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La Medicina nació con el primer dolor, con el primer sufrimiento del hombre. Instintivamente, éste buscó la forma de mitigar sus molestias, bien aplicando la mano al sitio dolorido, bien buscando la mejor posición para el descanso, bien bebiendo sorbos de agua fría o brebajes calientes, o empleando los mil y un medios que le sugería su imaginación. De este modo se lograron los primeros éxitos y también los primeros fracasos.
Después, la compasión movió al hombre a prodigar al enfermo los medios que habían aliviado los sufrimientos semejantes que otros habían padecido y así, en la antigüedad, la Medicina quedó enteramente dominada por el misticismo. Más tarde, los filósofos arrebataron de manos de los sacerdotes el monopolio del Arte de Curar y comprobaron que la mayoría de sus prácticas, puramente higiénicas, eran la base de los conocimientos médicos. Dados estos antecedentes, se comprende que el verdadero médico ha de poseer, como virtud intrínseca de su profesión, la compasión. Debe evitar los sufrimientos inútiles, alejar las causas perjudiciales y procurar el restablecimiento de la salud, siguiendo el célebre aforismo de Celso: Cito tuto et jocunde, o sea, curar pronto, total y alegremente. La medicina, como todo conocimiento humano, ha recorrido tres periodos: el empírico, el hipotético y finalmente el científico. En el primero, sólo ve y observa. Así, en los albores de la Medicina los enfermos eran expuestos en la vía pública, y los viandantes ideaban los medios o procedimientos que les sugería la imaginación, ayudada del buen deseo de curar o aliviar, lográndose así, como hemos dicho antes, los primeros éxitos y fracasos. Los enfermos curados, movidos por el agradecimiento y deseando hacer el bien a sus semejantes, colgaban en los templos las llamadas tablas votivas, en las que exponían los principales síntomas y los medios o procedimientos con los que se curaron. Y así se amontonaron en grupo informe los diversos conocimientos médicos logrados por puro empirismo. Como por instinto, el espíritu humano no se conforma con la simple observación de hechos y fenómenos, sino que quiere remontarse a las causas, y como su imaginación sobrepasa fácilmente a la razón, no es de extrañar que se idearan (y aún sigan ideándose) las más caprichosas y extravagantes teorías e hipótesis, para explicarse las causas y el mecanismo de acción de cuanto ve y observa. En Medicina, el periodo hipotético no ha terminado aún; sigue sustentándolo, son empeño digno de mejor causa, la Medicina oficial. Hipócrates, médico griego de casta sacerdotal, que abandonó para convertirse en médico periodeuta o ambulante, recogió en sus múltiples viajes los dispersos conocimientos médicos de la época; publicó infinidad de obras que no han perdido autoridad a través de los siglos, y fue el verdadero “Padre de la Medicina”, separándola del mal camino por el que pretendían llevarla los filósofos con su microcosmos: hombre alejado del macrocosmos (Universo), siendo igualmente enemigo de las hipótesis y del empirismo. Hipócrates fue un observador profundo y sagaz y llegó a formular verdades fundadas sólo en la observación, y que han sido comprobadas hasta en los tiempos actuales. Su gloria principal fue ser el primero en proclamar que “el estudio atento de la naturaleza con una intención decididamente honrada, era el mejor propulsor de la Ciencia moderna”. La fórmula hipocrática se resume en el aforismo: Natura morburum medicatrix. Aunque hoy el mundo médico le aclama unánimemente, reconociéndole como un genio superior por su clara inteligencia, su gran seriedad, su profundo respeto para con los enfermos y su elevada concepción en el ejercicio de la profesión médica, lo cierto es que la inmensa mayoría de médicos no siguen sus enseñanzas, ya que sus sucesores inmediatos se apartaron de tal manera del camino preconizado por Hipócrates, que no tardaron en ser dominados por las corrientes filosóficas de la época, que aplicaron a la Medicina, siendo así de este modo influida y dominada por el peripatetismo, el escepticismo y demás escuelas, replegándose la ciencia médica durante muchos siglos a Alejandría, cuna de muchos médicos que se dedicaron a discusiones frívolas dictadas por un espíritu de controversia. A pesar de ello, allí nació la Anatomía.
Lunes, 2 de Julio 2012
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Editado por
Carlos Rubio Sáez
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, el Dr. Carlos Rubio Sáez es además Especialista en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Diplomado en ElectroAuriculomedicina, Sofrología, Homeopatía y Acupuntura, ha sido Fundador de la Asociación Española de Médicos Homeópatas, así como cofundador de la Asociación Española de Médicos Naturistas y de la Sociedad Española de Acupuntura.
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