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La teoría de grafos arroja luz sobre el origen de la conciencia

Un estudio matemático revela que, cuando somos conscientes de algo, el cerebro entero se vuelve más conectado


Investigadores de la Universidad de Vanderbilt, en EEUU, han utilizado la teoría matemática de grafos para estudiar la conciencia en el cerebro. Lo han hecho porque la comunicación de la información entre diversas regiones cerebrales -que hace posible nuestra conciencia- conforma una red compleja, similar a la de las redes sociales o de las rutas de vuelo. Sus resultados demuestran que, cuando somos conscientes de algo, el cerebro entero se vuelve más conectado (todas sus áreas se interconectan entre sí), y no solo se activan en él algunas regiones específicas. Por Yaiza Martínez.


12/03/2015

Los puntos negros corresponden a las 264 áreas de la corteza cerebral que los investigadores analizaron; y las líneas a la fuerza incrementada de las conexiones funcionales entre dichas áreas, cuando los participantes en el estudio percibieron conscientemente el disco. Los colores cálidos están asociados con conexiones más fuertes. La figura ilustra que la conciencia de un objetivo está asociada a un aumento generalizado de la fuerza de las conexiones funcionales del cerebro. Imagen: Marois / Godwin. Fuente: Universidad de Vanderbilt.
Los puntos negros corresponden a las 264 áreas de la corteza cerebral que los investigadores analizaron; y las líneas a la fuerza incrementada de las conexiones funcionales entre dichas áreas, cuando los participantes en el estudio percibieron conscientemente el disco. Los colores cálidos están asociados con conexiones más fuertes. La figura ilustra que la conciencia de un objetivo está asociada a un aumento generalizado de la fuerza de las conexiones funcionales del cerebro. Imagen: Marois / Godwin. Fuente: Universidad de Vanderbilt.
La conciencia sigue siendo uno de los mayores enigmas de la ciencia, pues aún no se sabe bien cómo la produce nuestro cerebro. Por otra parte, la teoría de grafos (o de gráficas) es una rama de las matemáticas que estudia las interrelaciones entre los componentes de redes complejas, como las redes sociales o las rutas de vuelo de los aviones.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Vanderbilt, en EEUU, ha utilizado la segunda para estudiar la primera, es decir, ha aplicado la teoría de grafos al estudio de la  conciencia. Lo han hecho porque la comunicación de la información entre diversas regiones cerebrales -que hace posible nuestra conciencia- también conforma una red compleja.

Buscando la comunicación

Según explica la Universidad Vanderbilt en un comunicado, las teorías modernas sobre las bases neuronales de la conciencia se dividen generalmente en dos campos: focal y global. Las teorías focales sostienen que hay áreas específicas del cerebro que son fundamentales para la generación de la conciencia, mientras que las teorías globales defienden que la conciencia surge de cambios a gran escala en la actividad del cerebro. El presente trabajo parece dar la razón en parte a ambas teorías.

Para llevarlo a cabo, los investigadores reunieron a 24 miembros de la comunidad universitaria y los sometieron a un experimento con fMRI (imagen de resonancia magnética funcional), que es una técnica que permite mostrar en imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea determinada.

Mientras los participantes eran sometidos a este escáner, se les pidió que detectaran un disco que aparecía brillando, brevemente, en una pantalla. Cada vez que esto ocurría, debían responder si habían podido detectar dicho disco, y el grado de confianza que tenían en su propia respuesta.

Los investigadores tomaron los informes de “alto nivel de confianza” como “pruebas de conciencia” y aquellos en que el disco ni siquiera había sido visto por los sujetos como “pruebas de inconsciencia”.

Con el escáner fMRI determinaron entonces qué partes del cerebro estaban activas en las pruebas de “conciencia” y en las de “inconsciencia”. Constataron que solo unas pocas áreas del cerebro mostraban mayor actividad durante la detección del disco que cuando este no había sido detectado.

Este punto ya había sido determinado en estudios previos. La novedad del presente trabajo es que en él, además, los científicos analizaron cómo dichas áreas cerebrales activadas durante las “pruebas de conciencia” se comunicaban entre sí.

La conciencia en la conexión entre redes

Este enfoque de red reveló que ninguna región de la red de áreas cerebrales destacó como más particularmente conectada durante la “prueba de conciencia”: cuando el disco fue percibido claramente, el cerebro entero se volvió más conectado.

Por tanto, señalan los investigadores, la conciencia parece romper la modularidad de las redes cerebrales: “Sabemos que hay numerosas redes cerebrales que controlan funciones cognitivas diversas, como la atención o el lenguaje, con cada nodo de cada red densamente interconectado con otros nodos de la misma red, pero no con otras redes. La conciencia parece romper esta modularidad de las redes, ya que hemos observado un incremento amplio en la conectividad funcional de todas ellas durante la conciencia”.

La conciencia como propiedad emergente

Los resultados sugieren que es probable que la conciencia sea un producto de la comunicación generalizada entre las diversas regiones cerebrales; y que sólo podemos informar de que hemos visto cosas una vez que estas son representadas en el cerebro de esta manera global.

También señala que no habría una parte del cerebro que sea el "asiento del alma", como escribió René Descartes sobre la glándula pineal: la conciencia sería una propiedad emergente de la propagación, por todo el cerebro, de la información a actualizar. En otras palabras, sería fruto de la comunicación generalizada entre las redes cerebrales.

La conclusión recuerda a la definición de “yo” señalada por el profesor de ciencias cognitivas de la Universidad de Lund, en Suecia, Peter Gardenfors : el ‘yo’ sería un fenómeno emergente, una propiedad que surge de una red de funciones cognoscitivas relacionadas entre sí, según ha explicado el neurólogo Francisco J. Rubia.

También hace pensar en un estudio realizado en 2010 por investigadores de la compañía IBM. En este, los científicos elaboraron un mapa de la compleja red de conexiones neuronales entre las distintas regiones del cerebro de un macaco para tratar de ubicar en el cerebro algunos procesos cognitivos superiores, como el pensamiento y la conciencia. Se descubrió que el núcleo de dichos procesos en realidad no estaba situado en ninguna parte concreta del cerebro, sino que se extendía por diversas regiones, como el córtex prefrontal, el lóbulo temporal, el tálamo, el córtex visual y otras.

