SEGURIDAD Y DEFENSA: Manuel Sánchez Gómez-Merelo




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España, gran apagón. Seguridad, resiliencia y civismo


El pasado 28 de abril, a las 12:33 horas, en España se produjo un gran apagón como nunca se había registrado antes. En medio de este caos, y aún con notables carencias, la solvencia de los equipos de emergencia (especialmente eficientes en infraestructuras críticas), los servicios de seguridad y el civismo ciudadano evitaron que se multiplicaran las situaciones de peligro. El apagón de este abril de 2025 en España, no es presuntamente solo un incidente técnico, es un aviso sobre la vulnerabilidad de nuestras sociedades hiperconectadas, y sobre la necesidad de repensar y repasar de manera permanente la gestión del funcionamiento de nuestras infraestructuras críticas y esenciales.
En sólo 5 segundos, desapareció el 60% de la generación eléctrica y, según dicen los técnicos: “Fue una oscilación muy fuerte en los flujos de potencia de las redes, una desconexión del resto del sistema eléctrico europeo, y esta desconexión llevó al colapso del sistema eléctrico”.


30/04/2025

MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO

España, gran apagón. Seguridad, resiliencia y civismo, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo
 

Un apagón generalizado que sumió durante varias horas la vida de 60 millones de personas en un mundo caótico, sin luz eléctrica, ni Internet ni teléfonos móviles, ni todos los otros elementos vitales dependientes de la electricidad. Se había producido un “cero energético nacional”, y miles de personas se vieron atrapadas en ascensores, atascos, coches, trenes o estaciones, afectando a hospitales, aeropuertos, redes de transporte y hasta supermercados, bloqueando cajeros y sistemas de pago, lo que creó una situación sin precedentes.
 

Seguridad e Infraestructuras Críticas
 

Cada apagón energético de cualquier tipo pone en riesgo no solo el bienestar de los ciudadanos, sus escuelas, sus trayectos y sus hogares, sino las infraestructuras críticas y servicios básicos imprescindibles.
 

España dispone de un sistema eléctrico robusto y moderno, con suficientes cortafuegos para anticipar un apagón de estas dimensiones, pero todas las infraestructuras críticas aumentan su vulnerabilidad cuando se produce un corte de luz.
 

Las infraestructuras críticas y, principalmente, la electricidad, el agua, el transporte, las comunicaciones y la sanidad son el soporte esencial sobre el que se construye la vida contemporánea. Su interrupción, aunque sea por unas horas, el ciudadano la registra como una amenaza, lo que revela hasta qué punto dependemos de sistemas complejos.
 

España, gran apagón. Seguridad, resiliencia y civismo, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo
 

Cuando la electricidad se apaga, no solo se detienen los trenes y los semáforos, sino que se generan situaciones de inseguridad, se colapsa el comercio, se interrumpen las transacciones financieras, se suspenden cirugías y tratamientos médicos, se pierden las comunicaciones y la información deja de fluir.
 

En situaciones de crisis, la percepción ciudadana de abandono y ansiedad se multiplica. La falta de información clara y puntual, la incertidumbre sobre la duración de la incidencia y la ausencia de respuestas rápidas por parte de las instituciones pueden generar una angustia profunda.
 

Los planes de contingencia deben contemplar desde la disponibilidad de generadores y sistemas de respaldo, hasta los protocolos específicos de comunicación y coordinación entre administraciones, organizaciones y ciudadanía. La deseable resiliencia, como “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos” (RAE), viene alimentada de antemano por la provisión de la tecnología adecuada y suficiente para asegurar la respuesta de cualquier sistema complejo, además de una impecable organización dentro de una cultura de seguridad preventiva consolidada.
 

España ha afrontado su mayor prueba de fuego en el día del apagón, con transportes, hospitales, comunicaciones, comercios y colegios en situación de colapso y emergencia, que, al ser elementos vitales de nuestro sistema social, merecen que destaquemos aquí su excelente respuesta.
 

Hospitales y servicios sanitarios. Uno de los sectores más sensibles ante los cortes de electricidad es el sanitario. Los hospitales en España activaron sus planes y protocolos de emergencia y contingencia para garantizar la atención crítica en situaciones extremas, así como la continuidad asistencial.
 

