte. Relativizando
I. Apocalípticos y humanistas
II. ¡Viva el relativismo!
III. Sobre los fundamentos de la moral

Segunda parte. Si la tierra se calienta, mantén la cabeza fría
IV. “¿Qué hay de lo mío?” Sobre algunas variedades del ecologismo
V. ¿Por qué nos fascina el apocalipsis?
VI. El final de la civilización tal y como la conocemos
VII. ¿De cuánto dinero estamos hablando?
VIII. ¿Apocalipsis o Antropoceno?

Tercera parte. Humanismo versus animalismo
IX. El loco y la linde
X. La superior dignidad moral del ser humano
XI. El bios y la zoé
XII. El reverendo Malthus y el veganismo
XIII. Los límites de los derechos animales
XIV. Un poco de psicología vegetal
XV. Animalismo frente a ecologismo

Cuarta parte. Posthumano, demasiado posthumano
XVI. El posthumanismo es un humanismo
XVII. Posthumanismo y ciencia
XVIII. El dataísmo: un posthumanismo racionalista
XIX. La singularidad tecnológica: un singular disparate
XX. No vivimos en una realidad virtual
XXI. Relativizando la posverdad y las fake news
XXII. Derechos L’Oréal: “porque yo lo valgo”. Crítica de los derechos posthumanos
XXIII. El futuro de las posthumanidades

A manera de conclusión. Por los siglos de los siglos
XXIV. Sobre nuestro futuro a larguísimo plazo





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12/03/2022 Comentarios

Reseñas

El holocausto cátaro Juan Antonio Martínez de la Fe , 21/02/2022
El holocausto cátaro
Ficha Técnica

Título: El holocausto cátaro
Autor: Jesús Ávila Granados
Edita: Editorial Nazarí, Granada, 2021
Colección: Arrayanes
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 504
ISBN: 978-84-18163-59-3
Precio: 24 euros

Nos encontramos ante un libro de una utilidad práctica. No es un tratado sobre los cátaros, tema acerca del cual existe abundante y excelente bibliografía; se centra, especialmente, en los sucesos acaecidos en la región occitana de Francia tras la llamada a la cruzada contra los albigenses, como también eran conocidos estos idealistas y honestos fieles.

Tratando de explicar los orígenes del catarismo, los motivos para su vibrante expansión y su trágico final, el autor ofrece una serie de capítulos, no amplios, muy concisos, sobre diferentes aspectos de esta creencia. Estos capítulos constituyen un excelente marco que brinda la perspectiva necesaria para entender las vicisitudes que se exponen en el resto de la obra.

Trata de entroncar su existencia con manifestaciones religiosas muy anteriores, como el zoroastrismo, las predicadas por Mani o los bogomilos. Quizás sea este el apartado más polémico del libro, ya que otros especialistas en este asunto sostienen la imposibilidad de que se produjera este fenómeno de relación. Solo por citar un ejemplo reciente, la lectura del artículo “La fe de los cátaros”, firmado por el profesor Carles Gascón Chopo, en el número 212 de la revista Historia de National Geographic nos lleva a otro planteamiento; así, leemos: “… la transmigración de las almas, lo que ha llevado a algunos historiadores a aventurar su relación con doctrinas orientales, incluso con el budismo, algo que debe descartarse dado del nulo conocimiento que el Occidente medieval tenía de las religiones orientales”. Aunque, evidentemente, Ávila Granados sustenta sus hipótesis con razonamientos que pueden resultar convincentes.

Jesús Ávila Granados realiza un acertado resumen de lo ocurrido. Tras exponer el contexto en el que hace su aparición el catarismo, detallando los aspectos culturales, sociales, económicos y políticos de la época y de la región del Languedoc, se detiene en relatarnos los principales hitos que marcaron la desaparición, trágica desaparición, de estos “hombres buenos”, motivados por razones no siempre estrictamente religiosas. La posible relación entre cátaros y templarios es tema recurrente en el libro. La cruzada papal, la lucha llevada a cabo plaza por plaza en el intento de borrar todo rastro de la herejía, … Todo esto se encuentra en este libro, narrado escuetamente, aunque con suficiente información, con acierto.

Luego nos encontramos una extensa lista de capítulos breves en los que se exponen tanto conceptos básicos de la creencia cátara como la explicación de sus rituales, lugares de celebración, los símbolos que utilizaban, etc. Desde animales, como el pelícano, la paloma, la oca o el pez, hasta árboles como el roble, el ciprés o la palmera; símbolos que relaciona con otras religiones o culturas que también hacen uso de ellos.

Pero, quizás, lo más importante de esta obra, de clara intención divulgativa, es la guía que ofrece para recorrer los distintos puntos de la geografía francesa donde vivieron los cátaros y en los que, uno tras otro, fueron exterminados de manera trágica y horrible en la hoguera, a manos de tropas y cruzados que, por diferentes motivos, se ensañaron contra quienes solo buscaban la perfección.

Este bloque, que ocupa un amplio espacio en la obra, es destacable. En él, se describen las localidades que sirvieron de refugio a los cátaros, la defensa que de ellos hicieron quienes los apoyaban con las armas, igualmente movidos por motivaciones dispares, no siempre relacionadas con la religión. Ellos, los hombres y mujeres puros, no ofrecían resistencia; no se dejaban amedrentar por los tormentos que les aguardaban y la dolorosa muerte que tenían que afrontar, sin renunciar a su fe, convencidos de sus creencias; pocas deserciones hubo, cuando fueron cientos los mártires víctimas de tan enfebrecida persecución.

La obra se cierra con una selecta bibliografía separada por bloques temáticos y un glosario de términos muy útil para comprender en toda su extensión su contenido. Incluye un posible itinerario para que los interesados puedan seguir metódicamente las rutas cátaras.

Concluyendo

El autor ha pretendido en este libro ofrecernos un acercamiento al mundo de los cátaros: su historia, su inserción social, y, sobre todo, su exterminio. Para ayudar a entender el fenómeno que supuso su aparición y agitada existencia, resume, igualmente, el entorno que los rodeó: ambiciones políticas, rechazo profundo a la crítica viva que suponían para la Iglesia oficial, y los intereses económicos que no faltaron.

Su importancia radica, probablemente, en la buena guía que supone para el lector interesado que desea recorrer y pisar los pueblos y ciudades que aquellos hombre buenos transitaron dando ejemplo de vida austera y anhelante de perfección. De cada plaza, describe cómo sirvieron de refugio a los que huían de la barbarie persecutoria, los ataques que sufrieron, quiénes fueron sus protagonistas y la caída final, en casos heroica, que culminó en la hoguera que abrasó a estos admirables creyentes. Todo ello con fiel conocimiento, como corresponde a quien escribe con información in situ y de primera mano.