Una búsqueda multidisciplinar

La fascinante búsqueda de explicación sobre el origen de la conciencia continúa, en los últimos años gracias a las tecnologías que permiten observar al cerebro “en acción” y a la utilización de disciplinas diversas, como las matemáticas en este caso.
Sir Roger Penrose (Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford) y Stuart Hameroff ‎ (anestesista y profesor de la Universidad de Arizona) están intentando también usar la física cuántica para comprender la conciencia.

Con ella han intentado determinar si esta evolucionó a partir de procesos complejos entre las neuronas del cerebro –como defienden la mayoría de los científicos- o es “previa” a los procesos del cerebro, es decir fruto de una estructura cuántica ‘proto-consciente’ que le habría “dado forma”.

El físico norteamericano David Bohm ha propuesto por su parte que, al igual que la materia genera estados macroscópicos de coherencia cuántica, el cerebro podría aprovecharse de estas propiedades físicas y cohesionarse formando un todo.



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1.Publicado por o guerrilleiro el 12/03/2015 11:23
Siguen buscando al locutor dentro de la radio.

2.Publicado por Espoc el 13/03/2015 08:03
Como dijo Einstein, lo importante es no dejar de hacerse preguntas, y como quizá dijese un primo de Sócrates, que citase a su primo ilustre para darse importancia (en vez de procurar ser útil), sólo sé que no sé todo.
En la época de Sherrington se investigaba la fisiología del sistema nervioso. ¿Qué investigadores se ocupaban de esta investigación? Pues Sherrington, por ejemplo. Se paraban en la fisiología de la visión especialmente, quizá por ser un sentido que se experimenta con gran intensidad, que permite un “contacto” con la realidad tan intenso como para que la realidad parezca algo muy… real, es decir, muy patente, muy efectivo, muy detectable, algo nada virtual o irreal, desde luego, y a la vez por ser más accesible a la investigación que otros contenidos de la mente, por estar localizado su procesamiento en gran parte en una vía neural concreta que va desde los ojos hasta la corteza occipital, que está “a tiro”, por decirlo así.
Si uno percibe como sujeto consciente, o sea, subjetivamente, por ejemplo, una bola de billar roja que uno tiene delante de sí encima de una mesa de billar, percibirá en cada instante a toda esa bola roja como un… todo, objetivamente, como algo, único e individual, o dicho de otro modo, único e indivisible (una sola bola y que sólo parece ser éso, una bola, no otra cosa u otras cosas), redondo y rojo por toda su superficie, un objeto sin interrupciones en la continuidad de ese todo y de esa superficie redonda, y de esa rojez.
Nótese que también la rojez, una de las partes de las que sabemos que consta ese objeto mental en forma de bola de billar redonda y roja, constituirá a simple vista un todo único e individual, indivisible en partes menores durante su percepción como un todo (y más claro quedaría ésto aun si se pudiese percibir la bola sólo por su rojez).
La continuidad, unicidad e individualidad de la rojez de esa gran superficie, percibida de ese modo, tendría que deberse a que la percepción de la rojez, en ese instante en que dicha rojez fuese percibida como un todo continuo, único e individual, tendría a su vez que deberse a una integración de ese proceso de percepción en función del tiempo, no del espacio, ya que la superficie de la bola tiene una extensión dada, y su representación en el cerebro también tiene lugar en un grupo de neuronas con una extensión dada en el espacio del cerebro. Ésto quiere decir que la rojez, para tener unicidad e individualidad de por sí a simple vista con un error despreciable en la práctica a escala macroscópica, no estaría integrada en un punto del espacio. Por tanto, la rojez debería estar integrada en un punto del tiempo para ser un todo. Ese punto es el ahora, el tiempo presente, que es el punto en el que el yo consciente se diría que se mueve a lo largo de la línea del tiempo para ser efectivo, como ya analizó Husserl en su momento.
Luego, la rojez parece ser un todo puntiforme sin fisuras, indivisible, irreducible, sin partes visibles (¿de qué partes estaría compuesta la rojez a simple vista?). Para que lo sea, su integración durante la percepción (siendo la percepción la integración peculiar de esa información sensorial múltiple sobre el color rojo de la bola, la integración de la información sobre los millones de fotones “rojos” que llegan a la retina y que van a dar lugar a la sensación “rojo” mediante el procesamiento de esa información por millones de neuronas), debería tener lugar en función del tiempo, no del espacio, porque dicha rojez no provendría de un todo único, sino, para empezar, de una enorme multiplicidad de fotones “rojos” reflejados en la bola que inciden en una multiplicidad de neuronas “rojas” de la retina que envían hacia el cerebro información sobre ese color rojo a lo largo de una multiplicidad de axones que van a hacer conexión con innumerables neuronas del cerebro, cada una con algo así como una “porción” de ese color rojo que va a constituir al cabo de poco rato un todo único e individual, una sola rojez sin aparente estructura interna a simple vista, sin partes menores a simple vista.
Dicha rojez conseguiría por tanto ser una y ser indivisible (individual). De hecho, se diría que por ésto se caracteriza la subjetividad (o su manifestación patente en la práctica, el yo consciente que cree percibir, por ejemplo, la rojez), porque la información múltiple se unifique e individualice de tal manera que a cambio, desde un punto de vista solipsista e ilusorio, parezca haber un sujeto único e individual llevando a cabo la percepción de esa multiplicidad que nos rodea, gracias al cambio de escala y el confinamiento por el que el sistema pasa a ser macroscópico confinado, y por ello las partes pasan a ser efectivas como un todo cuyas partes caen fuera de la capacidad de resolución del sistema (el sistema a escala macroscópica no consigue suficiente nitidez o definición como para que se perciba lo microscópico).
El cerebro que percibe la bola roja está formado por una multiplicidad de neuronas, miles de millones de neuronas (por tanto, la unicidad, indvidualidad e irreducibilidad de la rojez probablemente es una ilusión por falta de resolución a escala macroscópica para percibir las cosas de otro modo).
Para que los códigos supuestamente procesados por algunas de esas neuronas con el significado “rojo” se integren en función del tiempo, y para otro tipo de fenómenos similares, a Sherrington se le ocurrió en consecuencia que debería tener lugar algún tipo de “concurrencia temporal” entre esas neuronas en este tipo de casos (sobre lo que investigó Sherrington en particular no fue sobre la rojez, sino que fue acerca de la fusión de la imagen de los dos ojos en una sola imagen, que es lo que percibimos si todo va bien), concurrencia temporal necesaria para que se integren en función del tiempo las partes implicadas, de tal manera que la sensación de rojo procesada por esas neuronas al integrarse de este modo significase su unificación e individualización en una rojez, única e individual, la de una bola roja (y por tanto, en la práctica, lo mismo que decir: la rojez de una bola única e individual, al identificarse la rojez con la bola una vez integrada la rojez con la información sobre forma, brillo, etc.), concurrencia temporal necesaria para que la rojez emerja entonces como una sola cosa, o, dicho de otro modo, como el color de una sola cosa irreducible desde el punto de vista de la percepción, desde el punto de vista de la interpretación de lo que se ve, que además se hace a escala macroscópica y confinada (no se perciben fotones rojos, invisibles a simple vista, sino solamente una bola roja macroscópica).
