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Los latidos del corazón pueden reforzar los prejuicios racistas

Un estudio descubre que no sólo están en la cultura, sino también en la fisiología


Los latidos de nuestro corazón pueden reforzar los prejuicios racistas, ha descubierto un estudio. Durante la sístole, los prejuicios emergen y disminuye nuestra lucidez, llevándonos a imaginar amenazas donde no las hay. El estudio pone de manifiesto que los prejuicios raciales no sólo están en nuestra cultura, sino también en la fisiología.


Redacción T21
26/01/2017

Los latidos de nuestro corazón pueden reforzar los prejuicios racistas, ya sean conscientes o no, cuando nos enfrentamos a un potencial peligro, ha descubierto un estudio.

Más concretamente, cuando nuestro corazón se contrae para impulsar la sangre en nuestro organismo (sístole), es el momento más peligroso porque tenemos más posibilidades de dejar salir nuestros prejuicios, creyendo sin más que un individuo de raza negra “seguro que está armado”.

La sístole es el movimiento de contracción del corazón y de las arterias para empujar la sangre que contienen. La diástole es el período en el que el corazón se relaja después de una contracción.

Los investigadores partieron de la base, ya confirmada, de que las imágenes relacionadas con el miedo son percibidas como más peligrosas durante la sístole y han utilizado ese mecanismo para entender su importancia en la discriminación racial.

En el estudio, realizado por investigadores de psicología de la Universidad Royal Holloway de Londres, han participado 32 voluntarios de raza blanca a los que se controló el ritmo cardiaco mientras se les mostraban fotografías de personas blancas y negras llevando cosas en la mano que podrían ser un arma, un teléfono móvil o una herramienta manual.

Los investigadores descubrieron que cuando se presentaba la imagen durante el latido del corazón (sístole) en vez de entre latidos (diástole), los voluntarios eran hasta un 10% más propensos a pensar que lo que llevaba la persona de la imagen en la mano era una pistola, en vez de un objeto inofensivo, si la persona de la imagen era de raza negra.

Esta conclusión confirma otras investigaciones desarrolladas en laboratorio con estudiantes y policías, según las cuales errores emanados de prejuicios raciales pueden resultar mortales, ya que las personas son susceptibles de equivocarse sobre la naturaleza de un objeto en la mano de otra persona, si esta persona es de raza negra, porque el prejuicio racial le lleva a percibir la presencia de esa persona inofensiva como una amenaza.

Círculo vicioso

Los investigadores señalan que estadísticas recientes de Estados Unidos revelan que los negros americanos desarmados tienen más del doble de probabilidades de ser asesinados durante los encuentros con la policía que sus conciudadanos de raza blanca.

Consideran que esto es un ejemplo sorprendente de cómo estereotipos implícitos en contextos fisiológicamente excitantes pueden influir en el comportamiento, incluso entre aquellos que no los respaldan conscientemente.

Los investigadores señalan que otra investigación del año 2003 descubrió lo que ocurre en el cerebro de una persona con prejuicios raciales, cuando percibe furtivamente la cara de una persona de raza negra: sus neuronas se disparan, lo que se manifiesta por un aumento de la amígdala cerebral, un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales cuyo papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales.

Cuando aumenta el tamaño de la amígdala cerebral se pone en marcha un círculo vicioso porque la cortisona, hormona del estrés, no sólo tiende a exacerbar la vigilancia de potenciales amenazas, sino que al mismo tiempo disminuye también nuestra capacidad de razonamiento, de moderar nuestros prejuicios. Un cóctel que puede resultar fatal.

Miedo y gestión de amenazas

La investigación que ha visto la luz ahora desarrolla un trabajo anterior de estos mismos científicos, Hugo D. Critchley y Sarah N. Garfinkel, en el cual habían demostrado ya que durante la sístole, el corazón no se conforma con inyectar sangre en nuestro cuerpo, sino que al mismo tiempo envía también mensajes al cerebro relativas al miedo y a la gestión inconsciente de las amenazas.

Ruben T. Azevedo, otro coautor del artículo, explica en un comunicado de la universidad de Brighton: si nuestro estudio se ha centrado en los prejuicios de los cuales son víctimas las personas de raza negra, cuyas trágicas consecuencias las vemos a diario, es posible que nuestras conclusiones puedan aplicarse a otras situaciones. En caso de excitación física y emocional, los latidos del corazón se aceleran y se hacen más intensos, pudiendo aumentar la probabilidad de creer que existe una amenaza donde no la hay y a provocarnos errores de juicio.

El estudio arroja luz sobre cómo el corazón influye sobre el cerebro cuando se trata de percibir una amenaza y pone de manifiesto que los prejuicios raciales no sólo están en nuestra cultura, sino también en nuestra fisiología.

Ser consciente de estos mecanismos puede ayudar no sólo a entender el origen de comportamientos que luego lamentamos, sino también a moderar reacciones emocionales al entender por qué ocurren.

Referencia

Cardiac afferent activity modulates the expression of racial stereotypes. Ruben T. Azevedo, Sarah N. Garfinkel, Hugo D. Critchley & Manos Tsakiris. Nature Communications 8, Article number: 13854 (2017). doi:10.1038/ncomms13854



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