Índice

Prólogo
Introducción
Desde los confines de Persia hasta Occitania
Zaratustra
Mani
Bogomilismo
El catarismo
Europa cerrada y Europa abierta
Del libre comercio a la tragedia de la guerra
La destrucción de un concepto de vida
Cátaros en el Languedoc
La cruzada papal
Conquista plaza por plaza
Ayuda y muerte del rey de Aragón
Nuevo asedio a la ciudad de Toulouse
La bastida, un fenómeno sociocultural
Éxitos para Francia y la Iglesia
Símbolo del catarismo
Los poderes del miedo
Bélibaste, el último perfecto de Occitania
El pensamiento cátaro
La religión cátara
Una búsqueda perpetua de la perfección cristiana
El ritual cátaro
De las grutas prehistóricas a los ritos de iniciación medievales
La búsqueda de la perfección
Estelas discoidales
El papel de la mujer en la sociedad occitana medievales
Los símbolos esotéricos del catarismo
Simbología
El culto al Dios solar
El lenguaje de las cartas sagradas
Occidente
Los términos del “Más allá”
El sol cátaro
Equinoccios y solsticios
El obelisco
Los árboles sagrados
El roble
El ciprés
La visión musulmana
La palmera
El Padrenuestro
El pentágono
El Santo Grial
La dualidad: Bien/Mal
El libre albedrío
La estrella de doce puntas
Los animales sagrados
El pelícano
La paloma
La oca
El pez

Los enclaves cátaros de Francia

L’Arriège: Foix.- Londat.- Mirepoix.- Montaillou.- Montréal-de-Sos.- Montségur (La búsqueda del Grial.- Altar solar).- Pamiers.- Pereille.- Roquefixade.- Saverdun.- Tarascon-sur-Ariège.- Ussat-les-Bains.- Usson.

Aude: Aguilar.- Aler.- Arquès.- Bram.- Carcasona.- Castelnaudary.- Cubières-sur-Cinoble.- Fanjeaux.- Fontfroide.- Lagrasse.- Lastours-Cabaret.- Les Cassés.- Limoux.- Montferrand.- Montmaur.- Montréal.- Narbona.- Padern.- Peyrepertuse.- Pieusse.- Puilaurens.- Puivert.- Quéribus.- Rennes-le-Cháteau.- Roquefeuil.- Saissac.- Termes.- Villerouge-Termenès.

Aveyron: Millau.- Morlhonj.- Najac.- Sévérac-le-Cháteau.

Dordogne: Beynac.- Biron.- Castelnaud.- Domme.- Montfort.- Sarlat.

Gard: Beaucaire.- Saint-Gilles.

Haut-Garonne: Auterive.- Avignonet.- Muret.- Roquefort-sur-Garonne.- Saint-Felix-Lauragais.- Toulouse.- Verfeil.- Villemur.

Haut-Pyrénées: Lourdes.

Hérault: Béziers.- Minerva.- Puysserguier.

Lot
: Cahors.- Castelanau-Montratier.- Gourdon.- Luzech.- Montcup.- Rocamadour.- Saint-Cirq-Lapopie.

Lot-et-Garonne: Agen.- Casseneuil.- Gavaudun.- Marmande.- Penne-d’Agenais.- Pujols.- Tonneins.

Tarn: Albi.- Castres.- Cordes-sur-Ciel.- Gaillac.- Hautpoul- Mazamet.- Lagrave.- Lavaur.- Lombers.- Montgey.- Penne d’Albigeois.- Puycelsi.- Puylaurens.- Rabastens.- Saint-Marcel.

Tarn-et-Garonne: Bruniquel.- Castelsarrasin.- Caylus.- Laquépie.- Moissac.- Montauban.- Saint-Antonin-Noble-Val.- Verdun-sur-Garonne.

Vaucluse: Avignon.

Tras las huellas del catarismo
El sentier cathare
El camí dels bons homes
Glosario de términos
Dirección de interés
Bibliografía
A) Arquitectura.- B) General.- C) Geografía-Etnología.- D) Historia.- E) Monografías.- F) Religión.
Agradecimientos



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21/02/2022 Comentarios

Reseñas

Asombro ante lo absoluto. Ocho actitudes en presencia de lo sublime Juan Antonio Martínez de la Fe , 16/01/2022
Asombro ante lo absoluto. Ocho actitudes en presencia de lo sublime
Ficha Técnica

Título: Asombro ante lo absoluto. Ocho actitudes en presencia de lo sublime
Autor: Héctor Sevilla
Edita: Editorial Kairós, Barcelona, 2021
Colección: Sabiduría Perenne
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 400
ISBN: 978-84-9988-843-9
Precio: 20 euros

No es la primera vez que Héctor Sevilla nos adentra por estos caminos de la trascendencia y lo trasnpersonal. Y no defrauda en la presente ocasión con este nuevo título de su bibliografía.

Claro es que conviene saber de qué hablamos cuando se habla de asombro. Por tal entendemos una vivencia que se desprende de la incertidumbre ante algo que capta de manera intensa nuestra atención; probablemente, seremos incapaces de explicar lo que se intuye o se observa, pero no nos cabe duda de su realidad puesto que somos testigos de ello. Como bien dice el autor, “lo asombroso rompe con la cotidianidad, modifica nuestra perspectiva y nos ofrece la noción de que hay algo más, por encima de lo humano, que no se sujeta a sus nominaciones o límites”. Entra de lleno, pues, en lo transpersonal, una idea que atraviesa toda la obra.

Algunas observaciones conviene apuntar. La primera es que la humildad, el reconocer la carencia de respuestas ante lo que nos asombra, es un requisito indispensable para que aquel despunte: no hay asombro en la autosuficiencia. En segundo lugar, que ese absoluto que nos prende el asombro no está necesariamente vinculado con la divinidad que propone cualquier religión; concierne, más bien, a lo aún no explicado, a lo que permanece desconocido. En tercer lugar, reseñar que todo asombro viene acompañado de una derivación conductual, es decir, produce un efecto en la vida; no asombrarse es perder la oportunidad que cada vida contiene.

Algunas advertencias nos hace el autor que es bueno tener en cuenta. Por ejemplo, que, cuando alude a la experiencia del asombro, no se inmiscuye en la que se asocia a la sorpresa o al extrañamiento, reacciones ambas que derivan de la discordancia entre la expectativa y lo visto o conocido. También nos advierte de que la materia del asombro podría ser tan diversa como el tipo de experiencias de asombro que existan.

Igualmente, hay que tener presente que no nos hallamos ante un libro de autoayuda: “quien busque en este libro una explicación concreta de lo que conduce al asombro se verá decepcionado”. Así mismo, esta obra se enfoca, de manera exclusiva, en ocho alternativas derivadas del asombro, dejando fuera otras posibilidades que también podrían ser concebidas.

¿Qué alcances puede tener el presente estudio? Héctor Sevilla lo deja claro: corresponde al posible lector encontrarlos y obtener de ellos algún provecho. Lo que sí hace es centrarse en seis pautas generales que detonan las posturas ante el misterio de lo absoluto: la pasión, la cognición, la contemplación, la conexión y el testimonio. Pautas que se desarrollan en los ocho capítulos de los que se compone el libro. Eso sí: inciden en su conjunto en la idea de que no hay una sola manera de vivir lo transpersonal; los caminos pueden diferir en la forma, siendo sustentados en un fondo que los une; en cualquier caso, “es inapropiado tratar de adecuarse a una postura religiosa, mística, artística o científica, sin el asombro básico que detona el interés y la motivación por vincularse a lo universal, disponerse al misterio, expresar la noción transpersonal o descifrar los enigmas del mundo”.