Algunos investigadores llegaron a la conclusión de que esas neuronas correlacionadas en función del tiempo, para ser efectivas como un solo objeto a ciertos efectos, como al efecto, por ejemplo, de percibir una sola bola individual de un solo color, deberían correlacionarse mediante su sincronización.
La sincronización es una manera de que tenga lugar la “concurrencia temporal” entre neuronas, y consiste en que las descargas de esas neuronas sincronizadas se produzcan a la vez, en fase, coincidiendo cada descarga bioeléctrica de cada neurona con las del resto con las que esté sincronizada. La verdad es que a primera vista ésto parecería tener sentido, porque, del mismo modo que en un concierto el público tiende a sincronizar sus aplausos oyendo los del vecino y acoplándose con él, o del mismo modo que las aves de una bandada sincronizan sus movimientos y se mueven como un solo cuerpo, un todo, detrás del líder, también las neuronas, por mera proximidad, por el simple hecho de estar próximas y compartiendo un medio iónico común, disponen de la posibilidad de sincronizarse, pues de hecho se las considera a veces un sistema de osciladores acoplados.
De manera que la sincronización parecía una buena explicación en el camino de llegar a explicar este tipo de situaciones en las que se consigue que muchas partes (muchas neuronas) se comporten a ciertos efectos como un todo (una red neural), como en el caso de la percepción de una sola bola de billar roja individual (indivisible), una bola a simple vista esencialmente indivisible, con un error despreciable en la práctica.
Que en la mente sea efectiva la idea de una bola individual implica que esa bola es una sola cosa individual, única e indivisible, a ciertos efectos en determinada escala con un error despreciable en la práctica, de tal manera que, por más que nos empeñemos, si tenemos delante de nuestros ojos una sola bola de billar, y percibimos una sola bola de billar porque nuestro sistema visual funciona correctamente, percibiremos una sola bola de billar roja, no dos, ni tres, y esa bola será por tanto individual, indivisible, es decir, por ejemplo, su color rojo será sólo rojo, no seremos capaces de percibir de qué partes estaría compuesta su rojez; su silueta será sólo redonda y tampoco parecerá estar compuesta de partes menores (el solo planteamiento de ésto ya nos parecerá absurdo, ¿cuál sería la estructura interna de la rojez?).
Ésto llevó a los investigadores a darse cuenta de otra cosa: la rojez tal vez no tenía partes a simple vista, pero la percepción de la bola, rojez incluida, de hecho, sí tenía partes, aunque se percibiese el objeto como una sola bola roja. Las partes eran su forma, su color, el brillo, el movimiento, etc. Y consiguieron localizar en diferentes áreas del cerebro las neuronas que específicamente procesaban y supuestamente codificaban algunas de dichas partes, el área V1 de la región occipital, el área V2, etc. Pero como sujeto consciente las partes no se perciben individualmente, sino que se perciben como partes inseparables de ese todo. Si se percibe la bola no se puede percibir sólo su redondez, o sólo su rojez (ni se perciben dos bolas, una redonda pero sin color y otra roja pero sin forma), se percibe todo a la vez, y es ese todo lo que se entiende por bola (y es gracias a que se integra en un todo el que sea posible la percepción de la bola, al interpretarse esa información integrada con ese significado, el de bola). No es la suma de sus partes lo que se entiende como bola, sino el que esas partes constituyan un todo, una bola de billar, mayor que sus partes, redondez y rojez (mayor en el sentido de que sólo redondez o sólo rojez no son bola de billar roja).
En el proceso de la visión las sensaciones implicadas eran varias en cada todo.
El problema de cómo se perciben las partes diferentes del objeto (por ejemplo, color, forma, etc.) como un todo, es lo que se conoce como el binding problem.
En el caso de la bola de billar roja el sistema visual procesa por un lado la forma de la bola, por otro su color, por otro su brillo, etc. Se dieron cuenta de que cada uno de estos procesos sensoriales individuales, el procesamiento de la forma, del color, etc., no eran la percepción todavía, sino un paso previo, y que dentro del cerebro el proceso sensorial culminaba con la percepción, la integración de toda esa información diversa y la interpretación de su procedencia a partir de lo que se percibe entonces, en la culminación de este proceso, como una bola de billar roja, con su forma, color, brillo y demás sensaciones sumadas en un todo con un significado perceptible: el significado de una bola de billar roja individual. La percepción hace posible interpretar esa información sensorial como algo concreto en la práctica en determinada escala con un error despreciable: una bola roja en una mesa de billar con la que jugar al billar, momento en que se considera culminado el proceso de percepción en lo que a la bola se refiere.
La inevitable tentación que surge ante este análisis del proceso sensorial y perceptivo es la de preguntar lo siguiente: ¿no parece evidente que yo me considero a mí mismo un yo consciente único e individual, y no es evidente que el proceso de percepción, por el que se integra la percepción de una bola de billar única e individual, parece entonces idéntico al proceso por el que yo me considero un yo único e individual consciente de esa bola de billar única e individual? Diversas investigaciones sobre la visión, llevadas a cabo por Zeki, han corroborado este corolario, que podríamos formular como: sin objeto mental no hay sujeto consciente, o, sin objeto no hay sujeto (véase, por ejemplo: Zeki S., Bartels A. The asynchrony of consciousness. Porceedings of the Royal Society B 1.998; 265: 1583-85; donde presenta alguna evidencia acerca de la ligazón directa entre las áreas que codifican el movimiento y el color a la hora de explicar la percepción visual), o, como diría el primo imaginario de Sócrates, sólo sé que no se todo, pero, si sé, necesariamente hé de saber algo, pues posiblemente no se puede saber nada (y, por tanto, también por ésto la idea de la dualidad mente inmaterial-cerebro material es absurda, además).
Volviendo con la bola roja y las partes en las que el proceso de la sensación visual la divide a partir de lo que sobre ella entra por los ojos: forma, color, brillo, etc. Los investigadores, siguiendo la estela de Sherrington, empezaron a preguntarse cómo es que se integraban dichas partes para llegar a la percepción de, por ejemplo, una bola individual. Pensaron, como se ha dicho, que la sincronización neuronal podría ser la respuesta para la integración de dichas partes en función del tiempo, y así quedó la cosa durante décadas… Pero, meditemos por un momento acerca de la sincronización:
