Reseñas
La era de la incertidumbre
Juan Antonio Martínez de la Fe , 04/04/2024
Ficha Técnica
Título: La era de la incertidumbre
Autor: Josep M. Català Domènech
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2023
Colección: Fragmentos
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 354
ISBN: 978-84-17796-95-2
Precio: 23 euros
Parece incontrovertido que asistimos a un momento de la historia de la humanidad que se presenta, cuando menos, como desconcertante. Descubrimientos de las diferentes ramas de la ciencia, novedosos planteamientos de la filosofía para tratar de entender lo que nace, inquietantes hechos que perturban una cuasi paz a la que nos habíamos acostumbrado. Una palabra, quizás, pudiera sintetizar toda esta realidad o, quizás, todas estas realidades: incertidumbre.
Ante ella surgen, qué duda cabe, múltiples y variadas formas de enfrentarla. Y una de ellas, muy bien razonada, además, es la que nos ofrece Josep M. Català Domènech en este libro que comentamos: La era de la incertidumbre.
¿Es arriesgado abordar en un texto tanta carencia de certezas? Quizás, pero se puede salir muy airoso del intento, como ocurre en esta ocasión. Desde la Introducción, el autor nos muestra todas sus cautelas a la hora de enfrentarse al desafío; lo que pretende es querer poner orden a una sensación personal de desconcierto, la búsqueda de un remedio contra la angustia provocada por la falta de una visión clara, nítida, de lo que ocurre.
No pretende, por tanto, Català decirnos lo que debemos pensar, no; lo que pretende, más bien, es decírselo a sí mismo. Busca ensayar un remedio contra la angustia que provoca el hecho de que “todas las certezas se estén tambaleando o hayan sido convertidas ya en ruinas”. En definitiva, dejar constancia de un proceso de pensamiento que acarrea más dudas que certezas.
Para ello se introduce en tres terrenos, no exclusivos, pero sí muy destacados, como son la propia humanidad, la sexualidad y la verdad. Temas sobre los que la realidad actual nos conduce a la contradicción de tener que pensar de manera diferente, pero, eso sí, con los mismos instrumentos que venimos utilizando hasta hoy.
Son, pues, tres los escenarios en los que el autor se detiene en el texto y que son como posibles futuros en los que se desenvuelve esta era de incertidumbre: el poshumanismo, el posfeminismo y la posverdad. En ellos profundizan las páginas del libro.
Desde luego, estos tres ámbitos se hallan intrínsicamente conectados entre sí porque “todos ellos expresan el declive del humanismo y ponen de relieve la bancarrota de determinadas esencias, ya sean las relativas al concepto de ser humano, al binarismo sexual o a las verdades absolutas”. Y, más adelante, de manera rotunda: “Para dejarlo claro: en el terreno del poshumanismo, el posfeminismo y la posverdad se plantean gran parte de los retos del pensamiento contemporáneo”.
En definitiva, este ensayo procura articular partes que, en principio, son muy diversas pero que se combinan entre sí, penetrándose unas a otras forjando un tejido complejo, aunque no definitivo, que pretende intuir ese futuro que, desde diversos ángulos, se está construyendo.
Tras esta más que interesante y necesaria Introducción, aborda el autor el primer capítulo de la obra: Noticias del fin del mundo. Tiempo, existencia e incertidumbre.
Complejidad
Parte de la premisa de que el pensamiento humano se encuentra actualmente en una encrucijada, algo que no es novedoso en el devenir de la humanidad, pero que hoy adquiere un matiz cargado de dramatismo, porque se ve cercado por el incremento de la complejidad de lo real y la creciente aceleración de los acontecimientos que forman esta realidad cambiante.
Distingue el autor los momentos de inflexión que detecta: primero, la aparición de la imprenta y, ya en el XIX, la aparición de la electricidad; hoy es la digitalización. Todos ellos tienen un denominador común: si previamente fueron acontecimientos impensables, finalmente lograron no solo modificar el pensamiento sobre ellos, sino que alteraron, alteran y cambian, incluso, la forma de pensar. Actualmente, la digitalización “apenas si empieza a ser comprendida y a modificar nuestras estructuras mentales”.
Este imaginario social se caracteriza por un desorbitado optimismo, basado en el impulso de la ciencia positivista, y por la aparición de los signos de una creciente desesperanza. Lo que no impide que, en este período de transición, la sociedad continúe viviendo en el pasado, pese a que todo esté cambiando en ella.
Así ocurre que aún vivimos dependiendo del paradigma eléctrico instaurado a finales del XIX, aunque nos hallemos penetrando en un ámbito orgánico. Si trazáramos una línea de progresión, podríamos observar una progresión que va desde el sujeto a la tecnología y de esta a la biología: “nada de las anteriores etapas ha desaparecido, sino que ha sido transformado por lo que ha venido después”, en un ascendente progreso en complejidad; así, “el sujeto actual es el producto de la conjunción del sujeto humanista del Renacimiento más la creciente sofisticación tecnológica, y ahora apunta hacia una conformación biológica, es decir, hacia una comprensión biológica del ser humano y su subjetividad”. Se pasa, así, de una centralidad del sujeto a la de la tecnología y, de esta, a una materialidad vitalista, de manera que la tecnología se humaniza.