Pasión

Se trata, fundamentalmente, de los atributos pasionales de Dios, exponiendo diversas teorías sobre este particular en diferentes corrientes y autores. Quizás, la síntesis de este controvertido asunto, sería que la elección por el pathos divino tendría que focalizar el riesgo de convertir a Dios en una imagen del hombre. “Tras el asombro ante lo absoluto, cuando esto realmente acontece, la consideración del pathos divino es una opción singular, exigente y no apta para todos”, concluye el autor.

Para llegar a esta conclusión, probablemente sintética en exceso, Héctor Sevilla nos propone un recorrido por diferentes aspectos esenciales de la tradición judía, así como refiere los vínculos y controversias temáticas entre Heschel (autor profusamente citado en toda la obra), Maimónides y Spinoza, especialmente los que aluden a los atributos de Dios y su tipo de relación con los hombres.

Spinoza ocupa un lugar central, al analizarse la crítica que dirigió a la tradición y las consecuencias que arrastraron tales crítica sobre este pensador. Igualmente, las posturas ante Spinoza sostenidas por Heschel y otros eruditos del judaísmo se analizan en detalle.

Finalmente, el autor nos propone un análisis de algunas de las condenas más importantes hacia la concepción antropomórfica de lo divino y las “implicaciones de asumirse como alguien que siente la pasión de Dios”.

Cognición

Este segundo bloque cuenta con dos capítulos cuyos títulos apuntan muy claramente su contenido: Aceptar que no se conoce a Dios y Suspender el juicio. No se trata de centrarse en la disputa sobre cuál es la visión de Dios que se ha de tener, no; el enfoque es, justamente, la imposibilidad del conocimiento de Dios. Efectivamente: cuando se produce el asombro por el vislumbre de lo absoluto, es el momento de reconocer la propia limitación para definir lo que está más allá de todo saber, por lo que hay que asumir el límite y la precariedad de nuestras posibilidades cognitivas.

Tal limitación puede conducir, como de hecho así ha ocurrido, al escepticismo que propugna, como consecuencia de las limitaciones para conocer y, por tanto, definir a Dios, la suspensión del juicio, antes de proceder a negar su existencia ante nuestra imposibilidad de aprehenderlo. Porque la suspensión del juicio consiste en lograr una imperturbabilidad que se sostiene en la renuncia al conocimiento, no solo en la aceptación de lo que no se conoce.

Osadía teológica denomina Héctor Sevilla al atrevimiento de las religiones institucionalizadas por mostrar un Dios al que es imposible conocer; una osadía que lleva a unas quiméricas alusiones a su naturaleza. Pero, evidentemente, no se han de desdeñar como vías de conocimiento la contemplación de lo absoluto o la experiencia no sensorial.

Problema añadido es la incapacidad del lenguaje para explicar y describir adecuadamente lo que está más allá de lo tangible, “de lo cual se desprende la intuición de la esencia misteriosa, intangible, incognoscible e innombrable de Dios”. Un desconocimiento que, por su propia naturaleza, no puede ser condenable.

Contemplación

“La intuición de lo absoluto conduce al reconocimiento de que no poseemos el control del universo […] Cuando nada queda de los anteriores sostenes intelectuales, la vacuidad es lo que se hace presente. La vacuidad conlleva la consideración de la nada y la opción de su fundamento”. Es la contemplación de esta vacuidad a la que alude el autor, pues mantiene nuestra atención en las implicaciones de la nada en la vida humana y su fricción con la noción del pathos divino.

Si reconocemos nuestro no saber, damos un importante paso que nos reclama un mayor nivel de exigencia, para adentrarnos en el abismo de la vacuidad con toda la incertidumbre que emana. En el fondo, de lo que se trata es de desestimar la verdad que el humano pretende enseñar.

Se abordan en esta parte las vías de la imperturbabilidad escéptica, abriendo, por otro lado, la puerta de la ironía y el absurdo de las explicaciones humanas, así como la pauta de la contemplación, partiendo del reconocimiento de la vacuidad y la opción por concebir lo transpersonal. Analiza el autor varias corrientes, entre ellas el judaísmo y su enfoque tradicional al igual que la postura de Eckhart y su influencia en la Iglesia de su tiempo, especialmente por promover que la elección por Dios ha de comenzarse por la renuncia a las figuraciones sobre Él.

Hay, por supuesto, obstáculos de diversa índole, incluidos los religiosos, que reprimen la experiencia sensible de lo transpersonal. También se alude al engaño de absolutizar los valores y al peligro de autocontentarse con las propias conjeturas. Extremos tales como la voluntad de Dios, la finalidad de la existencia o la naturaleza del yo son también abordados aquí.

Nuestro desconocimiento radical de Dios nos lleva a cierta conciencia de lo sagrado y de la fugacidad de la vida, punto de arranque para la suspensión del juicio y el reconocimiento de la no-dualidad, tema este de reconocida actualidad.

Es prácticamente imposible reducir a unas pocas líneas el análisis pormenorizado que hace Héctor Sevilla de los extremos aquí simplemente esbozados. Con una perfecta ilación de los contenidos, puede llevarnos a cuestionarnos algunos puntos de nuestra propia visión sobre ciertos temas, como puede ser el del papel de la vida religiosa, especialmente, la contemplativa.

Conexión

Postula el autor que, del asombro ante lo absoluto, nace una corriente que nos lleva al encuentro y al reconocimiento de la otredad, a recobrar la empatía, entendida como una coincidencia con la esencia del otro y que nos lleva a retornar al punto esencial en el que todos los seres estuvimos fusionados en la fuente primigenia. De lo transpersonal se pasa a lo interpersonal, a una postura respetuosamente receptiva del otro. No se trata, entiéndase, de un buenismo acrítico sino de una postura revestida en cualquier caso de prudencia. Estar abiertos a la empatía ha de obligarnos a examinar lo que percibimos y a ser aptos para captar el posible engaño.

En efecto: el autor analiza la relación entre la empatía y la congruencia. No basta con saber que el otro está ahí; es preciso resaltar la independencia entre su ser real y nuestra figuración de lo que es ese otro.

En cualquier caso, poco valdría una compenetración con el misterio de lo absoluto si de esa compenetración no surge una solidaridad ante el sufrimiento del mundo hasta el punto de que es lícito dudar de la autenticidad de cualquier intuición de lo transpersonal si no confluye en un cierto aprecio por lo personal. La empatía solo se edifica cuando observamos a otro sujeto sin pretensiones de cosificarlo o tratarlo como objeto; lo que no significa que debamos cargar con el peso que le corresponde al otro. Con contundencia lo expresa Sevilla: “Si bien se ha propuesto y reiterado hasta el cansancio la consigna de ‘poner la otra mejilla’ ante las agresiones, estas no deben continuar eternamente”.

Son estos solo unos esbozos de los muy variados y profundos aspectos que sobre la empatía nos propone el autor.