Supongamos que en efecto la forma redonda de la bola posee en el cerebro el significado “redonda” porque el cerebro es capaz de codificar el significado redonda. Ésto supondría que tendría que haber un código neural más o menos complejo con ese significado específicamente, el código que fuera. Supongamos entonces que el cerebro dispone también de un código neural para el color rojo, con el significado específico “roja”. Si las neuronas codificando el código neural espaciotemporal específico redonda se sincronizasen con las neuronas codificando el código específico roja (que con bastante certeza se sospecha que podría estar ocurriendo en dos zonas distintas del cerebro), para integrarse estas dos redes y dar lugar a la nueva red “cosa redonda y roja (y brillante, y moviéndose ruidosamente encima de una mesa de billar, etc., con lo cual difícilmente podrá confundirse con otra cosa)”, la bola de billar roja, entonces las descargas de ambos tipos de neuronas al sincronizarse tendrían que coincidir una a una, y en tal caso ambos códigos se volverían iguales, y de este modo perderían su especificidad… pasarían a significar otra cosa, ni redondo ni rojo, porque rojo dejaría de significar rojo al convertirse en redondo, y redondo dejaría de significar redondo al convertirse en rojo si ambos códigos se sincronizasen en fase.
Los códigos deben de ser específicos, por lógica, pues han de ser distintos para poseer significados distintos (debería investigarse ésto más a fondo, pues no se sabe de manera fehaciente, no se ha comprobado, aunque parezca obvio que debería ser así).
De manera que la sincronización tal vez sea importante para la integración de sensaciones y otras funciones del cerebro (por ejemplo, para que una descarga sincronizada de neuronas ordene a todas las células de un músculo dado con las que se conecten que se contraigan sincronizadamente y así ese músculo pueda funcionar como tal músculo a escala macroscópica al contraerse todo él de una vez –o como se contrae el útero como un todo durante el parto por la contracción sincronizada de sus células musculares en respuesta a la oxitocina-)… pero parece difícil que la sincronización permita explicar a fondo la integración de otras funciones, como la de la percepción, por lo dicho, y por tanto parece difícil que la sincronización sea la pieza clave para entender el yo consciente. Los investigadores no se dieron cuenta de este detalle durante décadas. La actividad neural durante la percepción no puede basarse fundamentalmente en la sincronización solamente. Con o sin navaja de Occam, debería haber otro mecanismo neural implicado.
Hay que decir que en la actualidad sí han empezado a percatarse de este detalle importante. Cuando yo me dí cuenta de este problema estuve indagando sobre ello, para comprobar si se le había ocurrido a alguien más, y, por ejemplo, en conversaciones con Alfredo Pereira Jr. en un foro de Internet sobre el cerebro, él me contó que ya había pensado en ésto hace años, y que lo había publicado en un libro (Pereira Jr. A., Rocha A. F. Temporal aspects of neuronal binding. In: Buccheri R., Soniga M. and Gesu V. (eds.), Studies in the estructure of time: From Physics to Psychopathology, Kluwer, New York, 2.000).
Hay algo más, también interesante: si la sincronización no permitiría explicar la percepción, tampoco debería ser la clave de la explicación del yo entendido como sujeto consciente, único e individual, que percibe de manera patente.
La explicación del yo, desde el punto de vista neural, es lo que podríamos denominar el problema del correlato neural de la subjetividad, uno de los asuntos más entretenidos en ciencia (normalmente se le conoce como el problema del correlato de la conciencia, pero no me parece totalmente correcto denominarlo así, como se comprenderá a estas alturas del ensayo). La lista de investigadores y divulgadores que se han ocupado de este asunto es larga: Crick, Changeaux, Damasio, Edelman y Tononi, Llinás, Zeki, Schrödinger, etcétera. Hay una creciente lista de obras de divulgación más o menos serias tratando de refilón, o de lleno, el asunto del correlato neural del sujeto consciente. Cada uno aporta pistas interesantes dirigidas a resolver el puzzle. Por ejemplo, a Schrödinger se le ocurrió decir que sujeto y objeto (mental) son una sola cosa. Crick aportó la idea según la cual la respuesta está en la materia del cerebro, y que es un fenómeno emergente. Changeaux, Damasio y otros han aportado la idea de acuerdo con la cual la respuesta estaría en cómo el cerebro hace las cosas, como se produce la correlación temporal entre redes. Llinás aportó la idea del encéfalo como un todo por reentrada talamocortical, posiblemente siguiendo la vieja idea de Bishop del tálamo como “marcapasos” del cerebro. Edelman y Tononi trajeron la idea de la sincronización entre redes por reentrada corticocortical. Y así llegamos una y otra vez a la sincronización como la posible respuesta, hasta ahora. Pero se diría que aún falta algo para que todas estas piezas encajen y tengan sentido.
Durante años, dado que las neuronas parecen osciladores acoplados, se han elaborado modelos de cómo podrían correlacionarse las neuronas por sincronización. Son conocidos por ejemplo los modelos presentados por Eurich, en los que la sincronización parece posible en el cerebro, y tan fácil que casi parecería necesaria también. Sin embargo, recientes investigaciones, como las llevadas a cabo por Alfonso Renart y Jaime de la Rocha por un lado, o por Alexander Ecker por otro, han demostrado que tal vez las neuronas no tiendan por sistema a sincronizarse al encontrarse en proximidad, sino al contrario, es decir, que la sincronización no se verificaría de manera necesaria e inevitable. Estas demostraciones son interesantes porque serían compatibles con lo que se está diciendo en este ensayo: que la sincronización no debería ser la clave para la explicación de lo que el cerebro hace durante la percepción subjetiva, durante la integración de su actividad en forma de yo a escala macroscópica, y, de hecho, ni siquiera sería lo que el cerebro tendería a hacer inevitablemente por sistema entonces, lo cual es conveniente, dado que difícilmente será la sincronización la pieza clave de la percepción subjetiva que falta por descubrir.
Hace años me dí cuenta de que lógicamente podría haber una forma de integrar, por ejemplo, forma y color (en referencia a la actividad neural correlativa) en una sola cosa indivisible (a ciertos efectos en la práctica en determinada escala con un error despreciable) sin recurrir a la sincronización si la bola percibida consiguiese ser efectiva en la práctica como un todo único e indivisible a pesar de tener partes mediante la recreación de un entrelazamiento en el cerebro: la sincronización de fase. Se denomina casi igual que la sincronización en fase, pero no es lo mismo, la sincronización consiste en poner a las neuronas en fase en todas sus descargas, es una sincronización en fase, y la sincronización de fase consiste en otra cosa, en ponerlas en fase sólo en la primera descarga de las neuronas, como ahora se verá.