Bajo esta perspectiva, cualquier fenómeno social, político, físico, químico, biológico, psicológico, etc., se puede contemplar desde la perspectiva de la complejidad: los nuevos problemas requieren nuevas formas de pensamiento, dejando atrás las certidumbres en que nos habíamos apoyado.
Lo que nos conduce a una tremenda realidad: dudar de la verdad es asomarse al abismo. Hay quien considera que la verdad es la realidad, pero lo que ocurre es que esta realidad, considerada como un conjunto de ámbitos ontológicos relacionados, puede contemplarse como un sistema.
¿Dónde localizamos hoy la verdad? Actualmente, está centrada en el discurso científico y en las instituciones que lo producen, sin caer en la cuenta de que, precisamente por pretender ser el reducto último de la verdad y ofrecer garantías de ello, dejan ver su vulnerabilidad, puesto que se recurre a ellas para sostener posturas ideológicas de todo tipo.
“El político acude al científico para obtener pruebas de la bondad y necesidad de sus actuaciones, pero también el científico acude al político en busca de financiación y de regulaciones que se ajusten a sus descubrimientos”. Es evidente que, cuando apelamos a la verdad, queremos decir muchas cosas. “En el mundo contemporáneo, ir en busca de la verdad no significa seguir un camino de perfección, sino una forma de cubrir las imperfecciones”.
Es evidente que no es la ciencia en sí lo que está en disputa, no; lo es el entramado en el que se halla inmerso hoy en día el trabajo científico, que conduce a una serie de conflictos de intereses de todo tipo. Y si la ciencia es la garante de la verdad, resulta que esta, la verdad, deviene en un negocio que produce el beneficio de ocultar la mentira, que es donde se encuentra el verdadero negocio.
En este bloque de su ensayo, aborda el autor estos asuntos aquí esbozados y lo hace de una manera más amplia y profunda, tocando vocablos tan de actualidad como el de la posverdad.
Políticamente correcto
El feminismo, género-sexo, sexualidad líquida, … Son términos a los que nos hemos acostumbrado por su frecuente presencia en cualquier medio de comunicación o red social. Al tema dedica Català unas páginas, en la línea de su planteamiento general de la obra.
Habla de lo políticamente correcto y advierte de que hoy corremos el peligro, como sociedad, de que el aumento de la sensibilidad moral desemboque en un detrimento de nuestra perspicacia, llegando, incluso, a volvernos menos inteligentes.
Se adhiere al pensamiento de que es necesario corregir la carencia de sensibilidad social y el machismo, la xenofobia o el racismo; esto es indiscutible. Pero sugiere, en una línea transversal que recorre todo su ensayo, que también es imprescindible no hacerlo desde la intolerancia.
Hace notar el autor, refiriéndose a los términos “género” y “sexo”, que el primero arranca desde la biología, dejando atrás al segundo; pasa luego a la sociología, al entender que es algo construido y determinado por roles sociales; y, de esta, penetra en la psicología, donde se convierte en una cuestión identitaria que no tiene otro fundamento que la propia percepción o sentimiento.
Tras esta incursión, necesaria, sobre la cuestión de género y sexo, xenofobia o racismo, Català retorna al hilo de su exposición girando acerca de la ciencia y su papel.
Ciencia
Considera que a la sociedad se le pide que ajuste todas sus ideas y forma de pensar a lo que dicta la ciencia; es como si, fuera de ella, nada pudiera existir. Pero ocurre que la realidad cambia a mayor velocidad de lo que la ciencia puede permitirse; lo que lleva a aceptar la oportunidad de un pensamiento alternativo, capaz de unir pasado, presente y futuro.
No se trata de dudar sobre la validez de la ciencia, no; lo que ocurre es que dicha validez es solo parcial, como también ocurre con la filosofía. Por lo que aquel pensamiento especulativo ofrece la posibilidad de unos modelos posibles de la realidad que ensanchen el alcance de la visión científica. Porque lo cierto es que la ciencia no piensa, no es su función, pero sí es pensada por el marco conceptual en el que se inscribe siempre su labor y que suele pasar desapercibido al científico y al ámbito de la ciencia también.
El autor reconoce no ser especialista en algunos de estos temas, por lo que recurre a cavilar sobre ellos, lanzando hipótesis sobre un posible cambio de paradigma futuro y, partiendo de sus características generales, reflexionar sobre lo que considera equivocado en el conocimiento actual.
Al científico no se le puede pedir que avance acontecimientos; no es esa su labor. No trabaja con el presente, sino con el pasado, por lo que corresponde al pensador la tarea de teorizar sobre el futuro. Ni siquiera al filósofo, que también mira al pasado, encontrando en el ensayista a quien es más libre y se encuentra en mejores condiciones para especular.
