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La oscuridad borra los recuerdos traumáticos

Identificado el mecanismo molecular que afecta los recuerdos


Las moscas de la fruta pueden eliminar los recuerdos traumáticos cuando están en completa oscuridad. Aprovechando esta capacidad, se podría diseñar fármacos avanzados para las personas que han sufrido traumas a lo largo de su vida.


Redacción T21
17/03/2020

Foto: Freepik
Foto: Freepik
Estudios sobre moscas de la fruta demostraron que los eventos traumáticos pueden ser eliminados de la memoria de acuerdo a las condiciones de luminosidad del ambiente.
 
Es decir, en plena oscuridad, estos insectos tienen la capacidad de borrar a largo plazo los recuerdos de situaciones conflictivas que las perturban o que alteran su comportamiento.
 
Se trata de la primera confirmación científica de que la luz artificial juega un papel preponderante en la manifestación de los recuerdos, según se explica en un comunicado.
 
El descubrimiento, realizado por científicos de la Universidad Metropolitana de Tokio (TMU), podría contribuir en el futuro, al desarrollo de tratamientos para personas que han sufrido traumas a lo largo de su vida.
 
La Drosophila melanogaster es uno de los insectos más comunes utilizados en los laboratorios para conocer el comportamiento de la memoria y el funcionamiento de los recuerdos, puesto que comparten con los humanos más del 60% de los genes.
 
La luz como camino

Es sabido que la luz, sobre todo el ciclo de día y noche, juega un papel preponderante en la vida ordinaria de cualquier ser humano, permitiendo regular el ritmo cardíaco, el estado de ánimo y la cognición.

La autora del estudio y profesora de la TMU, Takaomi Sakai, decidió abordar este tema investigando cómo afecta la exposición de la luz en la memoria de las moscas Drosophila.

Para ello reprodujo la teoría de “cortejo de condicionamiento”, que somete a las moscas macho que no se aparearon a estar en el mismo lugar con las mosca hembras que sí lo hicieron.

Las hembras apareadas son conocidas por ser poco receptivas y ejercer una presión sobre las moscas macho que no lograron aparearse.

Cuando la memoria a largo plazo de los machos asimilaba que no habría apareamiento, ya no intentaban cortejar a las hembras, incluso habiendo otras hembras a su alrededor que aún no estaban apareadas. Esta situación les generaba conflicto interno a las moscas macho.

Los investigadores descubrieron que las moscas machos, al estar en una completa oscuridad durante 2 días o más, dejaron de mostrar reticencia al apariamiento.

Sin embargo, si esa exposición a la oscuridad era la de un ciclo normal de día y noche, sí recordaban que no debían aparearse más.

Es decir, la luz del ambiente fue la causante de la modificación de la retención de la memoria a largo plazo.

El cortejo de las moscas seguido en diferentes momentos de exposición a la luz. Foto: Universidad Metropolitana de Tokio
El cortejo de las moscas seguido en diferentes momentos de exposición a la luz. Foto: Universidad Metropolitana de Tokio
Mecánica de la luz

En el cerebro existe una proteína llamada ‘factor de dispersión de pigmento’, que se expresa en respuesta a la luz.

Este factor regula a otra proteína llamada CREB, que se encuentra en una parte del cerebro de los insectos, y se encarga de regular tanto la memoria como el aprendizaje.

Ambas proteínas contribuyen al mecanismo molecular que regula la luz en el cuerpo y afecta la memoria a largo plazo.

Aplicaciones médicas

Las experiencias traumáticas son muy difíciles de olvidar y pueden afectar gravemente a la calidad de vida de una persona.

Este descubrimiento demuestra que estos recuerdos pueden, de hecho, verse significativamente afectados por factores ambientales en los organismos vivos.

Esto abre las posibilidades de nuevos tratamientos para víctimas de traumas, tal vez incluso la capacidad de borrar recuerdos traumáticos que les impiden llevar una vida normal, según los investigadores.
 

Referencia

Environmental Light Is Required for Maintenance of Long-Term Memory in Drosophila. Show Inami, et al. Journal of Neuroscience, 12 February, 2020. 40 (7) 1427-1439. DOI: https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.1282-19.201



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