La sincronización de fase tiene algunas ventajas: no es sincronización (en fase), y, por tanto, los códigos de forma y color posiblemente no quedarían eliminados al integrarse de este otro modo.
La sincronización de fase entre neuronas organizadas como osciladores acoplados consistiría en que un tren de descargas de dos neuronas (dos, por poner un ejemplo) coincidirían en una primera descarga de ambas, es decir, descargarían como un foco coherente, en fase sólo en la primera descarga, pero después cada código seguiría descargando con su forma espaciotemporal, aunque vinculados por esa primera descarga por la que coincidieron (como se sobreentiende, ambos trenes de descarga serían distintos, con frecuencias distintas, por ejemplo).
Esta forma de enlazarse dos descargas oscilatorias se denomina foco coherente, y es un fenómeno físico frecuente en sistemas oscilatorios, y las neuronas lo son, su carga oscila (oscila entre carga y descarga).
Resulta que para que haya un foco coherente y sincronización de fase no hace falta que haya sincronización, lo cual es otra ventaja, porque, como se ha dicho, recientes investigaciones han puesto de manifiesto que las neuronas no tenderían a sincronizarse por sistema por proximidad tanto como se pensaba, lo cual abre la puerta a que algo como la sincronización de fase tenga sentido.
Dos neuronas descargando en sincronización de fase conseguirían sin embargo llevar a cabo su necesaria concurrencia temporal (necesaria para la integración en función del tiempo de, por ejemplo, forma, brillo y color), porque por la sincronización de fase cada cierto número de vueltas volverían a coincidir por una fase, a estar en fase otra vez, periódicamente, de manera regular, por lo que quedarían vinculadas en función del tiempo, estarían en esa necesaria concurrencia temporal, aunque no sincronizadas.
Por ejemplo, imaginemos un modelo utópico simple: supongamos que una neurona de la red que codifica la forma produce 2 descargas por segundo (2 hertzios) y que otra de la red que codifica el color, y que quizá va a ponerse en sincronización de fase con la primera neurona, produce 3 descargas por segundo. Pues bien, si coinciden por una primera descarga, volverían a coincidir por sucesivas descargas cada 2 descargas de la primera neurona y cada 3 descargas de la segunda.
Cuando caí en la cuenta de la posibilidad de achacar a la sincronización de fase de la actividad neuronal simple la concurrencia temporal que parecía obvio que la sincronización tenía difícil llevar a cabo en corteza de asociación para explicar la percepción (por no decir imposible), me pareció tan lógico que supuse que ya habría sido predicha, descrita y observada por alguien… pues no; rebusqué durante años y no la encontré por ningún lado. Mejor dicho, sí la encontré, pero no tal como lo imaginaba.
Yo imaginé la necesidad de la sincronización de fase neurona a neurona, dado que la neurona es la unidad funcional fundamental y se conectan una a una por las sinapsis, tal como describió y comprobó Ramón y Cajal, de tal manera que una neurona de una red neural dada en corteza de asociación implicada en un código dado tendría que entrar transitoriamente en sincronización de fase con otra neurona de otra red neural dada en corteza de asociación compatible con la primera e implicada en otro código dado, y transitoriamente, porque sólo transitoriamente percibiremos una bola roja, no continuamente (y porque las descargas neuronales son transitorias, a veces descargan y a veces no).
Es decir, la sincronización de fase debería tener lugar entre señales neuronales simples, probablemente de neuronas pertenecientes a redes diferentes pero compatibles, y tal vez por la reentrada descrita por Edelman y Tononi, y tal vez puestas en sincronización de fase por un marcapasos de un nivel inferior como en la reentrada talamocortical propuesta por Llinás, pero una reentrada para dar lugar a una sincronización de fase transitoria entre señales simples en corteza de asociación no para dar lugar a una sincronización (la percepción subjetiva ha sido localizada experimentalmente en corteza de asociación por Maestú et al., entre otros, así que allí supuse además que podría producirse esta sincronización de fase transitoria entre señales simples).
Lo que encontré sobre sincronización de fase en corteza fue lo investigado por Varela (véase, por ejemplo: Varela F. et al. The brainweb: Phase syncrhonization and large-scale integration. Nat. Rev. Neurosci. 2.001; 2: 229-239), que se ocupó en efecto de la sincronización de fase, pero entre señales complejas, que por tanto no explicaría la integración de forma y color, o difícilmente lo haría, al no detectarse mediante el recurso a señales complejas las señales correspondientes a, por ejemplo, forma y color, precisamente por realizar sus detecciones sobre señales complejas, es decir, sobre grupos neuronales demasiado grandes como para afinar lo suficiente en este otro sentido.
También encontré un artículo de Elías Manjárrez en el que parecía haber indicios de la observación de sincronización de fase entre señales simples en el sistema nervioso. Me puse en contacto con él, y, si yo conseguí explicarle bien esta idea, y si conseguí entender correctamente sus respuestas y explicaciones, resulta que Elías Manjárrez sí habría encontrado sincronización de fase entre señales simples en el sistema nervioso central del gato, pero no en corteza de asociación, sino subcortical. Por tanto, no parece imposible conseguir hallar esta cada vez menos hipotética pieza del puzzle en corteza de asociación, dado el fenómeno de la telencefalización.
En diversos centros de investigación se están registrando ya señales encefálicas simples, y midiendo sus patrones de descarga, y comparando los patrones de descarga de diversos conjuntos de señales neuronales simples. Por ejemplo, aparte de los ya citados más arriba, Acuña y Pardo, también Weinberger sigue esta línea de trabajo (véase, por ejemplo: Weinberger M. et al.: Oscillatory activity in the globus pallidus internus: Comparison between Parkinson´s disease and dystonia. Clinical Neurophysiology 2.012; 123: 358-368). Y hay diversos trabajos de investigación que pasan una y otra vez cerca de la sincronización de fase entre señales simples (véase, por ejemplo: Vicente R. et al. Dynamical relaying can yield zero time lag neuronal synchrony despite long conduction delays. PNAS 2.008; 105: 17.157-17.162). Con Pardo me he puesto en contacto recientemente para proponerle la verificación de la hipótesis; me ha dicho que va a considerarlo, para ver si es factible el experimento, o no.
Y si todo ésto es cierto, posiblemente sólo sea cuestión de tiempo el que se publique la noticia sobre alguien que ha detectado sincronización de fase transitoria entre señales simples de redes compatibles en corteza de asociación. Y cuando tal noticia llegue a sus oídos, si llega, recuerde que parecía inevitable que tal hecho se produjera, porque era predecible, y era lógico.
Cuando alguien publique tal hallazgo, si ocurre el hecho, tal vez ese investigador ignore, o tal vez sepa, que probablemente le habrá hecho, por primera vez, una “fotografía” al sujeto consciente, a ese yo consciente único e individual que algunos intuimos que podría definir en la práctica la esencia de nuestro ser… dentro de un margen de error aceptable.