Sin embargo, el progreso ha devenido en un mito que considera que los avances científicos no necesitan justificación, ya que su sola existencia valida su pertinencia.
Se suele considerar progreso la superación del ser humano por la vía de mecanizarlo; para el autor, esta idea es interesante como ejercicio especulativo, pero no la considera necesaria.
Ya en este terreno, entra en juego la ética. Si todo cambia, parece que lo lógico sería que también ella, la ética, lo haga. Sin embargo, advierte de que “una estrategia del capitalismo y de sus apologetas, es pretender que todo debe cambiar, la ética incluida, para amoldarse al ritmo y los requisitos de ese sistema”. Es evidente que un deseable desarrollo tecnológico no tiene necesariamente que ser a costa de la humanidad que lo ha impulsado; quizás es el momento de plantearse si el desarrollo así entendido no se le ha ido de las manos: “no cabe duda de que es mucho más complicado pensar en la alianza del ser humano y las máquinas que en la superación del ser humano por las máquinas”.
El reto, por supuesto, consiste en asimilar la tecnología, sí, pero manteniéndola a raya; y eso pese a que el mundo contemporáneo, que se corresponde con un capitalismo salvaje, bregue en la otra dirección.
Posverdad
Ya el quinto capítulo de la obra lleva su mensaje desde el mismo título: Días extraños: miedo, pandemias y formas de vida.
En efecto: vivimos unos particulares días en los que la pandemia recién padecida ha desembocado en diversas formas de vida. Este tema de la pandemia aparecerá recurrentemente en la obra hasta su final.
Asistimos hoy a la creación de comisiones varias en diferentes instituciones para analizar los casos de corrupción nacidos en el seno de la pandemia, a lo que el autor apostilla: “Sin embargo, lo cierto es que el juego de intereses que mueve la realidad contemporánea ha sobrepasado la fase de corrupción, no porque esta haya desaparecido, sino porque hay fenómenos que la superan”.
Los medios de comunicación nos apabullaban a diario con estadísticas varias, ofrecidas por autoridades e instituciones, para confirmar su política de actuación; no en vano son las estadísticas una de las formas más efectivas de controlar la realidad, “de convertirla en un material manipulable, anulando en ella cualquier factor azaroso”.
Sin embargo, la experiencia parece indicar que, a mayor número de datos disponibles, más difícil es llegar a conclusiones acertadas. De lo que no cabe duda es de que, en el caso de la política sanitaria, por ejemplo, se percibió una red de interacciones políticas, sociales y económicas capaces de transformar el conjunto de la sociedad. Una red que se forma y deforma constantemente a través del movimiento circulatorio, dentro de ella, del dinero, las ideas y el poder.
La cuestión que se plantea seguidamente es la de ver cómo comunicar lo que supuestamente se conoce al resto de la sociedad. Entran en juego aquí la publicidad y la propaganda: la primera es una técnica de persuasión, mientras que la segunda opera mediante técnicas de desinformación.
Una de las maneras de esconder los fines espurios es apelar a una autoridad para corroborar los mensajes; actualmente, sin autoridades trascendentes, el recurso más eficaz es recurrir a la ciencia. ¿Y qué ocurre? “La sociedad en general pone en suspenso su sentido crítico y se somete al principio de la supuesta autoridad moral de los gobiernos o de la indiscutible objetividad de la ciencia y la eficacia de los expertos”, insistimos, poniendo en suspenso el sentido crítico.
Si alguien ejercita su derecho a la crítica a las disposiciones que vienen de estas instituciones, pasa a ser un disidente, con lo que basta con adjetivarlo para que quede encerrado conceptualmente.
Piensa el autor que no hemos asimilado convenientemente el papel de la publicidad en el mundo contemporáneo, perdiendo de vista que ella, la publicidad, tiene en su naturaleza manejar mensajes que son, a la vez, verdad y mentira: la verdad se convierte fácilmente en mentira y esta en verdad. Es decir, que, en la sociedad actual, el poder, en cualquiera de sus niveles, está en disposición de mentir diciendo la verdad y de decir la verdad mintiendo.
Entra, finalmente, Català, en el último capítulo de su ensayo que bascula, fundamentalmente sobre la reciente pandemia de covid y la vibrante polémica en torno al uso de las vacunas.
Fue frecuente escuchar, desde casi todos los medios, la palabra conspiranoico, adjetivo aplicado a cualquier disidente de la línea oficial; sin embargo, pensar que las instancias de poder actúan de forma angelical, que siempre se atienen a una irreprochable conducta democrática y desinteresada, podría ser equivalente a algún tipo de patología. Y recalca: “a la ciencia le ha ido tan bien en este mundo que todo dios sabe que tiene demasiados intereses como para ser honrada. Ha servido tan bien al poder que nadie ya espera de ella que sirva además a la verdad”; perspectiva algo pesimista, aunque no carente de fundamento.