La activación de los Planes de Autoprotección Hospitalaria y de los protocolos específicos frente a cortes de suministro permitieron una respuesta coordinada en todo el sistema de salud. Todos los hospitales cuentan con generadores de emergencia, pero su capacidad es limitada y dependen de un abastecimiento constante de combustible. Un apagón prolongado puede llegar a comprometer equipos de soporte vital, afectando a la atención a pacientes críticos, aunque siempre se prioriza.
 

El apagón masivo en España ha dejado patente que la resiliencia hospitalaria no es una casualidad, sino fruto de la preparación continua, la mejora en este tipo de infraestructuras esenciales y la eficacia en la gestión de crisis de los equipos sanitarios, pese a sus carencias.
 

España, gran apagón. Seguridad, resiliencia y civismo, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo
 

Gracias al rápido funcionamiento de los generadores de emergencia y a la impecable coordinación de los equipos médicos, de mantenimiento y de emergencias, los hospitales españoles han logrado mantener la atención sanitaria en uno de los días más complicados de los últimos años.
 

Comunicaciones. Gestión de crisis y resiliencia. La conectividad depende casi por completo de la electricidad. En caso de apagón, las redes de telefonía móvil, internet y televisión pueden caer, dificultando el acceso a información vital y complicando la coordinación de emergencias. Los centros de datos de empresas e instituciones públicas tienen sistemas de respaldo, pero no todos están dotados de sistemas para cortes prolongados.
 

La gestión de la crisis, pese a la falta de recursos para este tipo de incidencia, ha sido la adecuada y el trabajo del personal técnico y de las autoridades eficaz, con una resiliencia y agilidad en la recuperación de la normalidad que ha hecho posible una noche sin incidentes de seguridad ni vandalismo.
 

Análisis, consecuencias y acciones
 

Con independencia de los casos de gravedad que irán conociéndose, las incomodidades e incertidumbres vividas no dan cuenta de, las importantes consecuencias que habrá que afrontar cuando todo pase, como lo son: las pérdidas millonarias en el corte de las actividades básicas habituales (transporte, comercios, comunicaciones, etc.); colapso temporal de redes móviles, gestión del tráfico; problemas en hospitales que tuvieron que activar generadores de emergencia y servicios complementarios de atención, caídas de servicios online, etc.
 

España, gran apagón. Seguridad, resiliencia y civismo, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo
 

Hay que tener en cuenta las graves consecuencias que este apagón pese a ser sólo de un día, ha causado principalmente a:
 

Transporte, con colapso del tráfico en las ciudades, por el fallo de los semáforos; parálisis de los servicios ferroviarios y del transporte suburbano: gasolineras que no podían suministrar combustible; vehículos eléctricos que no podían cargar sus baterías.
 

Telecomunicaciones, con interrupción en el funcionamiento de los ordenadores, Internet, redes wifi, telefonía, televisión, etc.
 

Comercio, con imposibilidad de pagar con el sistema electrónico, sin poder conseguir dinero efectivo de los cajeros automáticos, comercios que tuvieron que suspender sus actividades productivas y laborales, etc., dificultando la provisión de suministros y utensilios que los usuarios afectados (o sus temores) urgían.
 

Servicios públicos, con insuficientes policías para regular el tráfico, miles de personas atrapadas en los túneles del metro o en trenes parados por todo el país, servicios de bomberos saturados al tener que rescatar a muchas personas atrapadas en los ascensores, etc.
 

La versión provisional de las autoridades habla de descartar un ciberataque y se apunta a una “serie de fallos encadenados en la red de distribución” como: caída puntual en un nodo importante, sobrecarga de líneas alternativas y fallo de sistemas automáticos de recuperación pero, también es cierto que ataques como el sufrido en Ucrania en 2015 demostraron que tumbar la electricidad de un país es una estrategia real en ataques o conflictos.
 

España, gran apagón. Seguridad, resiliencia y civismo, por Manuel Sánchez Gómez-Merelo
 

Y, aunque lo importante es que, hasta donde sabemos ahora, no se han producido incidentes causantes de inseguridad, es recomendable revisar la implementación de nuevos planes de contingencia y resiliencia energética.
 

Igualmente, dentro del panorama general en el que fluimos, no sin dificultades, hemos de recordar que, en España, en menos de un lustro, hemos vivido una pandemia mundial y su confinamiento; una tormenta de nieve persistente (“Filomena”); una Dana devastadora y dos conflictos o guerras no tan lejanas, con enormes repercusiones globales, económicas y sociales.
 