Testimonio

Se parte de la idea de una conciencia que es fuerza motriz integradora del aprendizaje. En este sentido, en un primer bloque, Héctor Sevilla se apoya en entrevistas realizadas a la mejicana Ana María González, así como en sus obras, para explicar todo lo relacionado con una educación holística, para ofrecer, también, una síntesis de sus aportaciones al pensamiento educativo y transpersonal en Iberoamérica.

El fundamento de esta educación holística se encuentra en la concepción del ser humano como un ser que incluye aspectos multidimensionales que merecen ser analizados desde una visión de conjunto y que lo involucran en una comprensión transpersonal de lo humano y su integración en una globalidad que lo trasciende e integra.

En esta senda, cambiar la forma de concebir a Dios representa un escalón fundamental en el camino de una educación holística; a Dios se lo piensa como lo Absoluto, la totalidad, el Vacío que Todo lo contiene, el Todo y la Nada, la Unidad en la Multiplicidad. En pocas palabras, en una concepción dentro de lo que encierra la filosofía de lo transpersonal.

Finalmente y cerrando este apartado, se ofrece como testimonio el producido por los artistas, mostrando que su expresión a través del arte es también una modalidad de vivencia espiritual. Desde luego, el arte ofrece variadas manifestaciones, pero Héctor Sevilla opta aquí por el arte producido por los escritores, con consideraciones a las fuentes originarias de su labor y la motivación que los conduce a buscar una estética del lenguaje.

Teniendo en cuenta que el arte es una vía de exposición del misterio, el autor profundiza en la relación del oficio de escritor con lo transpersonal: “cuando el pensador y el artista, o ambos en uno solo, se conjugan para percibir lo sublime en la belleza, se convierten en testimonio de su asombro tras superar la insensibilidad mediante su perspectiva holística”.

A modo de colofón

A lo largo de toda la obra, son muchos los párrafos del autor que supondrían un broche a su ensayo. Quizás este no sea el mejor a juicio de otros lectores, pero no cabe dudar de su intensidad y su reflejo de parte de su pensamiento: “El asombro ante lo absoluto no permite el confort de las viejas perspectivas, nos conduce a reconocer la condición mortal de lo humano y el advenimiento de algo diferente tras esta existencia, aun sin saber de manera exacta de qué se trata. En el terreno de lo transpersonal, incluso la nada es algo a lo que podemos unirnos para establecernos en una dimensión diversa tras emigrar del mundo”.

Concluyendo

La aportación de Héctor Sevilla al mundo de lo transpersonal en esta obra es muy importante. El libro está muy bien construido y, aun cuando cabría una lectura independiente de cada una de sus partes, el mantener la ordenación que le ha dado ayudará mucho a su comprensión.

Desde luego, no se trata de una lectura ligera. La profundidad de los mensajes que encierra merece que sea lenta, reposada, acompañada de la reflexión; merece, incluso, la relectura de muchos de sus pasajes, sin que ello sea garantía de captar todos los matices que el autor nos abre con generosidad.

Si bien la bibliografía que recoge en las últimas páginas es amplia, sin ser excesiva, las citas dentro del texto son más reducidas, lo que no redunda en desdoro de la obra; todo lo contrario: permite profundizar en los sentidos y orientaciones de los autores citados. Wilber, Teilhard de Chardin, Eckart, Spinoza, Maimónides, … son pensadores que encontraremos con frecuencia, aproximándonos, de la mano de Héctor Sevilla, a sus postulados, acompañados siempre de documentados análisis del autor.

Estas palabras de Héctor Sevilla dentro del texto nos pueden ayudar a adoptar la mejor disposición para acometer la lectura de esta su obra: “la gran filosofía y la gran literatura también necesitan de un gran lector que sea capaz de captar el mensaje e incluso muestre la osadía de recrearlo a partir de lo que interpreta por sí mismo”. Dicho queda.

Índice

Desmenuzando el asombroso

Parte I. Pasión
1. Sentir el pathos divino

Parte II. Cognición
2. Aceptar que no se conoce a Dios
3. Suspender el juicio

Parte III. Contemplación
4. Contemplar la vacuidad
5. Concebir el espíritu

Parte IV. Conexión
6. Recobrar la empatía

Parte V. Testimonio
7. Educar en el holismo
8. Expresar a través del arte

El fruto del asombro

Bibliografía




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16/01/2022 Comentarios

Reseñas

Genes. Escribiendo el guión de la vida Juan Antonio Martínez de la Fe , 19/12/2021
Genes. Escribiendo el guión de la vida
Ficha Técnica

Título: Genes. Escribiendo el guión de la vida
Coordinador: Adrián Villalba Felipe
Edita: Guadalmazán, Córdoba, 2021
Colección: Divulgación Científica
Ilustraciones: Cirenia Arias Bladrich
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 390
ISBN: 978-84-17547-62-2
Precio: 21,95 euros


“Hablar del último medio siglo es hablar de la revolución de la ingeniería genética”. Esta es la primera línea de un interesantísimo libro que bascula entre el rigor científico y la accesibilidad a conocimientos más propios de especialistas, en este caso, del mundo de la genética.

Su propósito es propagar conocimiento; intenta acercar distintos aspectos de la genética a un gran público. Tratándose de una publicación coral, en la que intervienen hasta quince científicos que se afanan en divulgar sus conocimientos. Desde luego, es un esfuerzo muy meritorio; aunque con posibles logros diferentes, puesto que, inevitablemente, hacen uso de una terminología que, pese a ser muy recurrente en medios de comunicación, no siempre es fácilmente abarcable si no se poseen unos conocimientos, si quiera muy básicos, de biología. Aun así, lo ameno de las propuestas que hacen los autores consigue que se pueda seguir su hilo argumental y acercarse a lo esencial de su mensaje; al menos, en lo que se refiere a las consecuencias que se siguen de sus proposiciones.

La biología

La biología ha tenido como tres grandes hitos que la han revolucionado: 1. La teoría de la evolución, de Darwin, en el siglo XIX. 2. Dilucidar la estructura y mecanismo de la replicación de la información genética, a mediados del siglo XX. Y 3. Descubrir el diseño animal y los procesos básicos de su regulación, desde finales del siglo XX hasta el 2000 y continúa al día de hoy.

Este desarrollo tiene sus aplicaciones prácticas. Una de ellas, es disponer de la capacidad para trazar la cadena de contagios de un microorganismo patógeno; es decir: unas personas enferman y se precisa determinar si tienen un nexo infectivo común, algo que suena muy cercano con la pandemia del corona virus que padecemos. Usando la genética aplicada a ese microorganismo, se dispone de una información extra para averiguarlo. Aplicable a la epidemiología, una disciplina enfocada a la prevención y que estudia la propia enfermedad dentro de la población, determinando cómo se distribuye y qué factores pueden influir en su incidencia.

Domesticar plantas y animales

Capítulo sumamente interesante es el dedicado a los transgénicos, algo que se viene produciendo en la humanidad desde que comenzó la domesticación de alimentos y animales, controlando su reproducción, teniendo en cuenta, además, que hay transgénicos naturales. No se esconde que no siempre los productos manipulados genéticamente cuentan con un alto grado de aceptación; es un tema muy debatido, aportándose pros y contras sobre ellos. Pero, en el fondo, hay que plantearse una pregunta: ¿son buenos los transgénicos? Depende. No se puede generalizar sino que cada uno de ellos ha de sufrir un proceso de evaluación. Desde luego, la lectura de este apartado del libro ayuda y mucho a comprender el fenómeno y a orientar cualquier decisión.