En este saco entran también las llamadas agencias encargadas de desenmascarar las noticias falsas y bulos, ya que, a juicio del autor, su labor de denuncia se dirige solamente a las noticias alternativas, rara vez a la desinformación o la propaganda que provienen de los gobiernos occidentales o las grandes corporaciones.
Y concluye: “Una vez más comprobamos cómo la apelación a la verdad sirve para censurar el pensamiento crítico. Hay que desconfiar siempre de quienes hablan en nombre de la verdad”.
Concluyendo
Esta obra pone el dedo en la llaga y apunta certeramente a la complejidad del mundo que habitamos. Nuestra sociedad se encuentra ya alejada de aquellas fuentes de certeza basadas en la autoridad de ilustres personajes o de ideas que trascendían la realidad terrenal.
Estando, como estamos, necesitados de certidumbres que aseguren nuestro paso, nuestro marco relacional, el paradigma de nuestra vida, hemos vuelto los ojos hacia otras fuentes de certezas: el progreso, las instituciones o la ciencia.
Instalados ya en esta realidad que nos ofrece seguridad, optamos por no cuestionar sus fundamentos, ya que, hacerlo, nos puede incluir en el grupo de díscolos, disidentes o conspiranoicos. No conviene dudar de los conceptos que emanan de autoridades apoyadas en datos, en ciencias, en expertos.
Sin embargo, el autor nos invita a no renunciar al espíritu crítico, a cuestionar los planteamientos que nos son ofrecidos, no movidos por el ánimo estéril de rebatirlos por rebatirlos, sino con el objetivo de analizar sus relaciones políticas, económica o sociales y darles el suficiente grado de objetividad y sensatez que nos sea posible.
Josep M. Català Domènech siembra esta semilla, tan necesaria, a lo largo de este extenso ensayo, escrito con enorme claridad, proximidad y respeto, que lo convierten en una obra de muy recomendable lectura en esta era de la incertidumbre.
Índice
Introducción
I. NOTICIAS DEL FIN DEL MUNDO. TIEMPO, EXISTENCIA E INCERTIDUMBRE
1. Polaridades infinitas
2. Antiguos y modernos
3. Modos de existir
4. Realidades imaginarias
5. Después de la inteligencia
6. El fin de la certidumbre
7. El sujeto especulativo
II. ENSAYO GENERAL DE UN CRIMEN. CIENCIA, VERDAD Y CORAJE
1. La verdad sobre la verdad
2. La verdad y sus disfraces
3. ¿Quién teme a la posverdad?
4. La verdad sobre las noticias falsas
5. Verdad y autoridad
6. Ciencia sin conciencia
7. La verdad del falsario
III. SEXO Y CONOCIMIENTO. GÉNERO, NEOLIBERALISMO E IMAGINACIÓN
1. El sexo de los posmodernos
2. Retórica y verdad
3. La revolución del género
4. Sexo y subjetividad
5. Formas de exclusión
6. Las fantasías de lo real
7. Lo normal y lo patológico
IV. LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA HUMANIDAD. CÍBORGS, VIRUS Y MUTANTES
1. La saga de los muertos vivientes
2. Una realidad vírica
3. Especulación y pensamiento
4. Los delirios del progreso
5. Tecnoética para principiantes
6. La realidad hecha añicos
7. Realidades tecnológicas
V. DÍAS EXTRAÑOS. MIEDOS, PANDEMIAS Y FORMAS DE VIDA
1. Formas del apocalipsis cotidiano
2. La China entre nosotros
3. El discreto encanto de las estadísticas
4. La vacunación como auto sacramental
5. Redes que la razón ignora
VI. LA MENTIRA-VERDAD. INFORMACIÓN, DESINFORMACIÓN Y PROPAGANDA
1. Publicidad y propaganda
2. El “terraplanismo” y la patafísica cotidiana
3. La ineludible sinceridad de Dios
4. La publicidad como forma simbólica
5. La doble contabilidad ontológica
6. No es lo que parece
VII. EL DELIRIO NECESARIO. PARANOIA, CONSPIRACIÓN Y PODER
1. La conspiración de las teorías
2. El saber conspirativo
3. Entre el pensamiento único y el único pensamiento
4. Los magos de Oz
5. El nuevo Frankenstein
6. El fármaco paranoico
7. Paisaje después de la batalla
8. La perversión comunicativa
A modo de conclusión provisional
Bibliografía
Título: La era de la incertidumbre
Autor: Josep M. Català Domènech
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2023
Colección: Fragmentos
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 354
ISBN: 978-84-17796-95-2
Precio: 23 euros
Parece incontrovertido que asistimos a un momento de la historia de la humanidad que se presenta, cuando menos, como desconcertante. Descubrimientos de las diferentes ramas de la ciencia, novedosos planteamientos de la filosofía para tratar de entender lo que nace, inquietantes hechos que perturban una cuasi paz a la que nos habíamos acostumbrado. Una palabra, quizás, pudiera sintetizar toda esta realidad o, quizás, todas estas realidades: incertidumbre.
