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La contaminación por mercurio llega a lo más profundo de los océanos

La actividad humana daña a especies que viven a 11.000 metros de profundidad


Las actividades humanas están llevando al mercurio a las zonas más profundas de los océanos: se concentra especialmente en las especies más grandes de peces que forman parte de la dieta humana.


Redacción T21
25/06/2020

Caracol Notoliparis kermadecensis  fotografiado a 7.000 metros de profundidad en la Fosa Kermadec frente a Nueva Zelanda, según una muestra del equipo de Joel Blum. Crédito: Alan Jamieson.
Caracol Notoliparis kermadecensis fotografiado a 7.000 metros de profundidad en la Fosa Kermadec frente a Nueva Zelanda, según una muestra del equipo de Joel Blum. Crédito: Alan Jamieson.
Los científicos han descubierto que la contaminación por mercurio provocada por la actividad humana ha llegado al fondo de las partes más profundas de los océanos terrestres: la Fosa de las Marianas y la Fosa de Kermadec, ambas en el Pacífico.
 
La Fosa de las Marianas es el área más profunda de los océanos de la Tierra: supera en algunos sitios los 11.000 metros. La Fosa de Kermadec alcanza una profundidad de 10.047 metros.
 
La contaminación por mercurio de estas fosas del fondo marino tiene implicaciones significativas sobre cómo el mercurio afecta el medio marino y cómo se puede concentrar en la cadena alimentaria.
 
Los hallazgos, que provienen de dos grupos de investigación independientes, se presentan esta semana en Goldschmidt, la principal conferencia internacional anual sobre geoquímica organizada por la Sociedad Geoquímica y la Asociación Europea de Geoquímica.
 
En la cadena alimentaria
 
Los datos recopilados por investigadores de la Universidad de Tianjin y de la Universidad de Michigan muestran cómo el mercurio afecta al medio marino y se introduce perniciosamente dentro de la cadena alimentaria, con todas las consecuencias negativas que ello implica.
 
Los efectos tóxicos del mercurio afectan gravemente a animales y humanos, y sus consecuencias las pudimos ver claramente en los años 50 en Minamata en Japón, donde ocasionó gravísimos trastornos neurológicos y malformaciones en bebés. 
 
El problema principal es que los peces más pequeños ingieren el mercurio y estos a su vez, al convertirse en el alimento de especies marinas superiores (emperador, pez espada, tiburón, atún o marlin), llevan el tóxico llega a toda a la cadena  alimentaria con gran facilidad, mediante el llamado proceso de bioacumulación.
 
Este proceso provoca que las concentraciones de mercurio sean muy superiores en las especies más grandes: las del pez espada, por ejemplo, cuadruplican a las del salmón.
 
Metilmercurio en las profundidades
 
Uno de los grupos de científicos analizó la concentración de metilmercurio natural, así como el derivado de la actividad humana, en crustáceos y peces que viven en la Fosa de las Marianas.
 
Una vez que el mercurio se ha depositado en el medio acuático, se transforma en metilmercurio por la acción de determinadas bacterias y se bioacumula en los organismos acuáticos, incorporándose a la cadena trófica de alimentos.
 
 
Ruoyu Sun, director del grupo de investigadores de la Universidad de Tianjin, China, explica en un comunicado: "Investigaciones anteriores habían concluido que el metilmercurio se producía principalmente en los primeros cientos de metros del océano. Esto habría limitado la bioacumulación de mercurio, al garantizar que los peces que se alimentan a más profundidad habrían tenido una oportunidad limitada para ingerir el metilmercurio. Con este trabajo, nosotros ahora creemos que eso no es cierto. Durante 2016-2017, desplegamos sofisticados vehículos de aterrizaje en aguas profundas en el fondo marino, entre los lugares más remotos e inaccesibles de la Tierra, y capturamos la fauna endémica a 7.000-11.000 metros de profundidad, y recogimos sedimentos a 5.500-9.200 metros. Podemos presentar pruebas inequívocas de que los isótopos de mercurio en la fauna de estas profundidades se originan exclusivamente del metilmercurio del océano superior. Lo sabemos gracias a la característica huella digital del isótopo, que la identifica como proveniente del océano superior.”
 
 
En crustáceos y peces
 
Por su parte, Joel Blum, de la Universidad de Michigan, se centró en la fosa de Kermadec, situada cerca de Nueva Zelanda y de la Fosa de las Marianas frente a Filipinas, para analizar la presencia de mercurio en los crustáceos y peces que allí habitan.
 
Blum afirma: "sabemos que este mercurio se deposita de la atmósfera a la superficie del océano y que luego se transporta al océano profundo en los cadáveres de peces y mamíferos marinos que se hunden, así como en pequeñas partículas. Identificamos esto midiendo la composición isotópica del mercurio, que mostró que el mercurio del fondo del océano coincidía con el de los peces encontrados a una profundidad de alrededor 400-600 metros en el Pacífico Central. Parte de este mercurio se produce de forma natural, pero es probable que gran parte provenga de la actividad humana”.

Impacto humano profundo
 
Los resultados de este estudio demuestran cómo el mercurio liberado por la especie humana ha llegado los lugares más remotos de la Tierra, causando estragos tras introducirse en la cadena alimentaria de los animales marinos.
 
También confirman que se produce muy poco metilmercurio en los océanos profundos, por lo que la liberación de mercurio antropogénico en la superficie de la Tierra está mucho más extendida en los océanos profundos de lo que se pensaba anteriormente, destacan los investigadores.
 
Esta deposición de mercurio en los ambientes marinos profundos no obedece a un proceso natural, sino que es la consecuencia directa de las actividades humanas, como la quema de carbón y petróleo, la minería y la construcción, concluyen los investigadores.

Referencia
 
Contrasting Hg Isotope Ratios from the Kermadec and Mariana Trenches. Blum J, Drazen J, Johnson M, Popp B, Motta L & Jamieson A (2020) Goldschmidt Abstracts, 2020. 207
 



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