3.Publicado por No hay que enredarse tanto, ver percepcionunitaria.org, psicología holokinetica.... Es simple el 15/03/2015 05:02 (desde móvil)
No hay que enredarse tanto, ver percepcionunitaria.org, psicología holokinetica.... Rubén Feldman González, Es simple...

4.Publicado por Antonio Salguero el 16/03/2015 00:54
___Estimados Amigos.
___Está interesante este artículo sobre el origen de la conciencia. Sin embargo deseo acotar a los investigadores e interesados en el tema, como es el caso del amigo "spoc", que tales investigaciones con los 24 miembros universitarios, sólo trata de encontrar los rastros neuronales del efecto consciente del cuerpo humano, o bien del cerebro, es decir buscan los rastros de UNA SOLA de las DOS CONSCIENCIAS QUE EXISTEN a nivel humano.
___Muchos desconocen aún que la mente humana es una "Mente Simultánea". Siempre se hace incapié en los procesos de información que emergen de las redes neuronales, dejando de lado el estudio y la investigación de los procesos de información que surgen del sistema inteligente vital de partículas subatómicas, que son propias del Sujeto Pensante y no del cuerpo homínido que tiene su propio funcionamiento.
___Sin pretender faltar el respeto de modo alguno, debo decir que: "lamentablemente se equivoca el Dr Francisco Rubia al afirmar que el Yo es un fenómeno emergente, una propiedad que surge de una red de funciones cognoscitivas relacionadas entre sí". En todo caso, se debe decir que: "el aspecto consciente de la estructura del cuerpo hominido y su relación espacio-temporal sí surge emergente, tal como lo indica el Dr Rubia, pero eso NO ES EL YO, o Sujeto Pensante. El Sujeto Pensante tiene otra estructura, es un Sistema inteligente de partículas subatómicas que están entremezcladas con la estructura del sistema molecular del cuerpo físico.
___En cambio, debo decir que tanto Penrose como Hameroff están orientados en una búsqueda o interpretación de la conciencia desde la físca cuántica. Sólo que lo están haciendo al estilo de la teoría de Darwin, es decir, viendo si esa conciencia cuántica evolucionó de algún modo o estaba antes que el cerebro. Debo decir que el punto no es así, al menos no debe ser interpretado como un gesto evolutivo alguno. Si yo tuviera influencia sobre ellos, les diría que investiguen la interacción sobre las moléculas y neuronas, que tienen las partículas subatómicas que están en el espacio vacío de los átomos moleculares. Hay un "especial ensamble" que aún no ha sido debidamente abordado por los investigadores, pues la mayoría insiste en que "hay una sola mente", cuando en realidad son dos pero simultáneas. Claro... eso hace parecer que es una sola mente y/o una sola consciencia y allí radica el error del enfoque investigativo.
___Todos creen que René Descartes estaba loco, pero no es así. Salvemos su afirmación de que el asiento del alma (Sujeto Pensante) estaba en la pituitaria, pero tenía razón en que una cosa es el cuerpo y otra es el Alma. El detalle que se le escapó a Descartes es que el cuerpo también tiene su propia mente.
___Pero, aún hay un dato más para la búsqueda (si es que alguien desea realizarla), y es que: "El cerebro no piensa". El pensamiento surge de las entrañas subatómicas. El cerebro procesa millones de datos de información, almacena, registra, procesa, compara, etc, etc, etc. Hace de todo, pero lo único que no hace es pensar. Eso sí... es hábil para repetir como un loro muchas frases aprendidas, y que a muchos les parecen verdaderos pensamientos.
___Otro dato para la investigación: La intencionalidad, la voluntad, los sentimientos y el pensamientos tienen una raíz subatómica, por mucho que todos lo nieguen a pie junto.
___El día que se entienda debidamente esto que digo, van a tener sentido las experiencias conscientes de las ECM que investiga el Dr Sam Parnia, pero asún se olvidan que las partículas subatómicas del sujeto pensante tiene propiedades distintas a las de la física clásica del cuerpo, y por ende, en esos casos la conciencia puede estar en más de un lugar a la vez.
___Los filósofos de la mente también están confundidos en este aspecto. Pueden leer este pequeño escrito para mejor información: https://antoniosalguero8669.wordpress.com/2015/01/12/el-problema-mente-inteligencia-debate-abierto-a-la-psiquis/
___En fin... este es un bello tema. Ojala los investigadores tuvieran el tino de abordar la problemática desde otra concepción. El cuerpo humano es un medio orgánico. El sujeto pensante tiene otra estructura y otra naturaleza distinta. Sigue vivo e inteligente luego de la muerte física.
___Un abrazo a todos.