Ante ella surgen, qué duda cabe, múltiples y variadas formas de enfrentarla. Y una de ellas, muy bien razonada, además, es la que nos ofrece Josep M. Català Domènech en este libro que comentamos: La era de la incertidumbre.
¿Es arriesgado abordar en un texto tanta carencia de certezas? Quizás, pero se puede salir muy airoso del intento, como ocurre en esta ocasión. Desde la Introducción, el autor nos muestra todas sus cautelas a la hora de enfrentarse al desafío; lo que pretende es querer poner orden a una sensación personal de desconcierto, la búsqueda de un remedio contra la angustia provocada por la falta de una visión clara, nítida, de lo que ocurre.
No pretende, por tanto, Català decirnos lo que debemos pensar, no; lo que pretende, más bien, es decírselo a sí mismo. Busca ensayar un remedio contra la angustia que provoca el hecho de que “todas las certezas se estén tambaleando o hayan sido convertidas ya en ruinas”. En definitiva, dejar constancia de un proceso de pensamiento que acarrea más dudas que certezas.
Para ello se introduce en tres terrenos, no exclusivos, pero sí muy destacados, como son la propia humanidad, la sexualidad y la verdad. Temas sobre los que la realidad actual nos conduce a la contradicción de tener que pensar de manera diferente, pero, eso sí, con los mismos instrumentos que venimos utilizando hasta hoy.
Son, pues, tres los escenarios en los que el autor se detiene en el texto y que son como posibles futuros en los que se desenvuelve esta era de incertidumbre: el poshumanismo, el posfeminismo y la posverdad. En ellos profundizan las páginas del libro.
Desde luego, estos tres ámbitos se hallan intrínsicamente conectados entre sí porque “todos ellos expresan el declive del humanismo y ponen de relieve la bancarrota de determinadas esencias, ya sean las relativas al concepto de ser humano, al binarismo sexual o a las verdades absolutas”. Y, más adelante, de manera rotunda: “Para dejarlo claro: en el terreno del poshumanismo, el posfeminismo y la posverdad se plantean gran parte de los retos del pensamiento contemporáneo”.
En definitiva, este ensayo procura articular partes que, en principio, son muy diversas pero que se combinan entre sí, penetrándose unas a otras forjando un tejido complejo, aunque no definitivo, que pretende intuir ese futuro que, desde diversos ángulos, se está construyendo.
Tras esta más que interesante y necesaria Introducción, aborda el autor el primer capítulo de la obra: Noticias del fin del mundo. Tiempo, existencia e incertidumbre.
Complejidad
Parte de la premisa de que el pensamiento humano se encuentra actualmente en una encrucijada, algo que no es novedoso en el devenir de la humanidad, pero que hoy adquiere un matiz cargado de dramatismo, porque se ve cercado por el incremento de la complejidad de lo real y la creciente aceleración de los acontecimientos que forman esta realidad cambiante.
Distingue el autor los momentos de inflexión que detecta: primero, la aparición de la imprenta y, ya en el XIX, la aparición de la electricidad; hoy es la digitalización. Todos ellos tienen un denominador común: si previamente fueron acontecimientos impensables, finalmente lograron no solo modificar el pensamiento sobre ellos, sino que alteraron, alteran y cambian, incluso, la forma de pensar. Actualmente, la digitalización “apenas si empieza a ser comprendida y a modificar nuestras estructuras mentales”.
Este imaginario social se caracteriza por un desorbitado optimismo, basado en el impulso de la ciencia positivista, y por la aparición de los signos de una creciente desesperanza. Lo que no impide que, en este período de transición, la sociedad continúe viviendo en el pasado, pese a que todo esté cambiando en ella.
Así ocurre que aún vivimos dependiendo del paradigma eléctrico instaurado a finales del XIX, aunque nos hallemos penetrando en un ámbito orgánico. Si trazáramos una línea de progresión, podríamos observar una progresión que va desde el sujeto a la tecnología y de esta a la biología: “nada de las anteriores etapas ha desaparecido, sino que ha sido transformado por lo que ha venido después”, en un ascendente progreso en complejidad; así, “el sujeto actual es el producto de la conjunción del sujeto humanista del Renacimiento más la creciente sofisticación tecnológica, y ahora apunta hacia una conformación biológica, es decir, hacia una comprensión biológica del ser humano y su subjetividad”. Se pasa, así, de una centralidad del sujeto a la de la tecnología y, de esta, a una materialidad vitalista, de manera que la tecnología se humaniza.
Bajo esta perspectiva, cualquier fenómeno social, político, físico, químico, biológico, psicológico, etc., se puede contemplar desde la perspectiva de la complejidad: los nuevos problemas requieren nuevas formas de pensamiento, dejando atrás las certidumbres en que nos habíamos apoyado.
Lo que nos conduce a una tremenda realidad: dudar de la verdad es asomarse al abismo. Hay quien considera que la verdad es la realidad, pero lo que ocurre es que esta realidad, considerada como un conjunto de ámbitos ontológicos relacionados, puede contemplarse como un sistema.
