Las tendencias clave que definen la evolución y cambio en 2025 son principalmente:
- Automatización operativa, mediante IA para reducir tiempos de gestión y respuesta.
- Integración física y lógica, que elimina espacios de riesgo entre la seguridad patrimonial y la ciberseguridad.
- Sensorización IoT, que amplía la capacidad de monitorización, gestión y eficacia en tiempo real.
- Arquitecturas avanzadas de ciberseguridad, como base para una seguridad global, integral e integrada.
- Servicios remotos 24/7, con gestión integral y en la nube.
- Nuevos enfoques en privacidad y cumplimiento normativo, ante un creciente tratamiento y protección de datos.
Como Plan Estratégico y Operativo 2025-2026 para instituciones y empresas, antes de adoptar nuevas plataformas de gestión y tecnologías de seguridad, las organizaciones deberían seguir estas recomendaciones:
- Identificar y evaluar riesgos específicos según el sector, criticidad de activos y exposición a amenazas.
- Seleccionar soluciones integrables entre sistemas físicos y lógicos para lograr una visión unificada de seguridad global.
- Invertir en capacitación y formación especializada, minimizando riesgos de perfiles indebidos y potenciando la personalización.
- Cumplir estrictamente con normativas de protección de datos, privacidad y ciberseguridad.
- Analizar los aspectos diferenciales y sectoriales, principalmente en el ámbito de infraestructuras esenciales, críticas y estratégicas.
- Ejecutar pilotos escalables, evaluando eficacia real antes de un despliegue global.

Este análisis y evaluación ayudará a centrar los objetivos y maximizar el retorno de inversión y la eficiencia de la gestión operativa en la adopción de tecnologías emergentes.
Las tendencias 2026 en las tecnologías en seguridad se redefinen sobre las bases de inteligencia, integración y gestión global.
El sector e industria de la seguridad y su integración física y lógica, está pasando por una transformación silenciosa pero profunda. Ya no se trata solo de prevenir delitos o proteger personas, activos e instalaciones, los objetivos actuales se centran en anticipar, analizar, gestionar y responder eficazmente con la ayuda de tecnologías que combinan inteligencia artificial, biometría, IoT y análisis predictivo.
Estos nuevos paradigmas vienen estableciendo un punto de inflexión donde la seguridad deja de ser un conjunto de dispositivos para convertirse en un ecosistema vivo, inteligente, conectado y sostenible, donde la información y la comunicación son la clave.
A continuación, las seis principales tendencias que marcarán este nuevo paradigma.
- Biometría avanzada. La seguridad que identifica a las personas mediante el reconocimiento facial, del iris del ojo o de la voz, pasará a ser el estándar de autenticación más confiable. Impulsada por la inteligencia artificial. Esta tecnología ofrece una identificación instantánea, precisa y sin contraseñas, ideal tanto para entornos corporativos como residenciales. Pero el desafío va más allá de la tecnología: implica también una nueva ética del dato con el manejo responsable de la información biométrica que será tan importante como la precisión del reconocimiento, en un contexto global de regulación estricta en materia de privacidad.

- Inteligencia Artificial y analítica de video. Pasando del monitoreo a la predicción mediante la inteligencia artificial aplicada a la seguridad que ya no solo observa, sino que identifica, interpreta y predice. Los sistemas de video analítico pueden detectar comportamientos inusuales —una persona que deambula fuera de horario, un objeto abandonado, un movimiento anómalo— y activar alertas automáticas sin intervención humana. El salto será la detección proactiva, es decir, la capacidad de los sistemas de adelantarse a un posible incidente mediante análisis de patrones y contexto. Según estudios internacionales, más del 60% de las organizaciones planean invertir en IA aplicada a seguridad en los próximos dos años.
- IoT aplicada a la seguridad. El Internet de las Cosas (IoT) se ha convertido en la columna vertebral de la seguridad actual. Sensores interconectados —de movimiento, humo, temperatura o apertura— se comunican en tiempo real con sistemas de alarma y plataformas en la nube, fusionando la protección física y la digital. En 2026, esta integración será total y un mismo sistema podrá activar una alarma, enviar una notificación al teléfono del usuario, cerrar una válvula de gas y avisar al servicio técnico si detecta una anomalía. La conectividad inteligente permitirá no solo proteger, sino optimizar el uso de energía y recursos de control y gestión.