5.Publicado por sergio el 16/03/2015 04:41
Excelente, muy académico y útil. Con respecto al comentario anterior "No hay que enredarse tanto, ver percepcionunitaria.org, psicología holokinetica.... Rubén Feldman González, Es simple..." Claro hay que "enredarse" para hacer estudios con criterio científico y no exponer la especulación metafísicam, esotérica desechable que tu recomiendas. Gracias

6.Publicado por Eduardo Coli el 19/03/2015 02:22
La mente, sea lo que sea, no se puede desconocer como acción, ya por medio de sus estructuras y construcciones se manifiesta sobre lo tangible de la realidad, y por medio de ellas establece virtualmente el manejo y la explotación como el sometimiento de la criatura humana, en tanto esclaviza al cerebro, que más allá de su complejidad termina siendo víctima en tanto que absolutamente dependiente de la acción de la mente.

A si como los seres vivos, las estructuras vivas, muy pero muy complejas en su organización y estructuración, son absolutamente dependientes de la acción de la vida –la muerte, de la acción del agua, de la luz, de la oscuridad, de los componentes químicos de la tierra, etc.,

Los humanos y sus cerebros son absolutamente dependientes además de la acción combinada de la vida y la muerte, como de la acción de la mente que actúa y se manifiesta por medio y a través de ellos, y no se reduce ni limita como acción a ellos, ya que la mente puede actuar a través de un bisturí, el lenguaje, la acumulación de conocimientos atesorados en una biblioteca, un portaviones, o un arsenal nuclear.

El cerebro en el sentido de esta teorización, se encuentra subordinado a la mente, a los objetivos, a los medios he intenciones de la mente, como a la actividad que se da, genera, produce por medio de sus construcciones, las construcciones mentales de la mente, por medio de la que se manifiesta la acción de la mente sobre la estructura, la vida compleja del cerebro, el cual es absolutamente dependiente como víctima de los estados estadios mentales que le envuelven.

La mente actúa como un campo de acción y operaciones “virtuales” (virtuales como un campo de operaciones y procesos virtuales mentales, en cuanto a que la organización de sus objetivos, pueden estar en un lado o en otro, y no necesariamente en relación directa a la realidad concreta que se observa.

Estos campos u organizaciones virtuales-mentales tienen o pueden tener incidencia “consciente” sobre cualquier campo orgánico, o cuerpo de cosa reales o tangibles, es decir sobre y más allá de cualquier ser vivo, en tanto, una organización virtual mental, puede disponer del dominio y la explotación de un cuerpo, un campo vivo, como de la de la compleja organización biológica) ya que opera sobre el dominio y la explotación de cerebro, del cuerpo como de la realidad más próxima.

El cerebro como el propio cuerpo es y se representa, o se comporta como un mísero empelado a sueldo, como la compleja estructuración tangible, de una realidad dominada, explotada, como regida por la actividad de la acción e intenciones de una organización subyacente, virtual consciente, que opera por fuera y más allá de los cuerpos, los recetores, conscientes-inconscientes, por medio de los que se manifiesta en tal dominio, nivel de explotación, u orden de cosas.

Entonces habría que preguntarse dónde y cómo, y a partir de que soporte, se organiza la regulación de la conciencia, por ejemplo de una empresa, o emprendimiento económico-militar o político-social, que explotan y dominan, controlan y disponen de todo lo que se le ponga por delante.

En tanto que determinan la vida funcional de la vida de cientos de miles de cerebros, que son dependientes de las decisiones mentales consientes de la empresa a la cual se han consagrado.

Orden que subyace como conciencia por fuera y más allá de los cerebros dominados y sometidos, explotados como naranjas, a los objetivos consientes mentales productivos de tales empresas emprendimientos.

A si podemos encontrarnos con el comportamiento subordinado de cientos de miles de millones de cerebros conectados en línea, sin una gota de consciencia, obedecen por miedo a ser excluidos, sin sentimientos y remordimientos, o malestar y angustia, a un orden consiente de cosas, que los domina desangra y explota en masa.