¿Dónde localizamos hoy la verdad? Actualmente, está centrada en el discurso científico y en las instituciones que lo producen, sin caer en la cuenta de que, precisamente por pretender ser el reducto último de la verdad y ofrecer garantías de ello, dejan ver su vulnerabilidad, puesto que se recurre a ellas para sostener posturas ideológicas de todo tipo.
“El político acude al científico para obtener pruebas de la bondad y necesidad de sus actuaciones, pero también el científico acude al político en busca de financiación y de regulaciones que se ajusten a sus descubrimientos”. Es evidente que, cuando apelamos a la verdad, queremos decir muchas cosas. “En el mundo contemporáneo, ir en busca de la verdad no significa seguir un camino de perfección, sino una forma de cubrir las imperfecciones”.
Es evidente que no es la ciencia en sí lo que está en disputa, no; lo es el entramado en el que se halla inmerso hoy en día el trabajo científico, que conduce a una serie de conflictos de intereses de todo tipo. Y si la ciencia es la garante de la verdad, resulta que esta, la verdad, deviene en un negocio que produce el beneficio de ocultar la mentira, que es donde se encuentra el verdadero negocio.
En este bloque de su ensayo, aborda el autor estos asuntos aquí esbozados y lo hace de una manera más amplia y profunda, tocando vocablos tan de actualidad como el de la posverdad.
Políticamente correcto
El feminismo, género-sexo, sexualidad líquida, … Son términos a los que nos hemos acostumbrado por su frecuente presencia en cualquier medio de comunicación o red social. Al tema dedica Català unas páginas, en la línea de su planteamiento general de la obra.
Habla de lo políticamente correcto y advierte de que hoy corremos el peligro, como sociedad, de que el aumento de la sensibilidad moral desemboque en un detrimento de nuestra perspicacia, llegando, incluso, a volvernos menos inteligentes.
Se adhiere al pensamiento de que es necesario corregir la carencia de sensibilidad social y el machismo, la xenofobia o el racismo; esto es indiscutible. Pero sugiere, en una línea transversal que recorre todo su ensayo, que también es imprescindible no hacerlo desde la intolerancia.
Hace notar el autor, refiriéndose a los términos “género” y “sexo”, que el primero arranca desde la biología, dejando atrás al segundo; pasa luego a la sociología, al entender que es algo construido y determinado por roles sociales; y, de esta, penetra en la psicología, donde se convierte en una cuestión identitaria que no tiene otro fundamento que la propia percepción o sentimiento.
Tras esta incursión, necesaria, sobre la cuestión de género y sexo, xenofobia o racismo, Català retorna al hilo de su exposición girando acerca de la ciencia y su papel.
Ciencia
Considera que a la sociedad se le pide que ajuste todas sus ideas y forma de pensar a lo que dicta la ciencia; es como si, fuera de ella, nada pudiera existir. Pero ocurre que la realidad cambia a mayor velocidad de lo que la ciencia puede permitirse; lo que lleva a aceptar la oportunidad de un pensamiento alternativo, capaz de unir pasado, presente y futuro.
No se trata de dudar sobre la validez de la ciencia, no; lo que ocurre es que dicha validez es solo parcial, como también ocurre con la filosofía. Por lo que aquel pensamiento especulativo ofrece la posibilidad de unos modelos posibles de la realidad que ensanchen el alcance de la visión científica. Porque lo cierto es que la ciencia no piensa, no es su función, pero sí es pensada por el marco conceptual en el que se inscribe siempre su labor y que suele pasar desapercibido al científico y al ámbito de la ciencia también.
El autor reconoce no ser especialista en algunos de estos temas, por lo que recurre a cavilar sobre ellos, lanzando hipótesis sobre un posible cambio de paradigma futuro y, partiendo de sus características generales, reflexionar sobre lo que considera equivocado en el conocimiento actual.
Al científico no se le puede pedir que avance acontecimientos; no es esa su labor. No trabaja con el presente, sino con el pasado, por lo que corresponde al pensador la tarea de teorizar sobre el futuro. Ni siquiera al filósofo, que también mira al pasado, encontrando en el ensayista a quien es más libre y se encuentra en mejores condiciones para especular.
Sin embargo, el progreso ha devenido en un mito que considera que los avances científicos no necesitan justificación, ya que su sola existencia valida su pertinencia.
Se suele considerar progreso la superación del ser humano por la vía de mecanizarlo; para el autor, esta idea es interesante como ejercicio especulativo, pero no la considera necesaria.
Ya en este terreno, entra en juego la ética. Si todo cambia, parece que lo lógico sería que también ella, la ética, lo haga. Sin embargo, advierte de que “una estrategia del capitalismo y de sus apologetas, es pretender que todo debe cambiar, la ética incluida, para amoldarse al ritmo y los requisitos de ese sistema”. Es evidente que un deseable desarrollo tecnológico no tiene necesariamente que ser a costa de la humanidad que lo ha impulsado; quizás es el momento de plantearse si el desarrollo así entendido no se le ha ido de las manos: “no cabe duda de que es mucho más complicado pensar en la alianza del ser humano y las máquinas que en la superación del ser humano por las máquinas”.