En este sentido, yendo un poco más allá de los escenarios de ficción posibles, hemos escuchado la recomendación de la Comisión Europea que ha instado a los ciudadanos a disponer de un kit de emergencia (agua, medicamentos, conservas, un hornillo, una radio a baterías, etc.) ante las potenciales amenazas bélicas, climáticas, naturales o de otro tipo.
 

El apagón de este abril de 2025 en España, no es presuntamente solo un incidente técnico, es un aviso sobre la vulnerabilidad de nuestras sociedades hiperconectadas, y sobre la necesidad de repensar y repasar de manera permanente la gestión del funcionamiento de nuestras infraestructuras críticas y esenciales.
 

Este fenómeno no es algo común, y por lo tanto, no debemos descartar ninguna teoría, pues se trata de un evento anormal que requiere de una investigación exhaustiva para entender y explicar sus causas.
 

El Consejo de Seguridad Nacional, reunido varias veces, ha comunicado que España está superando las incidencias y consecuencias gracias a los servicios públicos y privados. El civismo del país funciona con normalidad y se mantiene el nivel de emergencia establecido.
 

En conclusión, ahora deberíamos de realizar una auditoría completa de los sistemas eléctricos y de control, mejorar la protección contra ciberamenazas en infraestructuras críticas, implementar sistemas inteligentes de predicción de fallos y crear nuevos protocolos de respuesta y recuperación en caso de apagones.
 

Para el Gobierno es prioritario el análisis del sistema de la Red Eléctrica Nacional a fin de conocer qué circunstancias coincidieron para que pudiera darse esta inusual caída y dar respuesta a sus consecuencias y responsabilidades, así como reforzar el sistema eléctrico nacional.
 

El gran apagón ibérico, a pesar de su magnitud histórica, está demostrando que la preparación, la inversión en infraestructuras robustas y la coordinación eficaz entre operadores y la cultura de seguridad preventiva de los ciudadanos, son factores decisivos para minimizar el impacto de este tipo de crisis.


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Editado por
MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO
Eduardo Martínez de la Fe
MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO, es consultor internacional de seguridad, arquitecto técnico y periodista. Completa esta formación con diversos cursos de postgrado en las áreas de seguridad pública y privada, defensa comunicaciones.

Dedicado por más de 30 años a la Consultoría e Ingeniería de Seguridad y Defensa por más de 20 países como asesor para asuntos aeroportuarios, puertos, cárceles hospitales, entidades bancarias, museos, transporte ferroviario, servicios de Correos y puertos.

Es socio fundador y presidente para Europa de la Federación Mundial de Seguridad (WSF), Director para Europa de la Secretaría Iberoamericana de Seguridad, Asesor gubernamental en materia de integración operativa de seguridad pública y privada en diversos países latinoamericanos.

Como experiencia académica es profesor de postgrado en ICADE (Universidad Pontificia Comillas de Madrid) desde 1986, codirector de postgrado en la Facultad de Psicología (Universidad Complutense de Madrid) y director del Curso de Seguridad en Infraestructuras Críticas del Instituto General Gutierrez Mellado de la UNED, así como conferenciante habitual y profesor en más de 20 países sobre Seguridad y Defensa.

Su representación institucional es principalmente como Miembro Experto de la Comisión Mixta de Seguridad del Ministerio del Interior, Director para Europa de la Federación Panamericana de Seguridad (FEPASEP), representante “ad honores” de la Federación de Empresas de Seguridad del MERCOSUR (FESESUR), asesor del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para asuntos de Seguridad Ciudadana y Observatorio de Delincuencia en Panamá, socio fundador y de honor del Observatorio de Seguridad Integral en Hospitales (OSICH), socio fundador y vicepresidente de la Asociación para la Protección de Infraestructuras Críticas (APIC)

Autor y director de la BIBLIOTECA DE SEGURIDAD, editorial de Manuales de Proyectos, Organización y Gestión de Seguridad

Actualmente es presidente y director del Grupo de Estudios Técnicos (GET), socio-senior partner de TEMI GROUP Consultoría Internacional y socio-director de CIRCULO de INTELIGENCIA consultora especializada.