La evolución no es lineal e irreversible, como pretende la teoría de la evolución propuesta por Darwin, sino que desarrolla capacidades que en determinado momento desaparecen para ser recuperadas más adelante en otras generaciones de individuos.
Esto es lo que desvela el biólogo de la Universidad de Brigham Young, en Utah, Michael Whiting, después de haber descubierto que al menos en cuatro especies difere ntes de insectos han reaparecido alas que habían desaparecido en generaciones anteriores hace 50 millones de años.
Nunca se había apreciado nada semejante en la biología evolutiva, ya que según el evolucionismo un órgano sofisticado no puede reaparecer en una especie por la sencilla razón de que mutaciones irreversibles provocan la desaparición de los genes correspondientes a estos órganos sofisticados.
Whiting señala sin embargo que los genes responsables de las alas han permanecido intactos en el genoma de miles de generaciones de estos insectos, que fueron privados en algún momento de la capacidad de volar. Estos genes, según Whiting, funcionan como interruptores que suprimen o recrean las alas de estas especies en función de las condiciones en que han de vivir en diferentes momentos de su historia biológica.
Durante 10 millones de años
Sugiere que esta capacidad de recrear órganos complejos se puede mantener en una especie durante al menos diez millones de años y que un comportamiento similar de la naturaleza ha podido darse en otras especies de insectos e incluso en animales superiores.
La investigación, de la que se hace eco la revista Nature, no deja de suscitar polémica por la transformación que pretende en el pensamiento evolucionista, ya que el descubrimiento señala que la misma teoría evolutiva debe a su vez evolucionar en una nueva dirección.
Los científicos habían pensado siempre que una vez que un organismo hubiera perdido una característica compleja, no podría ganarla más adelante.
El DNA de los insectos analizados demuestra sin embargo que, mientras que el antepasado común estos insectos tenía alas, sus descendientes las perdieron. Sin embargo, nuevas generaciones de estos insectos han recuperado hoy la facultad de volar.
Para el autor de esta investigación, el hallazgo equivale a descubrir hoy ballenas con patas porque hubo un tiempo que tenían estas extremidades.
Sorpresa inesperada
La investigación no tenía la finalidad de provocar este descubrimiento, ya que se inició cuando Whiting recibió, hace dos años y medio, una subvención de 1,34 millones de dólares (una cantidad equivalente en euros) de la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos para elaborar el mapa genético 35 especies de este tipo de insectos.
Fue esta labor, apoyada por sofisticados ordenadores y en especies recuperadas de distintas latitudes del globo, la que descubrió las diferencias entre diferentes generaciones y la facultad de la naturaleza para crear y recrear el mismo órgano en función de las exigencias evolutivas de estas especies de insectos.
La literatura científica tiene documentados casos de especies de insectos que han perdido la capacidad de volar, particularmente después de emigrar a unas islas donde se han asentado y perdido esta capacidad a favor de un aumento de la capacidad reproductiva.
Este fue el caso de los insectos estudiados, aunque por una razón todavía no explicada volvieron a recuperar las alas millones de años después de haberlas perdido, lo que desvela que volvieron a desarrollar alas cuando las necesitaron de nuevo.
Esto es lo que desvela el biólogo de la Universidad de Brigham Young, en Utah, Michael Whiting, después de haber descubierto que al menos en cuatro especies difere ntes de insectos han reaparecido alas que habían desaparecido en generaciones anteriores hace 50 millones de años.
Nunca se había apreciado nada semejante en la biología evolutiva, ya que según el evolucionismo un órgano sofisticado no puede reaparecer en una especie por la sencilla razón de que mutaciones irreversibles provocan la desaparición de los genes correspondientes a estos órganos sofisticados.
Whiting señala sin embargo que los genes responsables de las alas han permanecido intactos en el genoma de miles de generaciones de estos insectos, que fueron privados en algún momento de la capacidad de volar. Estos genes, según Whiting, funcionan como interruptores que suprimen o recrean las alas de estas especies en función de las condiciones en que han de vivir en diferentes momentos de su historia biológica.
Durante 10 millones de años
Sugiere que esta capacidad de recrear órganos complejos se puede mantener en una especie durante al menos diez millones de años y que un comportamiento similar de la naturaleza ha podido darse en otras especies de insectos e incluso en animales superiores.
La investigación, de la que se hace eco la revista Nature, no deja de suscitar polémica por la transformación que pretende en el pensamiento evolucionista, ya que el descubrimiento señala que la misma teoría evolutiva debe a su vez evolucionar en una nueva dirección.
Los científicos habían pensado siempre que una vez que un organismo hubiera perdido una característica compleja, no podría ganarla más adelante.
El DNA de los insectos analizados demuestra sin embargo que, mientras que el antepasado común estos insectos tenía alas, sus descendientes las perdieron. Sin embargo, nuevas generaciones de estos insectos han recuperado hoy la facultad de volar.
Para el autor de esta investigación, el hallazgo equivale a descubrir hoy ballenas con patas porque hubo un tiempo que tenían estas extremidades.
Sorpresa inesperada
La investigación no tenía la finalidad de provocar este descubrimiento, ya que se inició cuando Whiting recibió, hace dos años y medio, una subvención de 1,34 millones de dólares (una cantidad equivalente en euros) de la Fundación Nacional de la Ciencia de Estados Unidos para elaborar el mapa genético 35 especies de este tipo de insectos.
Fue esta labor, apoyada por sofisticados ordenadores y en especies recuperadas de distintas latitudes del globo, la que descubrió las diferencias entre diferentes generaciones y la facultad de la naturaleza para crear y recrear el mismo órgano en función de las exigencias evolutivas de estas especies de insectos.
La literatura científica tiene documentados casos de especies de insectos que han perdido la capacidad de volar, particularmente después de emigrar a unas islas donde se han asentado y perdido esta capacidad a favor de un aumento de la capacidad reproductiva.
Este fue el caso de los insectos estudiados, aunque por una razón todavía no explicada volvieron a recuperar las alas millones de años después de haberlas perdido, lo que desvela que volvieron a desarrollar alas cuando las necesitaron de nuevo.