El reto, por supuesto, consiste en asimilar la tecnología, sí, pero manteniéndola a raya; y eso pese a que el mundo contemporáneo, que se corresponde con un capitalismo salvaje, bregue en la otra dirección.
Posverdad
Ya el quinto capítulo de la obra lleva su mensaje desde el mismo título: Días extraños: miedo, pandemias y formas de vida.
En efecto: vivimos unos particulares días en los que la pandemia recién padecida ha desembocado en diversas formas de vida. Este tema de la pandemia aparecerá recurrentemente en la obra hasta su final.
Asistimos hoy a la creación de comisiones varias en diferentes instituciones para analizar los casos de corrupción nacidos en el seno de la pandemia, a lo que el autor apostilla: “Sin embargo, lo cierto es que el juego de intereses que mueve la realidad contemporánea ha sobrepasado la fase de corrupción, no porque esta haya desaparecido, sino porque hay fenómenos que la superan”.
Los medios de comunicación nos apabullaban a diario con estadísticas varias, ofrecidas por autoridades e instituciones, para confirmar su política de actuación; no en vano son las estadísticas una de las formas más efectivas de controlar la realidad, “de convertirla en un material manipulable, anulando en ella cualquier factor azaroso”.
Sin embargo, la experiencia parece indicar que, a mayor número de datos disponibles, más difícil es llegar a conclusiones acertadas. De lo que no cabe duda es de que, en el caso de la política sanitaria, por ejemplo, se percibió una red de interacciones políticas, sociales y económicas capaces de transformar el conjunto de la sociedad. Una red que se forma y deforma constantemente a través del movimiento circulatorio, dentro de ella, del dinero, las ideas y el poder.
La cuestión que se plantea seguidamente es la de ver cómo comunicar lo que supuestamente se conoce al resto de la sociedad. Entran en juego aquí la publicidad y la propaganda: la primera es una técnica de persuasión, mientras que la segunda opera mediante técnicas de desinformación.
Una de las maneras de esconder los fines espurios es apelar a una autoridad para corroborar los mensajes; actualmente, sin autoridades trascendentes, el recurso más eficaz es recurrir a la ciencia. ¿Y qué ocurre? “La sociedad en general pone en suspenso su sentido crítico y se somete al principio de la supuesta autoridad moral de los gobiernos o de la indiscutible objetividad de la ciencia y la eficacia de los expertos”, insistimos, poniendo en suspenso el sentido crítico.
Si alguien ejercita su derecho a la crítica a las disposiciones que vienen de estas instituciones, pasa a ser un disidente, con lo que basta con adjetivarlo para que quede encerrado conceptualmente.
Piensa el autor que no hemos asimilado convenientemente el papel de la publicidad en el mundo contemporáneo, perdiendo de vista que ella, la publicidad, tiene en su naturaleza manejar mensajes que son, a la vez, verdad y mentira: la verdad se convierte fácilmente en mentira y esta en verdad. Es decir, que, en la sociedad actual, el poder, en cualquiera de sus niveles, está en disposición de mentir diciendo la verdad y de decir la verdad mintiendo.
Entra, finalmente, Català, en el último capítulo de su ensayo que bascula, fundamentalmente sobre la reciente pandemia de covid y la vibrante polémica en torno al uso de las vacunas.
Fue frecuente escuchar, desde casi todos los medios, la palabra conspiranoico, adjetivo aplicado a cualquier disidente de la línea oficial; sin embargo, pensar que las instancias de poder actúan de forma angelical, que siempre se atienen a una irreprochable conducta democrática y desinteresada, podría ser equivalente a algún tipo de patología. Y recalca: “a la ciencia le ha ido tan bien en este mundo que todo dios sabe que tiene demasiados intereses como para ser honrada. Ha servido tan bien al poder que nadie ya espera de ella que sirva además a la verdad”; perspectiva algo pesimista, aunque no carente de fundamento.
En este saco entran también las llamadas agencias encargadas de desenmascarar las noticias falsas y bulos, ya que, a juicio del autor, su labor de denuncia se dirige solamente a las noticias alternativas, rara vez a la desinformación o la propaganda que provienen de los gobiernos occidentales o las grandes corporaciones.
Y concluye: “Una vez más comprobamos cómo la apelación a la verdad sirve para censurar el pensamiento crítico. Hay que desconfiar siempre de quienes hablan en nombre de la verdad”.
Concluyendo
Esta obra pone el dedo en la llaga y apunta certeramente a la complejidad del mundo que habitamos. Nuestra sociedad se encuentra ya alejada de aquellas fuentes de certeza basadas en la autoridad de ilustres personajes o de ideas que trascendían la realidad terrenal.
Estando, como estamos, necesitados de certidumbres que aseguren nuestro paso, nuestro marco relacional, el paradigma de nuestra vida, hemos vuelto los ojos hacia otras fuentes de certezas: el progreso, las instituciones o la ciencia.