Y hablando de domesticación, ¿qué decir de nuestras mascotas, de nuestros animales cercanos? El más próximo, el mejor amigo del hombre, el perro tiene su historia de adaptación a la sociedad; pero también su proceso en otros animales encuentra hueco en las páginas de este libro. Y, por supuesto, habla también de nuestra “domesticación”, es decir, cómo nos hemos domesticado unos a otros por medio de la selección social.

Hora es de detenerse en el homo sapiens. “El individuo que nace de la unión de un óvulo y espermatozoide hereda una combinación de genes completamente única, algo importante desde el punto de vista evolutivo porque introduce nuevas combinaciones en cada generación”. Así las cosas, la genética ha permitido conocer la vida sexual de nuestros ancestros y ha reescrito nuestra evolución como especie. Así, podemos saber que no somos productos híbridos, aun habiéndose cruzado los primeros homo sapiens con neandertales, denisovanos y otros grupos a los que aún ni siquiera se les ha podido poner un nombre.

Resucitar el pasado

Parque Jurásico es el título de una película que ha batido récords; y que ha abierto un espectacular interrogante en la sociedad. ¿Existe la posibilidad de traer a nuestros días animales que existieron hace cientos o miles de años? El autor de este capítulo nos habla de cuatro métodos que se pueden utilizar para la desextinción, término que usa para denominar este proceso. El primero es el de la cría selectiva o retrocruzamiento de lo doméstico a lo salvaje; es decir: “cruzar ejemplares que presenten características similares a los que queremos recuperar y durante generaciones ir reproduciendo esos ejemplares que los presentan hasta recuperar un individuo (o individuos) lo más parecido a la especie desaparecida”. El producto de esta transformación podrá parecerse a la especie extinta, pero probablemente no lo sea a nivel genético.

Otro sistema sería el de la clonación. Presenta el problema de que el ADN tiene fecha de caducidad, pues se degradaría tras casi siete millones de años, por lo que no se podría clonar especies anteriores al pleistoceno. También se podría proceder a la desextinción mediante la generación de genomas sintéticos, aunque se trata de un sistema que, debido a su enorme dificultad con los medios actuales, no se está planteando hacerlo seriamente.

Pero el cuarto método, el de la edición genétic mediante la técnica CRISPR, según el cual se podría reescribir genomas ya existentes de especies emparentadas a las que se les puede ir sustituyendo secuencias enteras de ADN hasta llegar a la especie desaparecida.

La cuestión importantísima a tener en cuenta es que no solamente es el material genético y la secuencia de ADN la que determina un ser vivo; hay otra serie de cuestiones que influyen también en el desarrollo y que no son tan fáciles de conocer y controlar. Por ejemplo, la microbiota original, los parásitos de las especies desaparecidas o cómo les podría afectar a seres devueltos a los días de hoy las condiciones actuales de vida.

De quimeras

Pasemos a otro asunto. Cada individuo es el resultado de la información genética que hereda de sus progenitores. Pero se da el caso de que, en el desarrollo temprano de los embriones, cuando aún están formados por unas pocas células, se pueden fusionar entre ellos, es decir, dos cigotos distintos que iban a originar dos individuos, se han convertido en un solo organismo, un solo individuo, al que se denomina quimera. Este libro que se comenta, contiene un gran número de ejemplos clarificadores que nos hacen caer en la cuenta de este fenómeno en circunstancias que nos parecen normales, como, por ejemplo, un animal que presenta colores diferentes. Y, aunque parezca algo retorcido, se puede conseguir una quimera en laboratorio, aunque nunca con seres humanos, lo que plantearía un serio problema ético.

“La generación de quimeras humanas con otras especies más allá del nivel embrionario supone un muro ético considerable. ¿Qué tipo de consideración debe tener un animal quimérico con células humanas?”

Destino celular

Con los avances en la genética, asistimos al resurgimiento de un cierto determinismo genético, según el cual, se nos abriría la puerta a conocer el destino que cada uno podríamos llegar a sufrir, conociendo en detalle la secuencia del genoma. Pero la naturaleza volvió a sorprendernos. No está todo escrito en los genes y hay muchas oportunidades de cambiar el destino celular. De esto trata el capítulo dedicado a la epigenética, un proceso de regulación de la expresión génica que ha de afectar a la función de los genes sin alterar la secuencia del ADN y de manera heredable post-mitóticamente.

Curiosamente, contamos con genes que son saltarines, que escapan del genoma. En él, en nuestro genoma, hay fragmentos que se repiten con asiduidad, de manera que se encuentren con tanta frecuencia que la inmensa mayoría de nuestro ADN serían repeticiones.

Sale a relucir el término transposón, que es un fragmento de ADN que se encuentra en el genoma de un ser vivo y que tiene la capacidad de realizar copias de sí mismo en otro lugar de su propio genoma. ¿Cómo se traduce esto a nuestra vida? “Si un elemento móvil se introduce en el interior de un gen puede afectar a la fabricación de la proteína asociada a este. Esto puede dar lugar al inicio de un tumor o, más comúnmente, a una mala evolución de un cáncer previo”. Desde luego, el descubrimiento de los elementos genéticos móviles nos ha ayudado a explicar su implicación en distintas enfermedades y cómo afectan al desarrollo de tumores. Un campo que aún tiene mucho terreno por explorar.

Patrimonio genético

La película Gattaca abrió una ventana a la posibilidad de modificar a la carta el patrimonio genético de un embrión para evitar que tuviera las enfermedades o defectos estéticos indeseados; en aquel momento de su estreno, pocos científicos pensaban en su verosimilitud. El panorama ha cambiado hoy: con el desarrollo del sistema CRISPR nadie duda de que algo así sería posible, aunque, evidentemente, chocaría con cuestiones éticas y de buena praxis en investigación.

Y si un capítulo puede llamar poderosamente nuestra atención es el dedicado a las terapias a la carta o la genética como base de la medicina personalizada, algo que hoy es ya algo más que un deseo, una realidad. Desde luego, destaca la importancia de un diagnóstico genético, para poder abordar luego los ejemplos que se aportan: cáncer de mama, melanoma o enfermedades raras. Con la terapia genética existe la posibilidad de realizar modificaciones en un gen “dañado” y que le impide generar la proteína que no es capaz de cumplir sus funciones correctamente, procediendo a una patología severa. El objetivo es, pues, intentar reparar ese gen dañado para corregir sus anomalías funcionales.

Los problemas éticos y de deontología investigadora en temas tan sensibles se pusieron de manifiesto en el caso del doctor He Jiankui, que, según manifestaba, había engendrado mediante técnicas de biotecnología a dos seres humanos resistentes al virus del SIDA. En este libro, se comenta los cuatro puntos conflictivos en el trabajo del doctor He: el concepto de editar genéticamente a seres humanos, la enfermedad que pretendía prevenir, el gen que editó para ello y la técnica que decidió seguir.

