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Los satélites alertan de un rápido deshielo del permafrost

El proceso agrava el efecto global del cambio climático


Imágenes obtenidas mediante satélites han detectado un deshielo alarmante del permafrost, que contiene un tercio del carbono orgánico subterráneo. Este proceso implica mayores emisiones de gases de efecto invernadero y un agravamiento del efecto global del cambio climático. (CORDIS/T21)


Cordis/T21
30/03/2012

Mapa del permafrost en el hemisferio norte. Brown, J., O.J. Ferrians, Jr., J.A. Heginbottom, and E.S. Melnikov. 1998, revised February 2001.
Mapa del permafrost en el hemisferio norte. Brown, J., O.J. Ferrians, Jr., J.A. Heginbottom, and E.S. Melnikov. 1998, revised February 2001.
El deshielo del permafrost conlleva la emisión de gases de efecto invernadero en zonas del Ártico y por tanto agrava las consecuencias del cambio climático. Una serie de imágenes satelitales recientes del suelo en latitudes septentrionales de la Tierra ha permitido detectar cambios que apuntan a un deshielo del permafrost a velocidades alarmantes.

La interpretación de las imágenes, obtenidas mediante distintos satélites como el Envisat, ha corrido a cargo de científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA). El equipo logró una imagen panóptica de los fenómenos en el permafrost con resoluciones que van desde la local a la circumártica.

Es imposible medir el permafrost de forma directa desde el espacio, pero la tecnología satelital es capaz de obtener factores indicativos como la temperatura superficial del suelo, la geografía y otros parámetros como la nieve, la humedad del suelo y cambios en el terreno.

El permafrost es un tipo de suelo que permanece a temperaturas de cero o menos grados centígrados durante al menos dos años consecutivos. Suele darse en zonas de latitud elevada como Alaska, Siberia, el norte de Escandinavia o a gran altitud como en los Andes, el Himalaya y los Alpes.

Cerca de un tercio del carbono orgánico subterráneo se encuentra atrapado en las regiones septentrionales de permafrost. En términos relativos supone más del doble de carbono que el almacenado en la atmósfera en forma de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano.

El Ártico, región más afectada

Aunque en muchas de las zonas urbanas del mundo aún es posible obviar los efectos del cambio climático con una buena dosis de escepticismo, en el Ártico, la región más afectada por este fenómeno, los efectos del mismo son graves e innegables: uno de ellos es el deshielo rápido del permafrost. Este deshielo emite gases de efecto invernadero a la atmósfera y agrava el efecto global del cambio climático.

El Dr. Hans-Wolfgang Hubberten, director de la Unidad de Investigación del Instituto Alfred Wegener de Investigación Polar y Marina (Alemania) y presidente de la Asociación Internacional del Permafrost, comentó: «La combinación de mediciones sobre el terreno con tecnologías de teledetección y modelos climáticos permite comprender mejor los procesos que se producen en la región del permafrost y mejorar las predicciones sobre el clima del futuro.»

La ESA continuará la vigilancia de esta región mediante el satélite Envisat y la nueva serie de satélites Sentinel enmarcada en el programa Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad (GMES) promovido por la UE.

La ESA está desarrollando cinco series de misiones Sentinel específicas para GMES, la primera de las cuales comenzará en 2013. Los Sentinel proporcionarán un corpus de observaciones de GMES sin igual que comenzarán por las imágenes de radar nocturnas y diurnas bajo cualquier condición meteorológica que enviará el Sentinel-1 destinadas a servicios terrestres y oceánicos.

El Sentinel-2 generará imágenes ópticas de alta resolución para servicios de tierra, mientras que el Sentinel-3 proporcionará datos de servicios relevantes para el estudio del océano y la tierra. El Sentinel-4 y el Sentinel-5 proporcionarán datos útiles para la vigilancia de la composición atmosférica desde las órbitas geoestacionaria y polar respectivamente.

GMES se compone de distintos proyectos financiados en parte mediante el Séptimo Programa Marco (7PM) de la UE y en su organización participa la ESA, al cargo del Componente Espacial, y la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), encargada de la recopilación de datos obtenidos mediante sensores aéreos y terrestres.

Se trata del programa de observación de la Tierra más ambicioso realizado hasta la fecha y su objetivo es proporcionar información precisa, oportuna y accesible con la que mejorar la gestión del medio ambiente, comprender y mitigar los efectos del cambio climático y garantizar la seguridad de la población. La recepción de información precisa y oportuna puede contribuir a la gestión de los recursos naturales y la biodiversidad, conocer el estado de los océanos y controlar la composición química de la atmósfera.



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