Instalados ya en esta realidad que nos ofrece seguridad, optamos por no cuestionar sus fundamentos, ya que, hacerlo, nos puede incluir en el grupo de díscolos, disidentes o conspiranoicos. No conviene dudar de los conceptos que emanan de autoridades apoyadas en datos, en ciencias, en expertos.
Sin embargo, el autor nos invita a no renunciar al espíritu crítico, a cuestionar los planteamientos que nos son ofrecidos, no movidos por el ánimo estéril de rebatirlos por rebatirlos, sino con el objetivo de analizar sus relaciones políticas, económica o sociales y darles el suficiente grado de objetividad y sensatez que nos sea posible.
Josep M. Català Domènech siembra esta semilla, tan necesaria, a lo largo de este extenso ensayo, escrito con enorme claridad, proximidad y respeto, que lo convierten en una obra de muy recomendable lectura en esta era de la incertidumbre.
Índice
Introducción
I. NOTICIAS DEL FIN DEL MUNDO. TIEMPO, EXISTENCIA E INCERTIDUMBRE
1. Polaridades infinitas
2. Antiguos y modernos
3. Modos de existir
4. Realidades imaginarias
5. Después de la inteligencia
6. El fin de la certidumbre
7. El sujeto especulativo
II. ENSAYO GENERAL DE UN CRIMEN. CIENCIA, VERDAD Y CORAJE
1. La verdad sobre la verdad
2. La verdad y sus disfraces
3. ¿Quién teme a la posverdad?
4. La verdad sobre las noticias falsas
5. Verdad y autoridad
6. Ciencia sin conciencia
7. La verdad del falsario
III. SEXO Y CONOCIMIENTO. GÉNERO, NEOLIBERALISMO E IMAGINACIÓN
1. El sexo de los posmodernos
2. Retórica y verdad
3. La revolución del género
4. Sexo y subjetividad
5. Formas de exclusión
6. Las fantasías de lo real
7. Lo normal y lo patológico
IV. LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA HUMANIDAD. CÍBORGS, VIRUS Y MUTANTES
1. La saga de los muertos vivientes
2. Una realidad vírica
3. Especulación y pensamiento
4. Los delirios del progreso
5. Tecnoética para principiantes
6. La realidad hecha añicos
7. Realidades tecnológicas
V. DÍAS EXTRAÑOS. MIEDOS, PANDEMIAS Y FORMAS DE VIDA
1. Formas del apocalipsis cotidiano
2. La China entre nosotros
3. El discreto encanto de las estadísticas
4. La vacunación como auto sacramental
5. Redes que la razón ignora
VI. LA MENTIRA-VERDAD. INFORMACIÓN, DESINFORMACIÓN Y PROPAGANDA
1. Publicidad y propaganda
2. El “terraplanismo” y la patafísica cotidiana
3. La ineludible sinceridad de Dios
4. La publicidad como forma simbólica
5. La doble contabilidad ontológica
6. No es lo que parece
VII. EL DELIRIO NECESARIO. PARANOIA, CONSPIRACIÓN Y PODER
1. La conspiración de las teorías
2. El saber conspirativo
3. Entre el pensamiento único y el único pensamiento
4. Los magos de Oz
5. El nuevo Frankenstein
6. El fármaco paranoico
7. Paisaje después de la batalla
8. La perversión comunicativa
A modo de conclusión provisional
Bibliografía
Notas sobre el autor
Josep M. Català Domènech (Tarragona 1946) Catedrático emérito de Comunicación Audiovisual. Es doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Barcelona y Master of Arts in Film Theory por la San Francisco State University de California. Ha recibido el Premio Fundesco de ensayo por La violación de la mirada (1993), el premio de ensayo del XXVII Certamen Literario de la ciudad de Irún por Elogio de la paranoia (1996) y el premio de la Asociación Española de Historiadores de Cine (2001).
Es autor de La puesta en imágenes (2001), La imagen compleja (2006), y La forma de lo real (2008), entre otros, así como coeditor del volumen Imagen, memoria y fascinación: notas sobre el documental en España (2010). En la UAB ha sido decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y director académico del Máster de Documental Creativo.
Josep M. Català Domènech (Tarragona 1946) Catedrático emérito de Comunicación Audiovisual. Es doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad de Barcelona y Master of Arts in Film Theory por la San Francisco State University de California. Ha recibido el Premio Fundesco de ensayo por La violación de la mirada (1993), el premio de ensayo del XXVII Certamen Literario de la ciudad de Irún por Elogio de la paranoia (1996) y el premio de la Asociación Española de Historiadores de Cine (2001).
Es autor de La puesta en imágenes (2001), La imagen compleja (2006), y La forma de lo real (2008), entre otros, así como coeditor del volumen Imagen, memoria y fascinación: notas sobre el documental en España (2010). En la UAB ha sido decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y director académico del Máster de Documental Creativo.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850