Es lógico preguntarse si las elecciones de este doctor chino fueron arriesgadas; y, seguidamente, si es necesariamente malo. Para poder dar una respuesta habría que entender la diferencia entre dos ramas de la ética: la ética aplicada o bioética, y la ética normativa.

Seres superiores

Por supuesto, aquí no se puede obviar el concepto tan en boga del transhumanismo, una serie de movimientos que defienden el uso de la tecnología para mejorar a nuestra especie. En cualquier caso, a día de hoy no hay una respuesta clara y unívoca desde la ética; lo que provoca el nacimiento de la corriente que aboga por aproximarse a estos problemas desde lo que se conoce como ética situacional. A lo que hay que añadir que, aunque a veces lo olvidemos, lo cierto es que ya vivimos en un mundo donde los humanos editados genéticamente ya existen.

Otro peligro nos acecha. Con los medios tan avanzados al alcance de la mano, en teoría, cualquiera desde su casa podría intentar modificar su ADN para adquirir una serie de características deseadas, lo que se conoce como biohacking. Existe la idea de que cada persona ha de ser libre de hacer lo que quiera con su cuerpo, a lo que se puede responder si alguien es totalmente libre si no dispone de toda la información necesaria para tomar una buena decisión.

De lo que, al parecer, no hay ninguna duda es de que “algún día, no sabemos si en 2052 o más tarde, acabaremos modificando los genes de los seres humanos ya nacidos, y no solo de zigotos” por lo que resulta evidente que la ciencia, de ninguna manera, puede separarse de la política, la filosofía o la sociología.

¿Sería conveniente que pudiésemos disponer de un DNI genómico? Desde luego, hay empresas encargadas de recopilar información genética de las personas para poder venderla a otras a las que pudiera interesar. Por ejemplo: a una compañía privada de seguros de salud le vendría muy bien conocer a qué enfermedades estará sometido un solicitante de póliza, a fin de saber si lo acepta o no como cliente. O se puede imaginar que, al acudir a una entidad que se preocupa de encontrar parejas, se pueda segmentar a aquellas con las que se podría tener descendencia libre de determinadas enfermedades o características. Lo que resulta evidente es que esa información que facilitamos tan despreocupadamente tiene un valor económico. Y que es imprescindible disponer de una legislación adecuada a estas nuevas situaciones. En el libro, se ofrecen una serie de recomendaciones muy a tener en cuenta.

Hacia las raíces del árbol de la vida

¿A quién no le ha interesado en algún momento componer su árbol genealógico? Con la herramienta del ADN podemos ir descendiendo en el árbol de la vida, quizás hasta poder llegar a sus orígenes. En Genes encontramos un capítulo dedicado a la búsqueda del antepasado común de los organismos que alguna vez han habitado la tierra.

“Nosotros y cada uno de los organismos que nos rodean guardamos en nuestro ADN el reflejo de toda la historia evolutiva que nos ha traído hasta aquí”. Y la hipotética especie que ocupaba el lugar más alto (o más bajo, según se mire) del tronco común del árbol de la vida antes de que comenzara a ramificarse fue denominada LUCA, acrónimo de Last Universal Common Ancestor. Aquí cobran especial importancia los virus, que son ampliamente tratados en el capítulo correspondiente de este libro.

Una interesante cuestión es si podría haber moléculas genéticas diferentes del ADN y el ARN. Es probable que el ARN sea anterior al ADN, pero ello no da base para designarlo, al ARN, como el primer material genético. Y, dando un paso más, podemos plantearnos si pueden existir seres vivos fuera de nuestro planeta, a lo que el autor de este capítulo nos responde que es muy probable que exista una ingente cantidad de lugares donde puede haber surgido o quizás surja en el futuro. Desde luego, parafraseando a Carl Sagan, “si estamos solos en el Universo sin duda sería un terrible desperdicio de espacio”.

Concluyendo

Nos encontramos ante un libro de enorme utilidad. Cuando tanto se habla de virus, de mutaciones, de ARNm, de ADN, … este ensayo coral se erige como una muy útil herramienta para poder comprender mucho de lo se nos habla. Y muchas cosas más.

Porque responde a un sinfín de preguntas que nos hacemos en la vida diaria. Por ejemplo: ¿debemos tener tanto miedo a los productos transgénicos?, ¿qué se esconde detrás de tanta diatriba?; ¿cómo ha sido el proceso para que nuestro perro, tan fiel y cariñoso, abandonara su estatus de animal salvaje para convivir en nuestro hogar?; ¿en qué nos parecemos a nuestros parientes evolutivos más cercanos?; ¿qué conservamos y qué transmitimos con nuestros genes?; ¿sería posible que un dinosaurio u otra especie ya extinta volviera a transitar por nuestra tierra?; ¿puede la medicina actual, mediante la intervención genética, abortar el proceso de una dolencia que hemos heredado o podemos heredar de nuestros progenitores?; ¿existen leyes y normas éticas que nos protejan de manipulaciones indeseadas?; ¿puede haber ADN más allá de nuestro planeta?

Como se ve, las respuestas a estos interrogantes que se nos dan en Genes actúan como un poderoso incentivo para acercarnos a sus páginas. Y podemos hacerlo sin temor; el lenguaje científico, inevitable en muchas ocasiones, se hace sumamente asequible gracias a la pericia divulgadora de los autores encargados de la redacción de cada uno de los quince capítulos que contiene la obra, que cuenta, además, con un glosario de términos incluido en las páginas finales del libro. Pero es que, además de su lenguaje cercano, la abundancia de ejemplos prácticos aproxima mucho más el texto, haciéndolo no solo ameno, sino, también, sugerente y atractivo.

Quizás, eso sí, el esfuerzo de los autores sería estéril si no encontrara en el posible lector un mínimo nivel de formación. No se trata de una novela, sino de una obra rigurosamente científica con un gran esfuerzo de divulgación que ha de caer, necesariamente, en un terreno previamente abonado.

Índice

Prefacio, por Adrián Villalba
Prólogo, por Gemma Marfany

1. Conocerse a uno mismo era esto, por Óscar Huertas Rosales

2. Epidemiología genómica, por Paula Ruiz Hueso

3. Quien siembra transgénicos, recoge novedades, por Rosa Porcel

4. Hay un amigo en mí: cómo domesticamos a nuestras mascotas, por Pedro Morell Miranda

5. b[El devenir de Homo Sapiens: una muñeca rusa genómica]b, por Alex Richter-Boix

6. Buscando en el baúl de los recuerdos: recuperando especies extintas, por Víctor García Tagua

7. Uno para todos y todos para uno: hablando de quimeras, por Adrián Villalba Felipe

8. Epigenética: moviendo los hilos de la doble hélice, por Carlos Romá Mateo

9. Genes saltarines: los escapistas del genoma, por Guillermo Peris Ripollés

10. La tecnología del ADN: de lo bello a lo práctico, por Isabel López Calderón

11. ¿Terapias a la carta? La genética como base de la medicina personalizada, por Conchi Lillo