- Control de acceso predictivo y biométrico. Los nuevos sistemas de acceso combinarán biometría, analítica de comportamiento y algoritmos predictivos para anticipar y gestionar patrones de movimiento. Este enfoque, ya adoptado por grandes corporaciones, se expandirá a oficinas, consorcios y centros logísticos y comerciales, ofreciendo seguridad sin fricción, interoperabilidad entre sedes y trazabilidad total convirtiéndose en una herramienta de gestión integral, no solo de seguridad.
- Protección de infraestructuras críticas. El incremento de los ataques a infraestructuras esenciales -energía, hospitales, transporte, agua, telecomunicaciones- convierte en prioridad la necesidad de una mayor protección integral e integrada de la seguridad de estos entornos que dependen de la convergencia entre lo físico y lo digital: cámaras, sensores ambientales, firewalls y redes OT que deben funcionar como una sola capa de protección y defensa, más allá del cumplimiento normativo. Esta integración también es relevante para instalaciones privadas de gran escala, como parques industriales o centros comerciales.
- Seguridad laboral inteligente. La aplicación de tecnología para proteger a las personas es también tendencia para la seguridad de los trabajadores. La combinación de sensores inteligentes, equipos de protección personal con telemetría y sistemas de alerta en tiempo real, permitirán prevenir accidentes y responder de forma inmediata ante incidencias o emergencias. En industrias, hospitales o grandes edificios, los sensores detectarán humo, gases o variaciones térmicas, movimientos anómalos y emitirán notificaciones automáticas a los responsables de seguridad o servicios médicos.
Estamos ante una seguridad, no solo más inteligente, sino más humana y ética. La inteligencia artificial, la biometría o el IoT no reemplazan al profesional de seguridad, lo potencian, ofreciéndole herramientas para prevenir, anticipar, decidir y actuar mejor. Estamos frente a una nueva era en la que las tecnologías de seguridad serán predictivas, sostenibles y profundamente conectada con la vida y las actividades cotidianas.
La seguridad privada en España entra en 2026 marcada por un contexto de transformación acelerada, donde convergen la digitalización, la automatización y la integración entre seguridad física y ciberseguridad. Las organizaciones, desde las infraestructuras críticas hasta empresas de servicios y comercio, afrontan un escenario de riesgos crecientes donde las amenazas evolucionan con rapidez y exigen soluciones tecnológicas más inteligentes, predictivas y conectadas.
En conjunto, las organizaciones deben equilibrar inversión y retorno estratégico, priorizando tecnologías que aumenten la resiliencia, reduzcan vulnerabilidades y mejoren la capacidad de respuesta ante incidentes, mientras planifican la incorporación progresiva de soluciones emergentes que serán críticas en los próximos años.
A modo de resumen
La videovigilancia inteligente con IA, los sensores IoT, las arquitecturas avanzadas de ciberseguridad, la seguridad híbrida y la analítica predictiva se posicionan como las tecnologías de máxima prioridad, al ofrecer una protección integral, detección temprana de amenazas, automatización y una mejora significativa en la eficiencia operativa.
De forma complementaria, el control biométrico de accesos y los sensores térmicos o especiales aportan valor en entornos críticos, con una prioridad media-alta por su coste e infraestructura necesaria.
La ciberseguridad post-cuántica y las redes avanzadas (5G/6G), aunque aún en fase de adopción temprana, representan inversiones estratégicas de medio plazo para anticipar amenazas futuras.
El balance de 2025 indica que la seguridad privada en España está en un punto de madurez suficiente para incorporar soluciones basadas en IA, integración y monitorización avanzada. Las empresas deben planificar sus inversiones priorizando tecnologías con impacto inmediato en protección, detección temprana y resiliencia operativa, sin perder de vista herramientas emergentes que serán críticas ante futuras amenazas -especialmente en el ámbito cuántico y la hiperconectividad.
La clave para 2025-2026 será combinar innovación tecnológica con una gestión inteligente del riesgo, la formación especializada del personal y el cumplimiento normativo, asegurando que la tecnología no solo se implemente, sino que se explote y gestione de forma efectiva y estratégica.
La seguridad privada entre 2025 y 2026 seguirá evolucionando hacia modelos altamente integrados, predictivos y automatizados. Las empresas que equilibren adecuadamente inversión, beneficio estratégico y madurez tecnológica estarán mejor preparadas para afrontar riesgos presentes y futuros. Planificar también la adopción de tecnologías emergentes será clave para garantizar la resiliencia y continuidad operativa en un entorno cada vez más exigente.
La evolución del ecosistema de seguridad en 2025-2026