Ya que están obedeciendo a los objetivos que pretende persigue la acción mental consiente y objetiva de una realidad que subyace( totalmente organizada y estructurada) por fuera de los cerebros, amén de que esta actúa y se manifieste por medio y a través de estos, haciendo parecer que tal acción emana y proviene de la autonomía, he independencia, libertad productiva, creativa, pensante, comprometida y participativa de tales cerebros.

La mente se sirve se satisface complace a si misma del dominio y la explotación de cuerpo, el cerebro, los océanos, los vientos, los pollos y las gallinas, como de toda una comunidad de científicos que domina, controla y explota, por medio de un salario, por medio y a través de cientos de universidades, como por medio de emprendimientos económicos productivos.

La mente sin miramientos, ni reparos, explota y esclaviza la compleja estructuración y organización biológica-cerebral, no importa la de quien, ya que conscientemente sabe, la organización mental que nos domina, que toda la vida, ya no tan solo la de los hombres, si no que la del planeta, se encuentra a su merced, como a su entera disposición, bajo el poder de sus intenciones y objetivos.

Ya que cuerpo y cerebro son, o se encuentran totalmente dependiente de las decisiones, o auto engaños, o errores que cause o pueda causar una mal interpretación de la acción mental que opera, que guía y orienta al cuerpo, el cerebro, en tanto este es, absolutamente dependiente de la acción y los procesos mentales conscientes, como de las elecciones y decisiones de la empresa, o la organización de la que dependen.

De la que son además de súbitos, como lo digo, absolutamente dependientes, como de la construcciones creadas y desarrolladas, en tanto que manejadas y utilizadas por la acción mental, que se organiza y estructura, conscientemente, en tanto que se materializa por fuera y más allá de la vida de cualquier desgraciado.

La mente, sea lo que sea la mente, en tanto que algo intangible como acción, es algo imposible por lo tanto, de definir, limitar, o codificar como cosa, lo que podemos comprobar es que esta se satisface del dominio y la explotación, como de la disposición del cuerpo, el cerebro etc., a partir de los niveles y grados organizativos mentales de cierta consciencia.

Mejor pregúntense como vuestra corporación científica, como la intención objetiva mental de un grupo de personas posicionadas en el poder, pretenden dominar, predecir, controlar, regir, en tanto que explotar, adecuar y educar, en beneficio de los intereses de la corporación a la que representan y responden con vuestro trabajo, la mente, la conducta el cuerpo y el cerebro de vuestros vasallos.

Yo mentalmente, cuando me lo permite el sistema, la autoridad reinante, o el orden consciente al que estoy subordinado, exploto, manipulo y dispongo mentalmente, por medio de la virtualidad utilizada por mi mente, de mi cuerpo y cerebro, cuando mentalmente quiero recibir, experimentar, las descargas de placer del cuerpo, el cerebro, mediante la masturbación. O cuando lo someto a cualquiera de mis otras adiciones mentales.

Un barco como construcción mental se mueve, funciona mediante los objetivos que persigue la acción y manipulación mental, que se manifiestan, actúan mediante el cuerpo, la vida, el cerebro, dominado y explotado del capitán del barco, ambas estructuras construcciones son explotadas y dominadas como regidas y manipuladas por los objetivos e intereses mentalmente subsistente, DE UNA CONSCIENCIA, que rigen y operan por medio y más allá del cuerpo y el cerebro del capitán, como del cuerpo y la aparatosa estructura mercantil del barco.

Ya que inclusive, virtualmente, mentalmente, lo pueden hacer a distancia, en tanto que por los motivos y los objetivos de los intereses de una acción mental que puede subyacer a miles de kilómetros del cuerpo el cerebro y la estructura del barco, intención y objetivos que vienen desde fuera, como viniendo desde el exterior del cuerpo y el cerebro del capitán y el barco, que son animados movidos a la acción, producción, creación y cumplimiento de una forma de realidad, conscientemente predeterminada, pensada he ideada.

Esta conciencia puede matar prescindir y deshacer de quien quiera cuando lo quiera, y no más se lo disponga ya que hay estructuras (como las militares) muy complejas creadas a partir de miles de cerebros grafos totalmente dependientes y muy obedientes conectados en red, a la orden de una conciencia.

Objetivos e intenciones mentales que actúan, operan, tanto que se pueden organizar como manifestar más allá de la vida, el cuerpo, el cerebro, la estructura mental de un barco, o de una central nuclear, subordinadas a las intenciones y los objetivos mentales de una organización mental operativa, inteligente, intangible, que se encuentra virtualmente organizada, más a allá de los cuerpos y las estructuras por medio de los que se manifiesta y actúa. etc.,

Lamentablemente, estimada comunidad de científicos, no podemos reducir ni limitar la complejidad de los procesos de la actividad mental, consciente o inconsciente, a la muy compleja estructura del cerebro, por más que la mente se manifiesta sobre la realidad por medio y a través de la disposición y explotación tangible del cerebro, por medio de procesos y mecanismos absolutamente virtuales.



7.Publicado por amigo el 31/12/2015 04:00
Es increible como la gente intenta dar a una demostración científica, o al menos, un intento de ella, una explicación esotérica. Es increible que se hable de particulas subatómicas y cosas por el estilo, ya que cualquier persona minimamente ligada al campo de la neurociencia ya es capaz de atisbar que nada tienen que ver... explicar la complejidad de las conexiones neuronales y su incomprensible organización (actualmente) reduciendola a fisica cuantica... solo puede denotar ignoracia e intento de darse luces, poco mas...
Los intentos de explicación puramente psicológicos ya van a otro nivel, parece que estes leyendo la biblia de freud... en fin, el mundo es como es, y la gente como es.
El burdo intento de llevar a la conspiración este tipo de articulos ya representa el acabose de la inteligencia humana y el principio del dogmatismo y la estupidez

8.Publicado por José luis el 31/12/2015 21:36 (desde móvil)
Pregunto...el pensamiento viaja (se mueve )?

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