12. Cuando el futuro nos alcanzó, por Ignacio Crespo Pita

13. Biohackin y genética DIY, por Ana J. Cáceres

14. Un DNI genómico, por Sara Robisco Cavite

15. En busca del ADN: un viaje en el tiempo y el espacio, por Carlos Briones

Lecturas recomendadas
Bibliografía
Glosario
Nota biográfica de los autores














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19/12/2021 Comentarios

Reseñas

Simone Weil: el silencio de Dios Juan Antonio Martínez de la Fe , 27/09/2021
Simone Weil: el silencio de Dios
Ficha Técnica

Título: Simone Weil: el silencio de Dios
Autor: Josep Otón Catalán
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2021
Colección: Fragmentos
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 220
ISBN: 978-84-17796-52-5
Precio: 18 euros

“Simone Weil (París, 3 de febrero de 1909-,Ashford 24 de agosto de 1943) fue una filósofa, activista política y mística francesa. Formó parte de la Columna Durruti durante la Guerra Civil española y perteneció a la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Dejó abundantes escritos filosóficos, políticos y místicos, incentivados por su publicación tras su muerte en 1943 a causa de tuberculosis. Albert Camus la describió como «el único gran espíritu de nuestro tiempo»”. Este breve texto introductorio es lo que nos encontramos si accedemos en Google para informarnos acerca del personaje sobre el que gira esta obra de Josep Otón, una muy breve cita para una persona tan ampliamente conocida.

Una obra que profundiza, y de manera extraordinaria, en una figura tan polifacéticamente destacada como es Simone Weil. En un capítulo introductorio, el autor contextualiza la experiencia espiritual de Weil, a partir de la pregunta por el silencio de Dios; luego, Otón nos ofrece un esbozo de las coordenadas biográficas en las que se desarrolla su experiencia, así como el marco temporal en el que se inscribe la redacción del texto de Prologue, que sirve de base para el desarrollo de este trabajo. Seguidamente, se abordan dos temas trascendentales en Weil: su encuentro con la Trascendencia y las claves para captar el sentido de la ausencia de Dios: encuentro y ausencia conforman una dialéctica a la que Otón intenta dar unas respuestas como conclusión a su ensayo. Finalmente, y no menos importante, en un epílogo trata de la repercusión del pensamiento weiliano en el panorama religioso de la posmodernidad.

Simone Weil

Siendo judía, los horrores de Auschwitz y de la guerra no podían dejar indiferente a casi nadie y menos aún a Simone Weil. Ella habla con autoridad por dos motivos fundamentales: su trayectoria vital está inmersa en el contexto de la II Guerra Mundial, por un lado y, por otro, su reflexión sobre el hecho religioso fundamentado en una profunda experiencia personal.

No habla, pues, ella desde una especulación teórica, sino de su experiencia de la realidad, una experiencia tanto religiosa como atea, pues vivió ambas circunstancias. Ante la injusticia y el silencio de Dios que la consiente, se ve obligada a plantearse quién es ese Dios y cómo es, un Dios que no deja de estar presente aunque sea a través de su ausencia.

Simone Weil, a menudo, es considerada como una de las grandes místicas del siglo XX. Otón nos acerca a su biografía para exponer en qué consistió su experiencia de lo sagrado, que tanto impacto tuvo en su trayectoria vital, más que intentar sistematizar la metafísica de lo trascendente en Weil. Para ello, se centra en un texto críptico, sugerente y provocador, conocido con el título de Prologue, cuyo análisis permite desvelar algunos rasgos fundamentales de la relación entre el ser humano y el misterio.

Ya se ha hecho alusión a la dialéctica en Simone Weil; pues bien: este Prologue refleja la contradicción que impregna todo su recorrido vital, puesto que describe dos experiencias contrapuestas: un encuentro y una ausencia; se trata de un texto que puede interpretarse como una metáfora de la vida espiritual, como una interpretación místico-religiosa.

El encuentro

En buena lógica, Otón comienza por el encuentro, una descripción de una experiencia íntima de Weil. Ya sabemos que “encuentro” tiene más de una acepción; así, por ejemplo, puede aludir al descubrimiento de algo oculto; pero también a la reunión de personas; y, en este segundo sentido, parece situarse lo expresado por Simone Weil, fruto de una iniciativa divina, no de una decidida voluntad suya.

Evidentemente, no se puede sustraer a la problemática que se presenta a todo mísitico: la de traducir una experiencia con fuerte carga subjetiva a un lenguaje asequible a quien lo lee o escucha. Para Weil, tales hechos extraordinarios son plenamente compatibles con la concepción científica del mundo: si lo excepcional, lo milagroso, provoca un conflicto entre la ciencia y la religión, es que el problema está mal planteado.

El autor desarrolla extensamente el acercamiento de esta singular mística al cristianismo y, más concretamente, al catolicismo, del que permaneció en el umbral, reacia a aceptar sus dogmas renunciando a su búsqueda de la verdad. En cualquier caso, lo que la impactó de esta religión es su capacidad para dotar de significado al sufrimiento y a la miseria, elementos que la afectaban profundamente impulsando su actividad política, activista y social.

Es interesante, dentro del encuentro, la idea weiliana del amor; considera la existencia de un amor implícito, por el cual el hombre ama a Dios sin saberlo y consiste en un período de preparación al amor explícito, en el que el ser humano se hace consciente de la presencia divina. Ejemplos de amor implícito serían las prácticas religiosas, la belleza del mundo, la caridad con el prójimo y la amistad, asuntos todos bien desarrollados por el autor. En definitiva, se trataría de expresiones indirectas que permiten intuir la orientación del ser humano hacia el Bien.

Ya en el encuentro del amor explícito, Otón describe la experiencia interior de Weil, cuyo proceso ha suscitado todo tipo de comentarios e interpretaciones por parte de especialistas en diversas disciplinas como, por ejemplo, la psiquiatría. Nos dice el autor: “Con una mirada nueva se descubre cómo cualquier circunstancia de la vida puede convertirse en el escenario del encuentro con lo Trascendente. Entonces, la creación se revela como un puente que permite acceder al Creador. Esta fue la experiencia de Simone Weil y así lo atestiguan sus escritos”.

La ausencia

Tras el encuentro, tras esa experiencia mística, Simone Weil se enfrenta al gran misterio, el de la ausencia de Dios, el problema del mal. Ya nos advierte Otón de que, en la interpretación del Prologue, un primer factor a tener en cuenta son los altibajos de la vida que hacen cuestionar la existencia de Dios o pensar en su abandono. Una ausencia que, en el fondo, supone una crisis.

En los planteamientos weilianos, Dios no es un concepto susceptible de ser analizado; muy al contrario: es una realidad viva, muy desconcertante, que la arranca de sus seguridades. Hasta el punto de que se cuestiona sobre la autenticidad de su encuentro, dudando si realmente Dios deseaba estar con ella. Es entonces cuando la experiencia vital deviene desesperante ya que, en vez de aportar seguridad, manifiesta la sumisión de la realidad al imperio del azar, lejos de toda lógica y de todo sentido.

