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Un agujero negro supermasivo explotó en nuestra galaxia hace dos millones de años

El cataclismo se produjo en el centro de la Vía Láctea, revela el “registro fósil” del evento


Hace sólo dos millones de años, un agujero negro supermasivo situado en el centro de nuestra galaxia explotó con una potencia inmensa, ha descubierto un equipo de investigadores de la Universidad de Sydney, en Australia. El hallazgo confirma que los agujeros negros pueden pasar de tener una potencia máxima a apagarse en períodos cortos de tiempo, hablando en términos cósmicos. Por Marta Lorenzo.


Marta Lorenzo
25/09/2013

Hace sólo dos millones de años (en términos astronómicos), un agujero negro supermasivo‎ situado en el centro de nuestra galaxia explotó con una potencia inmensa de la que aún quedan rastros, ha descubierto un equipo de investigadores de la Universidad de Sydney, en Australia.

El hallazgo confirma que los agujeros negros pueden pasar de tener una potencia máxima a apagarse en períodos cortos de tiempo, hablando en términos cósmicos.

"Durante 20 años, los astrónomos han sospechado que hubo una explosión importante, pero ahora sabemos que ese “dragón dormido”, que tenía cuatro millones de veces la masa del Sol, se despertó, y que entonces escupió fuego con una potencia 100 millones de veces superior a la que tiene hoy", explica en un comunicado de dicha Universidad Joss Bland-Hawthorn, autor principal de un artículo sobre el tema, que se publicará en The Astrophysical Journal.

Bland-Hawthorn dio a conocer los resultados de su estudio ayer, 24 de septiembre, en el marco de la conferencia internacional Galaxy Zoo, celebrada en Sidney.

Registro fósil de una inmensa explosión

"Durante mucho tiempo se ha barajado la posibilidad de que nuestro centro galáctico pudiera haber estallado esporádicamente en el pasado. Estas observaciones son un muy sugerentes”, ha señalado al respecto del hallazgo Martin Rees, Astrónomo Real del Reino Unido.

La evidencia de la que se dedujeron estos resultados proviene de la Corriente magallánica, un flujo de hidrógeno neutro (HI) formado por la interacción gravitacional de la Vía Láctea y dos galaxias enanas compañeras de nuestra galaxia, las nubes de Magallanes.

"Desde 1996, hemos sido conscientes de un brillo extraño en la Corriente magallánica, pero su origen no se comprendía. Este año, me di cuenta de que ese brillo debía de ser un resto, un registro fósil, de una gran explosión energética del agujero negro supermasivo del centro de la Vía Láctea", continúa Bland-Hawthorn.

La región que comprende los alrededores del agujero negro supermasivo y el agujero negro en sí mismo es denominada Sagitario A**‎, y constituye una fuente de radio muy compacta y brillante. De ella salen emisiones de diversos tipos, infrarrojas, ultravioletas, de rayos X o de rayos gamma, entre otras.

Asimismo, cuando pequeñas nubes de gas caen en el disco caliente de materia que gira alrededor del agujero negro, también emergen destellos de radiación. En medio de este contexto, surgió la evidencia del cataclismo.

Se confirma el despertar del dragón

"En 2010, el satélite Fermi de la NASA descubrió dos enormes burbujas de gas caliente ondeando desde el centro de la galaxia, que abarca casi una cuarta parte del cielo", explica Bland-Hawthorn.

A principios de 2013, simulaciones computacionales realizadas por la Universidad de California en Santa Cruz señalaron que este fenómeno habría sido causado por una explosión colosal de Sagitario A*, en los últimos millones de años.

"Cuando vi esta investigación me di cuenta de que esa misma explosión también podría explicar el misterioso resplandor que vemos en la Corriente magallánica", señala el investigador. Cálculos realizados confirmaron este punto.

"Las estrellas de la galaxia no producen suficiente luz ultravioleta como para explicar ese destello, ni podían haberla producido en el pasado", afirman los científicos. "Tenía que haber otra explicación".

Bland-Hawthorn añade: "De hecho, la radiación de las estrellas es cien veces menor a la necesaria para dar cuenta de la radiación actual o de cualquier otro momento. La galaxia nunca podría haber producido suficiente radiación UV para dar cuenta de esto. Así que la única explicación es que tuvo que ser producida por nuestro dragón, el agujero negro supermasivo".

Podría haber más fuegos artificiales

"La comprensión de que estos agujeros negros pueden encenderse y apagarse en un millón de años que, dado que el universo tiene 14 mil millones de años supone una gran velocidad, es un descubrimiento importante”, destaca el científico.

¿Podría repetirse un evento parecido? "Sí, ¡por supuesto! Hay muchas estrellas y nubes de gas que puedan caer al disco caliente situado alrededor del agujero negro", afirma Bland-Hawthorn. "Hay una nube de gas denominada G2 que los astrónomos de todo el mundo están anticipando caerá en el agujero negro a principios del próximo año. Es pequeño, pero estamos esperando fuegos artificiales”.

La G2 tiene unas 4,3 veces la masa del Sol, y su “caída” en la región de Sagitario A fue prevista para principios de 2013 con simulaciones informáticas, que aparecieron detalladas también en The Astrophysical Journal, en 2012.

Sin embargo, el evento no ha ocurrido aún –es difícil calcular con exactitud la trayectoria de la nube de gas-, y las previsiones se han ido postergando. En 2013, en otro artículo de Science se afirmaba que, antes de intentar averiguar la fecha exacta de la “caída” de la G2, los astrónomos deberían tratar de definir otras propiedades de esta nube, como su origen, su masa o su órbita, para determinar mejor las características del evento.

Además, otro gran espectáculo podría estarse gestando en las inmediaciones de Sagitario A*, porque actualmente existe una estrella brillante, la S2, que se encuentra a una distancia de la región de sólo cuatro veces la distancia entre el Sol y Neptuno.

Referencias bibliográficas:

Ron Cowen. Decade of the Monster. Science (2012). DOI: 10.1126/science.339.6127.1514.

Peter Anninos, P. Chris Fragile, Julia Wilson y Stephen D. Murray. Three-dimensional Moving-mesh Simulations of Galactic Center Cloud G2. The Astrophysical Journal (2012). DOI: 10.1088/0004-637X/759/2/132.

J. Bland-Hawthorn et al. Fossil Imprint of a Powerful Flare at the Galactic Centre Along the Magellanic Stream. The Astrophysical Journal (2013) (en prensa).



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