El autor analiza con detalle las consecuencias de estas situaciones en su actitud frente a los totalitarismos e, incluso, frente a los dogmas de la Iglesia Católica, en cuyos umbrales se desplaza sin integrarse, y a los que considera como expresión del Misterio de Dios y, por tanto, una manera de acceder a lo Inefable. Es muy interesante el estudio que hace el autor sobre la filosofía de la historia de Simone Weil, pues permite aclarar algunas cuestiones relativas a la ausencia de Dios.

Reconocía que las formulaciones religiosas podían ser un obstáculo para acercarse a la Divinidad en aquellas personas que habían tenido una mala experiencia con la Iglesia; pero no lo eran para ella, que proponía un camino alternativo: reconocer a Dios a través de la belleza del mundo, pese a que la realidad del sufrimiento personal y colectivo hace dudar del sentido de la creación, de la dirección de la historia y del acierto del Creador.

De lo que no cabe duda es el del influjo de los componentes psicológicos de la personalidad de Weil en su concepción de la desdicha. Es más que probable que no sea totalmente objetiva a la hora de analizar el sufrimiento, porque su idiosincrasia, tan particular, mediatiza su percepción de esta realidad.

Ya se ha aludido a la dialéctica que se da en Simone Weil. “Relata de una manera impactante su encuentro con Dios, sin ocultar su descontento al sentirse abanadonada por Él”. Cabe preguntarse por qué la filósofa no regresó a su situación previa de no creencia o de agnosticismo. A este respecto, escribe el autor: “No se refugia de la ausencia de Dios en la supuesta racionalidad de la increencia. Algo la impele a mantenerse fiel a su experiencia. En lugar de renunciar a la fe, la reformula. Opta por vivir la ausencia desde una perspectiva religiosa y entra en sintonía con la gran tradición de los místicos de las diversas religiones que han sufrido la noche espiritual”.

Apunta Otón sobre este particular que conviene reflexionar sobre el papel del azar en el pensamiento de Simone Weil, para lo que procede analizar su interpretación de las teorías evolucionistas. Para ella, azar no es sinónimo de caos o de irracionalidad; se trata, simplemente, de reconocer que el número de variables que intervienen en un hecho es tal que nadie puede calcular el resultado final exacto. El autor, aquí, profundiza en la concepción weiliana de la historia y de la realidad social.

Procesos en Weil

En Weil se da un proceso de discernimiento, en el que la soledad motivada por la ausencia de Dios permite el autoconocimiento. También, un proceso de revelación, porque esa ausencia se traduce en un tiempo propicio para comprender y asimilar la revelación, la experiencia mística, recibida: no se trata tanto de una ocultación de Dios, sino, más bien, de una manifestación de los límites del ser humano para captar el alcance de la experiencia del encuentro con la divinidad. También es un proceso místico en el que nadie puede constatar cuáles son las relaciones entre el ser humano y Dios, si no es por la transformación provocada por el encuentro con Él. Por último, como resalta el autor, se trata así mismo de un proceso pascual, porque, dentro de las relaciones entre Dios y el ser humano, la más grande es el amor; Él se esconde para que el hombre avance en su vocación de participar en la naturaleza divina de una manera libre, consciente y responsable.

Es inmejorable la descripción que de estos procesos hace Otón: “La dialéctica espiritual de Simone Weil, marcada por la experiencia de encuentro y ausencia de Dios, de manifestación y ocultación, de unión y separación, remite a la experiencia pascual de muerte y resurrección en la que el abandono de Dios no es el fin -el final- de la historia sino la revelación de un nuevo fin -de una nueva finalidad- de la historia más allá de las fronteras temporales del mundo”.

Mistagogía

Mistagogía. Una expresión que usa el autor para describir las pretensiones de Weil revelando su propia experiencia mística. No es propio de ella dejarse llevar por un exhibicionismo soberbio; solo pretende dar testimonio de lo que ha vivido, consciente de su inmenso valor a pesar de las deficiencias personales. Su espiritualidad presenta el silencio de Dios como un espacio reservado para un encuentro de mayor calado que el debate conceptual. La gran verdad que la eximia filósofa descubrió es que, pese a su extrema vulnerabilidad, es amada por Alguien.

Y así, ante el misterioso silencio de Dios ante el problema del mal, no opta por inclinarse hacia el ateísmo o el no-teísmo, pero, muy consecuente con sus postulados, tampoco ofrece soluciones ingenuas. No ver a Dios no significa que no esté; probablemente, el hombre no es capaz de percibir su sutil presencia. Lo que da pie a profundizar en la ética de la vulnerabilidad de Weil: en vez de ponernos a salvo de nuestra vulnerabilidad, nos enseña a convivir con ella.

Esta cita de Josep Otón cierra prácticamente su magnífico ensayo sobre Simone Weil: “En un mundo posmoderno, heredero del eclipse de Dios, aparece la figura de esta mujer que, moldeada por la experiencia de encuentro y de ausencia de Dios, es capaz de vislumbrar los destellos divinos dispersos por doquier. Es una mistagoga que enseña a reconocer la presencia oculta del Absoluto en un mundo que Dios parece haber abandonado”.

Concluyendo

Las líneas que preceden hacen hincapié en dos aspectos fundamentales de esta obra: el encuentro místico de Weil con Dios y su silencio, su ausencia, ante el problema del mal. Una manera de invitar a la lectura de esta estupenda obra de Josep Otón. Pero, evidentemente, partiendo de esta paradoja, encuentro y ausencia, el libro profundiza, de manera extraordinaria, en otros muchos aspectos de la filosofía, el activismo o la religiosidad de Simone Weil.

Este estudio cuenta con una muy clara metodología expositiva que ayuda sobremanera a la comprensión de sus contenidos, sustentada, además, por una asequible expresión didáctica, facilitadora de la lectura. No en vano, esta filósofa fue el centro de la tesis doctoral del autor.

Quien se acerque a este libro, encontrará en él un compendio de la experiencia vital de Weil y una guía para poder aproximarse a la lectura directa de su amplia obra.

Índice

Presentación

I. El silencio de Dios

II. Simone Weil: mística y revolución

III. Encuentro
1. Una experiencia mística
2. Los contactos con el catolicismo
3. ¿Una búsqueda implícita?
4. Formas de amor implícito
a. Formas religiosas de amor implícito
La música sacra
La recitación de textos religiosos
Los dogmas
La diversidad religiosas
b. Formas no religiosas de amor implícito
La belleza del mundo
El amor al prójimo
La amistad
5. La experiencia interior
6. Una perspectiva bíblica

IV. Ausencia
1. El abandono divino
2. Las formas religiosas como obstáculo
3. Una filosofía de la historia
a. La idolatría de la historia
b. Tiempo y eternidad
c. El pensamiento de Berdiaev
d. El espejismo del progreso
4. La desdicha

V. Un proceso dialéctico
1. Un proceso abierto
2. Un proceso de discernimiento
3. Un proceso de revelación
4. Un proceso místico
5. Un proceso pascual

VI. Una mistagogía
1. Los cisnes de Grimm
2. La atención
3. Fragilidad, violencia y verdad
4. Una ética de la vulnerabilidad

Epílogo


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27/09/2021 Comentarios

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